Billy Joel y su "Río de los sueños"
https://youtu.be/IzOOWc5yZes
Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
sábado, 20 de febrero de 2016
jueves, 18 de febrero de 2016
Y entonces…
"Y
entonces se cansó de ir por el
mundo
rogando amor y compañía,
aprendió
poco a poco a valerse por
sí misma. Se
dio cuenta de que se
merecía lo
más bonito, que para vivir
sonreír era
un requisito. Se amó tanto
que la
llamaron egoísta, pero ella
ya no hacía
caso a lo que decían,
ya no perdía
el tiempo en tonterías,
solamente
sonreía, sonreía, sonreía".
(Kelbin
Torres)
miércoles, 17 de febrero de 2016
ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS: REALES,
FRECUENTES PERO SILENCIADAS
Cansancio
crónico, dolor en las articulaciones, colon irritable…Dolencias comunes que
pueden estar generadas por la mente. Son las enfermedades psicosomáticas,
frecuentes pero silenciadas “y a las que todos somos vulnerables si traspasamos
un umbral”, asegura la neuróloga Suzanne O’Sullivan.
“Todo está
en tu cabeza” es la frase que estos pacientes escuchan cuando reciben el
diagnóstico de una enfermedad psicosomática, pero también es el título del
libro (Ed.Ariel) de esta doctora británica con el que quiere dar un toque de
atención a la comunidad médica y a la sociedad.
“Los médicos
dejan el diagnóstico psicosomático para el final de la lista, mientras que la
gente no es consciente de que se trata de enfermedades reales. Es un error
terrible que no se hable de algo tan común”, señala la especialista del
National Hospital for Neurology de Londres en una entrevista con EFE.
Una de cada
tres personas que acude al médico de cabecera, según estudios citados en el
libro, sufre dolencias psicosomáticas, aquellas que generan síntomas físicos
derivados de problemas psicológicos.
Las personas
con tendencia a la depresión y a la ansiedad, en especial las mujeres, son más
proclives a psicosomatizar."Pero nos puede pasar a cualquiera. Todos tenemos un
límite y si lo traspasamos nos puede llegar", manifiesta O’Sullivan, una de las
mayores expertas en su tratamiento.
Creían estar paralíticos o ciegos
Pero de una
simple dolencia, como un dolor estómago por estrés, se puede pasar a un
trastorno cuando los síntomas exceden la normalidad e incapacitan poniendo en
peligro la salud.
Este es el
caso de Matthew, cuyas búsquedas en internet le hicieron creer que padecía
esclerosis múltiple hasta el punto de que sus piernas llegaron a paralizarse. O
el ejemplo de Yvonne, quien estaba convencida de haberse quedado ciega tras
recibir un aerosol de limpieza en los ojos. “Su
sensación de ceguera era tan real que ella necesitaba hacerse pruebas una y
otra vez para poder encontrar la causa. Es como una adicción”, afirma la
doctora.
Pero en
ambos casos, experiencias vividas por O’Sullivan y detalladas en su libro, no
había enfermedad alguna, todo lo estaba generando la mente que tiene un enorme
poder sobre el cuerpo como demuestran las reacciones que no controlamos:
lágrimas de tristeza, temblor de manos de nerviosismo o sonrojo de vergüenza.
Detrás de
las dolencias y trastornos psicosomáticos hay motivos psicológicos y trastornos
emocionales no resueltos. “Sólo se superan estas enfermedades si las detectas a
tiempo, una vez establecidas es muy difícil deshacer el nudo”, apunta.
El momento del diagnóstico,
decir que el origen de la enfermedad es mental y no físico, suele ser
“devastador” y los pacientes pasan de la atención del neurólogo, que ha
descartado causas neurocerebrales, al psiquiatra y psicólogo.
Y eso si el
médico ha conseguido detectarlo, ya que muchos prefieren diagnosticar una
patología física antes que cometer un error. “No se dan cuenta del daño”,
apunta la doctora, quien resalta, además, el enorme gasto que esto genera el
sistema sanitario.
En el centro
de la controversia se sitúa la ausencia de pruebas que corroboren estas
enfermedades psicosomáticas y se une la falta de formación en la carrera de
Medicina.
“Pero algo
está cambiando, hay un grupo de médicos, aunque se cuentan con los dedos de una
mano, que están interesados”, señala la neuróloga, quien confía en que aumenten
los recursos para poder investigar unas dolencias que se manifiestan de mil
maneras diferentes, “por lo que no estoy muy convencida de que influya algún
factor genético”.
El
trepidante estilo de vida de la sociedad desarrollada actual no es caldo de
cultivo de unas enfermedades, según O’Sullivan, que han existido en todas las
épocas. En el siglo XIX, por ejemplo, se asociaban con la histeria.
Fuente: http://www.efesalud.com/noticias/enfermedades-psicosomaticas-reales-frecuentes-pero-silenciadas/
martes, 16 de febrero de 2016
LA VIDA COMIENZA DONDE EL MIEDO TERMINA
La
naturaleza humana, sabiamente estructurada nos da dentro de las muchas
reacciones que podemos sentir, el miedo, como un recurso que nos permite reaccionar ante un peligro, condicionando nuestro cuerpo para la decisión que
tomemos, por lo general entre cualquiera de estas opciones: pelear o huir.
Sin embargo,
muchas veces se genera la angustia en nuestra mente ante situaciones que solo
ocurren en nuestra mente… Luego ese miedo, reacción necesaria para nuestra
supervivencia, se vuelve contra nosotros, generando todos sus efectos, que ante
una situación real nos podrían salvar la vida, pero ante la poderosa creación
de nuestra mente se tornan limitantes.
Los miedos
son nuestros principales obstáculos para disfrutar de la vida que queremos y
podemos tener, los miedos son esas vocecitas que nos dicen que es mejor no
hacer algo, que es mejor no asumir un reto, que es mejor aguantar una situación
porque el cambio puede ser peor… El miedo puede apoderarse de nuestro poder de
decisión e interferir de forma negativa en todo lo que podamos hacer con
nuestras vidas.
Vivir con
sentido común, evitando peligros inminentes, usando nuestro análisis para tomar
una decisión, es perfectamente válido, pero vivir con miedo es absolutamente
limitador, es lo más cercano a cortarle las alas a un ave, es vivir sin poder
demostrar el potencial que tenemos.
Nuestra
mente es un instrumento maravilloso, muy complejo, tenemos que saber
controlar nuestra mente y no permitir que ella nos controle a nosotros,
entendamos que somos más que un cuerpo y que nuestra mente pertenece a nuestro
cuerpo, pero somos más que ello, hay una consciencia superior, somos seres
espirituales buscando utilizar nuestra vida en este plano para ampliar nuestras
experiencias y acercarnos a la unión y la totalidad de la cual nos distanciamos
solo en nuestra mente.
Los miedos
no nos permitirán aprovechar al máximo nuestra experiencia aquí, harán una
barrera entre lo que queremos y podemos hacer, y mientras más poder le demos al
miedo, más interferirá en nuestro desarrollo en cualquiera de los planos en los
cuales nos manejamos.
Venimos aquí con la mejor disposición y los miedos nos hacen olvidar nuestra grandeza,
nuestra conexión con todo lo que conocemos, no hay por qué temer. Cuando nos
preocupamos demasiado por el futuro o por cosas que son inciertas, cuando
sentimos que podemos perder algo que necesitamos, nuestra mente ante la
incertidumbre y la poca tolerancia a la frustración siente miedo, siente
angustia, esto desaparece cuando vivimos en el aquí y en el ahora, en nuestro
momento presente, donde las están como tienen que estar y debemos vivirlas
justo ahora, sin preocuparnos por los momentos y las situaciones futuras.
Si vamos a
dejar escapar nuestra mente hacia el futuro, procuremos que los pensamientos
sean positivos, que nos ayuden a visualizarnos de la mejor manera, que los
resultados sean como los esperamos, no dejemos que los pensamientos
catastróficos invadan nuestra mente, que los pensamientos negativos turben
nuestras decisiones, pensemos en positivo, sin miedo y vivamos el presente.
El desapego significa
no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que
la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin
intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las
desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en
perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación.
― Alan Watts
lunes, 15 de febrero de 2016
A PALABRAS NECIAS, OÍDOS INTELIGENTES
Las palabras
hirientes, los juicios, las opiniones infundadas, críticas malintencionadas,
etc. Cada una de ellas son palabras necias que necesitan de oídos inteligentes
que no les den crédito ni les ofrezcan atención.
En otras
palabras, no ofende el que quiere sino el que puede y en nuestros oídos
inteligentes está la clave de que alguien maneje nuestra realidad o se pierda
en insinuaciones que solamente desprestigian su imagen.
Como se
suele decir, “lo que Juan dice de Pedro dice más de Juan que de Pedro”. Así que
antes de darle importancia a aquellos “consejos”, “opiniones” o “críticas” que
no nos aportan bondad, utilidad o verdad, debemos plantearnos las intenciones
de la persona que tenemos delante.
Los oídos
inteligentes ante las personas críticas
No hay mejor
signo de pobreza emocional que la crítica continuada y malintencionada. En
cualquier caso, lidiar constantemente con palabras necias suele generar un gran
agotamiento emocional.
Así, para
protegernos y alimentar la inteligencia de nuestros oídos debemos tener claro
que:
Para vivir
no necesitamos la opinión de nadie.
Las
emociones y los sentimientos son siempre validos y no debemos avergonzarnos de
ello.
Hay que
perderle el miedo a sentir y a pensar sobre uno mismo.
Evitemos dar
crédito a aquellas frases que se muestras totalitarias (los nunca y los
siempre, por ejemplo).
Escuchar
críticas y chismes de manera constante puede saturarnos y hacernos sentir muy
mal.
No podemos
olvidarnos de que todo el mundo debe ser respetado, incluso cuando no sea alguien
que respete a los demás. Predicar con el buen ejemplo nos ayuda a garantizar
nuestro bienestar emocional.
Hay que
recordar que las críticas sin fundamento las realizan personas con gran pobreza
emocional y vital. Por eso, si esta persona vive aislada en su resentimiento y
no admite ayuda, nos conviene ser emocionalmente egoístas y alejarnos.
La gente en
paz consigo misma no hablan mal de los demás
Otro paso
para formarnos un escudo protector y hacernos con oídos inteligentes es
aprender a identificar aquellas frases que en apariencia son inocentes pero que
encierran tras de sí malas intenciones.
Este tipo de
frases son manifiestamente tóxicas en ciertos contextos:
Cuando se
está hablando sobre una afición o habilidad el común “Ojalá tuviera tiempo para
eso” suele ser igual a “tú no tienes tanto trabajo como yo”, “el tiempo libre
es para mí un asunto imposible, yo no vagueo”.
“Como es
obvio” “Como todo el mundo sabe”. No, no y no. Ni todo el mundo lo sabe ni es
obvio. El uso de este tipo de apelaciones intenta hacer sentir a la otra
persona ignorante y a quien las pronuncia, superior.
“No tienes
derecho a opinar porque tú no conoces estos temas como yo”. No pueden quitarnos
el derecho a opinar ni descalificarnos invalidando nuestros argumentos con
frases del tipo “tus argumentos son estúpidos y no tienen fundamento”.
“Si mi
profesor lo dice, entonces es cierto”. Este tipo de falacias se aprovechan del
respeto que se le tiene a un experto para dar peso a ciertos argumentos.
“Tú me haces
sentir fatal”. Apelar a los sentimientos y hacer responsables a los demás de
ellos es otra manera de manipular.
También
aquellas expresiones que tratan de emocionar a la gente en vez de ofrecer
argumentos válidos.
“Id a donde
queráis, pero yo ahí no voy”. Para terminar esta frase sería adecuado añadir la
coletilla “Y vosotros seréis los culpables de que no vaya, pues sois unos
egoístas que solo pensáis en vosotros”. ¿Captamos el mensaje, no?
Debemos
dedicar tiempo a mejorarnos y a construirnos unos oídos inteligentes, pues eso
nos servirá para mantener una actitud saludable ante la vida y cimentar
nuestras relaciones en una buena comunicación y un mejor entendimiento.
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