jueves, 14 de enero de 2016

ME CAÍ DEL MUNDO Y NO SÉ POR DÓNDE SE ENTRA (PARA MAYORES DE 50)

Por Eduardo Galeano

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco. No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. Es más ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. Tiramos absolutamente todo. Ya no hay zapatero que remiende un zapato, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos. De “por ahí” vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba. Y no es que haya sido mejor, es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo”, pasarse al “compre y bote que ya se viene el modelo nuevo”. Hay que cambiar el auto cada tres años porque si no, eres un arruinado. Aunque el coche esté en buen estado. ¡Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre. Me educaron para guardar todo. Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería… ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos…  ¡¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos!! Los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas.  ¡Y las pilas! Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga.  Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado.

Nota:

Eduardo Galeano falleció el 13 de abril de 2015




miércoles, 13 de enero de 2016

LAS BUENAS PERSONAS TENEMOS MÁS DE UNA HERIDA EN EL CORAZÓN

Las personas buenas anteponemos las necesidades de los demás a las propias. Pero, en ocasiones, también hay que saber decir “no” para evitar sobrecargas y pensamientos negativos

Las buenas personas no sabemos que lo somos, no comprendemos que nuestro buen hacer se basa siempre en buscar el bien ajeno antes que el propio. Es el modo en que entendemos la vida, es lo que nos define y no por ello nos vemos diferentes.

Ahora bien, algo que sucede muy a menudo en estas formas de comportamiento y de entender el día a día es que su humildad descuida en ocasiones esa “autoprotección” que todos deberíamos cultivar a través de la autoestima y el amor propio.

Darlo todo por los demás es un acto de nobleza, pero no debes olvidar nunca que, al hacerlo, puedes quedarte vacío. Y más aún, es posible que los demás no aprecien cada uno de tus esfuerzos. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Las buenas personas tienen heridas en el alma

Es posible que mucha gente se cuestione en un principio a quien consideramos buena persona y a quien no. Obviamente, siempre hay matices y todos, a nuestra manera, practicamos el bien, el respeto y somos íntegros con nosotros mismos y los demás.

Ahora bien, a la hora de hablar de buenas personas en su sentido más puro, podríamos definirlas de la siguiente manera:

- Son personalidades que, por lo general, no “saben decir No”. Cuando alguien les pide algo, son capaces de dejar a un lado sus prioridades por ofrecer ayuda.

- No cuestionan a quien ofrecen ayuda y a quien no. Atienden a familiares, amigos, compañeros de trabajo… siempre tienen tiempo para los demás.

- Son personas empáticas, capaces de sentir el dolor y las emociones ajenas, e incluso el dolor del mundo.

- Son sensibles, sociables y siempre notan que a los días les faltan horas para hacer más cosas.

Estamos seguros de que también tú puedes sentirte identificado y puede que conozcas a más de una persona que entiende su vida de este modo. Ahora bien, algo que siempre suele ocurrir en estos casos es que llega un momento en que cargan en su corazón más pesares que alegrías.

Cuando los demás dan las cosas por sentado y no aprecian los esfuerzos

Lo señalábamos al inicio: llega un instante en el que los demás dan por sentado que siempre vamos a estar ahí, que siempre vamos a estar disponibles para atender, actuar, ayudar o consolar.

- En el momento en que se dan “los afectos por sentados” aparece el auténtico problema:  las personas dejan de mirarnos al rostro y al corazón. No intuyen que tal vez ese día no nos encontremos bien.

- O peor aún, no se dan cuenta que día a día dejamos de atendernos a nosotros mismos, de que necesitamos tiempo, que tenemos derecho también a decir que no, a priorizarnos.

- Poco a poco llega no solo el cansancio físico, sino el emocional. En el momento en que percibimos que los demás tiran de nosotros más allá de lo que podemos ofrecer, aparece la sobrecarga y el estrés.

- En el caso de las buenas personas este tipo de sobrecargas son aún más peligrosas. ¿La razón? Nos damos cuenta de que algunos dejan de vernos como “personas con derechos y necesidades”. Y es algo destructivo si viene de la mano de parejas o familiares.

Las heridas que escondemos para aparentar ser fuertes

Las buenas personas no suelen quejarse, no lo hacen porque no les gusta aparentar negativismo. Están acostumbradas al optimismo, a la energía y a la apertura emocional.

Ahora bien, al cabo del tiempo nuestro corazón almacena ya muchas decepciones y desengaños. Hemos conocido hasta qué punto pueden llegar los egoísmos ajenos.
Lo peor de estos casos es que, en ocasiones, las buenas personas se sienten culpables de sus propias heridas. Los pensamientos que suelen tener pueden ser los siguientes:

“Esto me pasa por confiar demasiado, esto me pasa porque soy tonto y dejo que se aprovechen de mí…”

Nunca deberíamos dejarnos llevar por estos pensamientos destructivos. Corremos el riesgo de caer en una indefensión y en que nuestra autoestima se destruya. No lo permitas.


Las buenas personas también tienen derecho a decir “NO”

Asúmelo desde hoy mismo: nunca serás mala persona o un ser egoísta si, de vez en cuando, te permites decir “NO”:

- Decir que no es poner límites en el día a día con los que proteger nuestro autoconcepto y nuestra salud emocional.

- Un “NO” a tiempo ayuda a que los demás entiendan que también nosotros somos personas con necesidades y que merecemos, al igual que todos los demás, cuidado y respeto.

- Poner límites supone, a su vez, protegernos y cultivar tiempo para nosotros mismos. Recuerda siempre que darlo todo por los demás te puede dejar vacío. Guarda una parte para ti, para estar bien.

Porque si tú estás bien, podrás seguir ayudando a los demás y entendiendo la vida como tú la sientes: haciendo el bien, regalando sonrisas y optimismo.




martes, 12 de enero de 2016

CIENTÍFICOS DESCUBREN QUE EL CUERPO HUMANO ES UNA PROYECCIÓN DE LA CONSCIENCIA

En este artículo, vamos a explorar la posibilidad de que su cuerpo sea una proyección holográfica de su conciencia a medida que influye directamente en el holograma y, por tanto, tener un control total sobre la salud física de su cuerpo. También exploraremos específicamente el mecanismo exacto detrás de este principio.

El pensamiento humano determina la realidad, este es uno de los principios fundamentales de la física cuántica.

A principios de 1900 los científicos lo demostraron con un experimento llamado la doble rendija. Encontraron que el factor determinante del comportamiento energético (“partículas”) a nivel cuántico es la conciencia del espectador. Por ejemplo, los electrones en la misma condición a veces actúan como partículas, y luego en otras ocasiones se cambiarían a actuar como onda (energía) sin forma.

El mundo cuántico nos está esperando para tomar una decisión para él saber cómo comportarse. Es por eso que los físicos cuánticos tienen tales dificultades para explicar y definir el mundo cuántico. Somos verdaderamente, en todo el sentido de la palabra, maestros de la creación porque decidimos lo que se manifiesta.

La cosa es que el nivel cuántico de la realidad no es un aspecto local e insignificante de la creación. Lo que nos rodea es el nivel más fundamental de la creación, además del campo unificado. El campo energético humano está interactuando e influye en el campo cuántico que nos rodea en todo momento y el poder de nuestras creencias e intenciones se infunde en nuestro campo de energía, debido a que son fijados por la energía de nuestros pensamientos y emociones.

Por lo tanto, la fusión de nuestros pensamientos, emociones, creencias e intenciones, que llamaré el campo energético humano para simplificar, es la realidad cuántica perpetuamente dentro de nosotros y alrededor de nosotros, en cada momento de nuestra existencia.

Tenemos el control y la responsabilidad total y completa sobre lo que elegimos con nuestra atención a manifestarse fuera del campo en el momento siguiente, nuestro poder y capacidad de hacer esto depende totalmente de lo que creemos, y la forma en que lo estamos sintiendo.

El caso Vittorio Michelli

En 1962, fue admitido en el Hospital Militar de Verona, Italia, con un gran tumor en su cadera izquierda. Los médicos sabían que no podían ayudarle porque su caso era considerado imposible y fue enviado a casa sin tratamiento, y después de unos 10 meses, el hueso de la cadera izquierda lo tenía completamente desintegrado.

Como último recurso, viajó a Lourdes, Francia, y bañado en la primavera de allí (que es un famoso lugar sagrado cristiano para producir milagros). Inmediatamente comenzó a sentirse mejor, recuperó su apetito, y se bañó en la primavera unas cuantas veces.

Después de unos meses de estar en casa, sintió un fuerte sentido de bienestar por lo que le pidió a los médicos que le hicieran radiografías de nuevo, y se sorprendieron al encontrar que su tumor se había reducido. En los próximos meses se mantuvo una estrecha vigilancia sobre él, y sus rayos X mostraron que su tumor continuó disminuyendo, hasta que con el tiempo el tumor ¡había desaparecido!

Puesto que su tumor había desaparecido, su cadera comenzó a regenerarse. Después de dos meses, estaba caminando de nuevo, y unos años más tarde, su hueso de la cadera se regeneró completamente.

La Comisión Médica del Vaticano, en su informe oficial, dijo: “Una notable reconstrucción del hueso pélvico” se hizo rayos X en 1964, 1965, 1968 y 1969 confirman categóricamente que una reconstrucción ósea imprevista e incluso misteriosa sorprendió al mundo de la medicina “.

Normalmente este caso sería considerado milagroso y, de hecho, realmente lo es. Pero parece milagroso en el sentido de la verdadera fuerza de la intención humana y la creencia que muestra. Además, este es una poderosa evidencia que sugiere que hay una estructura energética que está más allá de nuestros “cuerpos materiales ”, ya que es uno de las únicas explicaciones lógicas para el hueso de la cadera de Vittorio Michelli, a menos que hubiera algún tipo de modelo energético que estaba instruyendo a su crecimiento, que, al igual que la comisión médica del Vaticano claramente, era “desconocido en los anales de la medicina mundial”.

En la medicina, tal vez este caso era desconocido, pero lo mismo no puede decirse de la física. A nivel atómico, los átomos que unen se unen entre sí para formar moléculas que tienen estructuras geométricas específicas como si no hubiera un modelo energético que diga que se adhieran a las formas que las mantienen unidas.

Si nuestros cuerpos son una proyección de la conciencia, entonces nuestra conciencia crearía un modelo energético para que nuestros átomos y moléculas se alineen para crear nuestros cuerpos. Hay evidencia que sugiere fuertemente la existencia de este modelo energético (o campo de energía humana) en la nueva investigación sobre el ADN que demuestra que transmite, recibe, y por lo tanto lee la energía directamente del campo.

El caso de Michelli es un ejemplo perfecto de nuestra capacidad humana para volver a organizar esta estructura de vacío con nuestra energía y así manifestar lo que queremos, de manera que lo que ocurre verdaderamente parecen resultados milagrosos.

El hecho de que él comenzó a sentirse mejor y empezó a creer que fue sanado sugiere que fue la clave de su cura. Algunos pueden querer seguir con la creencia de que Dios ha sanado a este hombre, y estoy de acuerdo con ellos. Pero nosotros probablemente discrepemos sobre la naturaleza de Dios.

La fuerza que llamamos Dios es el poder y la conciencia infinita detrás de la creación y por lo tanto, cuando se estableció contacto con nuestra conciencia, es decir, sin pensar y a través de la meditación, nos abrimos a la infinidad de nuestra propia conciencia.

Cuando nos abrimos a esta energía, nos permitimos sentir “una poderosa sensación de bienestar” y saber que este poder tiene el asombroso poder para crear la realidad, y directamente afectan a nuestra biología.

El cuerpo como una proyección de la conciencia.

Esto es absolutamente crucial para la comprensión de nuestra capacidad de curación. Nuestros cuerpos son una proyección holográfica de nuestra conciencia y que son la suma total de nuestras creencias sobre nosotros mismos.

Si podemos cambiar nuestras creencias sobre nosotros mismos, podemos cambiar la energía que define nuestro campo energético humano, entonces podemos cambiar el modelo energético con el que nuestro cuerpo está alineado.

Deepak Chopra contó una historia que ilustra esto a la perfección en su libro, “Cómo conocer a Dios”. Un amigo suyo se lesionó el pie mientras que entrenaba en un gimnasio porque no estaba acostumbrado a utilizar una de las máquinas. El dolor en la pierna creció durante los días, y cada vez era más difícil caminar, y luego en el examen médico se descubrió que tenía una condición común conocida como fascitis plantar, se produce cuando el tejido conectivo entre el talón y la parte delantera del pie se estira o se rompe.

Su amigo decidió no hacerse cirugía y en su lugar aguantar un poco más, pero con el tiempo se encontró con mucho dolor y dificultad para caminar. Buscó un sanador chino en tiempos de desesperación. Este hombre chino fue la aparición común, y no dio “ninguna evidencia de ser místico o espiritual, o de otra manera dotado con la curación.”

El amigo herido Deepak Chopra sigue: “Después de tocar mi pie suavemente, se levantó e hizo algunas señales en el aire detrás de mi espalda, nunca realmente me tocó, y cuando le pregunté qué estaba haciendo, dijo que simplemente estaba activando algunos interruptores en mi campo de energía, lo hizo por un minuto y luego me pidió que me levantara, ya no había ninguna sensación de dolor”

“Para mi sorpresa le pregunté qué había hecho. Me dijo que el cuerpo era una imagen proyectada por la mente, y un estado saludable de mente sigue esta imagen intacta y equilibrada. Sin embargo, las lesiones y el dolor pueden causarnos a retirar nuestra atención de la zona afectada.

En este caso, la imagen del cuerpo comienza a deteriorarse; sus patrones de energía se dañan, poco saludable. Así que el sanador restauró el estándar correcto­. Después la propia mente del paciente asume la responsabilidad de que sigue siendo así”

Esta historia me ha fascinado y me inspiró desde entonces. Como hemos visto, la realidad parpadea dentro y fuera numerosas veces por segundo, oscilantes entre la forma y lo informe, y la física cuántica sabe que nuestros pensamientos y creencias influyen en la realidad cuántica que es el origen del mundo material. Por lo tanto, es natural suponer que hay una fuente de energía.

Creo que está absolutamente claro que debemos comenzar a considerarnos a nosotros mismos como algo más que un cuerpo físico. De hecho, es mucho más coherente de pensar en nosotros mismos como un campo de energía luminosa organizarnos en un cuerpo, o la conciencia como manifiesto y experiencia temporalmente de este nivel de realidad a través de nuestros cuerpos.

Somos mucho más de lo que pensamos que somos, e infinitamente más de lo que nos han  hecho creer. El siguiente paso que tiene que tomar nuestra evolución humana implica que nosotros aprendemos cómo utilizar y mejorar este poder que tenemos para influir en la realidad. Todo lo que necesitamos hacer es purificar nuestra energía a la proyección de energía de nuestro cuerpo.

Entonces nuestros átomos y moléculas se alinean perfectamente con esta estructura, porque no hay interferencias energía para romper la imagen de nuestro cuerpo como fue diseñado por nuestra conciencia. Y al hacerlo nos estamos alineando con los principios universales. Nuestro campo de energía luminosa es, por supuesto, vibrante y nuestra energía fluye naturalmente sin obstáculos como una poderosa corriente de la conciencia, pero los niveles inferiores de la conciencia por los que hemos sido condicionados para vivir como parte de nuestro adoctrinamiento social interrumpe este flujo y obstaculiza su perfección en todas partes.

Otro concepto clave para entender es que su cuerpo siempre se regenera. En una conferencia de Deepak Chopra señaló que los átomos no envejecen. Ellos no mueren, y existen los mismos átomos que existían en el Big Bang hace unos 14 mil millones años aún hoy, algunos de los cuales todavía están en ti.

Cada año, el 98% de los átomos en su cuerpo se sustituyen por “nuevos” átomos. Estás constantemente muriendo y renaciendo.

Cada tres días tienes un nuevo revestimiento del estómago y cada mes tienes la piel nueva, cada tres meses tiene un nuevo esqueleto y cada año hay casi un organismo completamente nuevo.

Deepak Chopra lo describe muy bien, diciendo que nuestros átomos “son como las aves migratorias.” Ellos no son permanentes, son completamente independientes, y están a la deriva en el espacio y tiempo y sólo se organizan en estructuras como nuestros cuerpos por nada menos que nuestro campo de energía que organiza cómo un campo magnético organiza presentaciones, sólo un poco más complejo. Tu cuerpo no es el verdadero tú. Tu cuerpo es sólo una proyección de lo que tú crees sobre ti mismo.

Tú eres conciencia pura, y lo que realmente eres es una conciencia creativa infinita que se manifiesta en la realidad y la realidad de la co­creación con otros aspectos de ti mismo (ya que cada ser es una conciencia universal infinita de expresión que lleva la etiqueta de Dios), entonces puedes comenzar a tomar el control total sobre tu cuerpo, tu salud y tu vida.

El dolor crónico, enfermedad o lesiones antiguas que tienes en tu cuerpo no es realmente en tu cuerpo, es tu mente. Más específicamente, son una función de su percepción. Así que tú estás sosteniendo la enfermedad y el dolor dentro de su conciencia, y por lo tanto está impreso en su campo de energía, y sólo entonces comienzan a manifestarse en su fisiología.

Entonces no es sólo nuestra salud la que está completamente fuera de nuestro control intencional, la velocidad a la que envejecemos, incluso puede estar bajo nuestro control también. No estoy sugiriendo que puedas ser inmortal, porque ya somos seres de conciencia infinita. Lo que estoy sugiriendo es que, en un tiempo olvidado, y en un futuro próximo, los seres humanos se darán cuenta de nuevo y tendrás la capacidad de vivir de este campo, y vivir conscientes de su naturaleza como energía pura de seres luminosos.

En ese momento los seres humanos se darán cuenta de que el cuerpo es una manifestación más alta. Y un día vamos a llegar a un punto en que podamos regenerar continuamente nuestros cuerpos a voluntad porque vivimos en el campo de la energía infinita, y por lo tanto nuestros cuerpos simplemente operarán a una frecuencia más alta para que podamos vivir en ellas hasta que nuestro trabajo esté completo y decidamos seguir adelante.

¿Fantástico? Sí. El único obstáculo para llegar a esta naturaleza del universo es su propia conciencia, su nivel de atención, y sus creencias. Nuestra capacidad de curar está directamente relacionado con nuestro nivel de atención y nuestro nivel de creencias. Por ejemplo, podemos sanar de cualquier afección, enfermedad o lesión, ya que tenemos la certeza absoluta, la comprensión, de que vamos a ser sanados.

Esto se consigue directamente mediante el acceso al nivel más fundamental de la realidad a través de la meditación profunda. Esto se debe a que el nivel fundamental de la realidad, todo es posible, y la reestructuración de la realidad se basa únicamente en nuestras creencias y expectativas.

Somos pura energía, y hay un potencial infinito en nuestra energía. Tú no tienes limitaciones, y nada es imposible. Sólo son tus creencias que dictan lo que puedes y no puedes hacer. “Los milagros suceden, no en oposición a la naturaleza, pero a diferencia de lo que sabemos de la naturaleza.”




lunes, 11 de enero de 2016

¿POR QUÉ FUERTEVENTURA ES LA MEJOR ISLA DE ESPAÑA?

Nunca es fácil elegir de entre lo muy bueno, lo mejor. Y eso es lo que ocurre cuando se trata de escoger la mejor isla de España. Ser la envidia de medio mundo en cuanto a destinos isleños es lo que tiene. Por eso una buena opción es que decida un jurado lo suficientemente amplio como para que haya consenso. Por ejemplo, los propios viajeros y usuarios del portal de viajes más grande del mundo, Trip Advisor.

Ellos son quienes han decidido que la espectacular Fuerteventura es la mejor isla de España para este 2015. Y no sólo eso: uno de sus municipios, La Oliva, fue votado unas semanas antes como el segundo mejor destino del país, sólo por detrás de Barcelona.
¿Qué tiene Fuerteventura para volver locos a familias, singles, parejas sin hijos, grupos de amigos, jubilados con animales de compañía y todas las combinaciones de viajeros que se os pasen por la cabeza? Para empezar, precisamente eso: que se trata de una isla tan ecléctica que todo el mundo es más que bienvenido. La fama de auténtico paraíso que cosechaba entre los amantes de los deportes acuáticos y los ecoturistas se trasladó enseguida al resto de tribus, urbanas y campestres, así que hay sitio para todos.

Fuerteventura, auténtica y salvaje

Para seguir, que a pesar del boom turístico, Fuerteventura mantiene ese aire de isla auténtica y salvaje, donde guris y locales se cruzan sin problema mientras ambos mantienen sus costumbres. Y para terminar, que tiene algunos de los paisajes más alucinantes que veréis jamás. Tanto que para protegerlos hace ya 6 años que la UNESCO declaró la isla al completo Reserva de la Biosfera. Pero ahí no acaban sus atractivos. La lista es tan larga que necesitaríamos un rato de los largos para no dejarnos nada en el tintero. De momento, ahí va un aperitivo.

Desde el norte hasta el sur, o desde Corralejo hasta la península de Jandía, la cantidad de espectaculares playas que dibujan la isla es uno de los principales reclamos. Disfrutarlas es un regalazo de los de verdad porque hay pocas playas tan alucinantes como estas, de arena fina dorada y aguas color turquesa. ¿Lo mejor? Que el ‘catálogo’ es tan amplio que hay para todos los gustos: con dunas, sin ellas, con olas, en calma... Pero ninguna abarrotada y todas prácticamente vírgenes. Hay quienes tienen su paraíso en la extraordinaria Cofete, otros lo sitúan en las playas de El Cotillo, también están los que prefieren alguna de las situadas en el Parque Natural Grandes Dunas de Corralejo, los que se declaran verdaderos amantes de la isla de Lobos, a apenas dos kilómetros... En el sitio web oficial de Turismo de Fuerteventura encontrarás una buena guía para elegir. Sólo podemos añadir que incluso los poco amigos del mar y la arena acaban convirtiéndose y rindiéndose a la evidencia: si el paraíso existe, debe encontrarse por aquí cerca.

Dicen los aficionados a la astronomía que hay pocos cielos como el de Fuerteventura. De hecho, la posibilidad de poder contemplar aquí la Vía Láctea abarrotada de estrellas fue la culpable de que la UNESCO iniciara el procedimiento para convertir esta isla en Reserva Star Light, mención con la que se reconocen aquellos puntos del planeta donde las condiciones de iluminación natural y nitidez del cielo nocturno son perfectas para contemplar el cielo estrellado. Quizá por eso a Fuerteventura la tradición de mirar las estrellas le viene de lejos: cuentan que los primeros habitantes de la isla dejaron sus huellas en la montaña de Tindaya en forma de podomorfos orientados no sólo a elementos del paisaje terrestre sino también del paisaje celeste.

Aunque casi siempre que se escucha algo sobre Fuerteventura está relacionado con deportes acuáticos o playas, también es buen destino para los aficionados a los volcanes. De hecho, es el origen volcánico de la isla el que ha hecho de ella un lugar con una orografía tan original. Desde la localidad norteña de Lajares en dirección Corralejo hay una serie de volcanes alineados entre los que se encuentra un cráter casi perfecto, de nada menos que 70 metros de profundidad, cuyo acceso es muy sencillo además de libre. Al llegar a la cima encontrarás unas impresionantes vistas que merecen mucho la pena hasta para los que sufrimos cierto vértigo. Palabra de miedosa a las alturas.

Otra virtud más o menos desconocida de esta isla es que se disfruta y mucho al sentarse a la mesa. Nada de comida rápida para engañar el estómago sin más. A pesar de que el turismo extranjero tiene una buena cuota de representación, los restaurantes autóctonos se mantienen y miman mucho al cliente. Entre los imprescindibles de la gastronomía majorera se encuentran sus riquísimos quesos, la carne de cabrito, el sancocho, el gofio, las papas... Y además, a precios más que económicos. ¿Qué más se puede pedir?








sábado, 9 de enero de 2016


"La vida no te ocurre a ti, ocurre para ti"

Aquí les dejo una reflexión de Jim Carrey sobre realización personal. 


https://youtu.be/4wwTQuRhoZk


viernes, 8 de enero de 2016

LAS PERSONAS EGOÍSTAS SON INCAPACES DE AMARSE

Tenemos comúnmente la idea arraigada de que las personas egoístas son narcisistas. Con la creencia de que estas personas solo se preocupan por sí mismas, que se valoran y se aman por encima de todo. Sin embargo, la realidad es muy diferente, las personas egoístas no solo tienen dificultad para amar a los demás, sino a sí mismas también.

Entendemos que una persona egoísta es aquella que solo se interesa por sí misma. Carece de respeto y de interés por las necesidades de los demás, se relaciona con las personas principalmente por su utilidad, y por los beneficios que puede extraer de ellas.

Establecen por lo tanto relaciones instrumentales para cubrir sus necesidades, sin tener en cuenta el componente emocional de las personas. Puede suceder esto, a su vez, por temor a implicarse demasiado en las relaciones y salir dañadas. Así, realmente, lo que estarían haciendo es huir del amor.

La persona egoísta no obtiene satisfacción en dar, su preocupación se centra básicamente en lo que va a recibir a cambio. Puede dar la apariencia de que toda esta energía que centra para sí mismo es debida al amor que se tiene. No obstante, todas estas acciones implican una gran incapacidad para amarse.

“No ve más que a sí misma; juzga a todos según su utilidad; es básicamente incapaz de amar. ¿No prueba eso que la preocupación por los demás y por uno mismo son alternativas inevitables? Sería así si el egoísmo y el autoamor fueran idénticos. Pero tal suposición es precisamente la falacia que ha llevado a tantas conclusiones erróneas con respecto a nuestros problemas.”
-Erich Fromm-

Ser egoístas es lo opuesto al amor propio

Se tiende a confundir a menudo el amor propio con el hecho de ser egoístas. La persona que se ama a sí misma está lejos de parecerse a la persona egoísta. Ya que existen marcadas diferencias que denotan una preocupación real tanto hacia sí mismos como hacia las personas que les rodean.

Cuando indagamos en el propio conocimiento de nosotros mismos, nos iniciamos a su vez en comprender mejor a los demás. El propio conocimiento es la única forma de ser conscientes de todas nuestras limitaciones y de nuestra falta de aceptación; y de todos nuestros miedos subyacentes a nuestro comportamiento.

“El egoísmo y el amor a sí mismo, lejos de ser idénticos, son realmente opuestos. El individuo egoísta no se ama demasiado, sino muy poco; en realidad, se odia. Tal falta de cariño y cuidado por sí mismo, que no es sino la expresión de su falta de productividad, lo deja vacío y frustrado. Se siente necesariamente infeliz y ansiosamente preocupado por arrancar a la vida las satisfacciones que él se impide obtener.
-Erich Fromm-

Amarnos para poder amar

Es conditio sine qua non amarse primero a uno mismo para poder así amar a los demás. Este hecho es fundamental y está muy alejado de lo que es el egoísmo. Atender y escuchar a nuestras propias necesidades, dándoles el valor que merecen; supone un respeto hacia sí mismo, imprescindible para aprender a quererse.

Tener en consideración nuestras emociones expresándolas y aceptándolas, nos convierte en personas más auténticas con facilidad para relacionarnos desde la intimidad y la confianza. Y no a través del miedo a que nos dañen, que solo desemboca en relaciones superficiales, donde vamos añadiendo capas que nos impiden ver nuestra capacidad de amar.

“La idea expresada en el bíblico “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, implica que el respeto por la propia integridad y unicidad, el amor y la comprensión del propio sí mismo, no pueden separarse del respeto, el amor y la comprensión del otro individuo. El amor a sí mismo está inseparablemente ligado al amor a cualquier otro ser.”
-Erich Fromm-

Nos engañamos creyendo que amamos

Al igual que la persona que es egoísta, es incapaz de amar, no lo es menos la persona que tiene una gran preocupación por los demás, y que se dedica por completo hacia quienes le rodean, desconectando de sí misma. De esta forma cree que siente tanto amor que es capaz de renunciar a sus necesidades.

Este ejemplo es fácil verlo en las madres sobreprotectoras y en las personas que se olvidan de sí mismas para prestar atención a los demás, y estar a su disposición para cuando lo necesiten. Son personas que se vuelcan en las necesidades ajenas haciéndolas como propias.

Esta forma de amar si bien puede confundirse con personas muy buenas, que están dispuestas a entregarse desinteresadamente, y aman al prójimo incluso más que así mismas. Es igual de engañosa que la del egoísta en la que se cree que se ama mucho así mismo. Ambas formas de amar son un autoengaño en el que se manifiesta una compensación exagerada por su incapacidad de amar.

“Es más fácil comprender el egoísmo comparándolo con la ávida preocupación por los demás, como la que encontramos, por ejemplo, en una madre sobreprotectora. Si bien ella cree conscientemente que es en extremo cariñosa con su hijo, en realidad tiene una hostilidad hondamente reprimida contra el objeto de sus preocupaciones. Sus cuidados exagerados no obedecen a un amor excesivo al niño, sino a que debe compensar su total incapacidad de amarlo.”
-Erich Fromm-

Como podemos comprobar en los ejemplos de la personas egoístas y en la personas que se despreocupan de sí mismas, son dos formas en las que no existe el amor hacia sí mismos, por ende, no puede existir el amor hacia las demás personas.

“De ello se deduce que mi propia persona debe ser un objeto de mi amor al igual que lo es otra persona. La afirmación de la vida, felicidad, crecimiento y libertad propios, está arraigada en la propia capacidad de amar, esto es, en el cuidado, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. Si un individuo es capaz de amar productivamente, también se ama a sí mismo; si sólo ama a los demás, no puede amar en absoluto.”
-Erich Fromm-