martes, 26 de enero de 2016

LAS PERSONAS NO CAMBIAN, EN REALIDAD NUNCA FUERON COMO CREÍAS

No sabes muy bien cómo ocurre, pero un buen día, en el acto más sencillo y mundano, acabas abriendo los ojos. Puede que lleves 5 meses o 5 años con una persona, pero de pronto, te das cuenta de cómo es en realidad. Con toda su crudeza.

Y es ahí donde se rompen muchos de tus sueños, ahí donde se escapan en finas hebras la mayoría de tus ilusiones y esperanzas. Porque has vivido con la máscara de la fascinación o de un amor ciego que te impedía apreciar la auténtica verdad.

Nadie puede conocer en profundidad a las personas. Requiere tiempo, complicidad e instantes clave que nos abren los ojos. Hasta que eso ocurre, muchas veces tendemos a idealizarlas o atribuirles dimensiones extraordinarias; pero poco a poco, van cayendo los velos…

Está claro que en ocasiones, sí que es cierto que las personas pueden cambiar. Nos cambian las circunstancias, las experiencias vividas… No obstante, todos nosotros disponemos de una esencia inconfundible, de un tipo de personalidad, integridad y valores que suelen ser constantes en el tiempo.

En nuestra mano está saber darnos cuenta a tiempo, saber leer en los gestos, saber intuir en las palabras, saber deducir en los actos.

En ocasiones el amor es un mal filtro a la hora de ser objetivos, pero ello no quita que como siempre, debamos mantener el corazón abierto y los pies en el suelo. Amarrados a las raíces del equilibrio y la autoprotección.

Las personas no cambian, pero se enmascaran

Al principio todos nos esforzamos por encajar. Son muchas las personas que por ejemplo, intentan cuadrar sus aristas y vacíos particulares con los de sus parejas para que todo sea armónico, perfecto casi…

Ahora bien, muchas de esas uniones se consiguen enmascarando o disimulando carencias propias. O más aún, mostrando virtudes que no son ciertas. Nosotros, por nuestra parte, vemos a la pareja como “un todo” casi idílico sin apreciar máscara alguna

Tarde o temprano aparece la primera decepción. No sabemos cómo, ni entendemos cómo la otra persona ha sido capaz de hacer o decir tal cosa, sin embargo, ha ocurrido y no podemos hacer nada por cambiarlo.

Poco a poco van surgiendo esas situaciones tan reveladoras donde se pone a prueba a las personas. Ahí donde se demuestra su verdadera esencia, su auténtica personalidad.

¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Cómo pueden ser tan diferentes de cómo eran al principio a lo que estamos experimentando ahora? Debemos aceptarlo: no es que hayan cambiado de la noche a la mañana. En realidad, hay personas que no son como creíamos en un principio.

Y el descubrimiento suele ser desolador.

Nuestra resistencia a ver la verdad sobre las personas queridas

¿Cómo aceptar que la persona a quien queremos no es como pensábamos en un principio?  Lo creas o no este tipo de situaciones son realidades muy comunes en el día a día, y de hecho no surgen solo a nivel de pareja. Ocurre también entre amistades e incluso entre muchos vínculos familiares.

Las personas no cambian de la noche a la mañana, ni tampoco suelen cambiar con el tiempo. En realidad, es el propio tiempo el que te permite ver la verdad.

No existe una fórmula mágica que nos permita ver al segundo cómo son en realidad las personas. De hecho, muchas veces ni siquiera ellas lo saben. Se necesita compartir momentos, experimentar vivencias para que sea la propia vida quien saque a la luz las propias oscuridades y bellezas interiores.

Ahora bien, a pesar de ser complicado, hay una serie de aspectos que deberíamos tener en cuenta:

Evita ser tú quien lleve una venda en los ojos

Si ya es común que muchas personas vayan por los salones de la vida cubiertos por sus propias máscaras de seducción virginal, no vale la pena que nosotros, vayamos también con una venda en los ojos.

Evita idealizar. Saca conclusiones a través de las palabras, de los actos, de los gestos y también de los silencios. A una persona se la conoce no por las pancartas que ella misma se corona, sino por los detalles que tú mismo puedes intuir.

No esperes que cambien por ti

Este es un error en el que muchos solemos caer. En ocasiones, puede ocurrir que sepamos de antemano cómo es una persona. Conocemos sus defectos, sabemos que puede hacernos daño… Sin embargo, nos decimos aquello de  “con nosotros va a ser diferente: cambiarán”.

Y sin embargo no ocurre, no es frecuente que las personas lleguen a cambiar su forma de ser, sus costumbres, sus necesidades, sus matices. Seguiremos aguardando una espera inútil en la que se mina nuestra autoestima y nuestras esperanzas. Es algo peligroso.

El problema de las personas sinceras es que piensan que los demás también lo son. Por eso nos cuesta tanto ver que esconden los demás bajo sus máscaras.




domingo, 24 de enero de 2016


DIME QUÉ TE DUELE Y TE DIRÉ QUÉ NECESITAS PERDONAR

(Más información en el Diccionario de las Enfermedades Emocionales en esta página: 

Para vivir plenamente, debemos aprender a escuchar lo que dice nuestro cuerpo. La primera vez que me percaté de ello fue al leer el espectacular libro de Louise L. Hay “Sana tu vida”, luego, fui descubriendo que en diferentes filosofías y tendencias sobre el pensamiento y crecimientos personal y espiritual -como la metafísica, la programación neurolingüística, terapia gestalt, theta healing, ressonance patter, reiki , bioenergía y hasta en el yoga- se explica que, aún cuando en algunos casos las enfermedades se deben a un gen, la mayoría de las personas sufren y padecen males porque, acumulan resentimientos, odio, cólera, furia, viven aferrados al pasado y a las ideas del pasado, cargan cólera, odio, tristeza, viven para complacer a los demás o según los patrones establecidos como correctos, no se aceptan a sí mismos y carecen de amor propio de manera incondicional, cargan sentimientos de culpa, frustraciones, resentimientos y demás emociones que surgen a través de los pensamientos que no controlan y que llega un momento en el que el cuerpo dice, pues esto tiene que salir por algún lado y es a través de cantidad de síntomas o enfermedades, que no es más que el cuerpo hablando, porque aunque un médico nos revise y nos medique hay padecimientos que se prolongan y en buena parte puede deberse a que hay que ir a la raíz de lo que está provocando el mal para poder erradicarlo.

Todos creamos nuestras experiencias a través de los pensamientos que decidimos hacer nuestros y a través de estos surgen los sentimientos que nos llevan a las acciones y de ahí a los resultados. Solo que muchas veces, al negarnos a que esto es así de simple como te lo digo, negamos nuestro poder culpando a otros de nuestras frustraciones. De hecho nuestra vida no es más que un reflejo de nuestro estado mental; si en nuestra mente hay paz, armonía y equilibrio, entonces nuestras vidas pueden solamente ser armoniosas, pacíficas y equilibradas. Y si tenemos pensamientos negativos ya sabemos qué es lo que pasa.


Nuestro cuerpo es sabio y habla, por eso hay que aprender a escuchar qué es lo que nos quiere decir, para, desde ahí, ir a la situación que nos genera malestar sanarla y vivir sin hacernos tanto daño. Muchas veces el cuerpo grita lo que la boca calla, y entonces la cosa estalla en situaciones nada agradables. Afortunadamente, cantidad de tendencias y hasta estudios médicos han confirmado que podemos prevenir o bien, sanar, si identificación la situación que ocurrió en el paso o los sentimientos que cargamos y que no nos permiten avanzar.

De acuerdo a la parte del cuerpo donde se presenta el signo, habrá una explicación emocional para el mismo. Quienes han estudiado el tema por años, afirman, ya que estoy convencido de que te vas a identificar con alguna de las causas:

Por ejemplo muchas veces una gripe representa lágrimas no lloradas o reprimidas y éstas buscan salir por donde sea; mientras que si te duele la garganta, es porque tienes cosas pendientes de decir, no eres capaz de comunicar tus aflicciones. El cuello representa tu flexibilidad como persona; el dolor en los tobillos, el avance o la resistencia que tienes ante la vida. Quienes usan lentes o tienen problemas para escuchar es porque cosas que ven o escuchan que no les son agradables. Los problemas estomacales hablan de la convivencia y además la habilidad para digerir las situaciones. Otra parte del cuerpo que recibe muchas de nuestras emociones es la espalda. Según los expertos, las molestias en la espalda baja usualmente reflejan preocupaciones económicas o sensación de falta de apoyo, la espalda alta cuando presenta molestias nos dice que estamos cargando cosas que no nos corresponden.

Más ejemplos: se dice que si tienes problemas con tus muslos es relacionado con lo que los demás esperan de ti o lo que crees que esperan los otros de ti; si la situación es con las pantorrillas, está vinculado a lo que yo espero de mí mismo. En el caso de las rodillas, tiene que ver con cómo articulo las expectativas externas y las internas, se dice también que es cuando tu orgullo no se doblega. Si se trata de los tobillos, la situación es cómo vinculo mis expectativas con la realidad; mientras que más abajo, relacionado con los pies, habla del apoyo, soporte y equilibrio. Si te duele la frente, es relacionado con la manera en la que enfrentas el mundo. Los problemas del corazón son relacionados con problemas emocionales básicos, de afectos primarios. Y, depende de la manera en la que asimiles el mundo, sufrirás de problemas con los dientes y encías. El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan, las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas, la presión arterial, sube cuando el miedo aprisiona.

Entre otros, se dice también que si acumulas un volumen excesivo en las caderas, quizá estés cargando con sentimientos de culpa o deseos de vergüenza o con un miedo residual a agresiones sexuales que convertiste en peso para protegerte.

Ahora bien, también influye el lado del que sientes los padecimientos:

El lado izquierdo es el lado receptivo, maternal y femenino del ser. El derecho es el lado masculino, con empuje, orientado hacia el exterior, hacia el mundo. La tendencia podría indicar un rechazo dentro de ti de los aspectos masculinos o femeninos, y una necesidad de auto-perdonar, sanar, conciliar o de identificar la persona que activa esto en ti.

De acuerdo al abordaje en Bioenergética, también se explican los síntomas que se manifiestan en los seres humanos de acuerdo al Primer principio es el de la lateralidad. En el lado izquierdo del cuerpo se reflejan las relaciones familiares significativas: padre, madre, hermanos, hijos. En el caso del lado derecho, se muestran las sociales: vecinos, pareja, amigos, trabajo. Esto quiere decir, que dependiendo del lado donde se presenta el síntoma, hay que revisar una vinculación familiar o una social.

Existe un modelo de relación entre las emociones y los síntomas físicos desarrollado por el hipnoterapeuta John Kappas que nos puede dar también de lo que puede estar sucediendo en el plano emocional cuando desarrollamos ciertos síntomas en áreas específicas del cuerpo.

Por ejemplo, el especialista menciona el síndrome del llanto, que involucra el plexo solar hacia arriba, el pecho, la cabeza y la nuca y está relacionado con la incapacidad de tomar una decisión con respecto al acto de otra persona o por un condicionamiento anterior que dificulta la toma de decisiones. Su característica más común es el dolor de cabeza. A causa de la frustración generada por la indecisión, el cerebro ordena al cuero cabelludo tensarse lo que produce dolor. A veces la tensión es tan severa que comprime las venas y produce migraña. Otro de los síntomas muy reconocibles de este síndrome son: la cristalización de los ojos, la relajación de los conductos lacrimales que gotean continuamente en los ojos, la congestión de los senos nasales, la contracción de los músculos de la garganta, la presión gástrica sobre el pecho, la tensión de los músculos de las mandíbulas o apretar los dientes.

Cada una de estas reacciones físicas puede estar asociada con una causa emocional o mental. Así, según esta teoría, la presión en la cabeza representa la incapacidad de tomar decisiones; los ojos lacrimosos y la congestión de los senos nasales simbolizan negarse a ver la situación que causa la indecisión; la contracción de la garganta, la tensión de los músculos de las mandíbulas o apretar los dientes es un resultado de negarse a hablar del tema de indecisión.

La indecisión puede convertirse en frustración y ésta en melancolía, depresión y finalmente inercia. La indecisión crónica se puede clasificar como problema mayor en nuestra sociedad actual de movimientos rápidos, en particular en personas de edad comprendida entre los quince y los treinta y cinco años.

Cuando las áreas afectadas son los hombros, la parte superior de la espalda y de la columna, se ubican dentro del síndrome de la responsabilidad. Esto ocurre cuando los motivos psicológicos son excesiva responsabilidad, temor al peso de la responsabilidad o negligencia, no aceptación o no asunción de responsabilidad.

Cuando las áreas afectadas son las ingles, el estómago y la parte baja de la espalda, esto es debido al síndrome de culpa y frustración sexual, que se presenta por la culpabilidad sexual relacionada con la religión, sentimientos de culpas por infidelidad y promiscuidad, sentimientos de incapacidad sexual, temor a agresión sexual y demás. Los síntomas pueden ser calambres gástricos, estreñimiento, acidez, dolores menstruales excesivos, menstruación demasiado abundante o ausente, infecciones vaginales o cistitis, presión o dolor en la próstata o los testículos y problemas de riñón.

Y por último, el especialista señala el síndrome de lucha o alcance, en el cual, las áreas afectadas son los brazos, las manos y los dedos. Las causas psicológicas son la necesidad de expresar, con la correspondiente negación o supresión de esa necesidad, la incapacidad de alcanzar lo que uno desea por falta de autoestima y un importante sentimiento de profundo rechazo por querer alcanzar metas inalcanzables. Los síntomas son verrugas o pequeñas ampollas.

El segundo principio es el de verticalidad, según el cual en cada zona del cuerpo se reflejan diferentes aspectos. En la cabeza, se mira lo abstracto, las ideas, lo fantástico. En esta parte del cuerpo tengo mi identidad, mi ego, mi imagen. Los síntomas entre cuello y cintura, pueden estar vinculados a la vitalidad y a los afectos. “Allí tengo los órganos que necesito para estar vivo, como el corazón y los pulmones”. Entre la cintura al vientre (parte baja del tracto digestivo), se manifiestan los temas que tienen que ver con los desechos, eso que no sirve o no es nutritivo, eso que debe permanecer poco tiempo en el cuerpo.

Los temas de identidad sexual, pasión, capacidad de trascender, miedos y profundos sentimientos se manifiestan en la zona de los genitales. Las piernas hablan del soporte, el contacto con la realidad y con lo concreto. Mientras que los brazos son los que le permiten a las personas proyectarse al futuro, sin perturbar si equilibrio. Con ellos, se puede colocar distancia o acortarla.

De acuerdo al especialista consultado, para realizar el trabajo desde el abordaje de la Bioenergética, es necesario construir la historia de vida con el paciente y revisar desde allí y desde la observación, cuáles son los bloqueos energéticos que tiene la persona, para poder trabajarlos y desbloquearlos con ejercicios terapéuticos.

Muchas veces el cuerpo grita lo que la boca calla, y entonces… Tus dolores callados, ¿cómo hablan en tu cuerpo?




sábado, 23 de enero de 2016

NADIE DEBE SER TAN IMPORTANTE COMO PARA QUITARTE LA FE EN EL AMOR

La vida muchas veces nos muestra sus caras menos amables, pero muchas otras podemos ver su lado más hermoso, su lado con mayor luz, con mayor color y con mayores sonrisas… No vale la pena negarnos a enamorarnos, vestirnos con una armadura o desconfiar de cualquier persona que se nos acerque por miedo a sufrir, a ser traicionados o a que las cosas no resulten como quisiéramos.

Lo más dramático de todo es que nuestra mente se encarga de crear nuestra realidad y si vamos con miedo, con predisposición, con actitud derrotista, muy probablemente saldremos lastimados o convencidos de que el amor no es para nosotros.

Lo mejor que podemos hacer es apreciar la vida con todo su contenido, la verdad es que no es fácil, sufrimos por amor, seres queridos mueren, tenemos que trabajar fuerte para tener la vida que queremos, enfermamos y pare de contar… no es fácil, pero todo es cuestión de actitud. Todo esto forma parte de la vida de muchos de nosotros, podemos lamentar nuestro recorrido por esta vida o apreciar cada una de esas experiencias, valorándolas, porque no son más que demostraciones de que estamos acá, de que estamos vivos… Ver el lado positivo, darle la vuelta, agradecer y aprender, casi de forma automática nos pone en una posición de ventaja.

Luego, ¿qué podemos hacer luego de haber sufrido en el amor? Volver a amar. Sí, no tiene que ser de forma inmediata, pero nos damos nuestro tiempo, nos recuperamos y abrimos nuestro corazón a esa persona especial que llegará a nuestras vidas para ayudarnos a sanar y para demostrarnos que no todas las personas son iguales, que vale la pena creer en el amor, que estar enamorados es uno de los estados de mayor bienestar posible, que sí se puede construir un buen equipo y que no hay nada más encantador que amar y ser amados.

Nadie debe tener la influencia suficiente en nosotros como para hacernos desconfiar, para que nos quedemos solos, para que el amor sea para nosotros solo un recuerdo desagradable o una herida mal sanada, podremos tener cicatrices, pero una herida solo permanecerá abierta si nosotros lo permitimos.

Dejemos ir lo que nos lastimó, perdonemos a quien tengamos que perdonar, principalmente a nosotros mismos, liberémonos de la culpa, del resentimiento, del orgullo, de la inseguridad y principalmente del miedo. El amor está allí para todos, en cualquier parte encontraremos a alguien a quien amar y que nos ame, la vida está llena de prosperidad, hay para todos y en abundancia, solo debemos convencernos de ello.

Nada de pensamientos como: el amor no es para mí, a esta edad es muy difícil encontrar una pareja, luego de lo que viví no me vuelvo a enamorar, esto siempre me pasa a mí, no sirvo para el amor, Cupido debe odiarme, todos los hombres son iguales, todas las mujeres son iguales, no perderé más mi tiempo…

Si prefieres el estado de soledad, eso está muy bien. Es muy enriquecedor, pero si te estás forzando a vivir en soledad, sin disfrutarlo, por miedo… Pues es el momento de aceptarlo y trabajarlo. El amor está hecho para todos, de hecho, todos somos amor.

Ama sin medida, sin límite, sin complejo, sin permiso, sin coraje, sin consejo, sin duda, sin precio, sin cura, sin nada. No tengas miedo de amar, verterás lágrimas con amor o sin él. – Chavela Vargas




miércoles, 20 de enero de 2016

MONTSE BRADFORD: "LO QUE PENSAMOS GENERA EMOCIONES, PERO TAMBIÉN LO QUE COMEMOS"

Fundadora de varias escuelas de cocina, esta barcelonesa de nacimiento, afincada en Londres desde 1978 hasta 2006 (ahora reside en la Ciudad Condal), ha dado clases en la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia Blanquerna e impartido cursos por toda Europa y también por Sudamérica. Galardonada con el Premio Verde 2008 (Fundación José Navarro) por su trabajo a favor de la alimentación responsable y el desarrollo sostenible, ha escrito más de diez libros. El último, La alimentación y las emociones.

Usted defiende que ciertas emociones nos vienen dadas por lo que consumimos.

Tenemos que ver de dónde vienen las emociones. ¿Las compramos en el supermercado? Las emociones tienen dos orígenes. El pensamiento, lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos. Si tomo un vaso de agua o de whisky mis emociones serán muy distintas. ¿Y por qué generarán distintas emociones? Porque atacarán a diferentes órganos. Si yo ingiero alimentos que me bloquean el hígado, o la vesícula biliar, tendré emociones de ira, cólera, agresividad, impaciencia… porque cada órgano, dependiendo de si funciona bien o mal, genera unas u otras emociones. Esto está totalmente constatado en la medicina china de hace tres o cuatro mil años.

¿Cree usted que el ciudadano de a pié tiene esta percepción?

Falta conciencia, porque la alimentación no se ve desde esta perspectiva. Se mira desde un ángulo muy primitivo. Sería el primer nivel alimenticio: ¿tengo hambre?, pues como lo que sea, voy a un McDonald’s o donde me apetezca en ese momento. Habría dos niveles más: el sensorial y el emocional. Las personas están vibrando en estos tres niveles, nada más. Y tenemos que ir un poco más allá, al nivel de la energía que provocan los alimentos. Porque con la alimentación podemos generar salud o enfermedad. Es muy importante.

Usted explica que el ser humano cuenta con tres cuerpos: físico, emocional y mental…

Efectivamente, y cada uno de ellos necesita cosas diferentes. Las personas sólo identifican el físico, el que vemos cada día en el espejo. En cambio, hay mucho miedo en prestar atención al emocional. Nos pasamos años sin reciclar nuestras emociones, bloqueando totalmente este cuerpo. También está el mental. Los alimentos que necesita cada uno son distintos. No podemos darle chocolate al emocional porque no funciona. Si el novio nos deja, comiendo chocolate no haremos que vuelva. El único cuerpo que tiene sistema digestivo, dientes y estómago es el físico. Al cuerpo emocional, por ejemplo, hay que alimentarlo, sí, pero con emociones. Cada uno tendrá su método, a unos les gustará ir a bailar, a otros ir a caminar por la playa… Acabamos alimentándolo, sin embargo, con cosas físicas que no funcionan.

¿El bienestar radicaría en conseguir un equilibrio entre todos ellos?

Sí. Yo siempre hago la metáfora de los tres amigos que van por el camino de la vida cogidos de la mano. Si los tres están más o menos equilibrados, y digo más o menos porque la armonía absoluta no existe, sumarán un equipo y buscarán juntos la misma meta. Sin embargo, si el cuerpo físico está debilitado, el emocional bloqueado, sobre todo porque lo desconocemos, y el mental centrado en controlar nuestra vida, es muy difícil conseguir ningún logro. Es lo que pasa hoy en día, falta de claridad, la gente está desorientada y desconcertada. Empezar a conocer los tres cuerpos, aunque sea poco a poco, sería muy importante.

¿Se puede establecer una relación de causa-efecto entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo posterior?

Por descontado, porque si yo como cosas que me están debilitando, que me están desmineralizando, notaré efectos emocionales de desmotivación, de mucho frío, no tendré ganas de hacer nada. Las personas estarán física, emocional y mentalmente con estas energías de deficiencia. ¿Y cómo me desmineralizo? Pues consumiendo alimentos que tienen un pH ácido. La tónica general de la sociedad es que tenemos un hígado muy bloqueado y un riñón con muchas deficiencias, y el riñón necesita minerales. Si no, aparecen las emociones negativas. La principal emoción negativa del riñón es el miedo. Hoy en día tenemos miedo de todo. No somos emprendedores, nos falta espíritu de aventura… La gente está muy ácida, muy desmineralizada.

Precisamente, usted explica en su libro que hay alimentos que generan una sangre ácida (con la que construimos estrés, enfermedad y desequilibrio) y otros que, por el contrario, la alcalinizan (con lo que obtenemos energía, vitalidad y salud)…

Exactamente. Es fascinante. Podemos generar nuestro propio estado de ánimo. Somos los creadores de nuestra vida, en todos los niveles de nuestro ser. Cómo escogemos pensar es muy importante. Decíamos antes que una de las vías por la que se crean las emociones es a través de los pensamientos. Pero claro, si ingerimos whisky, difícilmente podremos ser conscientes de nuestros pensamientos. La alimentación, sin duda, es la número uno para darnos un poco más de estabilidad, de armonía, de paz… y luego debemos mirar con tranquilidad la calidad de nuestros pensamientos, que también forman emociones, por descontado.

También defiende que hay alimentos con energía yin (chocolate, alcohol, estimulantes, azúcares, levaduras artificiales…) que conducen a la hipersensibilidad, mientras que hay otros, con energía yang (carne, jamón, embutidos, huevos…) que nos ponen tensos y coléricos…

Así es. El alcohol, los vinagres, los estimulantes… todo ello estimula al sistema nervioso generando una energía falsa. Cuando una persona, a media tarde, se siente fatigada, busca ingerir café, chocolate, beber una cola… en definitiva, generar una energía que no tiene. Pero claro, si hacemos esto durante muchos meses acabaremos creando una fibromialgia o una fatiga crónica, y es que estamos destruyendo la energía de los riñones. Todos estos alimentos crean una energía de expansión. Nos inflaman y nos desmineralizan. Nos dicen que tenemos que tomar mucha leche para los huesos. Pero hay gente con osteoporosis que a pesar de haber tomado mucha leche, y haber ingerido carne y queso, tienen este problema. Esta claro que no deja de ser un tópico que se ha demostrado que no funciona.

Y la yang…

Son alimentos que tensan, que acumulan. Son de grasas saturadas. Nos bloquean órganos como el hígado, la vesícula biliar, el bazo, el páncreas y nos crean estas emociones de mucha tensión, agresividad, cólera… en definitiva, emociones que se llaman de exceso. Tenemos emociones de exceso, por una parte, y de deficiencia por otra, como el miedo, la falta de autoconfianza, que nos dan, por ejemplo, los azúcares refinados.

Según sus explicaciones, abusar de productos yang nos conducirá irremediablemente hacia la ingesta compulsiva de alimentos yin.

Efectivamente. Cuando yo tomo una parte de alimentos con energía yang, alimentos que nos tensan, quiero consciente o inconscientemente siete partes del extremo contrario. Es lo que llamamos la rueda energética o el yoyó. No falla, cuando tomo una parte de yang, quiero siete de yin. La gente dice “¿qué me pasa que no puedo parar de comer chocolate?”. Y yo les digo, deja de comer huevos, jamón, y verás cómo podrás dejar de comer chocolate.

¿La idea es evitar productos con energía yin o yang para intentar alcanzar el bienestar? ¿O comidos con moderación no tienen por qué ser dañinos para nuestro cuerpo?

Siempre nos llevarán a un desequilibrio. Estos alimentos de grasas saturadas bloquean el hígado y además no son el ejemplo de una alimentación sostenible. Tenemos en el planeta 7.000 millones de habitantes y debemos empezar a comer mucho más del reino vegetal. El reino animal no es una alimentación sostenible. Hay 1.400 millones de personas que no pueden comer ni beber nada. Y nosotros, en cambio, estamos comiendo jamón y queso, por ejemplo. Tenemos que ser conscientes de ello. Hay que tener en cuenta que para ‘cultivar’ un kilo de carne se necesitan 1.500 litros de agua, y todo ello para que, después, una familia lo ingiera en una comida. Y esto sucede a la vez que hay personas que no pueden beber ni una gota de agua. ¡Es alucinante! Nos estamos cargando el planeta. No podemos pensar sólo en nosotros, sino también en las generaciones futuras. Necesitamos una alimentación sostenible, sana, natural y energética, conociendo la energía de cada alimento.

En una comida principal, dice usted, no puede faltar: cereales integrales en grano, legumbres, un alga, una verdura verde y una pequeña porción de semillas o frutos secos. Alguien podría decir, ¡qué aburrimiento!

En absoluto. Lo que hacemos es volver a la vida natural. Empezar a comer lo que comían nuestros abuelos. ¿Cuánto hace que apareció el donut? Tampoco hace tanto. Tenemos que volver a la dieta de antes, a comer legumbres, verduras, piñones, nueces, semillas, frutos secos, fruta de la temporada. Tampoco hace tanto que comíamos esto. Lo que hay que hacer es comer los alimentos naturales de toda la vida, los que necesitamos, pero de la forma que deseemos. Podemos hacer fideuás, pizzas, hamburguesas, pero sin que sean de carne. Comemos lo que necesitamos en la forma que deseamos y de esta manera el cuerpo emocional también esta contento.

Pero disfrutar de una buena mesa también puede generar emociones positivas…

Según lo que entendamos por emociones positivas. Después de la comida de Navidad, las vibraciones empiezan a subir y todos los comensales, durante la sobremesa, creen tener la razón. Para mí esto no es positivo. Lo ideal es la armonía, la tranquilidad, el silencio… para mí esto es armonía. Es verdad que el placer sensorial existe y tiene relación con las emociones. Pero es por eso que te puedes comer un fricandó, pero no de carne, sino, por ejemplo, de seitán. O una lasaña. Yo hago una lasaña fenomenal. También hago donuts, pero no con azúcar, sino con manzana, por ejemplo.

Hablaba usted de vibraciones. Defiende que tanto los alimentos como los diferentes cuerpos del ser humano (físico, mental y emocional) vibran de distinta manera…

Así es. El físico vibra tan lentamente que lo podemos ver y tocar. El mental, por su parte, es la torre de control. Vibra más rápido que la velocidad de la luz. Pensamos mentalmente que vamos al Taj Mahal y hemos ido y venido. Es instantáneo. El emocional no lo podemos ver, pero sí sentir. Cuando estamos mal emocionalmente lo sentimos claramente. Éste no necesita ni chocolate ni alcohol ni nada por el estilo, lo que pasa es que la gente los utiliza para evadirse.

¿Y es cuando se resiente?

Evidentemente. Se queja porque no tiene vibraciones de armonía. Está bloqueado porque nunca le prestamos atención. Al cuerpo físico lo mimamos a diario, lo duchamos, lo alimentamos… al emocional nunca lo hemos limpiado. Nunca hemos tenido en cuenta las emociones bloqueadas. No vamos a un terapeuta para gestionarlas, no lo hacemos. Ni tan siquiera las expresamos, escribiendo, por ejemplo. Hablo de coger un papel y escribir cómo nos sentimos, o pintar, o ir a bailar… el caso es que afloren de alguna forma. No lo hacemos, no lo depuramos, no lo limpiamos cada día. Y el mental lo mismo. Vibra tan rápidamente que nos descontrola. Es importante para gestionarlo el silencio, la paz, para poder observar esos pensamientos que tenemos descontrolados. Todo el mundo tiene dos minutos al día para detenerse, pero no lo hacemos. El alimento ideal para el cuerpo mental es el agradecimiento, estar agradecidos con la vida.

A la hora de cocinar, "no sabemos extraer el sabor dulce a los alimentos", asegura usted. Por eso, añade, buscamos la compensación en el postre…

Exactamente. En la cocina mediterránea no hay dulzor.

Está usted cuestionando un referente…

Pero es verdad. No hay dulzura, en el plato, en la cocina mediterránea. Hay mucho salado, mucho aceite, mucho picante y mucho ácido… pero dulzura no, en absoluto. Y claro, acabamos de comer platos de esta cocina con tanto ajo, con tanto vinagre, que buscamos el dulce en las natillas o en el flan. Y estos postres tienen mucho azúcar, y de ahí los niños tan hiperactivos que tenemos. El sabor dulce está en el plato. ¿Y de dónde lo sacamos? Pues de las verduras dulces: calabaza, moniato, zanahoria… todas son muy dulces. Y si las cocinamos durante mucho tiempo dan una dulzura increíble. Cada gusto tonifica diferentes órganos del cuerpo.

Explíquemelo…

El sabor dulce nos equilibra estómago, bazo y páncreas. Son órganos emocionales todos ellos, que necesitan mucha dulzura y relax. Esta dulzura natural es muy importante, no me canso de repetirlo. La gente esta muy estresada y le falta un poco de dulzura. Cuando incorporemos esto a nuestro cuerpo, seguramente podremos relajarnos más y contar con un poco más de armonía en nuestra vida. Si vamos por la vía del azúcar, pues vemos el nivel de hiperactividad que tiene la gente. El azúcar nos desmineraliza, nos afecta al sistema nervioso, además de dejarnos mal el riñón, los huesos, etc. Ya vemos cómo están los niños de hiperactivos. Yo defiendo que no existen por naturaleza niños hiperactivos. El niño actúa en función de la energía que le damos. Si le damos una cola, pues actuará según la energía que le produce este producto. Si no le damos este tipo de alimentación, estará como un angelito. Tenemos que entender esto, es muy importante.

Hacía usted referencia a cocinar con tiempo, algo de lo que carecen hoy en día muchas personas…

Yo también tengo un ritmo de vida muy ajetreado y como muy bien. Tenemos tiempo, lo que pasa es que no lo dedicamos a la cocina. Lo empleamos, por ejemplo, para chatear. No valoramos que a través de la comida podemos modificar la calidad de nuestra sangre. Es cuestión de adquirir el hábito. Poner una olla de cereales supone un minuto y medio, y tienes para tres días. Hacer un pescado a la plancha o cocinar una verdura verde lleva tres minutos, es muy fácil. Poner una calabaza al horno sí lleva más tiempo, pero tampoco tenemos que estar todo el rato vigilándola. Realmente es muy fácil cuando se aprende. Lo que pasa es que la gente quiere cambiar leyendo un libro, y para ello hace falta un instructor. Si quiero aprender a conducir no puede hacerlo únicamente leyendo un manual, necesito un instructor que me enseñe, porque si no después habrá carencias. La gente vendrá y dirá “esto no funciona”, y sí que funciona, pero hay que aprenderlo.

Leyendo su libro, uno se da cuenta de que usted no es muy partidaria de las ensaladas o de la fruta cruda. Incluso no le hace demasiada gracia la miel, cuando es un alimento, según muchos expertos, tan nutritivo…

La fruta y la ensaladas crudas sí las recomiendo, pero según para quien. A una persona que tenga frío no se las aconsejaré. A Don Quijote, por ejemplo, no le recomendaré comer mucha ensalada, porque está muy delgado. Pero a Sancho Panza sí, cada día le daría una ensalada. Depende de la persona. Las ensaladas y todo lo crudo lo que hace es enfriar mucho. A una persona con exceso de peso, que ha comido mucha carne y que tiene un hígado muy bloqueado, que le reporta emociones de exceso, de ira, de cólera, le irán de maravilla. En cambio, una persona que esté decaída, con anemia, con osteoporosis, pues no se las recomiendo. La cocina energética me aporta conocimiento y me da libertad para escoger. Yo no soy partidaria de dietas, de prohibir. Yo explico los efectos que producen los alimentos, luego que cada uno escoja.

Y con respecto a la miel…

Cuando tomo una cucharada de miel de abeja, a los treinta segundos tengo mucho calor. Esto me está diciendo que este es un alimento que no transcurre por el sistema digestivo, sino que va directamente al riego sanguíneo y me da una hiperactividad al instante. ¿El día idóneo para tomar miel? El día que queramos correr un maratón, no hay problema. Tomamos algo de miel y ganamos la carrera (risas). Pero para el día a día no, porque nos dará mucha hiperactividad. Si tomamos mucha, nos desmineraliza, porque todo aquello que da energía al momento acidifica la sangre. Y cuando la tengo ácida, el pH cambia y el cuerpo busca minerales de donde sea. Por eso yo no recomiendo tomar miel cada día, en absoluto.

¿Qué le diría a aquella persona que no acabe de estar convencida del método alimentario que usted propone?

Que lo pruebe, que lo siga durante seis meses. La gente que lo prueba gana en calidad de vida. Gana en concentración, claridad mental, en ganas de hacer cosas, en perder peso o ganarlo, si es necesario… No podemos opinar de algo si no se prueba, si no se vive. Yo en mis clases doy libertad. Explico qué energía aporta cada alimento, y luego la gente decide.