lunes, 25 de julio de 2016

REÍRSE ES COSA SERIA


“La vida es demasiado importante como para tomársela en serio”
Oscar Wilde

A la risa la llaman el alimento de la esperanza. Por algo será. Porque la risa y el chiste buscan reconciliar el mundo y acortar distancias, recordándonos que nos une el mismo anhelo: la alegría, el bienestar y la felicidad.

En realidad, se resumen en una idea muy sencilla: nuestra vida gira en torno a nuestro placer. Porque, si nos planteamos para qué hacemos cada cosa en nuestro día a día, como última consecuencia siempre estará eso que llamamos “sentirnos bien”.

Para Freud, los chistes y las risas son válvulas psicológicas de seguridad, una manera más de manejar lo que nos causa angustia y nos reprime. No podemos contrastar muchas de las ideas de esta gran figura, pero lo cierto es que gran parte de los chistes más valorados responden a escenas de matrimonio, de potencia sexual y de muerte.

La risa no es solo de alegría

“Estoy intentando hacer amigos fuera de Facebook. Salgo a la calle y voy dando voces diciendo a la gente lo que he comido, cómo me siento, lo que estoy haciendo y lo que haré más tarde. Escucho conversaciones y grito “me gusta”. De momento ya tengo tres personas que me siguen: dos policías y un psiquiatra”

Nos hacen reír las gracias con las que nos identificamos o reconocemos a nuestra sociedad. Quizás es una manera de proyectar nuestras inquietudes, comprender y hacernos conscientes de la manera en la que nos relacionamos con el mundo.

De todas formas, hay infinitas razones que nos llevan a reír. Si lo hacemos no es solo de alegría, sino que también utilizamos la risa para aliviar tensión, por ejemplo.

Digamos que es una estrategia más que nos ahorra esfuerzo y ayuda a que descarguemos la tensión emocional que vamos acumulando.

Al reírnos jugamos con dobles sentidos, con historias cotidianas, con prejuicios. Esto nos ayuda a descifrar emociones y realidades, haciendo que todo tenga más sentido para nosotros.

La teoría de la superioridad

Los argentinos hacen chistes sobre los mexicanos, los franceses hacen chistes sobre los belgas, los ingleses sobre los irlandeses y así desde tiempos inmemoriales. Y estas son las bromas que más triunfan. ¿Por qué?

Esta cuestión es tan simple como que intentamos sentirnos superiores a toda costa. Obviamente no da igual de qué hagamos chanza o chiste, pero sí que caemos en los prejuicios y la generalización con bastante frecuencia.

Como sociedad, generamos un blanco y buscamos la chanza. Sin embargo, no todo es de color de rosa. Hay estudios que han demostrado que los chistes no siempre son buenos, pues pueden mermar la autoconfianza y la actitud de un colectivo que responde al tópico.

Por ejemplo, cuando se examinó la inteligencia de las mujeres rubias, se percataron de que, si previamente habían leído chistes que cuestionaban su aptitud, entonces puntuaban por debajo de lo que les correspondía.

Podemos morir de risa

Hay, al menos, un caso documentado de una personal que murió por fallos cardiorrespiratorios provocados por un ataque de risa. Por lo que sí, la risa es buena, pero con moderación.

Obviamente, también hay que poner especial cuidado en que la risa no se convierta en burla ni en ataques gratuitos que dañen nuestro bienestar emocional.

¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando reímos?

Un borracho es detenido a las cuatro de la mañana por un policía que le increpa:

– ¿Adónde va usted?

El borracho, completamente ebrio, le responde:

– Me dirijo a una conferencia acerca del abuso del alcohol y sus efectos letales en el organismo, el mal ejemplo para los hijos y las consecuencias funestas para la familia, el problema que causa en la economía familiar y la irresponsabilidad absoluta…

El policía lo mira incrédulo y le responde mofándose del borracho:

– ¿En serio? ¿Y qué ilustre conferenciante va a impartir esa charla a estas horas?

– Mi mujer, cuando llegue a casa.

¿Te ha divertido el chiste? Si lo ha hecho, en tu cerebro se han activado tantas áreas cerebrales como cuando resuelves problemas matemáticos. Sin embargo, si no te ha divertido, solo se ha activado el área del aburrimiento.

Desde Cambridge (Reino Unido), el neurocientífico Tristan Bekinschtein, nos cuenta que, aunque no podamos reírnos por algún daño neurológico, nuestro cerebro se ríe.

Pero, ¿cómo nos damos cuenta de que alguien nos está contando un chiste? Lo cierto es que no se sabe a ciencia cierta y que, incluso, hay veces que nuestro cerebro peca de inocente o de pícaro.

Sin embargo, se sabe que, cuando alguien nos cuenta algo gracioso, se activan las mismas áreas que cuando tomamos una droga o comemos un suculento pastel de chocolate. Es el área tegmental ventral, centro neurológico del placer.

Van dos y se cae el del medio

Para irritación de todo tipo de representantes de la autoridad, los niños dedican una considerable energía a “hacer el payaso”. Ellos no quieren apreciar la gravedad de nuestras descomunales preocupaciones, mientras que nosotros olvidamos que, si nos hiciéramos un poco más como los niños, puede que nuestras preocupaciones no fueran tan descomunales”
(Conrad Hyers)

Tanto el humor como su hija, la risa, tienen múltiples beneficios en nuestra salud física y psicológica. Merecen, por tanto, un importante protagonismo dentro de la psicología positiva. En palabras de Martin Seligman: “La risa produce una de las sensaciones más placenteras de la experiencia humana y el sentido del humor es una de las principales fortalezas de nuestra especie”.

A veces, reírse es lo más serio que podemos hacer. La vida hay que tomársela con humor

Un sentido del humor positivo, en su máxima expresión, permite que afrontemos nuestros problemas y desajustes vitales, poniendo nuestra vida en perspectiva. Todas nuestras ataduras se observan con distancia, como si estuviésemos en un gran teatro disfrutando de un bonito espectáculo.

Reírnos nos hace entender que nada es tan importante como nos parece, ya todo nos asusta y nos intimida menos. Todo es ridículo e insignificante mirando la vida con las gafas del humor. Porque, como dijo Charles Chaplin: “La vida es una tragedia en el primer plano, pero una comedia en el plano general”.


Fuente: http://mejorconsalud.com/reirse-cosa-seria/?utm_source=facebook&utm_campaign=LMEM.ES&utm_medium=post


sábado, 23 de julio de 2016

HAY “PERSONAS MÁGICAS” RODEÁNDONOS POR TODAS PARTES

Hay “personas mágicas” rodeándonos por todas partes. Son aquellas con las que conoces la felicidad, aquellas que te ayudan a volar, a brillar y a descargar tu mochila. Ellas, personas con las que compartes la complicidad, la permanencia.

A veces no hace falta decir “estoy a tu lado” porque sobran las palabras. A veces encajas con una persona y como de la nada te guías por la melodía del “quiéreme bien”. Es un vínculo sano, claro en contenidos, abierto a experiencias. La amistad es de esas de miradas sinceras que aligeran pesares y nos ayudan a deshacernos de los obstáculos que se nos presentan.

“Hay personas mágicas. Te lo prometo, las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especial forma de ser. Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas. Pero cuando las descubres ya no hay marcha atrás. No puedes deshacerte de su recuerdo. No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte que si te toca una vez, lo hace para siempre”.

Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano

Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Esta es una gran verdad que probablemente nadie puede negar. Esto es natural, pues no podemos cuadrar expectativas, sentimientos, emociones, pensamientos y aficiones con cada persona que pasa por nuestra vida.

Hay gente con la que conectamos de manera especial y a las experiencias nos vinculan, sirviéndonos de esto para sustentar uno de los planos más importantes de nuestra vida: el social. Como dijo Aristóteles, somos animales sociales y, por lo tanto, necesitamos de estas uniones para sentirnos completos.

Las “personas mágicas” son aquellas que tienen grandes cualidades sociales y emocionales, las que nos brindan su apoyo, nos rescatan y nos encaminan. En otras palabras, las que poseen inteligencia social, prima hermana de la inteligencia emocional.


La inteligencia social y sus dos ingredientes principales

La inteligencia social se define como la capacidad de las personas para relacionarse. Según Daniel Goleman esta tiene dos ingredientes clave para lograr un buen sabor del plato principal:

La conciencia social: es la capacidad de ser sensibles al estado interno de otra persona, de percibir las señales emocionales no verbales y comprender sus sentimientos, pensamientos e intenciones. Se trata, por tanto de:
Sintonizar y escuchar de verdad.
Dar lugar a que el otro diga lo que quiere decir.
Dar la posibilidad de que la conversación siga un curso determinado para todos.
Para esto es esencial un conocimiento verdadero de cómo funcionamos a nivel social, pues sin este no podremos descodificar las señales sociales que se revelan.

La aptitud social: es la habilidad que nos permite establecer buenas relaciones y vincularnos teniendo en cuenta las necesidades de los demás. O sea que además de ser consciente socialmente, tenemos que saber cómo construir intercambios fluidos y eficaces. Para ello hay que:
Aprender a presentarse.
A preocuparse por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia.

En resumen, la inteligencia social no es solo tomarnos tiempo para escuchar sino sintonizar profundamente con los sentimientos ajenos y dar pie a un contacto más íntimo que sostiene. Las“personas mágicas” son inteligentes social y emocionalmente, lo cual les concede ese estatus, un don de expresividad que atrae a los demás.

En este sentido, como venimos diciendo, hay relaciones que se forjan y potencian la posibilidad de compartir lo que nos conmueve. Esas uniones nos enganchan a la vida, nos animan a ser mejores y a destapar las zonas oscuras que ensombrecen nuestra alma.

Realmente, aunque quizás nos pueda parecer lejano, la inteligencia social y emocional es algo que está a nuestro alcance. Por eso, no descartes cruzarte con “personas mágicas” hoy mismo y, sobre todo, no descartes la posibilidad de desprender magia tú para alguien.




jueves, 21 de julio de 2016

NINGÚN MAR EN CALMA HIZO EXPERTO A UN MARINERO

Si alguna vez has tenido la oportunidad de mirar el mar quizás has pensado que es uno de esos lugares que parecen pertenecer a todos y a la vez a nadie. El mar es ese eco de vida que algunas veces se deja acariciar y otras se escapa de cualquier mano.

Mientras se encuentra en calma, todo buen marinero que se preste a serlo siente que puede dejarse llevar y, entonces, se acomoda y contempla su belleza. Desde ese rincón no hay peligros, solo una plena tranquilidad.

Sin embargo, otras veces las olas se rompen con fuerza en las rocas y la tormenta muestra toda su cólera sobre el mar. Entonces, el marinero que sobrevive es aquel que deja de lado su comodidad y decide enfrentarse a esos instantes terribles que amenazan su hogar, pues el que decide lanzarse al hechizo del agua tiene que estar preparado también para afrontar su cólera.

La zona de confort no nos permite crecer

Con la vida en tierra ocurre algo parecido, dado que las experiencias y sus enseñanzas le llegan sobre todo a los que son capaces de salir de su zona de confort: abandonar la comodidad para enfrentarse a lo desconocido es sin duda un aliciente de vida.

De hecho, solemos creernos no responsables de lo que nos ocurre cuando en realidad lo que sucede es que preferimos dejarlo en manos de aquello que llamamos suerte o destino. Justamente es al alcanzar esa rutina el momento en el que podemos llegar a sentir que no hay nada que cambiar y, sin embargo, nos equivocamos.

“La vida es como un viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca; lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco.”
-Jacinto Benavente-

Nos equivocamos porque al mantenernos en la zona de confort estamos perdiendo oportunidades de seguir madurando y aprendiendo. Necesitamos la posibilidad del naufragio para aprender a madurar con él: verle los dientes a algunos vientos, mirar a la cara a aquello que surge espontáneo y nos zarandea, querer ir más allá para tocar con el alma lo que nunca hemos tocado y tanto anhelamos.

La sensación de seguridad

La sensación de seguridad cuando hemos logrado un equilibrio puede ser un enemigo emocional bastante grande, sobre todo porque es también la que hace surgir el vértigo a perderla.

Así, es evidente que todo lo que directa o indirectamente pretende remover nuestros esquemas nos produce miedo. Sin embargo, no olvidemos que los miedos están ahí para dominarlos, no para que nos dominen.

Conocer la seguridad significa haber dado un paso importante, mas atreverse a averiguar las leyes de un mar agitado es un indicio de valentía: solo quien se aventura a la búsqueda sin límites puede lograr la destreza en todas las situaciones posibles de su vida.

No arriesgar no te hará perder, pero tampoco ganar

Como decíamos, no arriesgarse a tomar decisiones que nos permitan descubrir cosas nuevas puede conducir a la pasividad y a la no acción, sencillamente porque así evitamos el fracaso; no obstante, también eliminamos la posibilidad del éxito.

“Solamente los que arriesgan llegar demasiado lejos son los que descubren hasta dónde pueden llegar”.
-T. S. Eliot-

Los seres humanos tendemos hacia el control y el equilibrio en nuestro día a día, pensando que en eso está el bienestar emocional que nos aporta felicidad. De esta manera, olvidamos que el crecimiento psicológico exige también el riesgo: ¿cómo vas a conseguir ese trabajo que tanto deseas si no te arriesgas a intentarlo? Pensar que no lo conseguirás y quedarte quieto te dará el control, pero no la satisfacción.

En este sentido, nos acostumbramos a escuchar aquello de “más vale pájaro en mano que ciento volando” y a creérnoslo del todo, sin entender que, inconscientemente, consejos como ese nos incitan a permanecer estáticos y a no luchar por lo que queremos.

Y es que, el marinero conoce que la bravura del mar puede llevarle a la muerte pero también que enfrentarse a ese estado es la única manera de disfrutar plenamente de su vida y de amar lo que conserve de sus destrozos.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/ningun-mar-calma-experto-marinero/