lunes, 24 de octubre de 2016

10 MANERAS DE ATRAER BUENAS VIBRAS A TU VIDA

Todos lo hemos sentido. Te encuentras con un grupo de personas, y alguien entra con una “negra nube” colgando sobre su cabeza. Su energía es repulsiva, y sientes tu propio estado de ánimo afectado por ella. Pero todos también tenemos esos días, donde así nos sentiremos o nos verán, con una nube negra encima de nosotros y quizás también pareceremos tan repulsivos como ellos. ¿Cómo podemos evitar ser personas “mala vibra”? Existen algunas maneras simples para evitar esa nube negra persiguiéndonos, y sobre todo para atraer buenas vibras a tu vida.

1.       No te detengas en los aspectos negativos

Las cosas pasan. Es la forma de responder lo que importa. Si decides ser víctima de lo que sucede, tu energía negativa se acelerará. En lugar de eso:

Deja de pensar en ello si no hay nada que puedas hacer para mejorarlo (si es un pensamiento que surge de esa situación, no permitas que continúe – oblígate a pensar en otra cosa).

No hablar más de lo que sea absolutamente necesario. No le des energía.

Encuentra las lecciones de la situación. Esto puede llevar algún tiempo, pero si te ocupas buscándolas, no te vas a detener en lo que te impactó negativamente.

2.       No hables de tus problemas, enfermedades, preocupaciones

Cuanta más energía le das a lo que está mal, más persiste. Sí, todos tenemos que ventilar algo de vez en cuando, pero si resulta que lo tienes que decir, o incluso, cuando estás sólo pensando en lo que está mal, he aquí algunas reglas para transformarlo mejor en buenas vibras:

No pienses o digas: “¡Estoy tan enferma, me siento como si hubiera sido atropellada por un camión! No sé cómo voy a lograr hacerla en la semana.”
Mejor di: “Me contagié con un virus pero me estoy cuidando muy bien y me siento mejor cada día.”

No pienses o digas: “¡Este trabajo es terrible! Mi jefe es un idiota y nadie me aprecia.”
Mejor di: “Estoy buscando un mejor trabajo, y mientras tanto, estoy tratando de aprender lo más que pueda, así me beneficio. De hecho, mi jefe es el ejemplo perfecto de cómo no se debe tratar a los empleados. ”

3.       Ama y acepta lo que eres ahora

Es fácil de juzgarte sobre lo que está mal contigo, pero ¿cuánta energía le das a tus cualidades positivas? Hazlo más. Por cada comentario negativo que te des sobre ti mismo, date 5 cumplidos.

¡Se agradecido, sonríe más y está presente!

4.       Deja ir el pasado

No te puedes deshacer de nada. Lo que está hecho, ya está hecho. Perdona a los demás, perdónate a ti mismo… aprende de tus errores, aprende de los errores de otros; recuerda que la acción desagradable o desconsiderada nunca viene del amor, pero desde un lugar de profundo dolor interior (puedes ser compasivo con ese dolor sin ocultar echarlo fuera) y liberar la carga energética que llevas: rencores, resentimientos, dolor, decepciones, tristeza, ira, culpa… dejar que todo se vaya.

5.       No regalar tu poder o tu felicidad a nadie

Recuerda que cuando criticas, juzgas o culpas a otros, estás optando por centrarte en lo que están haciendo mal o lo que está mal con otros – y les das a estas personas el poder de controlar tu estado de ánimo. Pregúntate el por qué el comportamiento de alguien te irrita tanto que permites que te moleste. ¿Por qué dejar que el comportamiento de otros afecte tu estado de ánimo? ¿Por qué darles el poder de controlar tu felicidad? En lugar de criticar, juzgar o culpar, encuentra algo que puedas complementar con ello.

6.       No digas que sí cuando quieres decir no

Honra a tus necesidades, prioridades, tiempo y energía. Guarda tu valioso tiempo y energía para las cosas que son importantes para ti, o en los casos en que otros te pidan que hagas algo, asegúrate de que te traerá satisfacción y alegría. De lo contrario, cortésmente declina.

7.       Ríe mucho para atraer buenas vibras

Rodéate de personas optimistas que te hagan reír.

8.       Ser agradecido atrae buenas vibras

Aprecia las muchas bendiciones, y también aprecia las luchas y frustraciones. ¿Cómo te has enriquecido gracias a ellas?

9.       No te preocupes

Usa tu imaginación para visualizar lo que puede salir bien, en lugar de lo que puede salir mal. Entrénate para visualizar el mejor de los casos. Oriéntate en la solución, no en el problema. Piensa solamente en la situación ideal, no la situación problemática actual.

10.   Corre

El ejercicio físico elimina tus problemas, y también los quita mentalmente. Si estás preocupado por algo, tienes que darle a tu cerebro la oportunidad de procesar las cosas. El ejercicio inunda el sistema con endorfinas para sentirse bien, libera el estrés y en el medio de un largo paseo en bicicleta, camina o nada… o en el medio de una escalada en la montaña, puedes tener de repente una revelación. O, al menos por un tiempo, vas a estar plenamente presente y no estar preocupado por el futuro.

           11. Vive el presente

Hablando de estar presente, esté interesado en lo que estás haciendo, no importa qué tan “aburrido” o “mundano” pueda ser, ya que cualquier actividad puede hacerse tan interesantes como que estés dispuesto a hacerlo. Esto te mantendrá en el momento y mantendrá tu mente fuera de tus problemas y preocupaciones.

Tienes el poder de controlar tu estado de ánimo. Utiliza estos ejercicios que impulsan tu energía diariamente y atraen las buenas vibras a tu entorno. En poco tiempo, serás el rayo de luz de alta vibración, ¡que ilumina el estado de ánimo de todos!


Fuente: http://www.lavidalucida.com/10-maneras-de-atraer-buenas-vibras-a-tu-vida.html


jueves, 20 de octubre de 2016

LAS 4 CAUSAS DE LA PÉRDIDA DE TU PODER PERSONAL

La causa de este estado interno es que ya no sentimos la fuerza de nuestro Poder Personal.

Si reconoces los síntomas es que lo estás perdiendo.

Miles de personas pasan por este proceso de debilitación y tristeza en algún momento, o durante toda su vida.

Cuando somos pequeños, o jóvenes, nos sentimos poderosos, fuertes, capaces, imaginamos cómo seremos de mayores y llega la vida adulta o la madurez y sentimos cada vez menos fuerza, o menos ilusión.

Hay algo personal que te lleva hasta este punto. Y, evidentemente, también hay algo social que favorece que tantas personas se sientan de este modo.

La causa de esta debilitación no es biológica, no es nuestro cuerpo lo que se debilita, y tampoco es la edad, ni la crisis de los 40 o 50 lo que te hace sentir de este modo. Es algo mucho más importante.

¿Por qué perdemos nuestro Poder Personal?

En nuestro caminar por la vida lo debilitamos porque desconectamos de nosotros mismos.

Con los años, acumulamos renuncias y heridas en nuestro corazón y nuestra alma; y nuestro corazón y nuestro Ser se hacen pedazos.

Algunos pedazos de nuestro corazón y nuestra alma se pierden, otros los dejamos en alguna parte, y otros  siguen dentro de nosotros, olvidados o enterrados voluntaria o involuntariamente.

1. Olvidar lo esencial

Nuestro Ser está formado por distintas dimensiones (el cuerpo físico, el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo espiritual, el cuerpo ancestral), pero en muchas ocasiones no conocemos bien nuestra complejidad, no la comprendemos y no atendemos el equilibrio.

Vivimos priorizando sólo algunas de nuestras partes, nuestro cuerpo, nos identificamos con nuestro ego y olvidamos a nuestra alma.

Nos hablan de cuidar el cuerpo, la belleza, la imagen, la salud, pero no nos educan para cuidar nuestra mente, nuestra emocionalidad. Menos aún nos enseñan y animan a escuchar nuestro interior sinceramente, a tener en cuenta nuestra esencia, incluso ni nos hablan de ello.

Al final nos identificamos únicamente con los pensamientos y emociones de nuestro ego.

“Nuestro cuerpo tiene un propósito principal: cobijar el alma.”

Olvidamos quiénes somos en cada renuncia a decir lo que pensamos, lo que sentimos o lo que deseamos sinceramente.

Olvidamos quiénes somos cada vez que elegimos no tener en cuenta nuestra intuición y nuestra coherencia interna.

Y en cada silencio, cada falsedad, cada renuncia concreta, desconectamos de nuestra propia naturaleza, de nuestro Ser, y perdemos Poder poco a poco.

Vivimos tan deprisa y tan distraídos que nuestra alma no tiene espacio en nuestra vida.

En la constelación que hice a Manuel, la imagen de este olvido fue abrumadora.

Su vida estaba patas arriba, rompiéndose por todas partes, y se sentía muy infeliz. Coloqué al representante de su Ser Interno. Él se había olvidado completamente de que existía, y observó toda la constelación, pero su mente no pudo comprender a quién representaba ese hombre y su corazón no pudo abrirse a esa presencia dentro de él.

Me rompió el corazón ver hasta qué punto había desconectado de su Ser.

Me acordé de que, en algunas culturas, el modo de reintegrar el alma con la persona, es un ritual de cántico. Cada persona y sus seres próximos conocen el “Canto de su alma”, y cuando esa persona está débil o perdida, la colocan en el centro de un círculo para que vuelva a ella y le dé fuerza y luz. Me hubiese gustado poder cantarle la canción de su alma a él en ese momento.

2. Acumular heridas emocionales y psíquicas.

Vivimos en una cultura donde se alimenta la creencia de que se puede evitar el dolor.

Intentamos permantemente alejar las emociones que consideremos “negativas” o los momentos dolorosos, negarlos, ocultarlos, ignorarlos, etc.

Y estas creencias nos llevan a ocultar las heridas de nuestro corazón y nuestro espíritu en lugar de atenderlas.

Creemos y decidimos que es mejor, más fácil o más prudente relegar al olvido nuestros sentimientos, ilusiones, pensamientos y sueños en lugar de escucharlos.

Intentando evitar el dolor, construimos máscaras de felicidad, fuerza o seguridad, creyendo que es la solución. Pero nuestra propia mentira emocional nos impide sentirnos realmente felices, pues mantiene dentro de nosotros el dolor sin sanar.

Acumulamos recuerdos de tristeza y dolor durante toda la vida sin resolverlos. Acumulamos miedos infantiles, heridas de abandono, recuerdos de dolor, pensamientos limitantes que permanecerán en nosotros arraigados en nuestro interior y en nuestro subconsciente a pesar de nuestro esfuerzo de ignorarlos.

Sabemos que están allí e incluso, a pesar de que los percibimos en el día a día, seguimos en el intento de ignorarlos y no atenderlos, sin aceptar que son una de la causa más importante de tu debilidad y tu tristeza actual, de tu pérdida de ilusión y Poder Personal.

“No dejes que tus heridas te conviertan en alguien que no eres”

De Dan Van Campnehaud, un gran chamán, aprendí una vez una técnica para cuidarme en los momentos difíciles y protegerme para no seguir acumulando nuevas heridas mientras dedicaba tiempo a sanar las antiguas.

Era una técnica para proteger mi parte frágil y reencontrarme con ella.

Se trataba de tener una “preciosa cajita especial” imaginaria o física. Podía poner a mi niña interior en la cajita cuando vivía un momento doloroso.

Cuando este momento ha pasado podía abrirla, dedicarle tiempo y atención. Era el momento de parar, y esperar quieta hasta sentir que podía acoger en mi presente y en mi cuerpo a la parte de mí que estaba protegida en la cajita. Me tomaba el tiempo de sentir mis emociones, abrazar mi mundo interior y sentir que había lugar y tiempo para que todas mis partes se reunieran de nuevo. Dedicar el tiempo a sentir que estaba completa para seguir adelante.

Los pequeños rituales psicomágicos que fui aprendiendo de distintos maestros espirituales y maestros terapeutas son uno de los modos más maravillosos que aprendí para cuidar de mi Ser interno.

La terapia psicoemocional bien conducida es fundamental para sanar las heridas acumuladas y todos los patrones de pensamiento y reacción asociados a estas heridas. Además de poner paz dentro de ti, el proceso de sanar te permite construir un nuevo relato de tu historia y de ti mismo mucho más fortalecedor.

3. La fragmentación interna.

Cada día nos suceden cosas, tomamos decisiones importantes, incluso trascendentes, vivimos momentos que nos conmueven en las relaciones con nuestros seres queridos y en todo lo que nos sucede, no le damos tiempo a nuestro corazón ni a nuestra alma para que puedan comprender, integrar o recuperarse.

El tiempo que ellos necesitan es mucho más lento que nuestro ritmo de vida.

A pesar de las heridas, seguimos hacia delante sin parar, con tanta prisa que no podemos mantener el paso de reparación o sanación necesario y perdemos Poder Personal.

El resultado de esto es que, con los años, vamos dejando partes de nosotros mismos y nuestra alma en antiguas parejas, antiguos amigos, antiguos proyectos y sueños a los que, durante un tiempo amamos sinceramente y de los que nos hemos separado de modo doloroso.

En estas roturas, tu corazón se parte y tu alma también y, una parte de ti, se queda en ese sueño junto a esa persona o en ese lugar.

Poco a poco te vas sintiendo vacío y sin fuerza, estás fragmentado.

Cuando te sientes así es el momento de parar. De mirar hacia atrás y recuperar los tesoros que se perdieron abandonados por el camino. Sin ellos, proseguir es vivir fragmentado y sin fuerza. Es vivir con el alma rota.

“No corras. Ve despacio, que donde tienes que ir es a ti solo.
¡Ve despacio, no corras, que el niño de tu yo, recién nacido eterno, no te puede seguir!”. J.R. Jiménez

Es tan importante parar e ir despacio…

Después de un ritual de reintegración que hicimos en el jardín, Natalia pudo recuperar las partes de ella que había perdido.

Murieron de modo trágico 5 amigos y amigas suyas muy queridos con poco tiempo de diferencia, y en cada muerte, una parte de ella decidió permanecer con sus seres queridos. Había abandonado la alegría de vivir, la confianza, su capacidad de amar sin miedo, la ilusión de un amor de pareja. Se sentía apagada y vacía, la vida le resultaba sin sentido. No podía estar presente en sus relaciones con ninguno de sus seres queridos.

El ritual le permitió cerrar los duelos y recuperar sus sentimientos y las partes de su alma que permanecían junto a esas personas.

El ritual de reintegración le dio de nuevo fuerza para llenar su vida de sentido y alegría otra vez.

4. Entregar el poder a los demás.

Estamos completamente desenfocados.

Algunos lo sabemos, pero no todos cambiamos nuestro punto de atención.

Atendemos la demanda de una gran cantidad de personas que nos dicen cómo debemos dirigir nuestra vida, qué debemos hacer, cómo debemos pensar, sentir, trabajar, vestir, comer, etc.

De este modo, dejamos en manos de los demás y de nuestro ego la dirección de nuestra vida.

Nos dejamos poseer y convencer.

Olvidamos completamente escucharnos a nosotros mismos en profundidad, renunciamos a escuchar nuestra voz interior, nuestra intuición, y si la oímos muchas veces, renunciamos a hacerle caso. La debilitamos omitiendo lo que nos dice y lo ponemos en juicio de nuestra mente y de las opiniones externas.

No permitimos el silencio y la quietud necesarias para que este diálogo interno sincero se dé.

“Nuestro mayor don es la vida; la habilidad que tenemos para dirigir esa vida viene después.”  Henry Thoreau

Tememos encontrar algo dentro de nosotros que no aprueban los demás.

Tenemos miedo a la contradicción interna y a la desaprobación externa.

Y este miedo y el deseo de pertenecer nos hacen renunciar a muchas cosas que elegiríamos distinto: callamos y cambiamos decisiones, opiniones, pensamientos. Renunciamos a momentos, a personas y a decisiones de vida. Algunas pequeñas y algunas de ellas muy grandes.

Convertimos a todo el mundo en nuestro juez, les damos el poder de conducir nuestra vida a través de la necesidad de aprobación.

Este modo de vivir y estar hacia fuera permanentemente, de renunciar a nosotros mismos, sin escuchar qué nos sucede, qué soñamos, qué opinamos… nos debilita.

Hace mucho tiempo yo también llegué a ese punto de renunciar a mí misma en tantas ocasiones que no sabía ni quién era.

No podía reconocerme, me sentí muy débil, perdida y sin nada de Poder Personal.

Me recordaron que debía escuchar dentro de mí, me mostraron el camino a mi voz interior y el reencuentro con mi Poder Personal.

Tu Poder Personal es tu fuerza vital, la seguridad en ti mismo, la energía que te nutre de capacidad de ser quien eres, que te da la fuerza de expresar tu autenticidad y crear tu propia vida.

Tu Poder Personal habita dentro de ti, puedes estar completamente segura y seguro de ello, ¡ve a por él!

Fuente: https://cienciainterior.com/las-4-causas-de-la-perdida-de-tu-poder-personal/ 


lunes, 17 de octubre de 2016

LA MALA COSTUMBRE

La mayoría de nosotros vive pensando que esto será eterno. Que somos inmortales y que las desgracias solo le pasan al de al lado. Vivimos inmersos en una ignorancia que nos hace débiles y solo lamentamos lo ocurrido cuando ya es demasiado tarde.

Y es que…

Tenemos la mala costumbre de dejar para luego, de reír poco y de querer hacerlo mañana. Tenemos la mala costumbre de echar de menos, en lugar de hacerlo de más. La mala costumbre de usar los luegos y no los ahoras. Luego te llamo, luego te escribo, luego te contesto, luego nos vemos. Y obviamente nunca llamó, nunca escribió, nunca contestó y nunca fue visto. Tenemos la mala costumbre de querer tarde. De valorar tarde. De pedir perdón demasiado pronto. Debería haber un número máximo de perdones. Perdonar nos hace grandes, de acuerdo, pero cuando tienes que perdonar todos los días, al final un lo siento se convierte en el comodín de cualquier pretexto injustificado, innecesario e inmerecido. Tenemos la mala costumbre de defender al malo y descuidar al bueno. De contar mentiras tra la rá y de tener que hacer un máster para descubrir verdades. Mantenemos en nuestra vida “amigos” porque sí y llenamos nuestras agendas de compromisos a los que realmente no queremos ir. Tenemos la mala costumbre de sentirnos mal por decir no y de creernos mejores por decir si.

Tenemos la mala costumbre de esperar a un cáncer, a una mala noticia o a una llamada de que alguien querido se nos fue, para tomar las riendas de nuestra vida y empezar a apreciar cada puesta de sol, cada mañana que te levantas de la cama y cada luna que abrazas en tu almohada. Tenemos la mala costumbre de usar el descuido a diario, olvidando que los pequeños detalles importan, que los pequeños detalles construyen grandes caminos y que cada lunes, puede ser el mejor día de la semana. Tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo, de culpar siempre al otro porque claro, tú eres un ser perfecto y nunca, nunca, haces nada. Siempre es la parte contraria. Decimos muy pocos te quieros y hacerlo por primera vez es como “buf que va, no vaya a ser que se asuste”. ¿Asustarse de qué? ¿Cómo una persona puede asustarse porque alguien le quiera?.

Asústate si algún día te vas a la cama sin sentir que quieres a otra persona.

Asústate el día que te vayas a dormir sin decirle a esa persona lo importante que es para ti.

Asústate cuando no le des besos a tu madre y a tu padre.

Asústate cuando seas incapaz de abrazar a alguien y sentir esa sensación tan extraordinaria que producen los abrazos.

Asústate cuando las defensas de tu cuerpo se hayan vuelto inmunes al dolor ajeno.

Y cuando veas una injusticia y no hagas absolutamente nada para remediarlo.

Asústate cuando pases un solo día sin ayudar a alguien.

Asústate de verdad, porque créeme. Estás muerto.


Y es que…

Tenemos la mala costumbre de trabajar demasiado, de cargar con una mochila llena de cosas innecesarias y de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita. Tenemos la mala costumbre de creernos mejores que los demás, de bailar poco, fumar mucho y respirar a medias. Tenemos la mala costumbre de ir caminando por las calles de nuestra ciudad mirando al suelo, o a nuestro teléfono móvil. ¿Alguna vez te has dado cuenta de lo bonitos que son los edificios de esas calles por las que pasas a diario? Por no hablar de la luz de las estrellas.

Tenemos la mala costumbre de empezar el gimnasio la semana que viene. De cuidarnos cuando ya es demasiado tarde y de tomar vitaminas cuando estamos enfermos. Tenemos la mala costumbre de creer que el pelo de aquella es mejor que el nuestro. Que su suerte es nuestra desdicha y de compararnos como si fuésemos presa de alguien que busca en comparadores de Internet. Tenemos la mala costumbre de medirnos por nuestros estudios o por nuestra altura. De confundir la belleza con la delgadez y de creernos que no somos capaces de conseguirlo, porque alguien una vez así, nos lo hizo creer. Y no fue nadie más que tú mismo.

Tenemos la mala costumbre de apuntarnos a clases de idiomas, cuando ni siquiera dominamos el nuestro. De querer conocer mundo y viajar lo más lejos posible cuando aún, nos quedan lugares maravillosos por descubrir en nuestra propia tierra. Tenemos la mala costumbre de comer animales, de contaminar el mundo y de lavar la ropa en vez de nuestras conciencias. Tenemos la mala costumbre de escuchar poco y hablar demasiado. De dar consejos y juicios de valor sin ser conscientes del poder que pueden llegar a tener nuestras palabras. Dejamos demasiado pronto y tenemos muy poca paciencia. Objetos de usar y tirar, sin importarnos lo más mínimo su destino. Tenemos la mala costumbre de creernos que lo sabemos todo. Cuando realmente, no tenemos idea de nada.

Wasapeamos mucho, dormimos demasiado y follamos poco.

Nos pasamos media vida o vida entera, soñando esa vida perfecta que nos gustaría tener. Cuando somos ajenos a que realmente la vida perfecta es ahora. Es cada momento, cada instante de los segundos que marca el reloj de tus días. Es cada oportunidad, cada sonrisa, cada beso y cada vez que te enamoras. ¡ENAMORÉMONOS TODOS LOS DÍAS DE NUESTRA VIDA! No pongas barreras a tu corazón y deja los prejuicios para aquellos que llevan el cartel de cobarde escrito en tinta permanente. Ni con disolvente se va.

Empieza a acostumbrarte a esta vida que a veces es dura. Terriblemente dura. Pero no te lamentes ni te vayas nunca a la cama habiendo hecho daño a alguien. Habiendo dejado para luego esos ahoras que nunca llegaron. No habiendo cumplido ese sueño que tanto querías, no habiendo hecho unos kilómetros de más ese día porque tu cuerpo estaba cansado. No permitas que alguien fallezca para luego recordarlo y decirle mirando su foto, cuánto le querías. No dejes que la rutina o la sensación de eternidad descuide lo verdaderamente importante de tu vida.

En definitiva, no dejes que la mala costumbre sea la invitada de honor en los días que te quedan por vivir a partir de hoy.

Quiere ahora, no mañana.


Fuente: https://elrincondefloricienta.com/2014/03/21/la-mala-costumbre/