lunes, 8 de mayo de 2017

EL PODER DE LA HUMILDAD

Sería curioso empezar este artículo ahondando un poco en el significado de la palabra “humildad”. La etimología nos dice que humildad procede de “humus”, es decir, aquello que se desprende de la naturaleza y que a su vez la fertiliza y la hace crecer. La humildad sería pues “lo esencial”.

¿Qué es para ti esencial en tu vida? ¿Tu familia, tu trabajo, tus aficiones? Todos disponemos de ese algo que es verdaderamente importante para nosotros, nuestra verdadera esencia. El resto, es simplemente superficial. Pero hay que saber reconocerlo.

En ocasiones, las personas no solo nos rodeamos de cosas artificiales, sino que es posible que hasta nosotros mismos nos hayamos convertido, desgraciadamente, “en seres artificiales”. ¿Cómo evitarlo entonces? ¿Cómo volver a nuestra esencia?

Practicar la humildad

Hay quien dice que la humildad, sencillamente, consiste en callar nuestras virtudes y permitir a los demás descubrirlas por sí mismos. Es cierto, pero la dimensión de la humildad va mucho más allá.

Practicar la humildad y por lo tanto ser humilde se trataría en primer lugar de una sencilla invitación a ver nuestras limitaciones y a saber reconocerlas con el objetivo de aprender.

Por ejemplo, primero hemos de asumir nuestro desconocimiento mediante el cual, asentar esos nuevos aprendizajes, esas nuevas experiencias. Si aceptamos nuestros propios límites tomaremos conciencia de todo aquello que nos queda por hacer o aprender. Quien cree que ya lo sabe todo no irá más allá, la soberbia engulle a la humildad y origina personas engreídas a la vez que resentidas.

Ser humilde no es ser débil o ingenuo, al contrario, nos aporta lucidez y una fuerza particular para ver las cosas en toda su realidad. Bien es cierto que en ocasiones puede ser complicado llegar a ver cuál es la verdadera esencia, el verdadero “humus” de nuestras vidas.

Estamos llenos de obligaciones, de presiones laborales, de proyectos que cumplir, de personas ante las que responder y no defraudar… Tanto que en ocasiones nos sumergimos en una pequeña vorágine de dimensiones donde es complicado entrever lo que de verdad nos aporta la felicidad. Pero es aquí donde empieza la humildad: comprendiendo qué es importe por encima del resto de artificios.

Tu bienestar, tu familia y tú seréis siempre lo más importante. La humildad debe practicarse cada día, y el mejor modo de hacerlo es mediante unas sencillas preguntas: ¿Qué es lo que me hace verdaderamente feliz? ¿Qué es lo que no desearía perder? ¿Qué es lo que podría hacer para conseguir o mantener aquello que quiero?

La humildad en las pequeñas cosas

Las personas humildes no se vanaglorian de sus éxitos. Practicar la humildad es un ejercicio diario que se mueve con la responsabilidad de hacer las cosas bien, de comprometerse, de hacer lo que toca y lo que es necesario, con autenticidad.

Las cosas pequeñas son las que tejen los actos verdaderamente importantes, esos códigos sencillos que tanto nos aportan: una sonrisa, una palabra, un gesto de empatía… códigos que no se compran sino que salen desde lo más profundo de nuestro ser; aspectos que se instalan en nuestra memoria y que nos aportan la verdadera felicidad.

Saber escuchar, saber entender los silencios, ser receptivos, cercanos, cómplices y sinceros, son características que definen a las personas humildes. Esas que tanta confianza nos aportan y donde deberemos buscar a los verdaderos amigos.

El valor de la humildad no requiere objetos materiales, las dimensiones “intangibles” son casi siempre las que nos aportan verdadero bienestar, verdadera felicidad. Y es aquí donde reside la verdadera calidad de vida… en las cosas sencillas. En el “humus” de nuestra esencia, ahí donde logramos desprendernos de todo lo que es superficial.

¿Qué tal si lo ponemos en práctica?


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/el-poder-de-la-humildad/


sábado, 6 de mayo de 2017

EL AMOR ES MÁS UNA DECISIÓN QUE UN SENTIMIENTO

El amor está sobrevalorado

El tipo de amor al que nos referimos en esta entrada es al amor que se forma en las parejas y que no tiene mucho que ver con el amor incondicional o ágape, ese que reconoce que todos somos parte de lo mismo y que el bienestar del otro es tan buscado como el nuestro. Nos referimos al amor que justifica una unión o una relación.

Escuchamos cientos de veces parejas que se separan, justificándose con frases como: “es que ya no nos amábamos”, “dejamos morir el amor”, “se acabó el amor”, “cuando se acaba el amor nada se puede hacer”… Y todo el protagonismo de la ruptura se la lleva “el amor”, este tipo de amor tiene la ventaja de que puede construirse, puede decidirse y puede acabarse con la misma facilidad con la que una vez se declaró.

Por lo que podríamos decir que lo que se rompe realmente en las parejas es la disposición, son las ganas de trabajar en una relación, es el compromiso por una construcción conjunta. El amor real no depende de las circunstancias, es porque es, se ama porque sí, independientemente de lo que podamos obtener de la persona amada. El amor real no se encarga de llenar vacíos o complementar, eso debería tener otro nombre para no confundirnos.

Este tipo de amores incondicionales no es frecuente en las parejas, puesto que la mayoría de ellas está buscando un sentimiento de bienestar junto a quien está, bien sea emocional, económico, social, familiar, etc. Y no se trata de juzgar este tipo de sentimientos, se trata de entender que lo que mantiene unidas a las parejas es la decisión racional de estar juntos, por lo que si esa decisión en alguna de las partes se modifica, el llamado: amor, comienza a morir.

Durante ese proceso pocos se detienen a pensar a profundidad qué es lo que los está llevando a esa situación, tienen muchas emociones y se confunden entre la desolación, el despecho, la rabia, la frustración o en el mejor de los casos la liberación. Definitivamente todos tienen derecho a cambiar sus decisiones, incluidas aquellas que involucran a otras personas, pero sería de utilidad pensar que nuestro amor no es otra cosa que el resultado de un pensamiento, es decir, un proceso netamente mental y consciente, a donde dirigimos nuestras energías, nuestros recursos, nuestros pensamientos, hacia allá irán dirigidos nuestros sentimientos.

Esto puede sonar pragmático, pero si alguien deja de pensar en positivo de su pareja, la aísla de sus planes, no invierte su tiempo en ella, no dedica su energía, esto es la causa de que “el amor muera”, no la consecuencia. Obviamente las relaciones pasan por diferentes etapas y si la pareja se dispersa y no está clara en lo que conlleva y encierra cada una de ellas, incluyendo la etapa que le sigue a la inicial, donde la química está a flor de piel y las hormonas juegan un papel trascendental, pueden imaginarse que ya no sienten lo mismo, y es verdad, ya no sienten lo mismo, porque no son los mismos en primer lugar y porque han llegado a otro nivel donde hace falta centrarse y apostar por la relación, lo mismo ocurre cuando llegan los hijos, cuando llegamos a los 40 o cuando se presenta una tercera persona que despierta nuestro interés.

Cuando sientas que el amor está muriendo en tu relación, realiza un balance, ve hasta qué punto esa persona es importante en tu vida, si los planes en conjunto valen la pena, si tienen hijos a quienes criar… Y si tu balance da a favor de la relación pues piensa que el amor está sobrevalorado, que no es más que la forma como tú lo quieres ver y que como se ha apagado o mermado, así mismo puede repotenciarse.

Por: Sara Espejo Rincón del Tibet

Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-el-amor-esta-sobrevalorado-12364


viernes, 5 de mayo de 2017

RECONOCER LOS ERRORES NO NOS HACE MENOS, NOS HACE SABIOS

Una de las acciones más difíciles para el ser humano, es reconocer los errores cometidos, probablemente porque esto implica tener que retractarnos, aceptar las consecuencias y en muchos casos admitir nuestra equivocación ante quienes no deseamos, el caso es que el ego no nos permite vislumbrar el beneficio de admitir y reconocer los errores cometidos, que de todo lo que nos hace, lo principal es que nos hace humanos.

Reconocer nuestros errores habla de nuestra madurez como seres humanos, puede que ello no sea muy sencillo que digamos, pero si lo pones en práctica, con el tiempo descubrirás que es la mejor manera de aprender de la vida, de tu vida.

Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme.
Charles Chaplin

Aunque no lo parezca, es más liberador que difícil reconocer que nos equivocamos, entonces hagamos el sano ejercicio de pronunciar dos palabras: ¡Me equivoqué! Nadie está exento de equivocarse: El caminar tiene sus tropiezos y caídas, pero esto no significa que haya que dejar de dar pasos.

Equivocarse trae muchas ventajas, si aprendemos a mirar lo que sucede con ojos de sabiduría, los errores son importantes para nuestro bienestar así pueda sonar algo confuso, pero para que estos no pasen en vano por nuestras vidas, es importante registrarles y resarcirles. Duele equivocarnos, pero a veces nos duele más reconocerlo, pues implica aceptación y de seguro tener que enmendar algunas cosas, pero lo más importante y que no solemos apreciar, es que en esta acción hay humildad, bondad, sabiduría y quizás la mayor valentía conocida.

La vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros.
Jean de la Fontaine

Pasamos entonces a tener una mezcla de sentimientos revueltos y aunque deseemos reconocer que nos equivocamos, nos rendimos ante la facilidad del no hacerlo. No nos gusta desacomodarnos, siempre es mejor seguir teniendo la razón así cueste, el orgullo no permite que nos movamos de nuestra posición “privilegiada” y allí nos enredamos y nos desgastamos intentando creer que no nos hemos equivocado, o que si lo hicimos, fue de una minúscula forma: es como si eligiéramos entre la ceguera y el astigmatismo avanzado, vemos tan borroso, que preferimos creer que no hay nada de mancha en el horizonte.

Reconocer nuestros errores no nos hace menos, somos nosotros mismos quienes nos colocamos en situaciones de desventaja frente a los errores y aunque muchas veces traen consecuencias irreparables, tener la tranquilidad de haber dado el paso de aceptación y reconocimiento, no tiene precio alguno.

Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
Charles Dickens

Todo suele suceder por una razón, aunque muchas veces lo entendemos con el pasar del tiempo, las consecuencias y los efectos de las causas, no tardan en manifestarse, es la ley de la vida, es la naturaleza humana y queda en cada uno de nosotros asumir o fingir que nada ocurre para no doblegarnos.

Reconocer los errores te brinda oportunidades y aunque quizás puedas sentirte juzgado, recuerda siempre que tu único juez siempre será la conciencia…

Por: Marvi Martínez

Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-reconocer-los-errores-nos-hace-24299


miércoles, 3 de mayo de 2017

VIVE TU VIDA Y DEJA DE PENSAR EN LO QUE QUIEREN LOS DEMÁS

Puede sonar un tanto egoísta, no significa anular las consideraciones o deseos de quienes amamos, pues en muchos sentidos podemos regocijarnos a través de la felicidad de quienes se relacionan con nuestra vida, de quienes nos importan, amamos y admiramos.

Pasar tiempo de calidad con quiénes amamos y queremos tener cerca, es una manera maravillosa de destinar nuestro tiempo y al final del camino sabremos agradecer las afinidades forjadas. Sin embargo, no dejes que los demás te impongan sus sueños, no intentes satisfacer continuamente sus expectativas porque al final del viaje, será la vida quien te pase factura.

Los prejuicios, son creencias previas a la observación.
José Ingenieros

Debemos invertir sabiamente nuestro tiempo, sin temores, dudas o preocupaciones innecesarias. Mayormente solemos alimentar nuestro pensamiento, gastar energías valiosas en cosas innecesarias, en lugar de vivir aquello que deseamos vivir, estar con quién queremos estar y tener la capacidad de asumir plenamente nuestro camino.

El tiempo que tenemos es demasiado corto, por lo que no debemos desperdiciarlo haciendo algo que no nos satisface, simplemente porque los demás lo hacen o porque siempre se ha hecho así. Necesario es razonar, especialmente cuando se trata de patrones, costumbre y tradiciones.

Un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios.
William James

En muchas ocasiones, por evitar herir susceptibilidades, evitar crear antagonismos o simplemente por llevar la corriente, dejamos que nos invada la inseguridad respecto a nuestra propia vida y lo que hacemos en ella, invertimos nuestro tiempo en cosas que no deseamos o simplemente no necesitamos. Solo son acciones que nos mantienen dentro del sistema fingido y que desvirtúan nuestras capacidades para anteponer lo útil a lo agradable.

Dejar de pensar en lo que quieren los demás, para dirigir la mirada a nuestro interior, es fundamental para valorar nuestro tiempo, porque son aspectos de la vida que van de la mano, tan estrechamente, que se complementan, no podemos vivir nuestra vida sin valorar nuestro tiempo y evidentemente para hacer esto posible, es necesario dejar de preocuparnos por lo que piensen los demás.

Comenzar a asumir nuestra vida, dedicar nuestro tiempo a aquello que nos da plenitud, paz, que nos congracia con nuestro interior, es la mejor manera de aprovechar el tránsito, sin importar lo que los demás crean o piensen. Respetar a los demás y no ir en detrimento de nadie, es la función del amor y la mejor arma para librar las batallas de nuestra vida.

Por: Marvi Martínez

Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-vive-tu-vida-y-deja-de-pensar-en-lo-que-quieren-los-demas-25021


martes, 2 de mayo de 2017

AUNQUE NO APRUEBES LO QUE HACEN LOS DEMÁS, ¡VIVE Y DEJA VIVIR!

En la vida no siempre vemos lo que queremos, esto no quiere decir que nuestra manera de ver la vida sea o no la correcta, simplemente es un enfoque, no significa que los demás estén equivocados y nosotros en lo correcto, finalmente cada quien es dueño de su propia vida y realmente no tenemos el derecho de juzgar, especialmente cuando no deseamos ser juzgados.

En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven. Nicolás Maquiavelo

Pasar nuestra vida sufriendo y padeciendo por las decisiones y situaciones ajenas, no trae más que desgaste y agotamiento, es más sabio vivir y dejar vivir a los demás, de igual manera, nada queda impune en la vida, tarde o temprano todo toma su cauce y no es menester de nadie, sentenciar a los demás, especialmente cuando se desconocen los motivos.

No podemos pretender que los demás actúen conforme a lo que nosotros pensamos que debería ser, cada quien tiene sus criterios, motivos y percepciones de las cosas, evidentemente, muchas personas en su camino atropellan a otras, y esto aunque no se justifica, igual no nos corresponde juzgarlo, simplemente tener la serenidad para ver más allá de lo que se nos presenta.

Es mucho más difícil juzgarse uno mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte correctamente serás un verdadero sabio.
Antoine de Saint-Exupéry

Hay quienes pasan su vida condenando, amargan su existencia y la del resto de las personas, se entrometen, perjudican, critican destructivamente y ocupan su tiempo permanentemente en sembrar dudas y sosobras, triste camino el de ellas que tarde o temprano recogerán lo que siembran.

Podemos observar, sin juicios ni prejuicios, podemos escuchar sin opinar y podemos tener la humildad para tolerar y la compasión para aceptar, no somos perfectos, nadie lo es, la vida da muchas vueltas y jamás sabremos a ciencia cierta donde nos corresponderá estar.

Hay velas que lo alumbran todo, menos su propio candelabro.
Friedrich Hebbel

Recibiremos lo que damos, de allí la sabiduría que radica en el silencio, en la observación y en la depuración del pensamiento, pues vivir y dejar vivir, no solo pasa por las acciones, sino que nace del pensamiento y se forma en la palabra.

Quitémonos la necesidad de emitir juicios y opiniones sobre los demás, sobre su vida, acciones y decisiones, en la vida es mejor callar a tiempo que condenarnos por las palabras, especialmente cuando van dirigidas a alguien más, hasta un mal pensamiento nos exigirá cuentas, más necesario y útil es dedicarnos a conocernos a nosotros mismos en lugar de ser jueces ajenos.

Por: Marvi Martínez

Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-vivir-y-dejar-vivir-25566


lunes, 1 de mayo de 2017

NO GASTES ENERGÍA TRATANDO DE ENTENDER COSAS A LAS QUE SOLO EL TIEMPO LES DARÁ SENTIDO

Cuántas incógnitas enfrentamos en la vida, cuántas interrogantes permanecen en el camino y muchas de ellas jamás llegan a aclararse del todo, incluso, muchas veces invertimos gran cantidad de tiempo y gran parte de nuestra energía, tratando de entender cosas y situaciones que simplemente no tienen explicación alguna.

¿Qué son mil años? El tiempo es corto para el que piensa, e interminable para el que desea. Émile Chartier, Alain

Los misterios no obedecen únicamente a esa parte mística y maravillosa, incluso hasta fenoménica, hay cosas que sencillamente no se nos ha dado entender, estas profundidades de la sabiduría, de lo desconocido, de eso que sentimos y presentimos, suele hacerse natural para nosotros, sin embargo, también están otras incógnitas más ordinarias, en las cuales invertimos mucho tiempo y jamás llegan a develarse.

Relaciones interrumpidas, amistades quebrantadas, situaciones laborales, comentarios mal intencionados, enemigos ocultos y conflictos inesperados, situaciones que no llegamos a entender, que nos toman por sorpresa, que nadie nos aclara o las fuentes no son certeras, finalmente terminamos más confundidos que al inicio.

A siete años de un suceso, el suceso ya es otro.  Camilo José Cela

Es inútil preguntarnos una y otra vez, sobre aquellas cosas que jamás llegamos a descubrir, que se quedaron sin explicación o que no nos fueron aclaradas jamás, justas o no, no vale la pena invertir mayor tiempo en ellas, cuando es precisamente el tiempo el que se encargará de darles sentido.

Muchas veces, por más que intentamos despejar nuestra mente de sucesos que no hemos logrado vislumbrar del todo, nuestra cabeza recorre mil veces el mismo espacio, se hace las mismas preguntas una y otra vez y vuelve al mismo lugar, sin obtener respuesta, únicamente con la impotencia de mantener la misma duda, con las energías desgastadas y con el agotamiento de tener que continuar sin ningún cambio aparente.

Aunque no lo comprendamos del todo, la experiencia enseña que solo el tiempo aclara todo, le otorga sentido a cosas que nadie entiende, que no se explican y que muchas veces no asimilamos aunque tengamos la explicación clara y sencilla frente a nuestros ojos.

Por lo que darle un voto de confianza al tiempo y guardar nuestras energía para el momento presente, quizás se la manera más sabía de vivir plenamente…

Por: Marvi Martínez


Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-no-gastes-energia-tratando-de-entender-cosas-a-las-que-solo-el-tiempo-les-dara-sentido-25861


domingo, 30 de abril de 2017

NO ES SABIO QUIEN SABE MÁS, SINO QUIEN HABLA MENOS

Solemos confundir los conocimientos intelectuales con la experiencia, ocurre que no hay estudios ni centros de enseñanzas posibles, que impartan la experiencia de vida, que siembren las vivencias y que despierten las consciencias, lastimosamente, esto no se aprende, simplemente surge, despierta y se activa en cada ser humano.

Las habladurías, las demostraciones de saber, de conocimientos, de manejo de contenidos, no es muestra de sabiduría, se pueden llegar a tener muchos títulos, en diversas disciplinas, sin embargo, se puede pasar una vida entera sin aprender a escuchar…

Bienaventurados los que no hablan porque ellos se entienden.  Mariano José de Larra

Pretender hacer valer nuestras opiniones y criterios, no es un error, pero resulta mucho más útil aprender a escuchar las opiniones y los criterios de los demás, ahorrarnos palabras y accionar más y especialmente aprender del silencio, pues existen muchas cosas en nuestro interior, que no logran salir a flote en medio de tanto ruido.

Lamentablemente, hoy día, resulta un tanto complejo el que las personas logren desarrollar su capacidad de razonar, desarrollen su criterio y se manifieste en ellos la duda, la curiosidad y la virtud innata de expresarnos, solemos resultar arrastrados por los conocimientos impartidos e inculcados, anulando nuestra capacidad de pensar y sustituyendo nuestros razonamientos por conceptos preconcebidos.

Después de que has soltado la palabra, ésta te domina. Pero mientras no la has soltado, eres su dominador. Proverbio árabe

Pensamos muchas veces, que hablar y expresar todo lo que pasa por nuestra mente, nos hace demostrar que sabemos, incluso juzgamos a quienes mantienen el hábito de ser reservados y son partidarios del silencio, sin embargo, no nos damos cuenta de que quienes callan aprenden de los demás y de sí mismos.

No podemos juzgar la sabiduría por la habladuría, se puede tener una excelente capacidad de hablar y mantener largas conversaciones o discursos y en el fondo estar vacío, la verdadera sabiduría parte de la serenidad, del silencio que engloba la verdadera plenitud, el convencimiento de lo que se sabe sin la necesidad de demostrarlo y de que todos sepan lo que piensas o crees saber.

El silencio suele decir mucho de una persona y aunque en muchas personas despierte desconfianza, basta con ponerse a pensar en realidad lo que reflejamos a través de aquello que decimos, podemos tener mucha facilidad en la palabra, pero eso solo nos distancia del silencio, donde radica la verdadera reflexión, observación y atención de las cosas.

La vida no nos coloca límites, eso lo hacemos nosotros mismos, podemos pasar la vida llenando nuestro camino de conocimientos, de títulos, de estudios, de seguro esto enriquecerá nuestra vida y abrirá nuestras oportunidades, pero debemos tener muy claro que allí no radica la sabiduría, que hablar de aquello que conocemos no nos hace sabios, que la verdadera experiencia radica y descansa en el alma.

Vale la pena pensar en lo que realmente es importante transmitir, en aquello que debemos expresar y en lo que debemos callar, entender que no todos están dispuestos a escuchar lo que queremos decir. En lugar de llenar los espacios de un millón de palabras vacías, es mucho mejor vivir en el silencio sabio que en la palabra hueca.


Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-no-es-sabio-quien-sabe-mas-sino-quien-habla-menos-24054