domingo, 20 de marzo de 2016

LA VIDA ES UN RÍO QUE SIEMPRE ESTÁ EN MOVIMIENTO

La vida es un río que fluye, un río que siempre está en movimiento, en acción, en continuo cambio y progreso. Por este motivo nunca debería parar, aunque es algo que sí ocurre. ¿Por qué? ¿Por qué de repente ese río deja de fluir?

Debemos destacar que solo nosotros podemos tomar el mando de nuestra vida. Es nuestra y, por lo tanto, tenemos el poder de que esta se encuentre en movimiento o, por el contrario, de que todo se paralice. Sin darnos cuenta, pero habiéndolo decidido así, ese río se convierte en agua estancada.

“Lo realmente importante es luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla, perder con dignidad y atreverse de nuevo. La vida es maravillosa si no se le tiene miedo.”
-Charles Chaplin-

Atrapados en el agua estancada

A veces no lo podemos evitar. Por situaciones que nos afectan, por experiencias que vivimos, nuestra vida deja de fluir y nos encontramos paralizados, sin expectativas de futuro. Esta situación es muy incómoda, aunque hay personas que se acostumbran a ella. Seguro que conoces a alguien que prefiere quedarse sentado en una piedra, aunque esté incómodo, antes que hacer el esfuerzo de levantarse.

Bajo esta incomodidad maquillada, lo cierto es que raramente obtenemos algo positivo de quedarnos quietos, esposando de esta manera a la sensación de que avanzamos en el desarrollo de nuestro potencial. Sin progreso no podremos lograr aquello que nos refuerce y nos haga sentir mejor.

Pero, ¿por qué nos estacamos? Quizás porque la lucha continua a veces produce un cansancio mayor del que somos capaces de levantar, quizás porque nos sentimos superados por las equivocaciones y los errores.

Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien.”
-Nelson Mandela-

Nunca es una buena opción quedarse en este agua estancada durante mucho tiempo, tarde o temprano deberás salir, pues la vida es un río que siempre está en movimiento. Además, ten siempre en cuenta que eres tú quien elige si tu vida fluye o no. En ti reside toda la responsabilidad.

Exprimir la vida al máximo

Reconocemos el valor de vivir cada minuto como si fuera el último, pero al mismo tiempo nos resistimos a cuestionar la certeza profunda de que nos queda suficiente tiempo por delante. Si miramos nuestra agenda, probablemente descubriremos que la rutina, las obligaciones y todos los problemas que nos abordan, nos acaban sometiendo. De esta manera, dejamos de darle la importancia que debiera a nuestra vida.

Muchas veces, exprimir la vida al máximo es sencillo, el problema es que no sabemos cómo hacerlo. Mira a tu alrededor y sopesa con el corazón el valor que tiene todo aquello que ves, con calma, con la misma con la que te detendrías a ver el paisaje si te despertaras en una habitación con vistas al mar, al bosque o a la montaña.

“La vida es un río, un cauce que se encuentra siempre en movimiento, en acción, y que nadie excepto tú puede detener.”
-Anónimo-

Estás vivo y tienes sueños que conquistar

Sumergirnos en la rutina y en las responsabilidades, a veces provoca que nos acostumbremos a tener la conciencia dormida y puesto el piloto automático. Con la anestesia de nuestra conciencia duermen también nuestras emociones e ilusiones, estando lejos de jugar el rol de suministradores de energía.

A veces es necesario hacer un parón en nuestra vida, un momento para dar respuesta a las preguntas que de alguna manera tememos, porque sentimos que nos quedan como los zapatos de nuestros padres cuando eramos pequeños. El problema es que si no le damos una respuesta, será la fortuna y los demás quienes las contesten por nosotros.

No utilices los parones para estancarte. Si detienes el barco, no es para dejarlo de nuevo  en manos de las fuerzas de la marea, es para hacerte con un timón que sentía perdido y bloqueado. No olvides que el movimiento es una fuente de placer.

“Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir siempre.”
-Mahatma Gandhi-

Ten en cuenta que no estás aquí para desperdiciar tu existencia, ya que solo tenemos una. Si te encuentras atrapado, busca la manera de soltarte y continuar experimentando. A veces, nos enjaulamos porque tenemos miedo o porque hemos pasado por malas experiencias.

¿Sabes cómo se identifican las personas que se encuentran enjauladas de las que no? Estas no son felices. Es imposible encontrar la verdadera felicidad si no sales, si no vives tu vida. Sal de tu jaula. Vive, experimenta, sufre y nunca, nunca, renuncies a tus sueños. La vida es un río que debes mantener siempre en movimiento.




sábado, 19 de marzo de 2016

5 MARAVILLOSOS MICRORRELATOS BUDISTAS QUE TE HARÁN MÁS SABIO

Budismo proviene de la palabra “budhi”, que significa despertar. Por esa razón, la filosofía budista se considera la filosofía del “proceso de despertar”. Un proceso por el que no solamente abrimos los ojos, sino también el resto de sentidos y nuestro intelecto, de una forma plena a través de diferentes maneras como los microrrelatos budistas.

Con estos cinco microrrelatos budistas, te animamos a dejar atrás la apatía, desarrollar una mayor comprensión y convertirte en una persona más sabia. Esperamos que los disfrutéis y exprimáis la sabiduría que conllevan.

El budismo enseña que, aparte de cultivar el amor y la bondad, deberíamos tratar de desarrollar nuestra capacidad intelectual para alcanzar un claro entendimiento.

La taza de té

“El profesor llegó a la casa del maestro zen y se presentó haciendo alarde de todos los títulos que había conseguido en sus largos años de estudio. Después, el profesor comentó el motivo de su visita, que no era otro que conocer los secretos de la sabiduría zen.

En lugar de darle explicaciones, el maestro le invitó a sentarse y le sirvió una taza de té. Cuando la taza rebosó, el sabio, aparentemente distraído, siguió vertiendo la infusión de manera que el líquido se derramaba por la mesa.

El profesor no pudo evitar llamarle la atención: “la taza está llena, ya no cabe más té”, le advirtió. El maestro dejó la tetera a un lado para afirmar: “Usted es como esta taza, llegó colmado de opiniones y prejuicios. A menos que su taza esté vacía, no podrá aprender nada”.”

El primero de estos cinco microrrelatos budistas nos enseña que con una mente llena de prejuicios es imposible aprender y tomar en consideración nuevas creencias. Es necesario “vaciarnos” de viejos preceptos y estar abiertos a nuevas enseñanzas.

El regalo

“Buda estaba trasmitiendo sus enseñanzas a un grupo de discípulos cuando un hombre se le acercó e insultó, con intención de agredirlo. Ante la expectación de los allí presentes, Buda reaccionó con absoluta tranquilidad, quedándose quieto y en silencio.

Cuando el hombre se fue, uno de los discípulos -indignado por tal comportamiento-, preguntó a Buda por qué había dejado que aquel extraño lo maltratara de ese modo.

Buda respondió con serenidad: “si yo te regalo un caballo pero no lo aceptas, ¿de quién es el caballo?”. El alumno, tras dudar un instante, respondió: “Si no lo aceptase, seguiría siendo tuyo”.

Buda asintió y le explicó que, aunque algunas personas decidieran gastar su tiempo regalándonos insultos, nosotros podíamos elegir si queríamos aceptarlos o no, como haríamos con cualquier otro regalo.”Si lo coges, lo aceptas, y si no, el que te insulta se queda con el insulto en sus manos”.”

No podemos culpar al que injuria porque es decisión nuestra aceptar sus palabras en lugar de dejarlas en los mismos labios de los que salieron.

Los monjes budistas y la mujer hermosa

“Dos monjes budistas, uno viejo y otro joven, paseaban fuera del monasterio, cerca de una corriente de agua que había inundado los alrededores. Una hermosa mujer se acercó a los monjes y les pidió ayuda para atravesar el aguazal.

El monje joven estaba horrorizado ante la idea de llevarla en sus brazos, pero el viejo con total naturalidad la tomó y llevó al otro lado. Después, los monjes continuaron caminando.

El joven no podía dejar de pensar en el incidente y finalmente exclamó: “¡Maestro!, usted sabe que hemos jurado abstinencia. No nos permiten tocar a una mujer así.” ¿Cómo pudo usted tomar a la hermosa mujer en brazos, dejarle poner las manos alrededor de su cuello, los pechos junto su pecho, y llevarla a través del aguazal así?”. El anciano le respondió: “¡Hijo mío, usted todavía la lleva encima!”.”

El tercero de estos microrrelatos budistas nos ayuda a entender que a veces cargamos con el pasado, con emociones de culpa o resentimiento, y lo hacemos más pesado de lo que en realidad fue. Aceptando que el incidente no forma parte de nuestro presente, podemos quitarnos un gran peso emocional de encima.

Inteligencia

“Una tarde la gente vio a una anciana buscando algo en la calle fuera de su choza. ¿Qué pasa, qué buscas?, le preguntaron. Perdí mi aguja – dijo ella. Todos los presentes comenzaron a buscar la aguja con la anciana.

Al paso del tiempo alguien comentó: La calle es larga y una aguja algo muy pequeño, ¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó? Dentro de mi casa – indicó la anciana.

¿Te has vuelto loca? Si la aguja se te ha caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí fuera? – le dijeron. Porque aquí hay luz, pero dentro de la casa no, resolvió ella.”

El cuarto de los microrrelatos budistas nos recuerda que muchas veces, por comodidad, buscamos en el exterior lo que reside en nuestro interior. ¿Por qué buscamos la felicidad fuera de nosotros? ¿Acaso la hemos perdido allí?

No somos los mismos

“Nadie como Buda desarrolló la benevolencia y la compasión en su época. Entre sus primos, se encontraba el malvado Devadatta, que siempre se encontraba celoso del maestro y empeñado en dejarlo en mal lugar, incluso dispuesto a asesinarlo.

Un día que Buda estaba paseando tranquilamente, su primo Devadatta le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina. La roca cayó al lado del Buda y Devadatta no consiguió terminar con su vida. Buda, aun dándose cuenta de lo sucedido, permaneció impasible, sin ni siquiera perder la sonrisa.

Días después, Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Devadatta preguntó: “¿No estás enfadado?”. “No, claro que no”, aseguró Buda.

Sin salir de su asombro, Devadatta inquirió: “¿Por qué?” Y Buda aseguró: “Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando fue arrojada”.

“Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable.”
– Krishnamurti –




viernes, 18 de marzo de 2016

LA ENSEÑANZA DE UN SABIO

Era un sabio vedantín, es decir, que creía en la unidad que se manifiesta como diversidad. Estaba hablando a sus discípulos sobre el Ser Supremo y el ser individual, explicándoles que son lo mismo. Declaró:

–Del mismo modo que el Ser Supremo existe dentro de sí mismo, también existe dentro de cada uno de nosotros.

Uno de los discípulos replicó:

–Pero, maestro, ¿cómo nosotros podemos ser como el Ser Supremo, cuando Él es tan inmenso y poderoso? Infinitos universos moran dentro de Él. Nosotros somos partículas a su lado.

El sabio le pidió al discípulo que se aproximase al Ganges y cogiese agua. Así lo hizo el discípulo.

Cogió un tazón de agua y se lo presentó al sabio; pero éste protestó:

–Te he pedido agua del Ganges. Ésta no puede ser agua de ese río.

–Claro que lo es -dijo el discípulo consternado.

–Pero en el Ganges hay peces y tortugas, las vacas acuden a beber a sus orillas, y la gente se baña en él. Esta agua no puede ser del Ganges.

–Claro que lo es -insistió el discípulo-, pero en tan poca cantidad que no puede contener ni peces, ni tortugas, ni vacas, ni devotos.

-Tienes razón -afirmó el sabio-. Ahora devuelve el agua al río.

Así lo hizo el discípulo y regresó después junto al sabio, que le explicó:

–¿Acaso no existen ahora todas esas cosas en el agua? El ser individual es como el agua en el tazón. Es una con el Ser Supremo, pero existe en forma limitada y por eso parece diferente. Al devolver el agua del tazón al río, volvió a contar con peces, tortugas, vacas y devotos. Si meditas adecuadamente, comprenderás que tú eres el Ser Supremo y que estás en todo, como Él.

El Maestro dice: Hasta en una brizna de hierba habita el Alma Universal.




miércoles, 16 de marzo de 2016

SOLO CON VERTE, MI DÍA SE ALEGRA

Hay personas que cautivan y que embelesan nuestra alma. Sus rostros poseen ese magnetismo emocional que, como la superficie de un lago transparente, son capaces de reflejar la nobleza de un buen corazón y la empatía inscrita en sus miradas. Personas que hacen que pienses: “Solo con verte, mi día se alegra“.

Tal y como nos señala el catedrático de psiquiatría Enrique Rojas, la personalidad siempre se asoma en nuestros rostros, porque “en la cara reside la esencia de la persona”. Además, nuestro cerebro, nutrido en los cimientos de las sociabilidad y las emociones, intuye y queda influido por esas facciones severas o esa sonrisa amable que envuelve y tranquiliza.

Hay miradas apagadas donde se lee el resentimiento y la amargura, hay rostros que ofrecen desconfianza, pero tu cara, tu presencia, alegra mis días con la sencillez de tus expresiones ajenas al artificio, y colmadas siempre de reciprocidad.

La comunicación más pura, la más sincera y significativa no se transmite con palabras, sino con gestos. Cada movimiento facial se gesta desde lo más hondo de nuestro ser, desde ese mundo emocional capaz de conectar con quienes nos rodean mientras nosotros, en ocasiones, ni siquiera somos conscientes de ello. Te invitamos a reflexionar sobre este tema.

La emoción la transmiten los gestos, no los rostros

Si bien es cierto que estamos acostumbrados a escuchar que “el rostro es el espejo del alma“, es necesario matizar algunos aspectos más que te resultarán no solo interesantes, sino también útiles. Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las expresiones faciales de las emociones, nos explica en uno de sus estudios que las caras pueden mentir, porque la verdadera emoción se transmite en los gestos.

Según Ekman, las personas somos capaces de expresar hasta 18 tipos diferentes de sonrisas. La más genuina es la llamada “sonrisa Duchenne” (se contraen los músculos de la boca, se eleva mucho la comisura de los labios, hay una contracción en las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos).

Las sonrisas actúan como “engrasantes” sociales. Sin embargo, no todas nos parecen sinceras ni todos los rostros, por muy atractivos que sean, nos ofrecen confianza. Seguro que tú mismo lo habrás experimentado alguna vez: hay pequeños microgestos que, casi de forma instintiva, nos producen incomodidad y desconfianza.

Otro aspecto curioso a tener en cuenta, es que las personas tenemos también nuestro propia “experiencia gestual” almacenada. Expresiones de nuestros padres, amigos o exparejas quedan guardadas en nuestro cerebro junto a un componente emocional de agrado o desagrado.


Todo ello determinará, casi de forma instintiva, el modo en que algunas personas y sus rostros nos produzcan un tipo de sensación u otra. Nuestra cara es todo un libro de complejos gestos, que otros interpretarán también de acuerdo a sus propias experiencias.

Lo que alegra mi corazón: el secreto de las relaciones positivas

Tu hijo, con su sonrisa sonora y desdentada, alegra tu corazón casi al instante. Tus amigos te ofrecen bienestar, complicidad y lealtad: solo con cruzarte de modo casual con ellos tu cara se ilumina. Hay rostros que nos producen emociones positivas porque el vínculo con ellos nos es enriquecedor y positivo.

Una respuesta honesta es señal de amistad verdadera, una mirada sincera es la llave que conecta por siempre en nuestro corazón.

A pesar de que los rostros están diseñados evolutivamente para transmitir emociones positivas, con el fin de socializar y conectar, dentro de nuestro círculo personal más cercano solo unas pocas personas consiguen establecer una conexión especial con nosotros.

Pilares que edifican las auténticas relaciones positivas

Toma nota ahora de la forma en que se construyen esos vínculos con dichas relaciones que nos son más significativas:

La apertura emocional es el primer paso con el que establecer una adecuada “conexión” con la persona que queremos. Dentro de esta dimensión estaría la capacidad de establecer una confianza sólida, ofrecer reconocimiento y una correcta expresión de las emociones para poder afianzar lazos y construir.

La empatía es el arte de la comprensión y la cercanía, facilita la comunicación, el consuelo y la resolución de problemas. Es una dimensión esencial que no se transmite solo mediante palabras. La mirada que sabe entender e intuir es un modo maravilloso de abrazar a la otra persona para transmitirle un “te entiendo, estoy aquí, contigo”.

Un apego basado en la confianza mutua y el respeto es el mejor modo de construir relaciones positivas. Son vínculos donde no existe la necesidad de controlar, de robar espacios propios o de demandar una atención continua y obsesiva.

Para concluir, y a modo de curiosidad, te diremos que el escritor Joe Navarro, asesor psicológico del FBI, nos explica que cuando amas o aprecias a una persona siempre buscas su mirada. Es ese espejo en el que te reflejas porque te sientes igual de valorado y querido, te alegra. Los ojos son la parte de nuestro cuerpo sobre la que no tenemos control: son el reflejo de la sinceridad.




martes, 15 de marzo de 2016

“AL DIABLO CON TUS MIGAJAS DE AMOR”

Porque  para dar amor, hay que darlo completo, un amor a medias es un amor mediocre y quien se conforme, tendrá que asumir las consecuencias de  vivir infeliz por el resto de su vida, o hasta que el poco amor se gaste  y se evapore.

Por supuesto que el cometido de la vida es ser feliz, pero tantas veces pasa que por miedo a quedarnos solos, nos estancamos en una relación insana, nos conformamos con migajas, con rodajas de un amor cítrico, un amor ácido, un amor tóxico.

Seguro que habrá momentos de insoportable soledad, fechas de rosas y corazones,  de globos, de canciones. Odiaremos por estar solos, los catorce de febrero y el cumpleaños feliz, por no tener con quien compartir besos en las madrugadas.

Dejemos la melancolía, la tristeza, la apatía, dejemos de ser víctimas, es muy cierto que uno atrae lo que proyecta y no queremos un amor víctima, queremos un amor mágico, merecemos un amor cálido, explosivo, fantástico…

El problema está en enfocar tu alegría en la compañía de alguien más, aprende a ser feliz tan solo para ti, los momentos de soledad… un buen libro, un baño tibio, un café en el balcón, un cielo con estrellas, un otoño de hojas secas, una primavera con sol.

Cuando ames o se presente el amor, busca un amor completo, uno que sea sincero, no permitas menos de eso.

Es verdad que para ganar  primero hay que perder, pero debemos comprender que hay cosas que de lejos se ven, un amor incompleto que ni siquiera podría llamarse amor, o un amor confuso que no sabe querer,  que no puede querer.

Has caído algunas veces, y caerás algunas más, proponte que no sean tantas, y levántate con dignidad, siempre con la frente en alto sin nada que avergonzar, siempre un poquito más fuerte y más inteligente.

Levántate consiente de lo que mereces, a alguien que sume y no reste felicidad a tu vida, y si acaso actúa con apatía, recuerda muy bien lo que dirás:

“Al diablo con tus  migajas de amor”