Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
martes, 25 de octubre de 2016
lunes, 24 de octubre de 2016
10 MANERAS DE ATRAER BUENAS VIBRAS A TU
VIDA
Todos lo
hemos sentido. Te encuentras con un grupo de personas, y alguien entra con una
“negra nube” colgando sobre su cabeza. Su energía es repulsiva, y sientes tu
propio estado de ánimo afectado por ella. Pero todos también tenemos esos días,
donde así nos sentiremos o nos verán, con una nube negra encima de nosotros y
quizás también pareceremos tan repulsivos como ellos. ¿Cómo podemos evitar ser
personas “mala vibra”? Existen algunas maneras simples para evitar esa nube
negra persiguiéndonos, y sobre todo para atraer buenas vibras a tu vida.
1. No te detengas en los aspectos negativos
Las cosas
pasan. Es la forma de responder lo que importa. Si decides ser víctima de lo
que sucede, tu energía negativa se acelerará. En lugar de eso:
Deja de
pensar en ello si no hay nada que puedas hacer para mejorarlo (si es un
pensamiento que surge de esa situación, no permitas que continúe – oblígate a
pensar en otra cosa).
No hablar
más de lo que sea absolutamente necesario. No le des energía.
Encuentra
las lecciones de la situación. Esto puede llevar algún tiempo, pero si te
ocupas buscándolas, no te vas a detener en lo que te impactó negativamente.
2. No hables de tus problemas, enfermedades,
preocupaciones
Cuanta más
energía le das a lo que está mal, más persiste. Sí, todos tenemos que ventilar
algo de vez en cuando, pero si resulta que lo tienes que decir, o incluso,
cuando estás sólo pensando en lo que está mal, he aquí algunas reglas para
transformarlo mejor en buenas vibras:
No pienses o
digas: “¡Estoy tan enferma, me siento como si hubiera sido atropellada por un
camión! No sé cómo voy a lograr hacerla en la semana.”
Mejor di:
“Me contagié con un virus pero me estoy cuidando muy bien y me siento mejor
cada día.”
No pienses o
digas: “¡Este trabajo es terrible! Mi jefe es un idiota y nadie me aprecia.”
Mejor di:
“Estoy buscando un mejor trabajo, y mientras tanto, estoy tratando de aprender
lo más que pueda, así me beneficio. De hecho, mi jefe es el ejemplo perfecto de
cómo no se debe tratar a los empleados. ”
3. Ama y acepta lo que eres ahora
Es fácil de
juzgarte sobre lo que está mal contigo, pero ¿cuánta energía le das a tus
cualidades positivas? Hazlo más. Por cada comentario negativo que te des sobre
ti mismo, date 5 cumplidos.
¡Se
agradecido, sonríe más y está presente!
4. Deja ir el pasado
No te puedes
deshacer de nada. Lo que está hecho, ya está hecho. Perdona a los demás,
perdónate a ti mismo… aprende de tus errores, aprende de los errores de otros;
recuerda que la acción desagradable o desconsiderada nunca viene del amor, pero
desde un lugar de profundo dolor interior (puedes ser compasivo con ese dolor
sin ocultar echarlo fuera) y liberar la carga energética que llevas: rencores,
resentimientos, dolor, decepciones, tristeza, ira, culpa… dejar que todo se
vaya.
5. No regalar tu poder o tu felicidad a nadie
Recuerda que
cuando criticas, juzgas o culpas a otros, estás optando por centrarte en lo que
están haciendo mal o lo que está mal con otros – y les das a estas personas el
poder de controlar tu estado de ánimo. Pregúntate el por qué el comportamiento
de alguien te irrita tanto que permites que te moleste. ¿Por qué dejar que el
comportamiento de otros afecte tu estado de ánimo? ¿Por qué darles el poder de
controlar tu felicidad? En lugar de criticar, juzgar o culpar, encuentra algo
que puedas complementar con ello.
6. No digas que sí cuando quieres decir no
Honra a tus
necesidades, prioridades, tiempo y energía. Guarda tu valioso tiempo y energía
para las cosas que son importantes para ti, o en los casos en que otros te
pidan que hagas algo, asegúrate de que te traerá satisfacción y alegría. De lo
contrario, cortésmente declina.
7. Ríe mucho para atraer buenas vibras
Rodéate de
personas optimistas que te hagan reír.
8. Ser agradecido atrae buenas vibras
Aprecia las
muchas bendiciones, y también aprecia las luchas y frustraciones. ¿Cómo te has
enriquecido gracias a ellas?
9. No te preocupes
Usa tu
imaginación para visualizar lo que puede salir bien, en lugar de lo que puede
salir mal. Entrénate para visualizar el mejor de los casos. Oriéntate en la
solución, no en el problema. Piensa solamente en la situación ideal, no la
situación problemática actual.
10. Corre
El ejercicio
físico elimina tus problemas, y también los quita mentalmente. Si estás
preocupado por algo, tienes que darle a tu cerebro la oportunidad de procesar
las cosas. El ejercicio inunda el sistema con endorfinas para sentirse bien,
libera el estrés y en el medio de un largo paseo en bicicleta, camina o nada… o
en el medio de una escalada en la montaña, puedes tener de repente una
revelación. O, al menos por un tiempo, vas a estar plenamente presente y no
estar preocupado por el futuro.
11. Vive el presente
Hablando de
estar presente, esté interesado en lo que estás haciendo, no importa qué tan
“aburrido” o “mundano” pueda ser, ya que cualquier actividad puede hacerse tan
interesantes como que estés dispuesto a hacerlo. Esto te mantendrá en el momento
y mantendrá tu mente fuera de tus problemas y preocupaciones.
Tienes el
poder de controlar tu estado de ánimo. Utiliza estos ejercicios que impulsan tu
energía diariamente y atraen las buenas vibras a tu entorno. En poco tiempo,
serás el rayo de luz de alta vibración, ¡que ilumina el estado de ánimo de
todos!
Fuente: http://www.lavidalucida.com/10-maneras-de-atraer-buenas-vibras-a-tu-vida.html
domingo, 23 de octubre de 2016
sábado, 22 de octubre de 2016
jueves, 20 de octubre de 2016
LAS 4 CAUSAS DE LA PÉRDIDA DE TU PODER
PERSONAL
La causa de este estado interno es que ya
no sentimos la fuerza de nuestro Poder Personal.
Si reconoces
los síntomas es que lo estás perdiendo.
Miles de
personas pasan por este proceso de debilitación y tristeza en algún momento, o
durante toda su vida.
Cuando somos
pequeños, o jóvenes, nos sentimos poderosos, fuertes, capaces, imaginamos cómo
seremos de mayores y llega la vida adulta o la madurez y sentimos cada vez
menos fuerza, o menos ilusión.
Hay algo
personal que te lleva hasta este punto. Y, evidentemente, también hay algo
social que favorece que tantas personas se sientan de este modo.
La causa de
esta debilitación no es biológica, no es nuestro cuerpo lo que se debilita, y
tampoco es la edad, ni la crisis de los 40 o 50 lo que te hace sentir de este
modo. Es algo mucho más importante.
¿Por qué perdemos nuestro Poder Personal?
En nuestro
caminar por la vida lo debilitamos porque desconectamos de nosotros mismos.
Con los
años, acumulamos renuncias y heridas en nuestro corazón y nuestra alma; y
nuestro corazón y nuestro Ser se hacen pedazos.
Algunos
pedazos de nuestro corazón y nuestra alma se pierden, otros los dejamos en
alguna parte, y otros siguen dentro de
nosotros, olvidados o enterrados voluntaria o involuntariamente.
1. Olvidar lo esencial
Nuestro Ser
está formado por distintas dimensiones (el cuerpo físico, el cuerpo mental, el
cuerpo emocional, el cuerpo espiritual, el cuerpo ancestral), pero en muchas
ocasiones no conocemos bien nuestra complejidad, no la comprendemos y no
atendemos el equilibrio.
Vivimos
priorizando sólo algunas de nuestras partes, nuestro cuerpo, nos identificamos
con nuestro ego y olvidamos a nuestra alma.
Nos hablan
de cuidar el cuerpo, la belleza, la imagen, la salud, pero no nos educan para
cuidar nuestra mente, nuestra emocionalidad. Menos aún nos enseñan y animan a
escuchar nuestro interior sinceramente, a tener en cuenta nuestra esencia,
incluso ni nos hablan de ello.
Al final nos
identificamos únicamente con los pensamientos y emociones de nuestro ego.
“Nuestro cuerpo tiene
un propósito principal: cobijar el alma.”
Olvidamos
quiénes somos en cada renuncia a decir lo que pensamos, lo que sentimos o lo
que deseamos sinceramente.
Olvidamos
quiénes somos cada vez que elegimos no tener en cuenta nuestra intuición y
nuestra coherencia interna.
Y en cada
silencio, cada falsedad, cada renuncia concreta, desconectamos de nuestra
propia naturaleza, de nuestro Ser, y perdemos Poder poco a poco.
Vivimos tan deprisa y tan distraídos que
nuestra alma no tiene espacio en nuestra vida.
En la
constelación que hice a Manuel, la imagen de este olvido fue abrumadora.
Su vida
estaba patas arriba, rompiéndose por todas partes, y se sentía muy infeliz.
Coloqué al representante de su Ser Interno. Él se había olvidado completamente
de que existía, y observó toda la constelación, pero su mente no pudo
comprender a quién representaba ese hombre y su corazón no pudo abrirse a esa
presencia dentro de él.
Me rompió el
corazón ver hasta qué punto había desconectado de su Ser.
Me acordé de
que, en algunas culturas, el modo de reintegrar el alma con la persona, es un
ritual de cántico. Cada persona y sus seres próximos conocen el “Canto de su
alma”, y cuando esa persona está débil o perdida, la colocan en el centro de un
círculo para que vuelva a ella y le dé fuerza y luz. Me hubiese gustado poder
cantarle la canción de su alma a él en ese momento.
2. Acumular heridas emocionales y
psíquicas.
Vivimos en
una cultura donde se alimenta la creencia de que se puede evitar el dolor.
Intentamos
permantemente alejar las emociones que consideremos “negativas” o los momentos
dolorosos, negarlos, ocultarlos, ignorarlos, etc.
Y estas creencias nos llevan a ocultar las heridas de nuestro corazón y nuestro
espíritu en lugar de atenderlas.
Creemos y
decidimos que es mejor, más fácil o más prudente relegar al olvido nuestros
sentimientos, ilusiones, pensamientos y sueños en lugar de escucharlos.
Intentando
evitar el dolor, construimos máscaras de felicidad, fuerza o seguridad,
creyendo que es la solución. Pero nuestra propia mentira emocional nos impide
sentirnos realmente felices, pues mantiene dentro de nosotros el dolor sin
sanar.
Acumulamos
recuerdos de tristeza y dolor durante toda la vida sin resolverlos. Acumulamos
miedos infantiles, heridas de abandono, recuerdos de dolor, pensamientos
limitantes que permanecerán en nosotros arraigados en nuestro interior y en
nuestro subconsciente a pesar de nuestro esfuerzo de ignorarlos.
Sabemos que
están allí e incluso, a pesar de que los percibimos en el día a día, seguimos
en el intento de ignorarlos y no atenderlos, sin aceptar que son una de la
causa más importante de tu debilidad y tu tristeza actual, de tu pérdida de
ilusión y Poder Personal.
“No dejes que tus
heridas te conviertan en alguien que no eres”
De Dan Van
Campnehaud, un gran chamán, aprendí una vez una técnica para cuidarme en los
momentos difíciles y protegerme para no seguir acumulando nuevas heridas
mientras dedicaba tiempo a sanar las antiguas.
Era una
técnica para proteger mi parte frágil y reencontrarme con ella.
Se trataba
de tener una “preciosa cajita especial” imaginaria o física. Podía poner a mi
niña interior en la cajita cuando vivía un momento doloroso.
Cuando este
momento ha pasado podía abrirla, dedicarle tiempo y atención. Era el momento de
parar, y esperar quieta hasta sentir que podía acoger en mi presente y en mi
cuerpo a la parte de mí que estaba protegida en la cajita. Me tomaba el tiempo
de sentir mis emociones, abrazar mi mundo interior y sentir que había lugar y
tiempo para que todas mis partes se reunieran de nuevo. Dedicar el tiempo a
sentir que estaba completa para seguir adelante.
Los pequeños
rituales psicomágicos que fui aprendiendo de distintos maestros espirituales y
maestros terapeutas son uno de los modos más maravillosos que aprendí para
cuidar de mi Ser interno.
La terapia
psicoemocional bien conducida es fundamental para sanar las heridas acumuladas
y todos los patrones de pensamiento y reacción asociados a estas heridas.
Además de poner paz dentro de ti, el proceso de sanar te permite construir un
nuevo relato de tu historia y de ti mismo mucho más fortalecedor.
3. La fragmentación interna.
Cada día nos
suceden cosas, tomamos decisiones importantes, incluso trascendentes, vivimos
momentos que nos conmueven en las relaciones con nuestros seres queridos y en
todo lo que nos sucede, no le damos tiempo a nuestro corazón ni a nuestra alma
para que puedan comprender, integrar o recuperarse.
El tiempo
que ellos necesitan es mucho más lento que nuestro ritmo de vida.
A pesar de
las heridas, seguimos hacia delante sin parar, con tanta prisa que no podemos
mantener el paso de reparación o sanación necesario y perdemos Poder Personal.
El resultado
de esto es que, con los años, vamos dejando partes de nosotros mismos y nuestra
alma en antiguas parejas, antiguos amigos, antiguos proyectos y sueños a los
que, durante un tiempo amamos sinceramente y de los que nos hemos separado de
modo doloroso.
En estas
roturas, tu corazón se parte y tu alma también y, una parte de ti, se queda en
ese sueño junto a esa persona o en ese lugar.
Poco a poco
te vas sintiendo vacío y sin fuerza, estás fragmentado.
Cuando te
sientes así es el momento de parar. De mirar hacia atrás y recuperar los
tesoros que se perdieron abandonados por el camino. Sin ellos, proseguir es
vivir fragmentado y sin fuerza. Es vivir con el alma rota.
“No corras. Ve
despacio, que donde tienes que ir es a ti solo.
¡Ve despacio, no
corras, que el niño de tu yo, recién nacido eterno, no te puede seguir!”. J.R.
Jiménez
Es tan
importante parar e ir despacio…
Después de
un ritual de reintegración que hicimos en el jardín, Natalia pudo recuperar las
partes de ella que había perdido.
Murieron de
modo trágico 5 amigos y amigas suyas muy queridos con poco tiempo de
diferencia, y en cada muerte, una parte de ella decidió permanecer con sus
seres queridos. Había abandonado la alegría de vivir, la confianza, su
capacidad de amar sin miedo, la ilusión de un amor de pareja. Se sentía apagada
y vacía, la vida le resultaba sin sentido. No podía estar presente en sus
relaciones con ninguno de sus seres queridos.
El ritual le
permitió cerrar los duelos y recuperar sus sentimientos y las partes de su alma
que permanecían junto a esas personas.
El ritual de
reintegración le dio de nuevo fuerza para llenar su vida de sentido y alegría
otra vez.
4. Entregar el poder a los demás.
Estamos
completamente desenfocados.
Algunos lo
sabemos, pero no todos cambiamos nuestro punto de atención.
Atendemos la
demanda de una gran cantidad de personas que nos dicen cómo debemos dirigir
nuestra vida, qué debemos hacer, cómo debemos pensar, sentir, trabajar, vestir,
comer, etc.
De este
modo, dejamos en manos de los demás y de nuestro ego la dirección de nuestra
vida.
Nos dejamos
poseer y convencer.
Olvidamos
completamente escucharnos a nosotros mismos en profundidad, renunciamos a
escuchar nuestra voz interior, nuestra intuición, y si la oímos muchas veces,
renunciamos a hacerle caso. La debilitamos omitiendo lo que nos dice y lo
ponemos en juicio de nuestra mente y de las opiniones externas.
No
permitimos el silencio y la quietud necesarias para que este diálogo interno
sincero se dé.
“Nuestro mayor don es
la vida; la habilidad que tenemos para dirigir esa vida viene después.” Henry Thoreau
Tememos
encontrar algo dentro de nosotros que no aprueban los demás.
Tenemos
miedo a la contradicción interna y a la desaprobación externa.
Y este miedo
y el deseo de pertenecer nos hacen renunciar a muchas cosas que elegiríamos
distinto: callamos y cambiamos decisiones, opiniones, pensamientos. Renunciamos
a momentos, a personas y a decisiones de vida. Algunas pequeñas y algunas de
ellas muy grandes.
Convertimos
a todo el mundo en nuestro juez, les damos el poder de conducir nuestra vida a
través de la necesidad de aprobación.
Este modo de
vivir y estar hacia fuera permanentemente, de renunciar a nosotros mismos, sin
escuchar qué nos sucede, qué soñamos, qué opinamos… nos debilita.
Hace mucho
tiempo yo también llegué a ese punto de renunciar a mí misma en tantas
ocasiones que no sabía ni quién era.
No podía
reconocerme, me sentí muy débil, perdida y sin nada de Poder Personal.
Me
recordaron que debía escuchar dentro de mí, me mostraron el camino a mi voz
interior y el reencuentro con mi Poder Personal.
Tu Poder
Personal es tu fuerza vital, la seguridad en ti mismo, la energía que te nutre
de capacidad de ser quien eres, que te da la fuerza de expresar tu autenticidad
y crear tu propia vida.
Tu Poder
Personal habita dentro de ti, puedes estar completamente segura y seguro de
ello, ¡ve a por él!
Fuente: https://cienciainterior.com/las-4-causas-de-la-perdida-de-tu-poder-personal/
martes, 18 de octubre de 2016
lunes, 17 de octubre de 2016
LA MALA COSTUMBRE
La mayoría
de nosotros vive pensando que esto será eterno. Que somos inmortales y que las
desgracias solo le pasan al de al lado. Vivimos inmersos en una ignorancia que
nos hace débiles y solo lamentamos lo ocurrido cuando ya es demasiado tarde.
Y es que…
Tenemos la
mala costumbre de dejar para luego, de reír poco y de querer hacerlo mañana.
Tenemos la mala costumbre de echar de menos, en lugar de hacerlo de más. La
mala costumbre de usar los luegos y no los ahoras. Luego te llamo, luego te
escribo, luego te contesto, luego nos vemos. Y obviamente nunca llamó, nunca
escribió, nunca contestó y nunca fue visto. Tenemos la mala costumbre de querer
tarde. De valorar tarde. De pedir perdón demasiado pronto. Debería haber un
número máximo de perdones. Perdonar nos hace grandes, de acuerdo, pero cuando
tienes que perdonar todos los días, al final un lo siento se convierte en el
comodín de cualquier pretexto injustificado, innecesario e inmerecido. Tenemos
la mala costumbre de defender al malo y descuidar al bueno. De contar mentiras
tra la rá y de tener que hacer un máster para descubrir verdades. Mantenemos en
nuestra vida “amigos” porque sí y llenamos nuestras agendas de compromisos a
los que realmente no queremos ir. Tenemos la mala costumbre de sentirnos mal
por decir no y de creernos mejores por decir si.
Tenemos la
mala costumbre de esperar a un cáncer, a una mala noticia o a una llamada de
que alguien querido se nos fue, para tomar las riendas de nuestra vida y
empezar a apreciar cada puesta de sol, cada mañana que te levantas de la cama y
cada luna que abrazas en tu almohada. Tenemos la mala costumbre de usar el
descuido a diario, olvidando que los pequeños detalles importan, que los
pequeños detalles construyen grandes caminos y que cada lunes, puede ser el
mejor día de la semana. Tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo, de
culpar siempre al otro porque claro, tú eres un ser perfecto y nunca, nunca,
haces nada. Siempre es la parte contraria. Decimos muy pocos te quieros y
hacerlo por primera vez es como “buf que va, no vaya a ser que se asuste”.
¿Asustarse de qué? ¿Cómo una persona puede asustarse porque alguien le quiera?.
Asústate si
algún día te vas a la cama sin sentir que quieres a otra persona.
Asústate el
día que te vayas a dormir sin decirle a esa persona lo importante que es para
ti.
Asústate
cuando no le des besos a tu madre y a tu padre.
Asústate
cuando seas incapaz de abrazar a alguien y sentir esa sensación tan
extraordinaria que producen los abrazos.
Asústate
cuando las defensas de tu cuerpo se hayan vuelto inmunes al dolor ajeno.
Y cuando
veas una injusticia y no hagas absolutamente nada para remediarlo.
Asústate
cuando pases un solo día sin ayudar a alguien.
Asústate de
verdad, porque créeme. Estás muerto.
Y es que…
Tenemos la
mala costumbre de trabajar demasiado, de cargar con una mochila llena de cosas
innecesarias y de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita. Tenemos la mala
costumbre de creernos mejores que los demás, de bailar poco, fumar mucho y
respirar a medias. Tenemos la mala costumbre de ir caminando por las calles de
nuestra ciudad mirando al suelo, o a nuestro teléfono móvil. ¿Alguna vez te has
dado cuenta de lo bonitos que son los edificios de esas calles por las que
pasas a diario? Por no hablar de la luz de las estrellas.
Tenemos la
mala costumbre de empezar el gimnasio la semana que viene. De cuidarnos cuando
ya es demasiado tarde y de tomar vitaminas cuando estamos enfermos. Tenemos la
mala costumbre de creer que el pelo de aquella es mejor que el nuestro. Que su
suerte es nuestra desdicha y de compararnos como si fuésemos presa de alguien
que busca en comparadores de Internet. Tenemos la mala costumbre de medirnos
por nuestros estudios o por nuestra altura. De confundir la belleza con la
delgadez y de creernos que no somos capaces de conseguirlo, porque alguien una
vez así, nos lo hizo creer. Y no fue nadie más que tú mismo.
Tenemos la
mala costumbre de apuntarnos a clases de idiomas, cuando ni siquiera dominamos
el nuestro. De querer conocer mundo y viajar lo más lejos posible cuando aún,
nos quedan lugares maravillosos por descubrir en nuestra propia tierra. Tenemos
la mala costumbre de comer animales, de contaminar el mundo y de lavar la ropa
en vez de nuestras conciencias. Tenemos la mala costumbre de escuchar poco y
hablar demasiado. De dar consejos y juicios de valor sin ser conscientes del poder
que pueden llegar a tener nuestras palabras. Dejamos demasiado pronto y tenemos
muy poca paciencia. Objetos de usar y tirar, sin importarnos lo más mínimo su
destino. Tenemos la mala costumbre de creernos que lo sabemos todo. Cuando
realmente, no tenemos idea de nada.
Wasapeamos
mucho, dormimos
demasiado y follamos
poco.
Nos pasamos
media vida o vida entera, soñando esa vida perfecta que nos gustaría tener.
Cuando somos ajenos a que realmente la vida perfecta es ahora. Es cada momento,
cada instante de los segundos que marca el reloj de tus días. Es cada
oportunidad, cada sonrisa, cada beso y cada vez que te enamoras. ¡ENAMORÉMONOS
TODOS LOS DÍAS DE NUESTRA VIDA! No pongas barreras a tu corazón y deja los
prejuicios para aquellos que llevan el cartel de cobarde escrito en tinta
permanente. Ni con disolvente se va.
Empieza a
acostumbrarte a esta vida que a veces es dura. Terriblemente dura. Pero no te
lamentes ni te vayas nunca a la cama habiendo hecho daño a alguien. Habiendo
dejado para luego esos ahoras que nunca llegaron. No habiendo cumplido ese
sueño que tanto querías, no habiendo hecho unos kilómetros de más ese día
porque tu cuerpo estaba cansado. No permitas que alguien fallezca para luego
recordarlo y decirle mirando su foto, cuánto le querías. No dejes que la rutina
o la sensación de eternidad descuide lo verdaderamente importante de tu vida.
En
definitiva, no dejes que la mala costumbre sea la invitada de honor en los días
que te quedan por vivir a partir de hoy.
Quiere
ahora, no mañana.
Fuente: https://elrincondefloricienta.com/2014/03/21/la-mala-costumbre/
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