No estás deprimido, estás distraído.
https://youtu.be/tD-z44GOOgs
Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
domingo, 15 de enero de 2017
viernes, 13 de enero de 2017
jueves, 12 de enero de 2017
"CUANDO MUERES SÓLO CAMBIAS DE
CONCIENCIA"
Pim van Lommel, cardiólogo; investiga
experiencias después de la muerte (EDM)
Madurar es
liberar la conciencia de la edad: he tratado a jóvenes con experiencias después
de la muerte más maduros que yo. Mi padre era neurólogo y yo quise ser físico:
ahora estudio física cuántica para entender qué sucede tras la muerte. La fe es
otro camino a la verdad.
Cuando
enseñaba Cardiología en el hospital de Arnheim -800 camas- ya investigaba cómo
algunos pacientes, tras infarto y muerte clínica, volvían a vivir.
Hasta que en
1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que
resucitó tras nueve minutos de muerte clínica. Me impresionó tanto que empecé a
estudiar en profundidad esos casos.
¿Tantos había?
En 1988 ya
tenía doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros
diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344
pacientes, que publicó The Lancet (2001).
Causó un impacto mundial.
Tanto que ya
le avancé entonces, cuando usted me entrevistó, que, tras 31 años de
cardiología, me iba a dedicar en exclusiva a las experiencias cercanas a la
muerte (EDM).
¿Qué hemos aprendido desde el 2001?
Tenemos más
preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del
cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?
¿Qué dice la ortodoxia médica?
Que se trata
de meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).
¿Y qué le dice su investigación?
Si la causa
fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían EDM,
porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.
¿Qué explican sobre ellas?
Coinciden en
hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto
crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.
¿Luces, voces, su vida en un instante...?
Las han
experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser
tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la
enfermedad.
¿Todos experimentan lo mismo?
No todos
experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que
coinciden en un cruce espacio-temporal.
¿A qué se refiere?
Es la
revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al
volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen
cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en
conjunto durante su EDM.
¿Cómo son esas visiones?
Inefables, a
menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una EDM de tres minutos
puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio.
El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el
espacio y una constelación de familiares y afectos.
Por ejemplo.
Un paciente
refiere cómo en su EDM había visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez
años después, su madre agonizante le reveló que él era hijo de una relación
extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico, asesinado en un
campo de concentración: era aquel señor sonriente.
¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente
muertos siguen conscientes?
Lo prueban
cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el de un hombre de
43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las pupilas dilatadas.
La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó en un cajón.
Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.
Si estas vivo, resultan muy útiles.
Reconoció,
al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos llamó
alarmada y entonces el paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y
hecho cuando llegó muerto a urgencias del hospital.
¿Y usted qué cree?
Nuestra
conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en
varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este
universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo
morimos en una dimensión para pasar a otras.
¿Es una convicción religiosa?
Es física
cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad
con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el
misticismo.
¿Cómo lo sabe?
Porque
estudio casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias son
recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen
visiones- y espacio en sensación de unidad.
Y esos
testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones
de profetas, gurús y santos desde hace siglos.
¿Todo está conectado?
Ven la luz
(los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía"
y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se
sienten integrados.
¿Por qué la ciencia lo ignora?
Hasta ahora,
la mecánica cuántica demuestra que la luz consta de partículas que al mismo
tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite- dependiendo del
estado del observador.
La experiencia de lo objetivo, al fin,
depende de tu estado subjetivo.
Así que,
desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu
transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120605/54303448302/pim-van-lommel.html
miércoles, 11 de enero de 2017
PARA CONVIVIR EN ARMONÍA ES NECESARIO
SUMAR, NO RESTAR
Estoy en esa
etapa de la vida donde ya cansan las medias verdades, las falsas apariencias y
las presencias interesadas. En este mundo, nutrido a veces de días oscuros y
personas intermitentes, quiero compañías que sepan sumar, no que resten; deseo
vínculos que sean mi faro iluminado para construir un horizonte más libre,
ilusionado.
Los expertos
en psicología social y liderazgo nos recuerdan una sensación que todos habremos
experimentado alguna vez. Hay personas que causan un impacto indefinible cuando
entran a una habitación. En ocasiones, la famosa expresión “tener luz” parece
ser auténtica, creíble. Son presencias que por alguna razón, nos transmiten
calma y armonía.
“Estamos en este mundo
para convivir en armonía: quienes lo saben no luchan entre sí”
-Buda-
Esta
facultad tiene poco de magia, en realidad es pura psicología, y el proceso que
favorece esta “impregnación emocional” se debe a una dimensión que se define
como “conciencia cognitiva”. Es decir, la persona que ejerce esta influencia
positiva ha elegido de forma consciente ese estado. Está bien consigo misma, no
hay conflictos, no hay rencor, solo un equilibrio interior que a su vez, llega
a quienes le rodean.
Estas, son
sin duda personalidades que saben sumar, perfiles que cohesionan escenarios, que
hacen fluir los pequeños entornos en los que se mueven y que por lo general,
son muy hábiles a la hora de “abrir sus paraguas emocionales” para protegerse
de las malas artes ajenas, de las manipulaciones y de los traficantes de culpa.
Te
proponemos reflexionar sobre ello y ante todo, aprender alguna estrategia de
este tipo de personas.
Saber sumar y convivir es apartar fronteras
Vivimos en
un mundo complejo, en territorios dotados de una carga energética positiva o
negativa en base al tipo de interacción humana que en ella, se lleve a cabo
cada día. Sabemos también que están muy de moda etiquetas tan manidas, como la
ya clásica “toxicidad o persona tóxica“, sin embargo, más allá de estos
polémicos términos hay algo que está claro y que debemos asumir: siempre van a
existir perfiles de comportamiento que nos amarguen la existencia directa o
indirectamente.
Hay personas
que no saben sumar, lo sabemos, amigos, compañeros o familiares que no
entienden ni entenderán que para convivir no basta solo con atender y saciar
las necesidades propias a toda costa. Cabe decir, no obstante, que a veces,
tras la “supuesta” persona tóxica existe un problema concreto, como una
depresión encubierta que requiere sin duda de nuestra sensibilidad.
Es necesario
pues saber intuir, leer entre líneas y no recurrir al instante a esa frontera
radical donde dejar a unos con sus miserias mientras otros, nos colocamos los
escudos y las máscaras antigás para que no nos impregnen con su negatividad.
Convivir requiere también saber comprender, ser empático y no poner distancias
sin saber antes, cuál es la raíz de la discrepancia.
Personas que saben brillar, personas que
saben convivir
Hablábamos
al inicio de las personas que saben brillar y que disponen de eso que hemos
definido como conciencia cognitiva. Se trata ante todo de un constructo
realmente útil que todos deberíamos aprender a practicar, a hacer nuestro para
dotar a nuestros ambientes cotidianos de esa energía que crea cohesión, y que a
su vez nos da la oportunidad de defendernos con respeto, con auténtica
inteligencia emocional.
Grande es quien para
brillar no necesita apagar la luz de los demás.
A
continuación, te invitamos a reflexionar sobre las dimensiones que dan forma a
este comportamiento tan lleno de armonía, de equilibrio interior.
Cómo desarrollar una conciencia cognitiva
saludable y útil
Para crear
un buen impacto en nuestros contextos cotidianos y favorecer esa necesitada
cohesión, es necesario primero “cohesionarnos” por dentro, es decir, saber qué
ocurre en nuestro interior. Debemos aprender a ser cognitivamente conscientes.
Para sumar y
no restar, no debemos prestar atención solo a nuestro exterior. No se trata
únicamente de ir con toda la buena voluntad del mundo para ayudar, para “caer
bien”, para resolver necesidades ajenas. Quien se centra solo en el exterior se
descuida a sí mismo, y la armonía, también se pierde.
Es
necesario, por tanto, desarrollar una auténtica calma interior, recordar cuáles
son nuestros valores, cuáles nuestras fortalezas, reafirmando siempre nuestra
autoestima como ese faro de luz que nunca hay que perder de vista.
Por otro
lado, también es muy positivo poner en práctica una adecuada conciencia
sensorial. Debemos intuir, sentir y saber entender las emociones ajenas, ese
mundo de los sentidos que a menudo nos envuelven y nos aprisionan.
La persona
que sabe brillar, que sabe sumar, es capaz de entender y descifrar ese mundo
emocional para canalizarlo como es debido. Desarrollará un adecuado y
respetuoso “desapego emocional” hacia quien gusta traer conflictos, críticas y
amarguras infundadas.
A su vez,
sabrá sintonizar con la persona que camufla sus necesidades reales mediante esa
hostilidad o mal humor donde a veces, yace la soledad, el miedo o la depresión.
Para
concluir, la verdadera convivencia no implica crear fronteras ni expatriarnos
ante lo que no nos gusta o no entendemos. Se trata de crear puentes, de
respetar opiniones distintas, de entender a quien sufre en silencio y de hacer
brillar a quien en ocasiones cae en un nubarrón de oscuro desconcierto.
La distancia
auténtica la guardaremos para cuando nos infligen un daño auténtico. Porque en
esta vida, quien sabe sumar no es cautivo de nada ni nadie; es alguien libre,
feliz por ser quien es y que a su vez, es capaz de transmitir su bienestar a
quienes le rodean.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/convivir-en-armonia-sumar-no-restar/
martes, 10 de enero de 2017
lunes, 9 de enero de 2017
“CONVERTIMOS PROBLEMAS COTIDIANOS EN
TRASTORNOS MENTALES”
Allen
Frances (Nueva York, 1942) dirigió durante años el Manual Diagnóstico y
Estadístico (DSM), en el que se definen y describen las diferentes patologías
mentales. Este manual, considerado la biblia de los psiquiatras, es revisado
periódicamente para adaptarlo a los avances del conocimiento científico. El
doctor Frances dirigió el equipo que redactó el DSM IV, a la que siguió una
quinta revisión que amplió considerablemente el número de entidades
patológicas. En su libro ¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014) hace
autocrítica y cuestiona que el considerado como principal referente académico
de la psiquiatría colabore en la creciente medicalización de la vida.
Pregunta. En
el libro entona un mea culpa, pero aún es más duro con el trabajo de sus colegas
en el DSM V. ¿Por qué?
Respuesta.
Nosotros fuimos muy conservadores y solo introdujimos dos de los 94 nuevos
trastornos mentales que se habían sugerido. Al acabar, nos felicitamos,
convencidos de que habíamos hecho un buen trabajo. Pero el DSM IV resultó ser
un dique demasiado endeble para frenar el empuje agresivo y diabólicamente
astuto de las empresas farmacéuticas para introducir nuevas entidades
patológicas. No supimos anticiparnos al poder de las farmacéuticas para hacer
creer a médicos, padres y pacientes que el trastorno psiquiátrico es algo muy
común y de fácil solución. El resultado ha sido una inflación diagnóstica que
produce mucho daño, especialmente en psiquiatría infantil. Ahora, la ampliación
de síndromes y patologías en el DSM V va a convertir la actual inflación
diagnóstica en hiperinflación.
P. ¿Todos
vamos a ser considerados enfermos mentales?
R. Algo así.
Hace seis años coincidí con amigos y colegas que habían participado en la
última revisión y les vi tan entusiasmados que no pude por menos que recurrir a
la ironía: habéis ampliado tanto la lista de patologías, les dije, que yo mismo
me reconozco en muchos de esos trastornos. Con frecuencia me olvido de las
cosas, de modo que seguramente tengo una predemencia; de cuando en cuando como
mucho, así que probablemente tengo el síndrome del comedor compulsivo, y puesto
que al morir mi mujer, la tristeza me duró más de una semana y aún me duele,
debo haber caído en una depresión. Es absurdo. Hemos creado un sistema
diagnóstico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en
trastornos mentales.
P. Con la
colaboración de la industria farmacéutica...
R. Por
supuesto. Gracias a que se les permitió hacer publicidad de sus productos, las
farmacéuticas están engañando al público haciendo creer que los problemas se
resuelven con píldoras. Pero no es así. Los fármacos son necesarios y muy
útiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran
discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, más bien al
contrario: el exceso de medicación causa más daños que beneficios. No existe el
tratamiento mágico contra el malestar.
P. ¿Qué
propone para frenar esta tendencia?
R. Controlar
mejor a la industria y educar de nuevo a los médicos y a la sociedad, que
acepta de forma muy acrítica las facilidades que se le ofrecen para medicarse,
lo que está provocando además la aparición de un mercado clandestino de
fármacos psiquiátricos muy peligroso. En mi país, el 30% de los estudiantes
universitarios y el 10% de los de secundaria compran fármacos en el mercado
ilegal. Hay un tipo de narcóticos que crean mucha adicción y pueden dar lugar a
casos de sobredosis y muerte. En estos momentos hay ya más muertes por abuso de
medicamentos que por consumo de drogas.
P. En 2009,
un estudio realizado en Holanda encontró que el 34% de los niños de entre 5 y
15 años eran tratados de hiperactividad y déficit de atención. ¿Es creíble que
uno de cada tres niños sea hiperactivo?
R. Claro que
no. La incidencia real está en torno al 2%-3% de la población infantil y sin
embargo, en EE UU están diagnosticados como tal el 11% de los niños y en el
caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con fármacos.
Otro dato sorprendente: entre los niños en tratamiento, hay más de 10.000 que
tienen ¡menos de tres años! Eso es algo salvaje, despiadado. Los mejores
expertos, aquellos que honestamente han ayudado a definir la patología, están
horrorizados. Se ha perdido el control.
P. ¿Y hay
tanto síndrome de Asperger como indican las estadísticas sobre tratamientos
psiquiátricos?
R. Ese fue
uno de los dos nuevos trastornos que incorporamos en el DSM IV y al poco tiempo
el diagnóstico de autismo se triplicó. Lo mismo ocurrió con la hiperactividad.
Nosotros calculamos que con los nuevos criterios, los diagnósticos aumentarían
en un 15%, pero se produjo un cambio brusco a partir de 1997, cuando las farmacéuticas
lanzaron al mercado fármacos nuevos y muy caros y además pudieron hacer
publicidad. El diagnóstico se multiplicó por 40.
P. La
influencia de las farmacéuticas es evidente, pero un psiquiatra difícilmente
prescribirá psicoestimulantes a un niño sin unos padres angustiados que corren
a su consulta porque el profesor les ha dicho que el niño no progresa
adecuadamente, y temen que pierda oportunidades de competir en la vida. ¿Hasta
qué punto influyen estos factores culturales?
R. Sobre
esto he de decir tres cosas. Primero, no hay evidencia a largo plazo de que la
medicación contribuya a mejorar los resultados escolares. A corto plazo, puede
calmar al niño, incluso ayudar a que se centre mejor en sus tareas. Pero a
largo plazo no ha demostrado esos beneficios. Segundo: estamos haciendo un
experimento a gran escala con estos niños, porque no sabemos qué efectos
adversos pueden tener con el tiempo esos fármacos. Igual que no se nos ocurre
recetar testosterona a un niño para que rinda más en el fútbol, tampoco tiene
sentido tratar de mejorar el rendimiento escolar con fármacos. Tercero: tenemos
que aceptar que hay diferencias entre los niños y que no todos caben en un
molde de normalidad que cada vez hacemos más estrecho. Es muy importante que
los padres protejan a sus hijos, pero del exceso de medicación.
P. ¿En la
medicalización de la vida, no influye también la cultura hedonista que busca el
bienestar a cualquier precio?
R. Los seres
humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de años
gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella.
Ahora mismo, en Irak o en Siria, la vida puede ser un infierno. Y sin embargo,
la gente lucha por sobrevivir. Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano
de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de
afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este
comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la
adversidad. Además, cuando tratamos un proceso banal como si fuera una
enfermedad, disminuimos la dignidad de quienes verdaderamente la sufren.
P. Y ser
etiquetado como alguien que sufre un trastorno mental, ¿no tiene también
consecuencias?
R. Muchas, y
de hecho cada semana recibo correos de padres cuyos hijos han sido
diagnosticados de un trastorno mental y están desesperados por el perjuicio que
les causa la etiqueta. Es muy fácil hacer un diagnóstico erróneo, pero muy
difícil revertir los daños que ello conlleva. Tanto en lo social como por los
efectos adversos que puede tener el tratamiento. Afortunadamente, está
creciendo una corriente crítica con estas prácticas. El próximo paso es
concienciar a la gente de que demasiada medicina es mala para la salud.
P. No va a
ser fácil…
R. Cierto,
pero el cambio cultural es posible. Tenemos un magnífico ejemplo: hace 25 años,
en EE UU el 65% de la población fumaba. Ahora, lo hace menos del 20%. Es uno de
los mayores avances en salud de la historia reciente, y se ha conseguido por un
cambio cultural. Las tabacaleras gastaban enormes sumas de dinero en
desinformar. Lo mismo que ocurre ahora con ciertos medicamentos psiquiátricos.
Costó mucho hacer prosperar la evidencia científica sobre el tabaco, pero
cuando se consiguió, el cambio fue muy rápido.
P. En los
últimos años las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la
presión de los laboratorios sobre los médicos. Pero ahora se han dado cuenta de
que pueden influir sobre el médico generando demanda en el paciente.
R. Hay estudios
que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces más
posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisión del
médico. En Australia, algunos laboratorios requerían para el puesto de
visitador médico a personas muy agraciadas, porque habían comprobado que los
guapos entraban con más facilidad en las consultas. Hasta ese punto hemos
llegado. Ahora hemos de trabajar para lograr un cambio de actitud en la gente.
P. ¿En qué
sentido?
R. Que en
vez de ir al médico en busca de la píldora mágica para cualquier cosa, tengamos
una actitud más precavida. Que lo normal sea que el paciente interrogue al
médico cada vez que le receta algo. Preguntar por qué se lo prescribe, qué
beneficios aporta, qué efectos adversos tendrá, si hay otras alternativas. Si
el paciente muestra una actitud resistente, es más probable que los fármacos
que le receten estén justificados.
P. Y también
tendrán que cambiar hábitos.
R. Sí, y
déjeme decirle un problema que he observado. ¡Tienen que cambiar los hábitos de
sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e
irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una tenía
sentido cuando hacían la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La
gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos.
domingo, 8 de enero de 2017
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