martes, 17 de enero de 2017

ERES UNA PERSONA TAN COMPLETA QUE NO MERECES QUE TE QUIERAN A MEDIAS

No somos seres incompletos. No necesitamos medias naranjas para ser felices. Somos naranjas, limones, melocotones y un sinfín de frutas rodando por el mundo a nuestro aire.

A veces tenemos la buena ventura de encontrar otra fruta que rueda a nuestro mismo ritmo. Entonces, comenzamos a dar paseos juntos, paseos que pueden durar toda la vida o acabarse en un instante. Un melocotón puede combinar perfectamente con una naranja si ambos están dispuestos a hacer una vida en común y son capaces de respetar sus diferencias y sus coincidencias.

“Sí me quieres, quiéreme entera,
No por zonas de luz o sombra.
Si me quieres, quiéreme negra.
Y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
Y morena.
Quiéreme día.
Quiéreme noche.
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… o no me quieras!”

-Dulce María Loynaz-

El querer y el respetar van de la mano

El gran engaño de las medias naranjas y de los amores Disney nos somete hasta tal punto que acabamos viendo normales esos amores a medias. Conformarnos con este tipo de amor es condenarnos a la soledad…

Cuando las medias tintas, el “ahora sí, ahora no” o el “quizás mañana me interesa” se instauran en nuestras relaciones, mal panorama. Es decir, si se ama, se ama en plenitud y dando todo lo que es saludable que demos de nosotros mismos, no a medias…

Esto no solo es una cuestión de principios, sino también de respeto y de consideración con nosotros mismos. No es justo ni sano dar amor sin recibir, al menos, algo que nos haga sentir bien.

Estamos de acuerdo en que el amor debe ser desinteresado, pero eso no quiere decir que deba ser necio. Es decir, si sufres porque te dan una de cal y otra de arena, es el momento de pensar en abandonar la partida y construir un buen castillo.

“Amurallar tu propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.”
-Frida Kahlo-

El amor que todos merecemos es un amor en plenitud

No es que los demás tengan que adorar cada parte de ti o cada manía, sino que quien te ama de verdad no intentará cambiarte ni manipularte. Cada pequeño gesto hace de nuestro ser y de nuestro mundo algo excepcional que merece su consideración.

“Mereces un amor que te quiera despeinada, con todo y las razones que te levantan de prisa, con todo y los demonios que no te dejan dormir.

Mereces un amor que te haga sentir segura, que pueda comerse al mundo si camina de tu mano, que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.

Mereces un amor que quiera bailar contigo, que visite el paraíso cada vez que mira tus ojos, y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.

Mereces un amor que te escuche cuando cantas, que te apoye en tus ridículos, que respete que eres libre, que te acompañe en tu vuelo, que no le asuste caer.

Mereces un amor que se lleve las mentiras, que te traiga la ilusión, el café y la poesía.”

-Frida Khalo-

Debemos dejar que nuestro acompañante nos ame como quiera y no como nosotros deseemos, pero siempre volando con las alas de la libertad. Esto quiere decir que nadie tiene derecho a vulnerarnos ni a jugar con nosotros.

En este sentido, no nos podemos dejar llevar por nuestras necesidades o por nuestra concepción del amor ideal, sino que tenemos que establecer las bases del respeto, de la aceptación y de la reciprocidad.

No merecemos que nos amen a medias. Merecemos que nos demuestren que lo hacen y, para eso, es fundamental desactivar los egoísmos. Porque, simplemente, un amor verdadero no se aprovecha de nadie, ni siquiera de una situación.

“Ser profundamente amado te da fuerzas, mientras que amar profundamente a alguien te da coraje”
-Lao Tse-


https://lamenteesmaravillosa.com/eres-una-persona-tan-completa-que-no-mereces-que-te-quieran-a-medias/


jueves, 12 de enero de 2017

"CUANDO MUERES SÓLO CAMBIAS DE CONCIENCIA"

Pim van Lommel, cardiólogo; investiga experiencias después de la muerte (EDM)

Madurar es liberar la conciencia de la edad: he tratado a jóvenes con experiencias después de la muerte más maduros que yo. Mi padre era neurólogo y yo quise ser físico: ahora estudio física cuántica para entender qué sucede tras la muerte. La fe es otro camino a la verdad.

Cuando enseñaba Cardiología en el hospital de Arnheim -800 camas- ya investigaba cómo algunos pacientes, tras infarto y muerte clínica, volvían a vivir.

Hasta que en 1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que resucitó tras nueve minutos de muerte clínica. Me impresionó tanto que empecé a estudiar en profundidad esos casos.

¿Tantos había?

En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344 pacientes, que publicó The Lancet (2001).

Causó un impacto mundial.

Tanto que ya le avancé entonces, cuando usted me entrevistó, que, tras 31 años de cardiología, me iba a dedicar en exclusiva a las experiencias cercanas a la muerte (EDM).

¿Qué hemos aprendido desde el 2001?

Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?

¿Qué dice la ortodoxia médica?

Que se trata de meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).

¿Y qué le dice su investigación?

Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.

¿Qué explican sobre ellas?

Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.

¿Luces, voces, su vida en un instante...?

Las han experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la enfermedad.

¿Todos experimentan lo mismo?

No todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.

¿A qué se refiere?

Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en conjunto durante su EDM.

¿Cómo son esas visiones?

Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio. El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos.

Por ejemplo.

Un paciente refiere cómo en su EDM había visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez años después, su madre agonizante le reveló que él era hijo de una relación extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico, asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.

¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos siguen conscientes?

Lo prueban cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las pupilas dilatadas. La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó en un cajón. Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.

Si estas vivo, resultan muy útiles.

Reconoció, al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos llamó alarmada y entonces el paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho cuando llegó muerto a urgencias del hospital.

¿Y usted qué cree?

Nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras.

¿Es una convicción religiosa?

Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el misticismo.

¿Cómo lo sabe?

Porque estudio casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad.

Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.

¿Todo está conectado?

Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía" y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se sienten integrados.

¿Por qué la ciencia lo ignora?

Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la luz consta de partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite- dependiendo del estado del observador.

La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu estado subjetivo.

Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud.


Fuente: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120605/54303448302/pim-van-lommel.html


miércoles, 11 de enero de 2017

PARA CONVIVIR EN ARMONÍA ES NECESARIO SUMAR, NO RESTAR

Estoy en esa etapa de la vida donde ya cansan las medias verdades, las falsas apariencias y las presencias interesadas. En este mundo, nutrido a veces de días oscuros y personas intermitentes, quiero compañías que sepan sumar, no que resten; deseo vínculos que sean mi faro iluminado para construir un horizonte más libre, ilusionado.

Los expertos en psicología social y liderazgo nos recuerdan una sensación que todos habremos experimentado alguna vez. Hay personas que causan un impacto indefinible cuando entran a una habitación. En ocasiones, la famosa expresión “tener luz” parece ser auténtica, creíble. Son presencias que por alguna razón, nos transmiten calma y armonía.

“Estamos en este mundo para convivir en armonía: quienes lo saben no luchan entre sí”
-Buda-

Esta facultad tiene poco de magia, en realidad es pura psicología, y el proceso que favorece esta “impregnación emocional” se debe a una dimensión que se define como “conciencia cognitiva”. Es decir, la persona que ejerce esta influencia positiva ha elegido de forma consciente ese estado. Está bien consigo misma, no hay conflictos, no hay rencor, solo un equilibrio interior que a su vez, llega a quienes le rodean.

Estas, son sin duda personalidades que saben sumar, perfiles que cohesionan escenarios, que hacen fluir los pequeños entornos en los que se mueven y que por lo general, son muy hábiles a la hora de “abrir sus paraguas emocionales” para protegerse de las malas artes ajenas, de las manipulaciones y de los traficantes de culpa.

Te proponemos reflexionar sobre ello y ante todo, aprender alguna estrategia de este tipo de personas.

Saber sumar y convivir es apartar fronteras

Vivimos en un mundo complejo, en territorios dotados de una carga energética positiva o negativa en base al tipo de interacción humana que en ella, se lleve a cabo cada día. Sabemos también que están muy de moda etiquetas tan manidas, como la ya clásica “toxicidad o persona tóxica“, sin embargo, más allá de estos polémicos términos hay algo que está claro y que debemos asumir: siempre van a existir perfiles de comportamiento que nos amarguen la existencia directa o indirectamente.

Hay personas que no saben sumar, lo sabemos, amigos, compañeros o familiares que no entienden ni entenderán que para convivir no basta solo con atender y saciar las necesidades propias a toda costa. Cabe decir, no obstante, que a veces, tras la “supuesta” persona tóxica existe un problema concreto, como una depresión encubierta que requiere sin duda de nuestra sensibilidad.

Es necesario pues saber intuir, leer entre líneas y no recurrir al instante a esa frontera radical donde dejar a unos con sus miserias mientras otros, nos colocamos los escudos y las máscaras antigás para que no nos impregnen con su negatividad. Convivir requiere también saber comprender, ser empático y no poner distancias sin saber antes, cuál es la raíz de la discrepancia.

Personas que saben brillar, personas que saben convivir

Hablábamos al inicio de las personas que saben brillar y que disponen de eso que hemos definido como conciencia cognitiva. Se trata ante todo de un constructo realmente útil que todos deberíamos aprender a practicar, a hacer nuestro para dotar a nuestros ambientes cotidianos de esa energía que crea cohesión, y que a su vez nos da la oportunidad de defendernos con respeto, con auténtica inteligencia emocional.

Grande es quien para brillar no necesita apagar la luz de los demás.

A continuación, te invitamos a reflexionar sobre las dimensiones que dan forma a este comportamiento tan lleno de armonía, de equilibrio interior.

Cómo desarrollar una conciencia cognitiva saludable y útil

Para crear un buen impacto en nuestros contextos cotidianos y favorecer esa necesitada cohesión, es necesario primero “cohesionarnos” por dentro, es decir, saber qué ocurre en nuestro interior. Debemos aprender a ser cognitivamente conscientes.

Para sumar y no restar, no debemos prestar atención solo a nuestro exterior. No se trata únicamente de ir con toda la buena voluntad del mundo para ayudar, para “caer bien”, para resolver necesidades ajenas. Quien se centra solo en el exterior se descuida a sí mismo, y la armonía, también se pierde.

Es necesario, por tanto, desarrollar una auténtica calma interior, recordar cuáles son nuestros valores, cuáles nuestras fortalezas, reafirmando siempre nuestra autoestima como ese faro de luz que nunca hay que perder de vista.

Por otro lado, también es muy positivo poner en práctica una adecuada conciencia sensorial. Debemos intuir, sentir y saber entender las emociones ajenas, ese mundo de los sentidos que a menudo nos envuelven y nos aprisionan.

La persona que sabe brillar, que sabe sumar, es capaz de entender y descifrar ese mundo emocional para canalizarlo como es debido. Desarrollará un adecuado y respetuoso “desapego emocional” hacia quien gusta traer conflictos, críticas y amarguras infundadas.

A su vez, sabrá sintonizar con la persona que camufla sus necesidades reales mediante esa hostilidad o mal humor donde a veces, yace la soledad, el miedo o la depresión.

Para concluir, la verdadera convivencia no implica crear fronteras ni expatriarnos ante lo que no nos gusta o no entendemos. Se trata de crear puentes, de respetar opiniones distintas, de entender a quien sufre en silencio y de hacer brillar a quien en ocasiones cae en un nubarrón de oscuro desconcierto.

La distancia auténtica la guardaremos para cuando nos infligen un daño auténtico. Porque en esta vida, quien sabe sumar no es cautivo de nada ni nadie; es alguien libre, feliz por ser quien es y que a su vez, es capaz de transmitir su bienestar a quienes le rodean.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/convivir-en-armonia-sumar-no-restar/