sábado, 23 de julio de 2016

HAY “PERSONAS MÁGICAS” RODEÁNDONOS POR TODAS PARTES

Hay “personas mágicas” rodeándonos por todas partes. Son aquellas con las que conoces la felicidad, aquellas que te ayudan a volar, a brillar y a descargar tu mochila. Ellas, personas con las que compartes la complicidad, la permanencia.

A veces no hace falta decir “estoy a tu lado” porque sobran las palabras. A veces encajas con una persona y como de la nada te guías por la melodía del “quiéreme bien”. Es un vínculo sano, claro en contenidos, abierto a experiencias. La amistad es de esas de miradas sinceras que aligeran pesares y nos ayudan a deshacernos de los obstáculos que se nos presentan.

“Hay personas mágicas. Te lo prometo, las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especial forma de ser. Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas. Pero cuando las descubres ya no hay marcha atrás. No puedes deshacerte de su recuerdo. No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte que si te toca una vez, lo hace para siempre”.

Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano

Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Esta es una gran verdad que probablemente nadie puede negar. Esto es natural, pues no podemos cuadrar expectativas, sentimientos, emociones, pensamientos y aficiones con cada persona que pasa por nuestra vida.

Hay gente con la que conectamos de manera especial y a las experiencias nos vinculan, sirviéndonos de esto para sustentar uno de los planos más importantes de nuestra vida: el social. Como dijo Aristóteles, somos animales sociales y, por lo tanto, necesitamos de estas uniones para sentirnos completos.

Las “personas mágicas” son aquellas que tienen grandes cualidades sociales y emocionales, las que nos brindan su apoyo, nos rescatan y nos encaminan. En otras palabras, las que poseen inteligencia social, prima hermana de la inteligencia emocional.


La inteligencia social y sus dos ingredientes principales

La inteligencia social se define como la capacidad de las personas para relacionarse. Según Daniel Goleman esta tiene dos ingredientes clave para lograr un buen sabor del plato principal:

La conciencia social: es la capacidad de ser sensibles al estado interno de otra persona, de percibir las señales emocionales no verbales y comprender sus sentimientos, pensamientos e intenciones. Se trata, por tanto de:
Sintonizar y escuchar de verdad.
Dar lugar a que el otro diga lo que quiere decir.
Dar la posibilidad de que la conversación siga un curso determinado para todos.
Para esto es esencial un conocimiento verdadero de cómo funcionamos a nivel social, pues sin este no podremos descodificar las señales sociales que se revelan.

La aptitud social: es la habilidad que nos permite establecer buenas relaciones y vincularnos teniendo en cuenta las necesidades de los demás. O sea que además de ser consciente socialmente, tenemos que saber cómo construir intercambios fluidos y eficaces. Para ello hay que:
Aprender a presentarse.
A preocuparse por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia.

En resumen, la inteligencia social no es solo tomarnos tiempo para escuchar sino sintonizar profundamente con los sentimientos ajenos y dar pie a un contacto más íntimo que sostiene. Las“personas mágicas” son inteligentes social y emocionalmente, lo cual les concede ese estatus, un don de expresividad que atrae a los demás.

En este sentido, como venimos diciendo, hay relaciones que se forjan y potencian la posibilidad de compartir lo que nos conmueve. Esas uniones nos enganchan a la vida, nos animan a ser mejores y a destapar las zonas oscuras que ensombrecen nuestra alma.

Realmente, aunque quizás nos pueda parecer lejano, la inteligencia social y emocional es algo que está a nuestro alcance. Por eso, no descartes cruzarte con “personas mágicas” hoy mismo y, sobre todo, no descartes la posibilidad de desprender magia tú para alguien.




jueves, 21 de julio de 2016

NINGÚN MAR EN CALMA HIZO EXPERTO A UN MARINERO

Si alguna vez has tenido la oportunidad de mirar el mar quizás has pensado que es uno de esos lugares que parecen pertenecer a todos y a la vez a nadie. El mar es ese eco de vida que algunas veces se deja acariciar y otras se escapa de cualquier mano.

Mientras se encuentra en calma, todo buen marinero que se preste a serlo siente que puede dejarse llevar y, entonces, se acomoda y contempla su belleza. Desde ese rincón no hay peligros, solo una plena tranquilidad.

Sin embargo, otras veces las olas se rompen con fuerza en las rocas y la tormenta muestra toda su cólera sobre el mar. Entonces, el marinero que sobrevive es aquel que deja de lado su comodidad y decide enfrentarse a esos instantes terribles que amenazan su hogar, pues el que decide lanzarse al hechizo del agua tiene que estar preparado también para afrontar su cólera.

La zona de confort no nos permite crecer

Con la vida en tierra ocurre algo parecido, dado que las experiencias y sus enseñanzas le llegan sobre todo a los que son capaces de salir de su zona de confort: abandonar la comodidad para enfrentarse a lo desconocido es sin duda un aliciente de vida.

De hecho, solemos creernos no responsables de lo que nos ocurre cuando en realidad lo que sucede es que preferimos dejarlo en manos de aquello que llamamos suerte o destino. Justamente es al alcanzar esa rutina el momento en el que podemos llegar a sentir que no hay nada que cambiar y, sin embargo, nos equivocamos.

“La vida es como un viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca; lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco.”
-Jacinto Benavente-

Nos equivocamos porque al mantenernos en la zona de confort estamos perdiendo oportunidades de seguir madurando y aprendiendo. Necesitamos la posibilidad del naufragio para aprender a madurar con él: verle los dientes a algunos vientos, mirar a la cara a aquello que surge espontáneo y nos zarandea, querer ir más allá para tocar con el alma lo que nunca hemos tocado y tanto anhelamos.

La sensación de seguridad

La sensación de seguridad cuando hemos logrado un equilibrio puede ser un enemigo emocional bastante grande, sobre todo porque es también la que hace surgir el vértigo a perderla.

Así, es evidente que todo lo que directa o indirectamente pretende remover nuestros esquemas nos produce miedo. Sin embargo, no olvidemos que los miedos están ahí para dominarlos, no para que nos dominen.

Conocer la seguridad significa haber dado un paso importante, mas atreverse a averiguar las leyes de un mar agitado es un indicio de valentía: solo quien se aventura a la búsqueda sin límites puede lograr la destreza en todas las situaciones posibles de su vida.

No arriesgar no te hará perder, pero tampoco ganar

Como decíamos, no arriesgarse a tomar decisiones que nos permitan descubrir cosas nuevas puede conducir a la pasividad y a la no acción, sencillamente porque así evitamos el fracaso; no obstante, también eliminamos la posibilidad del éxito.

“Solamente los que arriesgan llegar demasiado lejos son los que descubren hasta dónde pueden llegar”.
-T. S. Eliot-

Los seres humanos tendemos hacia el control y el equilibrio en nuestro día a día, pensando que en eso está el bienestar emocional que nos aporta felicidad. De esta manera, olvidamos que el crecimiento psicológico exige también el riesgo: ¿cómo vas a conseguir ese trabajo que tanto deseas si no te arriesgas a intentarlo? Pensar que no lo conseguirás y quedarte quieto te dará el control, pero no la satisfacción.

En este sentido, nos acostumbramos a escuchar aquello de “más vale pájaro en mano que ciento volando” y a creérnoslo del todo, sin entender que, inconscientemente, consejos como ese nos incitan a permanecer estáticos y a no luchar por lo que queremos.

Y es que, el marinero conoce que la bravura del mar puede llevarle a la muerte pero también que enfrentarse a ese estado es la única manera de disfrutar plenamente de su vida y de amar lo que conserve de sus destrozos.


Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/ningun-mar-calma-experto-marinero/


martes, 19 de julio de 2016

EL AMOR NO SE BUSCA, EL AMOR SIMPLEMENTE LLEGA

Como la mayoría de las cosas maravillosas que nos ocurren, el amor llega a nuestras vidas sin buscarlo, sin ansiarlo, llega prácticamente de la nada, sorprendiéndonos con una de las caras más bonitas de la vida.

Si estás solter@ y llegó el momento en el cual te gustaría compartir tu vida con alguien más, tener una pareja, no es necesario ser evidente al salir, mirar los ojos de todos los que se cruzan por tu camino a ver con cual sientes conexión y ver qué puedes hacer para lograr un acercamiento, descargar aplicaciones con algoritmos que te ayuden a conseguir a la pareja ideal o cosas por el estilo.

Solo hace falta manifestar de la forma más saludable nuestro deseo a la vida, al universo… así de simple, así funciona, lo que pasa es que por lo general caemos en un juego mental que nos hace experimentar sensaciones que nos alejan de lo que realmente queremos vivir, solamente por el hecho de desear con nuestro ego y no desear con nuestro corazón.

He aquí una serie de pensamientos que debemos evitar para alinearnos a encontrar a esa persona especial con la cual podamos compartir la vida:

Todo el mundo tiene pareja, menos yo.
He debido quedarme con “Fulanit@”, era preferible eso a estar sol@.
Si fuese más joven, tendría más posibilidades de encontrar a la pareja ideal.
Ya con hijos a quién puedo conocer que sea suficientemente bueno para mí y para ellos.
Quisiera que todos fracasaran en sus relaciones y se ampliara el mundo de los solteros.
El amor hay que salir a buscarlo.
No frecuento sitios donde pueda conocer a una potencial pareja.
Tod@s los hombres/mujeres que valen la pena están ocupad@s.
L@s que no son casad@s, no se interesan por el sexo opuesto.
Si tiene más de 30 y está solter@ tiene su toque mental o algún problema que lo saca del juego tiene.
No soy lo suficiente buen@, adinerad@, alt@, pequeñ@, talentos@, etc, etc, para conseguir una pareja.

Este tipo de pensamientos nos condenan a parejas equivocadas o a una soltería involuntaria que puede durar mucho tiempo. Todo está en nuestra mente, el amor no se escapa de esto, solo piensa la pareja que quieres en tu vida, imagina las cosas maravillosas que pueden hacer juntos, proyecta cómo quieres que te trate, crea en tu mente la realidad que quieres que se manifieste, haz tu maqueta mental… y espera sin desesperar, sin buscar, el amor te sorprenderá…

Cualquier tipo de limitación que coloques en tu mente será total y rotundamente destruida a través de una espectacular historia de amor que cualquiera te podrá contar. Siempre existirá tu vecina de 60 años que se casó luego de enviudar con ese apuesto señor que ahora comparte con ella maravillosos momentos, esa madre soltera que conoció a ese chico que ama a sus hijos como suyos y tienen una familia maravillosa, a esa pareja que lleva 8 años sin separarse luego de haberse conocido en la cola de un supermercado.

Miles de historias, unas más bellas que otras, que demuestran que el amor está en todas partes, que no existe un escenario ideal para encontrarlo, que no hace falta buscarlo, que las cosas muchas veces suceden de forma casi mágica y que en el momento no vemos las relaciones que guardan los hechos… Mira a las parejas con cariño y no con envidia, ámate a ti y eso se proyectará fácilmente a quienes te rodean. Y si realmente lo deseas con el corazón y no con tu ego, el amor vendrá a ti más pronto de lo que piensas.


Fuente: http://viajesycocina.com/amor-no-se-busca-llega