domingo, 11 de junio de 2017


CUANDO TE PERMITES LO QUE MERECES, ATRAES LO QUE NECESITAS

Empezaremos proponiéndote una pequeña reflexión… ¿Qué es lo crees que te mereces a día de hoy? Puede que hayas pensado en un descanso. En permitirte que el tiempo discurra un poco más despacio para poder así, apreciar todo lo que te rodea. Disfrutar del “aquí y ahora”, sin estrés, sin ansiedad.

Es posible que hayas pensado también “que mereces alguien que te quiera”, que te reconozcan un poco más. Sueles esforzarte mucho por los demás y no siempre ven todo aquello a lo que has llegado a renunciar.

Todos, en nuestro interior, sabemos qué es lo que merecemos. No obstante, el reconocerlo es algo que a veces nos cuesta porque pensamos que puede llegar a ser una actitud egoísta.

¿Cómo decir en voz alta cosas como “necesito que me quieran”, “merezco ser respetado/a”, “merezco tener libertad y tener las riendas de mi vida”? En realidad, basta con decírnoslo a nosotros mismos.

No debemos equivocarnos, porque priorizarnos un poco más no es una actitud egoísta, es una necesidad vital, es poder crecer interiormente para ser felices. Te invitamos a reflexionar con nosotros.

Cuando eres consciente de lo que mereces, y por fin, te lo concedes, y aprendes a priorizarte un poco más a ti mismo, llegará lo que necesitas en realidad. No es magia, ni es el universo tejiendo sus leyes de atracción. Es nuestra propia voluntad para ser felices, para tomar las riendas de nuestra vida…
Las actitudes limitantes

Muchos de nosotros solemos desarrollar a lo largo de nuestra vida muchas actitudes limitantes. Son creencias en ocasiones inculcadas durante nuestra infancia, o incluso desarrolladas posteriormente en base a determinadas experiencias. Son esos pensamientos expresados en frases como “no valgo para nada”, “yo no soy capaz de hacer eso, fracasaré”, “¿Para qué intentarlo si siempre me salen las cosas mal?”…

Una infancia complicada con unos progenitores que nunca nos dieron seguridad, o incluso relaciones afectivas basadas en la manipulación emocional, suelen limitarnos casi de un modo determinante. Nos volvemos frágiles por dentro y vamos poco a poco, deshilachando nuestra autoestima.

Reestructura tus creencias. Tú eres más que tus experiencias, no eres quien te hizo daño o quien alzó muros para privarte de tu libertad. Mereces avanzar, mereces leer en tu interior y reconocer tu valía, tu capacidad para ser “apto” en la vida y sobre todo, feliz…

Lo que mereces, lo que necesitas

Lo que merecemos y lo que necesitamos está tan unido como el eslabón de una cadena. Te pondremos un ejemplo: “Necesito a alguien que me quiera”. Es un deseo común. No obstante, empezaremos cambiando la palabra “NECESITO”, por “MEREZCO”.

Te mereces a alguien que sepa leer tus tristezas, alguien que atienda tus palabras, que sepa descifrar tus miedos y ser el eco de tus risas. ¿Por qué no? Al cambiar la palabra necesidad por merecer, eliminamos ese vínculo de apego tóxico que en ocasiones, desarrollamos en nuestras relaciones afectivas.

Empieza por ti mismo/a. Sé tú la persona que quisieras tener a tu lado… La que merece caminar los pasos de tu vida. Al final, llegará alguien que se reflejará en ti. No obstante, empieza también con estas importantes dimensiones:

•Libérate de tus miedos.

•Disfruta de tu soledad, aprende a leer en tu interior, a empatizar más contigo a la vez que con los demás.

•Cultiva tu crecimiento personal, disfruta de tu presente, de lo que eres y de cómo eres.

•Aprende a ser feliz con humildad, desactivando el ego, madurando emocionalmente.

Priorizarse a uno mismo no es ser egoísta

Muchas veces seguimos siendo prisioneros de esos pensamientos limitantes explicados al inicio. Hay quien encuentra su felicidad dándolo todo por los demás: cuidando, atendiendo, renunciando a ciertas cosas por los demás. Es posible que nos educaran así. Ahora bien, siempre llega un momento en que hacemos balance y algo falla. Aparece el vacío, la frustración, el dolor emocional…

Como todo en esta vida, existe la armonía, la conjunción de tu espacio y mi espacio, de tus necesidades y nuestras necesidades. La vida en familia, en pareja o en cualquier contexto social, debe construirse mediante un adecuado equilibrio donde todos ganen y nadie pierda.

En el momento que hay pérdidas, dejamos de tener el control de nuestra vida, dejamos de ser protagonistas para convertirnos en actores secundarios.

Reflexiona durante un instante en estas breves ideas:

•Merezco un día de descanso, para mi mismo, en soledad. Esto me ofrecerá lo que necesito: pensar, liberarme del estrés y relativizar las cosas.

•Merezco ser feliz, tal vez sea el momento de “dejar ir” determinadas personas, o aspectos de mi vida. Ello me permitirá conseguir lo que necesito: una nueva oportunidad.

Todos merecemos dejar de ser cautivos del sufrimiento, de nuestras propias actitudes limitantes. Abre los ojos a tu interior, descifra tus necesidades, escucha tu voz. En el momento que te permitas lo que mereces, llegará lo que necesitas.

 
 

jueves, 8 de junio de 2017

NI AVANZAS, NI RETROCEDES: ESTÁS ATASCADO

Hay momentos de la vida en donde el sello está en el desconcierto. No es que sean “momentos malos”, en el estricto sentido. No es que pases por grandes sufrimientos o graves problemas, sino que simplemente ves pasar los días y sientes, muy en el fondo de ti, que no estás evolucionando, que no creces.

La nota predominante es la rutina. Cada día es muy parecido al anterior y aunque no tienes que pasar por grandes sobresaltos, tampoco logras entusiasmarte realmente con nada. No consigues activar tu fuerza vital y tampoco tienes ganas de intentarlo.

“La vida nunca es estancamiento. Es movimiento constante, movimiento sin ritmo, pues nosotros cambiamos constantemente. Las cosas viven moviéndose y ganan fuerza mientras lo hacen.”
-Bruce Lee-

Has llegado incluso a acostumbrarte a los problemas que antes te inquietaban. Si tienes una relación mediocre o nociva, dejas de pretender que sea mejor. Si tu trabajo no te satisface, te resignas y sobrellevas lo que hay. Ni avanzas, ni retrocedes: estás atascado.

¿Estás atascado? ¿No avanzas?

El estancamiento es un estado en el que no logras ponerte en contacto con tus sentimientos y emociones más genuinas. De ahí que tampoco sientas un verdadero impulso hacia la acción, hacia propiciar algún cambio que te enriquezca y haga más significativo el hecho de vivir. Éstas son las señales que indican que te encuentras atascado:

● No sientes entusiasmo. Haces todo como mecánicamente y procuras no pensar mucho en ello.
● No quieres complicarte.
● No quieres comprometerte con nada. Te limitas a cumplir con lo que se te pide, tanto en el plano laboral, como en el plano personal. Pero no quieres implicarte demasiado.
● Eludes los desafíos. Frente a un posible reto, o a una novedad, te haces a un lado. No te interesa ponerte a prueba, ni le ves sentido a ello.
● Sientes fatiga casi todo el tiempo. Una de tus frases favoritas es “estoy cansado”. Y es verdad, físicamente te sientes sin energía. Te parece que tu cuerpo es pesado y fácilmente caes en la somnolencia.
● Tu rutina es demasiado estructurada. Haces casi todo, cada día, de la misma manera. Los mismos horarios, el mismo recorrido, las mismas conversaciones.
● Rechazas todo lo nuevo. Cualquier novedad te parece una incomodidad innecesaria. No quieres invertir tu esfuerzo en adaptarte a algo que desconoces.
● Sientes pereza y aburrimiento, de manera constante. Bostezas mucho y anhelas que “te dejen quieto”, que nada te invite a movilizarte. Casi todo te aburre, pero más te aburre pensar en un cambio.
● Justificas tu actitud, incluso con mentiras. Construyes una serie de “razones” falsas para sustentar tu inactividad y miedo al cambio. Inventas excusas para justificar tu estancamiento.

Si no avanzas, devuélvete

Cuando pasas por una de esas etapas de estancamiento, seguramente hay un dejo de tristeza, o de ira, o de ambas, en el trasfondo de la situación. El hecho de que estés atascado significa que, aunque no te des cuenta, hay algún asunto por resolver en tu vida.

La depresión encubierta es como un pequeño animal que roe constantemente y te roba energía vital. Se trata de un rumor sordo que ejerce un gran peso sobre la percepción del día a día. Como si le pusieras un velo gris a la realidad y contemplaras todo a través de esa distorsión de color. Nada te parecerá suficientemente interesante, porque no lo estás mirando directamente.

La ira, a su vez, es una de las emociones más paralizantes. Cuando se queda enquistada en tu interior, opera corroyendo las demás emociones. La ira reprimida te vuelve rígido, sarcástico y negativo. Te lleva a sentir una especie de desprecio por todo lo que te rodea y contribuye a que nada te despierte interés. Mina tus relaciones con las demás personas y, a largo plazo, afecta tu salud.

Lo mismo ocurre con la culpa, que a veces se instala en tu inconsciente. Cuando lo que no hiciste o no dijiste, o lo que hiciste y dijiste, te genera arrepentimiento y eludes esa realidad, es probable que el precio sea ese palidecer de tus emociones y de tus ganas de vivir.

Las etapas de estancamiento deben mirarse con cuidado. A veces exigen solamente un proceso de toma de conciencia y un replanteamiento de las condiciones en las que se vive. Otras veces, en cambio, son una señal de que se hay una crisis que comienza a desatarse.

Por eso, cuando sientas que no puedes avanzar, lo mejor es que te devuelvas. Estás atado a alguna situación del pasado que no ha sido superada del todo y que sigue incidiendo en tu presente. Es cierto que la vida no es un jardín de rosas, ni una fiesta de todos los días. Pero, por otro lado, es en realidad lo único y lo más valioso que tienes.

Vivir sin vivir no es una opción. El tiempo de existencia es muy corto como para desperdiciarlo en rutinas inútiles y relaciones insatisfactorias. Tu paz y tu felicidad son el único objetivo por el que en verdad debes jugarte a fondo. La quietud hay que dejársela a los muertos.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/avanzas-retrocedes-estas-atascado/


martes, 6 de junio de 2017

LOS OJOS SON EL REFLEJO DEL ALMA

Qué tendrán los ojos que dicen tanto de nosotros. Qué poder se ocultará bajo nuestros párpados que nos hace capaces de infundir confianza, de crear rechazo, de anunciar nuestro humor… Qué extraño mecanismo hará que mediante nuestra mirada seamos capaces de convencer, de seducir, de rechazar…

Y es que hay miradas que enamoran, que infunden confianza. Por contra, otras son capaces de matar, de provocar profundo desasosiego. Hay ojos que son feroces, cargados de odio. Estos siempre acompañan miradas que asustan, que auguran de reojo malas intenciones. Pero también los hay risueños, llenos de vida. Ojos chispeantes que anuncian a los cuatro vientos que están enamorados.

Así pues es lógico pensar que estos son pequeñas ventanas a través de las cuáles asoma nuestra alma y por dónde nuestros sentimientos se airean.

En ocasiones son pequeños ventanucos por los que tímidamente asoman buscando ser correspondidos. En otras, estos son grandes ventanales que proyectan tormenta; incluso a veces, en muy pocas ocasiones, estos no son más que huecos oscuros y profundos, vacíos. Pequeñas fosas que buscan alimentarse del brillo de los otros. Ojos depredadores que escrutan buscando calmar sus ansias.

Por suerte, si te fijas, el mundo está lleno de ojos rebosantes de vida. Ojos cargados de ganas de vivir, aunque a veces cansados, siempre esperanzados. Gracias a Dios el mundo está lleno de miradas llenas de ilusión y de ganas de ver. Ojos deseosos de descubrir magia.

Y ahora, antes de acabar, un consejo: Si alguna vez en tu vida te cruzas con estos últimos míralos fijamente, con fuerza. Míralos queriendo empaparte de su esencia. Míralos como si fuese lo último que fueses a hacer en esta vida. Hazlo porque esos serán los que salven este mundo.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/los-ojos-son-el-reflejo-del-alma/


domingo, 4 de junio de 2017

QUIEN HOY NO TE VALORA, MAÑANA TE EXTRAÑA

A veces, las personas huyen sin más explicación, dejándonos desolados por una ausencia cruel e inesperada que le da un vuelco a nuestra vida.

Cuando esto ocurre, no nos podemos imaginar nada peor, más rastrero y más egoísta que la ofensa que acaban de realizarnos.  Entonces, después de contener nuestro enfado y nuestra rabia, empezamos a pensar que no nos lo merecemos y que es injusto.

Al mismo tiempo una nube cargada de tristeza y de reproche se cierne sobre nosotros, generando una oscuridad con la que intuimos que tendremos que convivir una buena temporada.

En esa oscuridad conoceremos la decepción, el desencanto, el engaño y la incredulidad.  Sin embargo, cuando caemos en ese abismo, significa que está cerca la libertad pues si alguien nos ha dejado de esa manera, no merece nuestra compañía.

Vale más un desengaño que vivir en una mentira

Cuando alguien se marcha sin más hay algo dentro de uno mismo que se rompe. Es probable que no acertemos a saber qué es lo que se ha quebrado pero, sin embargo, nos duela muchísimo.

No obstante, los desengaños son menos dolorosos si conseguimos salvaguardar nuestra integridad. Por esta razón, aunque sustituir el amor a los demás por el amor propio es un proceso duro, la verdad es que estaremos cambiando a un insufrible tirano por un buen amigo.

Asimismo, cuando una persona nos abandona injustamente, cuando nos dejan sin explicación ni mediación, podemos estar seguros de que el día de mañana le penará habernos perdido

Como dicen, el que nada no se ahoga, y si alguien se ha ahogado es porque no quiso nadar, porque no estaba a nuestra altura o porque su grado de madurez emocional le impedía ver que hay millones de maneras mejores de decir adiós o de arreglar las cosas. En definitiva, huir vilmente no es la solución valiente, sino la cobarde, la amarga, la desagradecida.

¿Qué hacer cuando alguien desaparece de nuestra vida?

Cuando alguien desaparece de tu vida, puede que no vayas a volver a ver a esa persona nunca más, o si podrás decirle todas las cosas que te quedan, que te gustaría decirle. Coges papel y lápiz y escribes una carta. Que puede ser eterna o puede ser una palabra. Se la escribes a esa persona que se fue, pero no, no la mandas, la doblas y la acercas a una llama y la quemas. Se la lleva el viento y así el dolor no se te queda tan dentro.
Federico Moccia

Cuando alguien nos deja de esta manera, iniciamos una pelea interna en la que nos debatimos entre “esperar a que vuelva con el rabo entre las piernas” o “reiniciar nuestra vida y reaprender a convivir con nosotros mismos”. Esto último entraña un sinfín de dificultades que tenemos que superar, ya que no sabemos hacerlo.

Es probable que, en estos casos, se nos queden muchísimas cosas por decir. El dolor, los reproches y todas nuestras emociones no pueden quedarse dentro de nosotros mismos, debemos de sacarlas de alguna manera, aunque sea imaginándonos que tenemos a esa persona de frente, aunque sea rasgando papeles o golpeando cojines.

Una de las mejores opciones es escribir una carta a quien te lastimó en la que le explicas cómo te ha hecho sentir antes y después de su partida. Tras hacer esto, lo mejor es deshacernos de ella, pues hacerlo será la mejor manera de liberación.

¿Cuál es el último paso para liberar el dolor?

Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad
Catherine Ponder

Después de escribir nuestra carta y de liberar nuestros sentimientos y emociones, le llega el turno a perdonar. Darle alas a nuestro sufrimiento será la única forma de no hacer de nuestro cuerpo la tumba de nuestra alma.

Porque detrás de nuestro coraje, nuestra rabia y nuestra ira ante la huída de alguien sin escrúpulos, se esconde una gran tristeza, una infinita humillación y la más dolorosa decepción. Por eso, liberarnos de estos sentimientos supondrá para nosotros dejar de caminar por el borde de un volcán en activo.

Pase lo que pase, de lo que no nos tenemos que olvidar nunca es de que toda experiencia dolorosa encierra dentro un gran semilla de crecimiento y de liberación.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/quien-hoy-no-te-valora-manana-te-extrana/