Tú lo has creído, tú lo has creado
https://youtu.be/LX-nG_Sm8KI
Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
domingo, 28 de febrero de 2016
sábado, 27 de febrero de 2016
LAS EMOCIONES SON ENERGÍA: NOS CREAN Y NOS
TRANSFORMAN
Las
emociones son la partitura que orquesta nuestro día a día. En ocasiones, la
música es alegre, vivaz e intensa, pero al cabo de un rato nos envuelve con su
melodía, triste y llena de desencanto. Son sus notas quienes nos nutren,
quienes nos ofrecen la energía necesaria para transformar nuestra realidad…
Hay un viejo
proverbio árabe que nos dice: “quien no comprende una mirada tampoco
comprenderá una explicación”. Una frase llena de una gran sabiduría, porque de
ella se desprende la naturaleza de las emociones como lenguaje universal.
Tus emociones pueden
ser tu gran fortaleza o el cristal que empañe de tinieblas tu existencia. Si
aprendes a conocerlas y a gestionarlas, serás un gran artífice de tu realidad:
de tu felicidad.
Quizás el
tema de la inteligencia emocional te interese y ya hayas leído mucho sobre él.
No obstante, hoy queremos invitarte a que veas las emociones de otro modo: como
un arma de poder, como una energía que puedes conocer y controlar para
redefinir muchos aspectos de ti mismo y de la propia realidad.
Las emociones crean nuestra realidad
Según un
trabajo publicado por la psicóloga social Barbara Fredrickson en “Review of
General Psychology” (2008), las emociones positivas, además de darnos una
satisfacción puntual, actúan como mecanismos de aprendizaje. Es decir,
hablaríamos de la siguiente relación: a mayor emocionalidad satisfactoria
acumulada, mejores recursos personales para afrontar las épocas de crisis.
Como seres humanos que
somos, todos deseamos ser felices. Para ello, es necesario recordar que en
ocasiones, basta con tener paz interna, con estar libre de rencores del pasado,
odios o frustraciones. Una mente libre es un corazón que puede permitirse
sonreír…
Si las
emociones son capaces de transformar nuestra realidad no es por simple arte de
magia. Algo que debemos tener en cuenta es que la emoción no es solo un estado
interno, es una combinación de varios elementos poderosos:
Las cogniciones, es decir, el modo en
que procesamos todo lo que nos envuelve, lo que que vemos, sentimos y
experimentamos. Todo adquiere un significado interno para nosotros.
Nuestros sentimientos y el modo en que
reaccionamos. Para comprenderlo, te pondremos un sencillo ejemplo: estás
enamorado de alguien y no te atreves a decírselo. Al final es tarde y esa
persona desaparece de tu vida, perdiendo la oportunidad, al menos, de haberlo
intentado.
La emoción
que sentirás es tristeza porque no supiste reaccionar a tiempo cuando ese
sentimiento era positivo e intenso. No se dio la acción adecuada y tu realidad
ahora queda difuminada por un condicional que ya no podrás resolver: “y si
hubiera…”.
Nuestro cerebro, un baile químico asombroso
Nuestro
cerebro es una red compleja que procesa grandes cantidades de información a
cada segundo. Procesamos estímulos sensoriales, almacenamos experiencias,
sueños, escenarios vistos… La mayoría de estos elementos, lo creas o no, se
almacenan en nuestro cerebro asociados a una emoción determinada.
Mi mirada busca siempre
las cosas hermosas que me rodean, y si no las veo las facilito. Porque no
cuesta nada sonreír, porque no me supone ningún esfuerzo permitirme confiar e
ilusionarme por las cosas, pensar que merezco ser feliz y que un mal momento,
no tiene porqué estropearme el día.
En muchas
ocasiones se ve también a nuestro cerebro como un pequeño caos bioquímico donde
quedamos determinados por la influencia de los neurotransmisores. Ellos, en
realidad, son los auténticos facilitadores de nuestras emociones.
Principales neurotransmisores relacionados
con las emociones
Los
principales neurotransmisores que actúan como facilitadores de nuestras
emociones son:
La dopamina
se relaciona con experiencias de placer y recompensa en nuestro proceso de
aprendizaje. Es decir, cuando hacemos algo bueno, somos gratificados con
segregación de dopamina y obtenemos una sensación placentera.
La
serotonina, por su parte, es un neurotransmisor asociado con la memoria y el
aprendizaje. Ahora bien, es importante saber que un desequilibrio en los
niveles de serotonina puede elevar la ira, la ansiedad, la depresión y la
sensación de pánico.
La
norepinefrina, en un nivel adecuado, mantiene bajo control el estrés y la
ansiedad.
Energía emocional para transformar tu vida
La doctora
Fredrickson, citada con anterioridad y experta en el campo de la psicología
emocional, nos explica que existe una curiosa paradoja al respecto de las
emociones positivas: su intensidad es mucho más breve que las emociones
negativas. Por decirlo de algún modo más sencillo: la sensación de felicidad
intensa son más breves que los estados de tristeza.
Lo más
recomendable sabiendo esto, será “acumular” muchas experiencias positivas que
puedan contrarrestar de forma más eficaz esos estados de negatividad. Te lo
explicamos con mayor detalle.
La teoría de
la ampliación y construcción de las emociones positivas
Tal y como
dijimos en la introducción, si el ser humano es capaz de acumular numerosas
emociones positivas, adquirirá unas herramientas básicas más competentes para
afrontar los momentos difíciles.
Los expertos
lo llaman la “teoría de ampliación y construcción” y se basa en la necesidad de ampliar nuestras
experiencias positivas para adquirir nuevas habilidades.
Mientras las
emociones negativas tienen como respuesta habitual la evitación, la negación o
la inmovilidad, las emociones positivas “nos edifican” y favorecen la relación
entre el “pensamiento y la acción”.
Así pues, y
siguiendo el principio de esta teoría deberíamos orientar nuestros días en
busca de emociones positivas. Aspectos tan sencillos como permitirnos aprender
cosas nuevas, relacionarnos, pasear, tocar, sentir, bailar, caminar o leer… Son
pequeños “ladrillos de positividad” que van edificando un cambio continuo.
Atrévete a probarlo.
Las emociones, a veces,
son como estrellas a la deriva que oscilan sin control. Solo cuando las
conocemos y nos conocemos a nosotros mismos, se alzarán como astros luminosos
capaces de guiar nuestro camino.
viernes, 26 de febrero de 2016
SÉ LA LUZ QUE QUIERES PARA TU VIDA
Muchos nos
la pasamos deseando que las cosas sucedan, quiero ser más feliz, quiero tener
un auto nuevo, quiero dejar de ser pesimista y tener una visión de mi misma a
futuro en la que me vea logrando todos mis objetivos propuestos, me repito
tantas veces que quiero cambiar, que quiero ser mejor persona, hija, amiga…
¿pero realmente estoy haciendo algo para hacer realidad ese cambio que tanto
quiero?
Hay
situaciones en las que me dejo influenciar,
me dejo llevar por la opinión de los demás, que me detiene de tomar
decisiones o dejo de hacer cosas que realmente quería, por eso te digo no
trates de ser igual a los demás, eres único y especial aprovecha esta
oportunidad al máximo. Trabaja en tu fuerza de voluntad, porque no estás solo,
no eres débil y no estás derrotado si bien no es fácil tampoco es imposible, la
luz para la oscuridad que un día viviste o sigues viviendo está en ti, en tu
fuerza emocional, en tu enorme bondad y en tus ganas de salir adelante
demostrándote primeramente a ti mismo que puedes hacer y lograr cualquier cosa
que imagines.
No desistas, sigue adelante
Nadie es
perfecto, así que no intentes serlo, cada persona es imperfecta, dedícate a ti,
no te vayas por la vida mortificándote por lo que los demás piensen acerca de
lo que haces o no, de cómo eres, siempre habrán opiniones, siempre habrán
juicios de parte de todas las personas que nos harán decaer o levantarnos, pero
lo importante es continuar el camino. En vez de deprimirte por los comentarios
sé tú mayor crítico, no gastes energía en impresionar a otros, si sabes que
fallaste busca ser mejor al punto que te complazca y te sientas bien con
respecto a ello, recuerda que el único fracaso es dejar de intentarlo.
Comparte, la
alegría, la felicidad, el amor… Mejor que recibir es dar, te sentirás completo
y verás todo lo que tienes en la vida, dar y enseñar son dos cosas que te van a
llenar como persona y es ahí donde te sentirás de verdad agradecido por todo lo
que tienes, mucha veces nos olvidamos de agradecer nos acostumbramos a solo
verle lo material a las cosas, y se nos olvida apreciar el verdadero valor de
ellas que va más allá de calculable y tangible, no te preocupes nos ha ocurrido
a muchos más de una vez, lo importante es darse cuenta y comenzar a valorarlas,
no solo las cosas sino a las personas que cada día caminan a tu lado.
Las cosas no cambian,
cambiamos nosotros.- Henry David Thoureau
Jamás dejes de creer en ti
Nunca es
tarde para hacer un cambio, no dejes que nadie te convenza de lo contrario,
aleja las voces negativas que hacen vida en tu mente, ellas no te van a ganar y
te tienes que asegurar de ello.
Celebra tus logros, te esforzaste
muchísimo para alcanzarlos ¿Por qué no celebrarlos?, te mereces todo lo bueno,
te mereces todo lo mejor, te mereces una vida llena de bendiciones ¡empieza a
creértelo!
La felicidad
está en encontrar lo extraordinario, en lo ordinario, empápate de la belleza de
un atardecer, del sabor de un café, disfruta de la buena compañía y agradécela,
obsesiónate con un libro y luego con otro más, aprende un nuevo idioma y viaja
a ese país que tanto querías conocer, observa a tus hijos crecer, enamórate,
ríe y baila. Pero lo más importante no dejes que nadie nunca apague la luz que
hay en ti.
Cambia de opinión,
mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces.- Víctor
Hugo
miércoles, 24 de febrero de 2016
EN LA IRA Y EL ENFADO SE ESCONDEN NUESTROS
MIEDOS
Existen
emociones desagradables, como la ira y el enfado, que esconden mensajes
reveladores. Estas emociones nos están transmitiendo algo muy profundo sobre
nosotros: miedos que somos incapaces de reconocer y aceptar.
¿Por qué no
queremos reconocer nuestros miedos? Las trampas de nuestros pensamientos nos
empujan a caer, una y otra vez, en el enfado, la rabia y el malestar. Acabamos
así por encontrarnos a merced de nuestros razonamientos, al quedarnos con un
análisis consciente y superficial de nuestros miedos.
Vivimos bajo
una presión social, donde los miedos están considerados como una
vulnerabilidad, algo que nos hace débiles. Tenemos esa creencia que nos hace
enterrar nuestros miedos a nuestro subconsciente. Es así como se revela bajo la
apariencia de ira ante situaciones que escapan de nuestro control, que forman
parte de nuestros temores más profundos.
Es más fácil sentir la ira que reconocer el
miedo
Estamos más
habituados a ver personas enfadarse y caer en la ira, que a ver personas
capaces de reconocer sus miedos. Nos obstinamos en la ira, manifestándola ya
sea hacia nosotros mismos (produciendo respuestas psicosomáticas), o
exteriorizándola. En el segundo caso, la proyectamos hacia los demás basándonos
en la creencia de que ha sido otra persona o una situación lo que nos ha hecho
sentir ese gran enfado convertido en ira.
Gestionar la
ira tampoco nos resulta sencillo, aunque sí estamos más familiarizados con ella
que con el miedo. Se encuentra a un nivel más superficial y es por eso que en
ella se ocultan otros asuntos, aquellos que no hemos atendido o que no estamos
preparados para afrontar.
Seguro que
te has encontrado con personas que están siempre enfadadas, parece que forma
parte de su carácter, sin embargo, tras esa actitud existen muchos motivos que
la están manteniendo. La ira solo sería la punta del iceberg, lo que podemos
ver.
Nuestros temores no
afrontados se convierten en ira, y podemos permanecer en este estado durante
mucho tiempo, si no estamos dispuestos a profundizar en su raíz.
Cuando reprimimos nuestro enfado
Cuando el
enfado se presenta en nuestras vidas y no entendemos sus causas, comenzamos a
darle vueltas sobre lo ocurrido, intelectualizamos la emoción y acabamos por no
permitirnos sentir la rabia y el dolor.
No
entendemos ciertos enfados, los consideramos desproporcionados, injustificados
y sin sentido, en muchas ocasiones. Nos atrevemos a juzgar lo que sentimos con
la pretensión de no sentirlo. Les restamos valor y los vamos guardando en
nuestro sótano interno. Lo cierto es que aparecen por una razón aún más
profunda y estamos anulando toda posibilidad de comprender y atender dicha
razón.
Nuestra
tendencia habitual es la de separar la mente de las emociones, dejando que sea
la mente quien se encargue de apaciguar lo que sentimos, olvidándonos así de
nuestro cuerpo y nuestros sentimientos.
“A veces somos
demasiado testarudos para admitir que tenemos necesidades porque en nuestra sociedad
la necesidad se equipara con debilidad. Cuando volvemos hacia dentro nuestra
ira, ésta suele expresarse como sentimientos de depresión y de culpa.”
-Elisabeth Kübler-Ross-
Nos liberamos de la ira comprendiendo
nuestros miedos
Tenemos un
repertorio de miedos bastante grande, que han sido alimentados desde nuestra
infancia, reforzados por la sociedad y ampliados por nuestra falta de
auto-conocimiento. No cabe duda de que los responsables y los encargados de
atender estos miedos somos nosotros mismos.
Cuando somos
capaces de responsabilizarnos de nuestros miedos, somos a su vez capaces de no
juzgarnos ante lo que sentimos y experimentamos. Es en este punto es cuando ya
no tenemos la necesidad de culpar, manipular y mentir. Al darnos cuenta de que
nos somos los responsables de lo que sientan los demás, ya que solamente lo
somos de lo que sentimos nosotros.
En ciertos enfados
subyace un temor específico, del que se podría dar cuenta fácilmente cualquier
persona externa a nosotros, solo con que intente ver un poco más allá del
enfado.
Estos son
algunos ejemplos que sirven especialmente para cuando los enfados son
recurrentes: un enfado porque alguien no haya llegado puede estar indicando un
temor al abandono. Un enfado por algo que nos hayan dicho y no nos haya
gustado, puede indicar miedo a la falta de reconocimiento o a que ya no nos
amen.
Los miedos
están arraigados a enfados que son recurrentes. Aparece la ira abarcando cada
vez más situaciones, y nos encontramos con rabia creyendo que son los demás quienes
la generan. Esto impide que exploremos nuestros miedos y nos hagamos cargo de
ellos, privándonos así de la oportunidad de comprenderlos y sanarlos.
martes, 23 de febrero de 2016
¿DEBERÍA O NO DEBERÍA? ESA ES LA CUESTIÓN
Las dudas
nos sobrecogen constantemente. Estamos llenos de debería y no debería que nos
someten en una encrucijada de la que no sabemos salir. Un problema que afecta a
muchas personas. Un sentimiento de culpa y de duda del que difícilmente se
puede escapar.
Las dudas,
los debería o no debería, toman forma cuando tenemos muy poca confianza en
nosotros mismos. Tanto es así, que necesitamos de la aprobación de los demás
para poder elegir, para poder seguir adelante.
Cuando los debería o no
debería aparecen en nuestra vida, nos sentimos bloqueados y necesitamos de la
aprobación de los demás para poder continuar con nuestro camino
La falta de confianza en nosotros mismos
Son muchas
las personas que sufren de una falta de confianza en ellas mismas que les
impide estar seguras de sus decisiones, llevar a cabo todo aquello que tienen
en mente pero que, por miedo, se terminan auto-saboteando. Esto no es culpa de
nadie, es responsabilidad de ellas mismas.
Las
presiones a las que nos vemos sometidos, las críticas, las burlas, originan
esta falta de confianza que nos hace dudar entre ¿debería o no debería hacer
esto o aquello? La respuesta solo la tienes tú, pero la buscas en los demás
porque crees que si les dejas elegir podrás eludir la responsabilidad si te
equivocas. Podrás compartir esa carga, en ese momento, imaginaria.
Creencias de una persona insegura
Una persona
insegura, con una mente contaminada por “los debería“, piensa siempre, tiene
interiorizadas las siguientes creencias:
Debería hacer
lo que me dicen las otras personas.
Debería
ayudar siempre a todos los que me rodean.
Debería
escuchar los problemas de los demás, sean de quien sean.
Debería
preocuparme en hacer felices a los demás antes que a mí.
Debería ser
siempre feliz y nunca enfadarme.
Deja de pensar en si
deberías o no hacer algo, simplemente ¡hazlo!
Estos
debería que asoman por tu mente son creencias falsas que te hacen infeliz, pero
que tú crees se deben llevar a cabo porque es lo que hay que hacer. Poner
siempre a los demás por delante, pensar en la felicidad ajena antes que la
tuya, no te hace feliz, te convierte en un mártir.
El sentimiento de culpa
Cuando
intentamos alejarnos de estos “deberías“, de estas creencias falsas que están
en nuestra mente, asoma un sentimiento aún peor que la falta de confianza: la
culpa. Una culpa que realmente no existe, que tú mismo creas y que los demás te
hacen imaginar.
Las
circunstancias, las personas, pueden hacerte sentir culpable por algo que
realmente ¡no es cierto! Es normal que, si optas por rechazar todos “los
debería“, las personas que te rodean se muestren molestas porque ellas no han
conseguido deshacerse de esta carga aún. Te llamarán egoísta, poco humilde y te
dedicaran otro tipo de palabras poco agradables. Piensa: en ellas solo reside
la envidia y las pronuncian con la intención de detener tu cambio.
No es cierto
que sea egoísta velar por tu propia felicidad antes que por la de los demás, no
es egoísta pensar en ti mismo y dejar de estar a merced siempre del resto de la
gente. Es muy cómodo para los demás tenerte siempre ahí, dispuesto a ayudar,
pero… ¿están ellos para ti?
“La culpa no
está en el sentimiento, sino en el consentimiento.”
-San
Bernardo de Claraval-
No te
sientas culpable por pensar en ti, pues aunque ahora siempre estés dispuesto a
ayudar a los demás, abriéndote hacia ellos, poniéndote siempre por delante
aunque te hagan daño, llegará el momento en el que sabrás otorgarte el valor
que mereces.
Date permiso
Empieza a
darte permiso para pensar en ti mismo, para eliminar los sentimientos de culpa
que no son reales. Reflexiona sobre el origen de la culpabilidad, observa si en
realidad deberías sentirte culpable o no. Hay muchas personas que les resulta
muy fácil hacerte sentir culpable para manipularte, ¡no lo permitas!
Debes
valorarte y darte permiso para ponerte antes a ti que a los demás en tu camino.
¿Cómo vas a ser feliz si antepones la felicidad de los demás a ti? ¿Nunca has
oído, también, que no se puede amar a alguien si no te amas a ti mismo?
Empieza
desde hoy mismo a ser egoísta, aunque realmente esto no sea verdad, pero así lo
verán los demás. Sé egoísta para ponerte por delante, para liberar esa
confianza que reside en ti, para ser feliz, para dejar de pensar tanto en
personas que no te aportan nada más que preocupaciones y culpabilidad.
Casi siempre lo más
difícil es pensar en uno mismo, pero en ocasiones es necesario.”
-Anónimo-
Deja la
culpabilidad a un lado, deja de pensar que eres egoísta, valórate, mira dentro
de ti y libérate. Tienes derecho a pensar en ti mismo, tienes derecho a ser el
protagonista de tu vida. Confía en ti, ponte por delante. Serás feliz y ya no
te preguntarás si debería o no debería. Serás tú mismo.
lunes, 22 de febrero de 2016
CONOCERSE A
UNO MISMO
Un niño de
la India fue enviado a estudiar a un colegio de otro país.
Pasaron
algunas semanas, y un día el jovencito se enteró de que en el colegio había
otro niño indio y se sintió feliz. Indagó sobre ese niño y supo que el niño era
del mismo pueblo que él y experimentó un gran contento.
Más adelante
le llegaron noticias de que el niño tenía su misma edad y tuvo una enorme
satisfacción. Pasaron unas semanas más y comprobó finalmente que el niño era
como él y tenía su mismo nombre. Entonces, a decir verdad, su felicidad fue
inconmensurable.
El Maestro dice: No hay
mayor gozo en este mundo que el de
conocerse a uno mismo.
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