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domingo, 24 de julio de 2016
sábado, 23 de julio de 2016
HAY “PERSONAS MÁGICAS” RODEÁNDONOS POR
TODAS PARTES
Hay
“personas mágicas” rodeándonos por todas partes. Son aquellas con las que
conoces la felicidad, aquellas que te ayudan a volar, a brillar y a descargar
tu mochila. Ellas, personas con las que compartes la complicidad, la
permanencia.
A veces no
hace falta decir “estoy a tu lado” porque sobran las palabras. A veces encajas
con una persona y como de la nada te guías por la melodía del “quiéreme bien”.
Es un vínculo sano, claro en contenidos, abierto a experiencias. La amistad es
de esas de miradas sinceras que aligeran pesares y nos ayudan a deshacernos de
los obstáculos que se nos presentan.
“Hay personas mágicas.
Te lo prometo, las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones
del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especial forma de ser.
Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil
encontrarlas. Pero cuando las descubres ya no hay marcha atrás. No puedes
deshacerte de su recuerdo. No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es
tan fuerte que si te toca una vez, lo hace para siempre”.
Los verdaderos amigos se cuentan con los
dedos de una mano
Los
verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Esta es una gran verdad
que probablemente nadie puede negar. Esto es natural, pues no podemos cuadrar
expectativas, sentimientos, emociones, pensamientos y aficiones con cada
persona que pasa por nuestra vida.
Hay gente
con la que conectamos de manera especial y a las experiencias nos vinculan,
sirviéndonos de esto para sustentar uno de los planos más importantes de
nuestra vida: el social. Como dijo Aristóteles, somos animales sociales y, por
lo tanto, necesitamos de estas uniones para sentirnos completos.
Las
“personas mágicas” son aquellas que tienen grandes cualidades sociales y
emocionales, las que nos brindan su apoyo, nos rescatan y nos encaminan. En
otras palabras, las que poseen inteligencia social, prima hermana de la
inteligencia emocional.
La inteligencia social y sus dos
ingredientes principales
La
inteligencia social se define como la capacidad de las personas para
relacionarse. Según Daniel Goleman esta tiene dos ingredientes clave para
lograr un buen sabor del plato principal:
La conciencia social: es la capacidad
de ser sensibles al estado interno de otra persona, de percibir las señales
emocionales no verbales y comprender sus sentimientos, pensamientos e
intenciones. Se trata, por tanto de:
Sintonizar y
escuchar de verdad.
Dar lugar a
que el otro diga lo que quiere decir.
Dar la
posibilidad de que la conversación siga un curso determinado para todos.
Para esto es
esencial un conocimiento verdadero de cómo funcionamos a nivel social, pues sin
este no podremos descodificar las señales sociales que se revelan.
La aptitud social: es la habilidad que
nos permite establecer buenas relaciones y vincularnos teniendo en cuenta las
necesidades de los demás. O sea que además de ser consciente socialmente,
tenemos que saber cómo construir intercambios fluidos y eficaces. Para ello hay
que:
Aprender a
presentarse.
A
preocuparse por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia.
En resumen,
la inteligencia social no es solo tomarnos tiempo para escuchar sino sintonizar
profundamente con los sentimientos ajenos y dar pie a un contacto más íntimo
que sostiene. Las“personas mágicas” son inteligentes social y emocionalmente,
lo cual les concede ese estatus, un don de expresividad que atrae a los demás.
En este
sentido, como venimos diciendo, hay relaciones que se forjan y potencian la
posibilidad de compartir lo que nos conmueve. Esas uniones nos enganchan a la
vida, nos animan a ser mejores y a destapar las zonas oscuras que ensombrecen
nuestra alma.
Realmente,
aunque quizás nos pueda parecer lejano, la inteligencia social y emocional es
algo que está a nuestro alcance. Por eso, no descartes cruzarte con “personas mágicas”
hoy mismo y, sobre todo, no descartes la posibilidad de desprender magia tú
para alguien.
viernes, 22 de julio de 2016
jueves, 21 de julio de 2016
NINGÚN MAR EN CALMA HIZO EXPERTO A UN
MARINERO
Si alguna
vez has tenido la oportunidad de mirar el mar quizás has pensado que es uno de
esos lugares que parecen pertenecer a todos y a la vez a nadie. El mar es ese
eco de vida que algunas veces se deja acariciar y otras se escapa de cualquier
mano.
Mientras se
encuentra en calma, todo buen marinero que se preste a serlo siente que puede
dejarse llevar y, entonces, se acomoda y contempla su belleza. Desde ese rincón
no hay peligros, solo una plena tranquilidad.
Sin embargo,
otras veces las olas se rompen con fuerza en las rocas y la tormenta muestra
toda su cólera sobre el mar. Entonces, el marinero que sobrevive es aquel que
deja de lado su comodidad y decide enfrentarse a esos instantes terribles que
amenazan su hogar, pues el que decide lanzarse al hechizo del agua tiene que
estar preparado también para afrontar su cólera.
La zona de confort no nos permite crecer
Con la vida
en tierra ocurre algo parecido, dado que las experiencias y sus enseñanzas le
llegan sobre todo a los que son capaces de salir de su zona de confort:
abandonar la comodidad para enfrentarse a lo desconocido es sin duda un
aliciente de vida.
De hecho,
solemos creernos no responsables de lo que nos ocurre cuando en realidad lo que
sucede es que preferimos dejarlo en manos de aquello que llamamos suerte o
destino. Justamente es al alcanzar esa rutina el momento en el que podemos
llegar a sentir que no hay nada que cambiar y, sin embargo, nos equivocamos.
“La vida es como un
viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca; lo importante es ser un
buen capitán de nuestro barco.”
-Jacinto Benavente-
Nos
equivocamos porque al mantenernos en la zona de confort estamos perdiendo
oportunidades de seguir madurando y aprendiendo. Necesitamos la posibilidad del
naufragio para aprender a madurar con él: verle los dientes a algunos vientos,
mirar a la cara a aquello que surge espontáneo y nos zarandea, querer ir más
allá para tocar con el alma lo que nunca hemos tocado y tanto anhelamos.
La sensación de seguridad
La sensación
de seguridad cuando hemos logrado un equilibrio puede ser un enemigo emocional
bastante grande, sobre todo porque es también la que hace surgir el vértigo a
perderla.
Así, es
evidente que todo lo que directa o indirectamente pretende remover nuestros
esquemas nos produce miedo. Sin embargo, no olvidemos que los miedos están ahí
para dominarlos, no para que nos dominen.
Conocer la
seguridad significa haber dado un paso importante, mas atreverse a averiguar
las leyes de un mar agitado es un indicio de valentía: solo quien se aventura a
la búsqueda sin límites puede lograr la destreza en todas las situaciones
posibles de su vida.
No arriesgar no te hará perder, pero
tampoco ganar
Como
decíamos, no arriesgarse a tomar decisiones que nos permitan descubrir cosas
nuevas puede conducir a la pasividad y a la no acción, sencillamente porque así
evitamos el fracaso; no obstante, también eliminamos la posibilidad del éxito.
“Solamente los que
arriesgan llegar demasiado lejos son los que descubren hasta dónde pueden
llegar”.
-T. S. Eliot-
Los seres
humanos tendemos hacia el control y el equilibrio en nuestro día a día, pensando
que en eso está el bienestar emocional que nos aporta felicidad. De esta
manera, olvidamos que el crecimiento psicológico exige también el riesgo: ¿cómo
vas a conseguir ese trabajo que tanto deseas si no te arriesgas a intentarlo?
Pensar que no lo conseguirás y quedarte quieto te dará el control, pero no la
satisfacción.
En este
sentido, nos acostumbramos a escuchar aquello de “más vale pájaro en mano que
ciento volando” y a creérnoslo del todo, sin entender que, inconscientemente,
consejos como ese nos incitan a permanecer estáticos y a no luchar por lo que
queremos.
Y es que, el
marinero conoce que la bravura del mar puede llevarle a la muerte pero también
que enfrentarse a ese estado es la única manera de disfrutar plenamente de su
vida y de amar lo que conserve de sus destrozos.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/ningun-mar-calma-experto-marinero/
miércoles, 20 de julio de 2016
martes, 19 de julio de 2016
EL AMOR NO SE BUSCA, EL AMOR SIMPLEMENTE
LLEGA
Como la
mayoría de las cosas maravillosas que nos ocurren, el amor llega a nuestras
vidas sin buscarlo, sin ansiarlo, llega prácticamente de la nada,
sorprendiéndonos con una de las caras más bonitas de la vida.
Si estás
solter@ y llegó el momento en el cual te gustaría compartir tu vida con alguien
más, tener una pareja, no es necesario ser evidente al salir, mirar los ojos de
todos los que se cruzan por tu camino a ver con cual sientes conexión y ver qué
puedes hacer para lograr un acercamiento, descargar aplicaciones con algoritmos
que te ayuden a conseguir a la pareja ideal o cosas por el estilo.
Solo hace
falta manifestar de la forma más saludable nuestro deseo a la vida, al
universo… así de simple, así funciona, lo que pasa es que por lo general caemos
en un juego mental que nos hace experimentar sensaciones que nos alejan de lo
que realmente queremos vivir, solamente por el hecho de desear con nuestro ego
y no desear con nuestro corazón.
He aquí una
serie de pensamientos que debemos evitar para alinearnos a encontrar a esa
persona especial con la cual podamos compartir la vida:
Todo el
mundo tiene pareja, menos yo.
He debido
quedarme con “Fulanit@”, era preferible eso a estar sol@.
Si fuese más
joven, tendría más posibilidades de encontrar a la pareja ideal.
Ya con hijos
a quién puedo conocer que sea suficientemente bueno para mí y para ellos.
Quisiera que
todos fracasaran en sus relaciones y se ampliara el mundo de los solteros.
El amor hay
que salir a buscarlo.
No frecuento
sitios donde pueda conocer a una potencial pareja.
Tod@s los
hombres/mujeres que valen la pena están ocupad@s.
L@s que no
son casad@s, no se interesan por el sexo opuesto.
Si tiene más
de 30 y está solter@ tiene su toque mental o algún problema que lo saca del
juego tiene.
No soy lo
suficiente buen@, adinerad@, alt@, pequeñ@, talentos@, etc, etc, para conseguir
una pareja.
Este tipo de
pensamientos nos condenan a parejas equivocadas o a una soltería involuntaria
que puede durar mucho tiempo. Todo está en nuestra mente, el amor no se escapa
de esto, solo piensa la pareja que quieres en tu vida, imagina las cosas
maravillosas que pueden hacer juntos, proyecta cómo quieres que te trate, crea
en tu mente la realidad que quieres que se manifieste, haz tu maqueta mental… y
espera sin desesperar, sin buscar, el amor te sorprenderá…
Cualquier
tipo de limitación que coloques en tu mente será total y rotundamente destruida
a través de una espectacular historia de amor que cualquiera te podrá contar.
Siempre existirá tu vecina de 60 años que se casó luego de enviudar con ese
apuesto señor que ahora comparte con ella maravillosos momentos, esa madre
soltera que conoció a ese chico que ama a sus hijos como suyos y tienen una
familia maravillosa, a esa pareja que lleva 8 años sin separarse luego de
haberse conocido en la cola de un supermercado.
Miles de
historias, unas más bellas que otras, que demuestran que el amor está en todas
partes, que no existe un escenario ideal para encontrarlo, que no hace falta
buscarlo, que las cosas muchas veces suceden de forma casi mágica y que en el
momento no vemos las relaciones que guardan los hechos… Mira a las parejas con
cariño y no con envidia, ámate a ti y eso se proyectará fácilmente a quienes te
rodean. Y si realmente lo deseas con el corazón y no con tu ego, el amor vendrá
a ti más pronto de lo que piensas.
Fuente: http://viajesycocina.com/amor-no-se-busca-llega
lunes, 18 de julio de 2016
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