lunes, 28 de diciembre de 2015

EL GUARDIÁN DEL MONASTERIO

Cuenta la leyenda que en un monasterio budista ubicado en una ladera casi inaccesible de las frías y escarpadas montañas del Himalaya, un buen día uno de los monjes guardianes más ancianos falleció. Le hicieron los rituales tibetanos propios para esas ocasiones, llenas de profundo respeto y misticismo. Sin embargo, era preciso que algún otro monje asumiera las funciones del puesto vacante del guardián. Debía encontrarse el monje adecuado para llevarLas a cabo. El Gran Maestro convocó a todos los discípulos del monasterio para determinar quién ocuparía el honroso puesto de guardián.

El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnifica mesita en el centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de ésta, colocó un exquisito jarrón de porcelana, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria belleza y dijo:

-“He aquí el problema. Asumirá el puesto de Honorable Guardián de nuestro monasterio el primer monje que lo resuelva.”

Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de gran valor y belleza, con una maravillosa flor en el centro. Los monjes se quedaron como petrificados en el más respetuoso silencio, hundidos en sus interrogantes internas… ¿Qué representaría ese bello jarrón con flores? ¿Qué hacer con él? ¿Cuál podría ser el enigma encerrado de tan delicada belleza? ¿Simbolizaría acaso las tentaciones del mundo? ¿Podría ser algo tan simple como que necesitara agua la flor? Eran tantas preguntas…

En un momento determinado, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro, y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y … zas!! Destruyó todo de un solo golpe.

Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo:

-“Alguien se ha atrevido no solo a dar solución al problema, sino a eliminarlo. Honremos al nuevo Guardián del Monasterio.”


En realidad, poco importa cuál sea el problema. Hay problemas cuyo aspecto nos confunde, pues halaga los sentidos. En el fondo sigue siendo un problema.

Si el problema, es exactamente eso: un problema, y precisa ser eliminado, no importa que se trate de una mujer sensacional, o de un hombre maravilloso o de un gran amor que se ha esfumado. Por más hermosa que haya sido la experiencia que has vivido o lo significativa que haya sido la persona con quien has estado, si no existiera más sentido para ello en tu vida, tiene que ser eliminado.

Muchas personas cargan la vida entera el peso de cosas que fueron importantes en su pasado y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus mentes, espacio que es indispensable para recrear la vida.

Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a aquellas personas del pasado que no tienen más sentidos que sigan ocupando un espacio en tu mente. Exígete a ti mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos tranquilos sin esperar nada de ellos, así te ahorraras disgustos.

En realidad, poco importa cuál sea el problema. Hay problemas cuyo aspecto nos confunde, pues halaga los sentidos. En el fondo sigue siendo un problema.

Si el problema, es exactamente eso: un problema, y precisa ser eliminado, no importa que se trate de una mujer sensacional, o de un hombre maravilloso o de un gran amor que se ha esfumado. Por más hermosa que haya sido la experiencia que has vivido o lo significativa que haya sido la persona con quien has estado, si no existiera más sentido para ello en tu vida, tiene que ser eliminado.

Muchas personas cargan la vida entera el peso de cosas que fueron importantes en su pasado y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus mentes, espacio que es indispensable para recrear la vida.

Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a aquellas personas del pasado que no tienen más sentidos que sigan ocupando un espacio en tu mente. Exígete a ti mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos tranquilos sin esperar nada de ellos, así te ahorraras disgustos.




domingo, 27 de diciembre de 2015

QUIEN MUCHO SE AUSENTA PRONTO DEJA DE HACER FALTA

En la vida hay que estar presente. Presente en presencia, mente y corazón, y ello es lo que esperamos de esas personas que consideramos como significativas en nuestro día a día.

Sin embargo, hay momentos a lo largo de nuestra vida que empezamos a percibir ciertos vacíos, vemos cómo se van rompiendo costumbres y aparecen los silencios. Las miradas esquivas, y las dudas…

No hay ausencia más dolorosa que aquella de quien a pesar de estar a nuestro lado, nos abraza con la indiferencia, con la falta de atención o la ironía. Pocas formas de soledad pueden ocasionar tanto sufrimiento.

Quien se ausenta es que no desea estar presente, y en ocasiones, se crean complejas situaciones que se alargan en el tiempo a través de las mentiras o las medias verdades. Tener la cabeza en otro sitio es dejar de prestar atención a lo que tenemos a nuestro alrededor.

Ofrecer vacíos a las personas que forman parte de nuestro presente es una forma de hacer daño y también de engañarnos a nosotros mismos. No es lo adecuado para ninguna de las dos partes. No obstante, también hay quien no lo percibe, quien no se da cuenta que el suyo, no es un vínculo satisfactorio, sano y emocionalmente seguro.

Hay personas que sencillamente, no saben amar. No saben estar presentes porque solo entienden un vínculo: el de ellos mismos. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

El vacío del ser que se ausenta

En realidad, y aunque nos sorprenda, hay muchos tipos de ausencias. Hay quien en lugar de vivir parece que sólo pasee por la vida, sin que nada capte realmente su interés. Y hay quien tras haber establecido una relación, ya sea afectiva o de amistad, empieza a mostrar desinterés y apatía de un día para otro.

Quien empieza a estar ausente sólo es capaz de ofrecer un vínculo frágil, un abrazo helado que la mayoría de las veces precede la antesala del adiós, de esa despedida que nos llenará de incomprensión y decepción.

Son muchas las personas que hemos dejado atrás, simplemente, porque se enfriaron los lazos. Porque las miradas trasmitían cansancio, o falta de complicidad, o porque el estar ausente era la única forma de estar en equilibrio.

Son procesos normales dentro de nuestro ciclo vital. Nuestro yo de ahora acumula muchas ausencias y etapas cerradas donde dejamos en el ayer, a personas queridas de las que aprendimos, y que podemos echar de menos o no.

Ahora bien, es necesario saber discriminar estos tipos de ausencias que caracterizan a un tipo de determinado de personas. Es posible que estos casos te sean conocidos.

El padre o la madre ausente

Son muchos los niños que perciben a alguno de sus progenitores como seres emocionalmente distantes e incluso inaccesibles. Dentro de esta definición, podemos diferenciar a su vez dos tipologías:

- Progenitores tiranos: puede ser la madre o el padre. Alguno de los progenitores ejerce un tipo de educación basada en la tiranía, ahí donde no existe la comprensión, la escucha o la empatía, y aún menos esa cercanía emocional que todo niño necesita para crecer.

- Progenitores carentes de vínculo: puede ocurrir en ocasiones, que al padre o a la madre, no le interese demasiado saber cómo es, o qué hace o deja de hacer su hijo. No hay cercanía, no impone, no argumenta, no acompaña ni educa. La comunicación es escasa y se limita sólo a “abastecer”, a trabajar y mantener la familia.




viernes, 25 de diciembre de 2015

LA CAUSA DE TODAS LAS ENFERMEDADES.

Les comparto un vídeo muy interesante. ¿Será verdad? Por lo que observo en mi entorno puedo afirmar que tiene mucho de verdad. 

https://youtu.be/MZW-oM185cU





jueves, 24 de diciembre de 2015

NO MENDIGUES LA ATENCIÓN DE NADIE Y MUCHO MENOS AMOR

No mendigues amor a quien no tiene tiempo para ti, a quien solo piensa en sí mismo. No lo hagas nunca. No te merece quien te hace sentir invisible e insignificante con su indiferencia. Te merece quien con su atención te hace sentir importante y presente.

El amor se debe demostrar, pero nunca jamás se debe mendigar. El hecho de tener que hacerlo es el más fiel de reflejo de la injusticia emocional, del desequilibrio que vive el sentimiento que cimienta una relación.

Te merece aquel que dice menos pero hace más. No te merece quien solo te busca cuando te necesita, sino quien está a tu lado cuando le necesitas y no solo cuando su interés se lo permite. Te merece quien sin esperar nada te lleva dentro, te siente y te hace sentir importante en su vida.

Al final es simple, la persona que te merece es aquella que teniendo la libertad de elegir, se acerca a ti, te aprecia y te dedica tiempo y pensamientos.

No existe la falta de tiempo, existe la falta de interés

Dicen que no existe la falta de tiempo, que existe la falta de interés, porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día, martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad.

También dicen que quien mucho se espera, se decepciona y sufre. Así que tenemos que revisar nuestras expectativas y meternos en la cabeza aquello de “no esperes nada de nadie, espéralo todo de ti”.

Porque las esperanzas y las expectativas son muchas veces (si no todas), la base de los fiascos emocionales y, por lo tanto, de percibir que como falta de interés las actitudes de los demás.

Cuando percibimos lo que los demás hacen o dicen como un fraude, realmente llegamos a sentir dolor. Un dolor emocional que a nivel cerebral se comporta de la misma forma que el dolor físico.

En este sentido cabe hacer un apunte importante y es que debemos darle al malestar psicológico la importancia que tiene. No se nos ocurriría ignorar fuertes punzadas en el estómago o un tremendo dolor de cabeza constante.

Así que, ¿por qué deberíamos ignorar el dolor emocional? No podemos dejar que el tiempo lo cure sin más, tenemos que trabajar sobre él y extraer las enseñanzas que nos brinda del mismo modo que dejaríamos de tomar chocolate si descubrimos que es el causante de nuestro malestar estomacal.

Esto es muy importante porque socialmente se tiene la falsa creencia de que el malestar psicológico es signo de debilidad y de que, al mismo tiempo, el tiempo curará las heridas sin necesidad de “desinfectarlas” ni de poner vendas o parches para evitar que sangre.

Valórate, quiérete bien

Dedícale tiempo a la gente que se lo merece y que te hace sentir bien. No mendigues la atención, la amistad ni el amor de nadie. Quien te quiere, te lo demuestra tarde o temprano.

Por eso, si vives en una situación de injusticia emocional tan alarmante, recuerda:

A quien no te llame y no conteste tus llamadas, no le llames. No busques a quien no te extrañe. No extrañes a quien no te busca. No escribas, no te sometas al castigo de la indiferencia que demuestran mensajes ignorados o silencios infundados.

No esperes a quien no te espera, valórate y deja de mendigar y de rogar amor. Porque, como hemos dicho, el amor se debe demostrar y sentir, pero jamás implorar. Tu cariño debe ser para quienes te quieren y te comprenden sin juzgarte.

Y sobre todo no te olvides del valor de tu sonrisa ante el espejo, quiérete y valórate por todo lo que eres y no por lo que alguien que no te merece te hace entender. Ámate bien y date cuenta de que el hecho de que alguien te descuide no quiere decir que tú no debas hacer lo imposible por rodearte de personas que te quieran en su vida.




miércoles, 23 de diciembre de 2015

EL CAMBIO ESTÁ EN TUS MANOS

Muchas veces se nos presentan situaciones donde podemos generar oportunidades de cambio y las desaprovechamos por pensar que nuestro intento o participación será insuficiente, en vano o no valdrá la pena, sin darnos cuenta de que un espíritu de cambio individual o colectivo siempre está allí esperando a que nos empoderemos de la situación.

Si las cosas no van bien, si nos encontramos pasando por problemas, adversidades, limitaciones, que no necesariamente sean individuales, sino se hagan comunes para un colectivo, debemos abrirnos a las posibilidades de cambio, con todas las ilusiones y pensamientos positivos que esto puede traer.

Algunas veces, por las experiencias vividas, pensar las cosas de forma positiva se nos hace imposible, porque ante la repetición de resultados negativos a nuestros esfuerzos anteriores nos volvemos fatalistas. Pero sembrar la semilla de la esperanza, del cambio, de generar un punto de inflexión donde las cosas comienzan a desarrollarse de una forma adecuada, es vital para darle la vuelta a una situación que nos genera limitaciones, desgaste o que sencillamente afecta de forma directa e indirecta nuestra calidad de vida.

Cómo podemos generar un cambio individual o colectivo:

A través de nuestra participación: Expresando por medio de los recursos que tengamos disponibles nuestro sentir, nuestro pensar. Nuestra opinión es valiosa, si no la exteriorizamos, si no participamos, se pierde en el vacío.

A través de la esperanza: Pensar desde nuestros miedos o pensar desde la fe es lo que marca la diferencia entre la angustia y la esperanza, pensar que se puede tener una vida mejor, que se puede recuperar lo perdido, que se puede revertir un proceso destructivo desde el amor, la solidaridad, el sentido de pertenencia, nos hace transitar por el camino de la esperanza y automáticamente nos coloca en línea con la prosperidad del universo. El miedo nos paraliza, nos hace pensar que los resultados no serán diferentes e inclusive que no vale la pena nuestro esfuerzo.

A través del empoderamiento: Saber que nuestro esfuerzo vale, que la suma de granitos de arena forman un desierto gigante, que es nuestra responsabilidad apostarle a un mejor futuro, no solo por nosotros, sino por todas las personas que se verían beneficiadas por un cambio.

A través de la apertura de consciencia: Es importante irradiar en nuestro entorno que todos somos capaces de generar un cambio, que todos se sientan conscientes de lo importantes que son dentro de sus diferentes procesos, que cada esfuerzo vale, que cada esperanza cuenta.

A través de la defensa de la opinión: Muchas veces las intenciones de cambo se ven vulneradas por quienes tienen mayor control de la situación apagando voces, callando opiniones, presionando, intimidando, etc. Cuando sentimos una necesidad de cambio, nadie debe transgredir nuestros derechos a expresarnos ni a defender nuestros puntos de vista.

A través del esfuerzo: Una vez iniciado un proceso de cambio es necesario trabajar para llegar a donde queremos estar, todo cambio genera cierta resistencia y nos saca de nuestra inercia y de nuestra zona de confort, que a veces no tiene nada de confortable, pero es lo que conocemos, por ello es necesario el esfuerzo para avanzar, para crecer y para estar mejor.

No dejemos pasar las oportunidades que tenemos de apostar por nuestro bienestar, no seamos simples espectadores de nuestra vida, seamos partícipes, responsables y conscientes de que cada uno de nosotros tiene en sus manos la posibilidad de trabajar por lo que quiere y de llegar a donde quiera llegar. Apostar por un cambio positivo nos abre horizontes, nos reconforta, nos da esperanza, nos sitúa en posición aventajada porque nos hace conscientes de que queremos transitar un camino más amable. Decidimos a diario cómo queremos crecer si a través del amor y la unión o a través del sufrimiento. Decide las cosas trascendentales de tu vida con consciencia.

Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor,
la electricidad y la energía atómica: la voluntad
―Albert Einstein




martes, 22 de diciembre de 2015

BUSCA SER FELIZ SIN CUENTOS, NO UN CUENTO CON FINAL FELIZ

Los cuentos de princesas han hecho estragos en el inconsciente colectivo cuando hablamos de amor. No necesitamos comer perdices para ser felices ni que el cuento se acabe con un colorín, colorado. Tenemos que buscar ser felices sin cuentos, no un cuento con final feliz.

No. Lo que nosotros necesitamos es vivir felices a nuestra manera, forjar relaciones independientes, hacer nuestro el destino. No elegir príncipes azules ni princesas de mundos rosas, sino pincharnos con ellas. Con las rosas, quiero decir. Y que salga ampolla, pero que aprendamos que huelen bien pero que también pueden hacer daño.

Y es que ya son demasiadas las ilusiones que yacen (si se me permite la licencia) en “algún lugar de la Mancha”. Nos hemos caído del burro, el amor no es como Disney lo pintaba ni como los cuentos de hadas nos quisieron hacer creer.

Se te ha caído la corona, princesa

Se te ha caído la corona de tanto llorar, princesa. Los sapos no se convierten en príncipes. Nunca lo hicieron. Los príncipes ya no te llevan en volandas, ya no van a rescatarte del dragón ni te dan besos que te devuelven a la vida.

Las princesas tampoco son lo que eran o lo que “deberían ser”. Ellas ahora quieren ser ingenieras, no muñecas. Y si quieren ser muñecas, muchas quieren ser muñecas ejemplares. Fuertes, independientes, empoderadas.

Sálvate tú. Rásgate el vestido. Vuela con los pájaros y olvídate de madrastras y de carrozas encantadas. No te resignes y no aceptes tu destino, elige. Cuestiona tus perdices, no vivas de un cuento, busca ser feliz.

Cambia príncipe azul por lobo feroz

No tiene mucho sentido ser una mujer de porcelana, frágil y delicada. Volando con una escoba se ve todo mejor. Adiós a la candidez y a la inocencia, hola a la astucia, a la sagacidad y a la independencia emocional.

“Olvídate del príncipe azul, búscate un lobo feroz que te vea mejor, te escuche mejor y te coma mejor”
Raquel Sánchez Silva en “Cambio príncipe azul por lobo feroz”

Cambia los “me haces falta para respirar” por “me gusta respirar junto a ti”. No mueras hasta que venga el príncipe. Sé bruja, juega con los dragones, alimenta a los sapos y cocina en tus calderos las mejores pócimas de amor propio. Priorízate. Deshazte de las tinieblas.

Y tú, príncipe, deshazte de tu capa y de tu espada. No te hace falta pelear con el dragón ni rescatar a la princesa. No estás encantado, solo estás enamorado. Y también lloras, ríes y cantas. No eres de acero, eres de carne y hueso.

No, no tienes que salvar el mundo de los demás antes que el tuyo propio. También tienes derecho a detalles, a cuidados y a las emociones. Conviértete en lobo feroz y no reniegues de tus sentimientos. Las armaduras pesan, tú lo sabes bien.

No tienes que ir protegiéndote por la vida, permítete sentir y explorar. Rescátate tú y no te sientas obligado a ir de castillo en castillo, ni a cruzar los siete mares en busca de un casamiento y del beneplácito de reyes sobreprotectores.

No busquemos castillos encantados con mazmorras para los malos. No busquemos murallas ni llanuras coloreadas. Busquemos ojos que nos hagan sentir vértigo, que den la vuelta al corazón y que nos enamoren las sonrisas. Pero las sonrisas que nos crean.

Que los cuentos de hadas siempre tienen un final y no es eso lo que queremos, no queremos amores eternos enfundados en destinos mágicos ni en banquetes ni en perdices. Que lo que realmente nos hace felices es vivir a nuestro aire, llenos de libertad y con locura.

Por eso, no tenemos que buscar un cuento con final feliz, sino ser felices sin cuentos. Sin expectativas. Sin magos. Sin coronas. Sin sapos. Y que el único hechizo que conozcamos sea el del amor propio, porque solo así podremos exigirnos un camino de estrellas.