sábado, 27 de febrero de 2016

LAS EMOCIONES SON ENERGÍA: NOS CREAN Y NOS TRANSFORMAN

Las emociones son la partitura que orquesta nuestro día a día. En ocasiones, la música es alegre, vivaz e intensa, pero al cabo de un rato nos envuelve con su melodía, triste y llena de desencanto. Son sus notas quienes nos nutren, quienes nos ofrecen la energía necesaria para transformar nuestra realidad…

Hay un viejo proverbio árabe que nos dice: “quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una explicación”. Una frase llena de una gran sabiduría, porque de ella se desprende la naturaleza de las emociones como lenguaje universal.

Tus emociones pueden ser tu gran fortaleza o el cristal que empañe de tinieblas tu existencia. Si aprendes a conocerlas y a gestionarlas, serás un gran artífice de tu realidad: de tu felicidad.

Quizás el tema de la inteligencia emocional te interese y ya hayas leído mucho sobre él. No obstante, hoy queremos invitarte a que veas las emociones de otro modo: como un arma de poder, como una energía que puedes conocer y controlar para redefinir muchos aspectos de ti mismo y de la propia realidad.

Las emociones crean nuestra realidad

Según un trabajo publicado por la psicóloga social Barbara Fredrickson en “Review of General Psychology” (2008), las emociones positivas, además de darnos una satisfacción puntual, actúan como mecanismos de aprendizaje. Es decir, hablaríamos de la siguiente relación: a mayor emocionalidad satisfactoria acumulada, mejores recursos personales para afrontar las épocas de crisis.

Como seres humanos que somos, todos deseamos ser felices. Para ello, es necesario recordar que en ocasiones, basta con tener paz interna, con estar libre de rencores del pasado, odios o frustraciones. Una mente libre es un corazón que puede permitirse sonreír…

Si las emociones son capaces de transformar nuestra realidad no es por simple arte de magia. Algo que debemos tener en cuenta es que la emoción no es solo un estado interno, es una combinación de varios elementos poderosos:

Las cogniciones, es decir, el modo en que procesamos todo lo que nos envuelve, lo que que vemos, sentimos y experimentamos. Todo adquiere un significado interno para nosotros.

Nuestros sentimientos y el modo en que reaccionamos. Para comprenderlo, te pondremos un sencillo ejemplo: estás enamorado de alguien y no te atreves a decírselo. Al final es tarde y esa persona desaparece de tu vida, perdiendo la oportunidad, al menos, de haberlo intentado.

La emoción que sentirás es tristeza porque no supiste reaccionar a tiempo cuando ese sentimiento era positivo e intenso. No se dio la acción adecuada y tu realidad ahora queda difuminada por un condicional que ya no podrás resolver: “y si hubiera…”.

Nuestro cerebro, un baile químico asombroso

Nuestro cerebro es una red compleja que procesa grandes cantidades de información a cada segundo. Procesamos estímulos sensoriales, almacenamos experiencias, sueños, escenarios vistos… La mayoría de estos elementos, lo creas o no, se almacenan en nuestro cerebro asociados a una emoción determinada.

Mi mirada busca siempre las cosas hermosas que me rodean, y si no las veo las facilito. Porque no cuesta nada sonreír, porque no me supone ningún esfuerzo permitirme confiar e ilusionarme por las cosas, pensar que merezco ser feliz y que un mal momento, no tiene porqué estropearme el día.

En muchas ocasiones se ve también a nuestro cerebro como un pequeño caos bioquímico donde quedamos determinados por la influencia de los neurotransmisores. Ellos, en realidad, son los auténticos facilitadores de nuestras emociones.

Principales neurotransmisores relacionados con las emociones

Los principales neurotransmisores que actúan como facilitadores de nuestras emociones son:

La dopamina se relaciona con experiencias de placer y recompensa en nuestro proceso de aprendizaje. Es decir, cuando hacemos algo bueno, somos gratificados con segregación de dopamina y obtenemos una sensación placentera.

La serotonina, por su parte, es un neurotransmisor asociado con la memoria y el aprendizaje. Ahora bien, es importante saber que un desequilibrio en los niveles de serotonina puede elevar la ira, la ansiedad, la depresión y la sensación de pánico.

La norepinefrina, en un nivel adecuado, mantiene bajo control el estrés y la ansiedad.

Energía emocional para transformar tu vida

La doctora Fredrickson, citada con anterioridad y experta en el campo de la psicología emocional, nos explica que existe una curiosa paradoja al respecto de las emociones positivas: su intensidad es mucho más breve que las emociones negativas. Por decirlo de algún modo más sencillo: la sensación de felicidad intensa son más breves que los estados de tristeza.

Lo más recomendable sabiendo esto, será “acumular” muchas experiencias positivas que puedan contrarrestar de forma más eficaz esos estados de negatividad. Te lo explicamos con mayor detalle.

La teoría de la ampliación y construcción de las emociones positivas

Tal y como dijimos en la introducción, si el ser humano es capaz de acumular numerosas emociones positivas, adquirirá unas herramientas básicas más competentes para afrontar los momentos difíciles.

Los expertos lo llaman la “teoría de ampliación y construcción”  y se basa en la necesidad de ampliar nuestras experiencias positivas para adquirir nuevas habilidades.

Mientras las emociones negativas tienen como respuesta habitual la evitación, la negación o la inmovilidad, las emociones positivas “nos edifican” y favorecen la relación entre el “pensamiento y la acción”.

Así pues, y siguiendo el principio de esta teoría deberíamos orientar nuestros días en busca de emociones positivas. Aspectos tan sencillos como permitirnos aprender cosas nuevas, relacionarnos, pasear, tocar, sentir, bailar, caminar o leer… Son pequeños “ladrillos de positividad” que van edificando un cambio continuo. Atrévete a probarlo.

Las emociones, a veces, son como estrellas a la deriva que oscilan sin control. Solo cuando las conocemos y nos conocemos a nosotros mismos, se alzarán como astros luminosos capaces de guiar nuestro camino.




viernes, 26 de febrero de 2016

SÉ LA LUZ QUE QUIERES PARA TU VIDA

Muchos nos la pasamos deseando que las cosas sucedan, quiero ser más feliz, quiero tener un auto nuevo, quiero dejar de ser pesimista y tener una visión de mi misma a futuro en la que me vea logrando todos mis objetivos propuestos, me repito tantas veces que quiero cambiar, que quiero ser mejor persona, hija, amiga… ¿pero realmente estoy haciendo algo para hacer realidad ese cambio que tanto quiero?

Hay situaciones en las que me dejo influenciar,  me dejo llevar por la opinión de los demás, que me detiene de tomar decisiones o dejo de hacer cosas que realmente quería, por eso te digo no trates de ser igual a los demás, eres único y especial aprovecha esta oportunidad al máximo. Trabaja en tu fuerza de voluntad, porque no estás solo, no eres débil y no estás derrotado si bien no es fácil tampoco es imposible, la luz para la oscuridad que un día viviste o sigues viviendo está en ti, en tu fuerza emocional, en tu enorme bondad y en tus ganas de salir adelante demostrándote primeramente a ti mismo que puedes hacer y lograr cualquier cosa que imagines.

No desistas, sigue adelante

Nadie es perfecto, así que no intentes serlo, cada persona es imperfecta, dedícate a ti, no te vayas por la vida mortificándote por lo que los demás piensen acerca de lo que haces o no, de cómo eres, siempre habrán opiniones, siempre habrán juicios de parte de todas las personas que nos harán decaer o levantarnos, pero lo importante es continuar el camino. En vez de deprimirte por los comentarios sé tú mayor crítico, no gastes energía en impresionar a otros, si sabes que fallaste busca ser mejor al punto que te complazca y te sientas bien con respecto a ello, recuerda que el único fracaso es dejar de intentarlo.

Comparte, la alegría, la felicidad, el amor… Mejor que recibir es dar, te sentirás completo y verás todo lo que tienes en la vida, dar y enseñar son dos cosas que te van a llenar como persona y es ahí donde te sentirás de verdad agradecido por todo lo que tienes, mucha veces nos olvidamos de agradecer nos acostumbramos a solo verle lo material a las cosas, y se nos olvida apreciar el verdadero valor de ellas que va más allá de calculable y tangible, no te preocupes nos ha ocurrido a muchos más de una vez, lo importante es darse cuenta y comenzar a valorarlas, no solo las cosas sino a las personas que cada día caminan a tu lado.

Las cosas no cambian, cambiamos nosotros.- Henry David Thoureau

Jamás dejes de creer en ti

Nunca es tarde para hacer un cambio, no dejes que nadie te convenza de lo contrario, aleja las voces negativas que hacen vida en tu mente, ellas no te van a ganar y te tienes que  asegurar de ello. Celebra  tus logros, te esforzaste muchísimo para alcanzarlos ¿Por qué no celebrarlos?, te mereces todo lo bueno, te mereces todo lo mejor, te mereces una vida llena de bendiciones ¡empieza a creértelo!

La felicidad está en encontrar lo extraordinario, en lo ordinario, empápate de la belleza de un atardecer, del sabor de un café, disfruta de la buena compañía y agradécela, obsesiónate con un libro y luego con otro más, aprende un nuevo idioma y viaja a ese país que tanto querías conocer, observa a tus hijos crecer, enamórate, ríe y baila. Pero lo más importante no dejes que nadie nunca apague la luz que hay en ti.

Cambia de opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces.- Víctor Hugo




miércoles, 24 de febrero de 2016

EN LA IRA Y EL ENFADO SE ESCONDEN NUESTROS MIEDOS

Existen emociones desagradables, como la ira y el enfado, que esconden mensajes reveladores. Estas emociones nos están transmitiendo algo muy profundo sobre nosotros: miedos que somos incapaces de reconocer y aceptar.

¿Por qué no queremos reconocer nuestros miedos? Las trampas de nuestros pensamientos nos empujan a caer, una y otra vez, en el enfado, la rabia y el malestar. Acabamos así por encontrarnos a merced de nuestros razonamientos, al quedarnos con un análisis consciente y superficial de nuestros miedos.

Vivimos bajo una presión social, donde los miedos están considerados como una vulnerabilidad, algo que nos hace débiles. Tenemos esa creencia que nos hace enterrar nuestros miedos a nuestro subconsciente. Es así como se revela bajo la apariencia de ira ante situaciones que escapan de nuestro control, que forman parte de nuestros temores más profundos.

Es más fácil sentir la ira que reconocer el miedo

Estamos más habituados a ver personas enfadarse y caer en la ira, que a ver personas capaces de reconocer sus miedos. Nos obstinamos en la ira, manifestándola ya sea hacia nosotros mismos (produciendo respuestas psicosomáticas), o exteriorizándola. En el segundo caso, la proyectamos hacia los demás basándonos en la creencia de que ha sido otra persona o una situación lo que nos ha hecho sentir ese gran enfado convertido en ira.

Gestionar la ira tampoco nos resulta sencillo, aunque sí estamos más familiarizados con ella que con el miedo. Se encuentra a un nivel más superficial y es por eso que en ella se ocultan otros asuntos, aquellos que no hemos atendido o que no estamos preparados para afrontar.

Seguro que te has encontrado con personas que están siempre enfadadas, parece que forma parte de su carácter, sin embargo, tras esa actitud existen muchos motivos que la están manteniendo. La ira solo sería la punta del iceberg, lo que podemos ver.

Nuestros temores no afrontados se convierten en ira, y podemos permanecer en este estado durante mucho tiempo, si no estamos dispuestos a profundizar en su raíz.

Cuando reprimimos nuestro enfado

Cuando el enfado se presenta en nuestras vidas y no entendemos sus causas, comenzamos a darle vueltas sobre lo ocurrido, intelectualizamos la emoción y acabamos por no permitirnos sentir la rabia y el dolor.

No entendemos ciertos enfados, los consideramos desproporcionados, injustificados y sin sentido, en muchas ocasiones. Nos atrevemos a juzgar lo que sentimos con la pretensión de no sentirlo. Les restamos valor y los vamos guardando en nuestro sótano interno. Lo cierto es que aparecen por una razón aún más profunda y estamos anulando toda posibilidad de comprender y atender dicha razón.

Nuestra tendencia habitual es la de separar la mente de las emociones, dejando que sea la mente quien se encargue de apaciguar lo que sentimos, olvidándonos así de nuestro cuerpo y nuestros sentimientos.

“A veces somos demasiado testarudos para admitir que tenemos necesidades porque en nuestra sociedad la necesidad se equipara con debilidad. Cuando volvemos hacia dentro nuestra ira, ésta suele expresarse como sentimientos de depresión y de culpa.”
-Elisabeth Kübler-Ross-

Nos liberamos de la ira comprendiendo nuestros miedos

Tenemos un repertorio de miedos bastante grande, que han sido alimentados desde nuestra infancia, reforzados por la sociedad y ampliados por nuestra falta de auto-conocimiento. No cabe duda de que los responsables y los encargados de atender estos miedos somos nosotros mismos.

Cuando somos capaces de responsabilizarnos de nuestros miedos, somos a su vez capaces de no juzgarnos ante lo que sentimos y experimentamos. Es en este punto es cuando ya no tenemos la necesidad de culpar, manipular y mentir. Al darnos cuenta de que nos somos los responsables de lo que sientan los demás, ya que solamente lo somos de lo que sentimos nosotros.

En ciertos enfados subyace un temor específico, del que se podría dar cuenta fácilmente cualquier persona externa a nosotros, solo con que intente ver un poco más allá del enfado.

Estos son algunos ejemplos que sirven especialmente para cuando los enfados son recurrentes: un enfado porque alguien no haya llegado puede estar indicando un temor al abandono. Un enfado por algo que nos hayan dicho y no nos haya gustado, puede indicar miedo a la falta de reconocimiento o a que ya no nos amen.

Los miedos están arraigados a enfados que son recurrentes. Aparece la ira abarcando cada vez más situaciones, y nos encontramos con rabia creyendo que son los demás quienes la generan. Esto impide que exploremos nuestros miedos y nos hagamos cargo de ellos, privándonos así de la oportunidad de comprenderlos y sanarlos.




martes, 23 de febrero de 2016

¿DEBERÍA O NO DEBERÍA? ESA ES LA CUESTIÓN

Las dudas nos sobrecogen constantemente. Estamos llenos de debería y no debería que nos someten en una encrucijada de la que no sabemos salir. Un problema que afecta a muchas personas. Un sentimiento de culpa y de duda del que difícilmente se puede escapar.

Las dudas, los debería o no debería, toman forma cuando tenemos muy poca confianza en nosotros mismos. Tanto es así, que necesitamos de la aprobación de los demás para poder elegir, para poder seguir adelante.

Cuando los debería o no debería aparecen en nuestra vida, nos sentimos bloqueados y necesitamos de la aprobación de los demás para poder continuar con nuestro camino


La falta de confianza en nosotros mismos

Son muchas las personas que sufren de una falta de confianza en ellas mismas que les impide estar seguras de sus decisiones, llevar a cabo todo aquello que tienen en mente pero que, por miedo, se terminan auto-saboteando. Esto no es culpa de nadie, es responsabilidad de ellas mismas.

Las presiones a las que nos vemos sometidos, las críticas, las burlas, originan esta falta de confianza que nos hace dudar entre ¿debería o no debería hacer esto o aquello? La respuesta solo la tienes tú, pero la buscas en los demás porque crees que si les dejas elegir podrás eludir la responsabilidad si te equivocas. Podrás compartir esa carga, en ese momento, imaginaria.

Creencias de una persona insegura

Una persona insegura, con una mente contaminada por “los debería“, piensa siempre, tiene interiorizadas las siguientes creencias:

Debería hacer lo que me dicen las otras personas.
Debería ayudar siempre a todos los que me rodean.
Debería escuchar los problemas de los demás, sean de quien sean.
Debería preocuparme en hacer felices a los demás antes que a mí.
Debería ser siempre feliz y nunca enfadarme.

Deja de pensar en si deberías o no hacer algo, simplemente ¡hazlo!

Estos debería que asoman por tu mente son creencias falsas que te hacen infeliz, pero que tú crees se deben llevar a cabo porque es lo que hay que hacer. Poner siempre a los demás por delante, pensar en la felicidad ajena antes que la tuya, no te hace feliz, te convierte en un mártir.

El sentimiento de culpa

Cuando intentamos alejarnos de estos “deberías“, de estas creencias falsas que están en nuestra mente, asoma un sentimiento aún peor que la falta de confianza: la culpa. Una culpa que realmente no existe, que tú mismo creas y que los demás te hacen imaginar.

Las circunstancias, las personas, pueden hacerte sentir culpable por algo que realmente ¡no es cierto! Es normal que, si optas por rechazar todos “los debería“, las personas que te rodean se muestren molestas porque ellas no han conseguido deshacerse de esta carga aún. Te llamarán egoísta, poco humilde y te dedicaran otro tipo de palabras poco agradables. Piensa: en ellas solo reside la envidia y las pronuncian con la intención de detener tu cambio.

No es cierto que sea egoísta velar por tu propia felicidad antes que por la de los demás, no es egoísta pensar en ti mismo y dejar de estar a merced siempre del resto de la gente. Es muy cómodo para los demás tenerte siempre ahí, dispuesto a ayudar, pero… ¿están ellos para ti?

“La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento.”
-San Bernardo de Claraval-

No te sientas culpable por pensar en ti, pues aunque ahora siempre estés dispuesto a ayudar a los demás, abriéndote hacia ellos, poniéndote siempre por delante aunque te hagan daño, llegará el momento en el que sabrás otorgarte el valor que mereces.

Date permiso

Empieza a darte permiso para pensar en ti mismo, para eliminar los sentimientos de culpa que no son reales. Reflexiona sobre el origen de la culpabilidad, observa si en realidad deberías sentirte culpable o no. Hay muchas personas que les resulta muy fácil hacerte sentir culpable para manipularte, ¡no lo permitas!

Debes valorarte y darte permiso para ponerte antes a ti que a los demás en tu camino. ¿Cómo vas a ser feliz si antepones la felicidad de los demás a ti? ¿Nunca has oído, también, que no se puede amar a alguien si no te amas a ti mismo?

Empieza desde hoy mismo a ser egoísta, aunque realmente esto no sea verdad, pero así lo verán los demás. Sé egoísta para ponerte por delante, para liberar esa confianza que reside en ti, para ser feliz, para dejar de pensar tanto en personas que no te aportan nada más que preocupaciones y culpabilidad.

Casi siempre lo más difícil es pensar en uno mismo, pero en ocasiones es necesario.”
-Anónimo-

Deja la culpabilidad a un lado, deja de pensar que eres egoísta, valórate, mira dentro de ti y libérate. Tienes derecho a pensar en ti mismo, tienes derecho a ser el protagonista de tu vida. Confía en ti, ponte por delante. Serás feliz y ya no te preguntarás si debería o no debería. Serás tú mismo.




lunes, 22 de febrero de 2016

CONOCERSE A UNO MISMO

Un niño de la India fue enviado a estudiar a un colegio de otro país.

Pasaron algunas semanas, y un día el jovencito se enteró de que en el colegio había otro niño indio y se sintió feliz. Indagó sobre ese niño y supo que el niño era del mismo pueblo que él y experimentó un gran contento.

Más adelante le llegaron noticias de que el niño tenía su misma edad y tuvo una enorme satisfacción. Pasaron unas semanas más y comprobó finalmente que el niño era como él y tenía su mismo nombre. Entonces, a decir verdad, su felicidad fue inconmensurable.

El Maestro dice: No hay mayor gozo en este mundo que el de

conocerse a uno mismo.