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viernes, 13 de mayo de 2016
jueves, 12 de mayo de 2016
LAS COSAS MÁS GRANDES Y HERMOSAS CRECEN
DESPACIO Y EN SILENCIO
El amor es
la chispa rápida y fugaz que enciende dos corazones. Pero también es lo que
acontece despacio, en cada acuerdo logrado, en cada dificultad ganada y en la
complicidad de las pequeñas cosas que tejen universos enteros.
Las cosas
más significativas requieren tiempo, esfuerzo y compromiso. Lo sabemos, porque
la vida, como la propia naturaleza, tiene sus ciclos y sus ritmos pautados. Sin
embargo, para nuestro cerebro, la percepción del tiempo es asombrosamente
rápida. Es como si la propia existencia “se nos escapara” por las tuberías del
desconcierto.
Camina lento y ve
despacio. No te preocupes por nada más, porque al único lugar al que debes
llegar es hasta ti mismo
Según un
interesante trabajo publicado por el doctor Dharma Singh Khalsa, especialista
en neurología y gerontología, nuestra percepción del tiempo tiende a
“acelerarse” a medida que llegamos a la edad madura. Los años se nos escapan
como el humo que escapa por una ventana abierta y, de algún modo, dejamos de
disfrutar del presente, de fijarnos en esas cosas que crecen en silencio y que
de verdad, podrían enriquecer aún más nuestro corazón.
Cuando el tiempo es un tren a toda
velocidad y sin paradas
En
ocasiones, casi sin saber cómo, las cosas más importantes se nos escapan o
pasan demasiado rápido: esos dos centímetros de más en la altura de nuestros
niños, ese fin de semana a solas con nuestra pareja, la última cena con
nuestros amigos o ese verano que se ha acabado con las primeras lluvias del
otoño en un abrir y cerrar de ojos…
El tiempo es un ladrón
que nos lo roba todo menos una cosa: nuestros recuerdos y ese relámpago
escondido en la memoria que nos permite evocar los grandes instantes.
A menudo,
suele decirse eso de que “la vida es aquello que pasa mientras hacemos otros
planes”, aunque en realidad, podríamos decir más bien que en ocasiones, no
llegamos a valorar o a percibir con la importancia que merece muchas de esas
dimensiones que nos envuelven en cada momento de nuestro ciclo vital.
Siempre
llega un momento en que añoramos esas conversaciones con nuestra madre mientras
la observábamos cocinar o aquellas peleas con nuestra pareja al principio de
nuestra relación o esos dibujos que nuestros hijos nos ofrecían con gran
ilusión cuando volvían del colegio. ¿Dónde queda ahora todo aquello? ¿De verdad
ha pasado tanto tiempo?
Nuestro cerebro tiende a acelerar la
percepción del tiempo
Tal y como
te indicábamos al inicio, a medida que maduramos y nos hacemos mayores nuestra
percepción del tiempo cambia. Si a ello le sumamos un estilo de vida
habitualmente acelerado y la presión de entornos demandantes, todo ello genera
que cada vez “estemos menos presentes” y que la sensación de vacío existencial
y de fugacidad temporal se eleve aún más.
Douwe Draaisma,
catedrático de Historia de la Psicología en la Universidad de Groningen de los
Países Bajos, nos habla de un interesante fenómeno llamado “efecto
reminiscencia”. Según esto, para nuestro cerebro el tiempo es en realidad muy
relativo y solo le da importancia a hechos puntuales muy significativos.
Suele
decirse que es durante las décadas de entre los 20 y los 40 años cuando, por
término medio, se acumulan recuerdos emocionalmente más intensos, y a mayor
intensidad la percepción del tiempo es más lenta. A partir de los 50 o los 60
la sensación subjetiva del tiempo cambia y va más deprisa porque ya no hay
tantos estímulos significativos o tantas experiencias que nos “enclaven” al
presente.
Conseguir que el tiempo vaya más despacio
está al alcance de tu mano
Tal y como
hemos podido ver si el efecto reminiscencia es quien hace que se nos escape el
presente porque nos focalizamos demasiado en los recuerdos emocionalmente
intensos del ayer, merece la pena empezar a “cultivar” nuestro aquí y ahora de
instantes de plenitud y de emociones positivas.
No hace
falta llevar la vida de un veinteañero para disfrutar del presente. Se trata
solo de tener en cuenta estas dimensiones:
Tu mejor
edad es ahora, ni más ni menos. Lo que la juventud no supo ni pudo lo puede alcanzar
sin duda esa madurez sabia y equilibrada capaz de priorizar lo importante: tú
mismo.
A tu
alrededor siguen creciendo cosas maravillosas, cosas que avanzan despacio y en
silencio. El amor de quienes te envuelven, esa íntima complicidad de quien sabe
leer en tu mirada o sacarte una sonrisa cuando no lo esperas. Todo ello
acontece en este mismo momento, solo tienes que detenerte y disfrutarlo.
La rutina es
esa música triste que engaña también a tu cerebro haciéndole creer que el
tiempo discurre deprisa. En cambio, todo lo que se salga de lo normal es un
estímulo, un incentivo cargado de emociones que cambia su percepción del tiempo
para “detenerlo”.
Viaja, haz
algo diferente cada día por pequeño que sea, mira en silencio a las personas
que quieres y captura esa imagen mental para tu corazón y tu cerebro. Haz que
cada instante tenga un olor, una sensación, un sabor… Estimula todos tus
sentidos y abrázate al presente como si no existiera un pasado, como si no
hubiera un mañana.
Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-las-cosas-mas-grandes-y-hermosas-crecen-despacio-y-en-silencio-12675
lunes, 9 de mayo de 2016
EL CORAZÓN DE LAS BUENAS PERSONAS ESTÁ
HECHO DE LÁGRIMAS ESCONDIDAS
En el
corazón de las buenas personas no caben las rendiciones. Luchan por los demás,
nunca dicen que “no” y son el mejor apoyo en toda necesidad. Sin embargo,
cuando lloran, lo hacen a escondidas porque no pueden más, porque están
cansados de ser fuertes y sus almas necesitan esas lágrimas para repararse.
Este tipo de
situaciones de alta carga emocional son muy comunes en las personas
acostumbradas a darlo todo por quienes están a su alrededor. Las llamamos
“buenas personas” y, aunque todos nosotros sepamos muy bien lo que está bien y
lo que está mal, existen determinados perfiles mucho más volcados hacia el
bienestar del otro. De ahí, que sean ellos/as los más proclives a las
sobrecargas, a las decepciones, al sufrimiento emocional.
Lloramos a escondidas
lágrimas que nadie ve, desahogamos tensiones, miedos y tristezas en rincones de
penumbra para no ser descubiertos, para que nadie perciba que estamos hechos
del mismo material que cualquier persona.
Goethe,
poeta, dramaturgo y novelista, gran experto por tanto en emociones humanas,
solía decir que quien no ha terminado nunca una comida encerrándose después en
su habitación para llorar, es que nunca ha probado el auténtico sabor de la
vida. Las personas lloramos por muy diversas razones, pero hay quien,
sencillamente, lo hace porque está cansado/a de aparentar que puede con todo.
Que es invencible.
Por qué “las buenas personas” lloramos a
escondidas
Señalábamos
al inicio que es común categorizar a las “buenas personas” como aquellas
personalidades más orientadas a los demás que hacia sí mismas. Son
comportamientos que encuentran la felicidad haciendo el bien, dándolo todo a
cambio de nada. Es por tanto ese altruismo lleno de dignidad a la vez que de
humildad tan admirable pero a su vez, tan duro para quien lo lleva a cabo.
Un hecho muy
frecuente en este tipo de perfiles es que elijan el desahogo emocional en
soledad antes que compartirlo con alguien. El que esto sea de esta forma (al
menos por término medio) se debe a varios aspectos psicológicos que definió la
Universidad de Ciencias de la Salud de Japón, a raíz de un interesante estudio
que se publicó en la revista médica “Library of Medicine National Institutes of
Health“.
En este
trabajo se analizó la labor de 300 enfermeras a lo largo de un año. Según ellas
mismas explicaron, en ocasiones, deben enfrentarse a situaciones muy duras y
con una alta tensión emocional. Cuando necesitaban desahogarse, las enfermeras
preferían hacerlo en soledad porque era mucho más catártico y obtenían después
un bienestar más reparador. Bastaba con quince minutos de llanto en rigurosa
soledad para después, volver a sus responsabilidades…
La psicología de las lágrimas
Lloramos
para liberarnos, para trasformar la tensión en lágrimas saladas, lloramos para
que el miedo encuentre alivio y para que la tristeza, se trasforme en un llanto
capaz de consolar. La forma en que lo hagamos, ya sea junto a alguien o en
privado como el caso de las enfermeras, no tiene importancia. Lo esencial es
que nos ofrezca un adecuado desahogo de acuerdo a nuestras necesidades
particulares.
Las lágrimas jamás
serán reflejo de tu debilidad, sino de tu capacidad para ser fuerte.
Un aspecto
en el que hay unanimidad, es que por lo general, son las mujeres las que más
suelen ejercer el papel de cuidadoras, son ellas quienes en la grandeza de su
corazón, “lo dan todo a cambio de nada” por los seres que aman, por sus hijos,
sus parejas, su familia… De ahí, que estudios como el llevado a cabo en la
“Organización Holandesa para la Investigación Científica“, hablen de las
lágrimas en la mujer como un tipo de “lenguaje interior” con gran utilidad
emocional.
Las lágrimas: biología, psicología y
catarsis
Podemos
observar y entender las lágrimas desde perspectivas distintas:
Según la
biología existiría en realidad una razón por la cual las mujeres tienen más
facilidad a la hora de llorar. La clave está en la testosterona, que en el caso
del hombre actuaría como inhibidora del llanto, mientras que la hormona
prolactina (mucho más elevada en las mujeres) facilita la liberación de las
lágrimas.
Para muchos
psicólogos las lágrimas nos pueden facilitar una mejor compresión de nuestro
mundo interior y de nuestras necesidades. Esta expresión emocional actúa
primero como desahogo. Para después, permitirnos ver con una adecuada claridad
mental muchas de esas necesidades no atendidas, que requerirían sin duda un
cambio en nuestra conducta.
El poder
catártico de las lágrimas puede alcanzar un mayor beneficio si recurrimos a un
“buen llanto“. Según los expertos, las lágrimas emocionales liberadas durante
este proceso, contienen muchas más proteínas y ejercen a su vez, un poder
curativo en el organismo de la persona. Algo de lo que se benefician muchas
mujeres.
Para
concluir, las buenas personas suelen llorar a escondidas porque de este modo,
obtienen mayor consuelo e intimidad para poder ser ellas mismas sin su
armadura, sin su coraza inexpugnable. No obstante, las armaduras siempre pesan
y, aunque un buen llanto desahogue amarguras y decepciones, nunca está demás el
priorizarse de vez en cuando y poner límites para atender un poco mejor ese
corazón que lejos de ser de hojalata, es de carne, sueños y lágrimas saladas.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/el-corazon-de-las-buenas-personas-esta-hecho-de-lagrimas-escondidas/
domingo, 8 de mayo de 2016
QUIEN DEDICA SU TIEMPO A MEJORARSE A SÍ
MISMO NO TIENE TIEMPO PARA CRITICAR A LOS DEMÁS
No hay nada
más agotador que escuchar a una persona criticar y malmeter contra todo lo que
se mueve. Además, vivir rodeados de este peculiar negativismo nos acaba
haciendo sentir fatal, pues las palabras y las actitudes de un criticón son
como virus que se adentran en nuestra mente y la devastan.
De las
personas habituadas a criticar es mejor alejarse, pues nos intoxican y nos
ahogan de tal manera que hacen que nos desequilibremos. El precio de vivir en tranquilidad
es incalculable, por eso no debemos permitir que nadie vulnere nuestro espacio
físico y psicológico.
Uno de los mejores
indicios de la pobreza emocional y vital de una persona es que dedique su
tiempo y esfuerzo a criticar a los demás.
La gente feliz no habla mal de los demás
¿Cuánto
tiempo inviertes al día en escuchar criticar a los demás? ¿Mucho? ¿Poco? Pues
es hora de dar un paso a un lado y apartarte de ciertas situaciones o personas.
Están haciendo peligrar tu bienestar y tu equilibrio emocional.
Por eso, dedica tu
tiempo a mejorarte a ti y a tu entorno. Esto te servirá para dos cosas:
mantener una actitud saludable ante la vida y predicar con el ejemplo.
Es decir, si
en vez de señalar a los demás nos preocupáramos por corregir los errores que
nos pertenecen, alcanzaríamos el mayor nivel de bienestar emocional existente.
Por eso, debemos superarnos en el orden personal, así ganaremos en sinceridad y
en respeto tanto como en humildad, generosidad y honradez.
Lo que otras
personas piensen de ti es su realidad, no la tuya
Hay personas
que dan su opinión sobre nosotros, sobre nuestra vida, sobre nuestras
decisiones o sobre cualquier cuestión de su entorno. Lo hacen aunque nadie se
la haya pedido. Suelen ser opiniones malintencionadas o carentes de todo
criterio cuyo único objetivo es hacer daño, menospreciar y disfrutar del pesar
ajeno.
Generalmente,
las personas que critican tienen baja autoestima y no se aceptan a sí mismas,
por lo que difícilmente pueden aceptar a los demás. Estas personas ponen
etiquetas que reflejan la realidad de cómo se sienten ellas mismas, proyectando
así sus dificultades emocionales.
Las personas más
infelices en este mundo son las personas que se preocupan demasiado por lo que
piensen los demás.
El daño
emocional de las críticas
Empieza a
curar tu herida emocional teniendo claro que cada uno de nosotros es único y
excepcional. Para vivir no necesitas la opinión de nadie. De hecho, eres una
persona adulta que, en sus plenas facultades, puede tomar decisiones por sí
misma.
Haz que sean
tus emociones y tus sentimientos las que valgan, piérdele el miedo a sentir y
piensa por ti mismo. Escuchar críticas y chismes de manera constante satura a
cualquiera, pero no eres tú quien está haciéndolo.
“No le pongas atención
a las cosas que hacen o dejan de hacer los demás, presta atención a lo que tú
haces o dejas de hacer.”
-Buda-
No te
olvides de que las críticas sin fundamento llevan consigo una gran pobreza
emocional en el mundo interno de quien las realiza. Si la persona no se deja
enriquecer, si vive aislada en sus resentimientos y no permite ningún tipo de
ayuda, te conviene ser emocionalmente egoísta. Aléjate, mantente feliz y
protege tu vida interior.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/quien-dedica-su-tiempo-a-mejorarse-a-si-mismo-no-tiene-tiempo-para-criticar-a-los-demas/
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