martes, 8 de diciembre de 2015

EN TUS MANOS NO ESTÁ CAMBIAR A LOS DEMÁS, SOLO A TI MISMO

¿Cuántas veces has intentado cambiar a alguien? Puedes haber sido tú o pueden haber querido cambiarte a ti. Sea como fuere, esto es algo que, por mucho que nos esforcemos, no podremos lograr.

Pensemos en la idea de cambiar a los demás, como el hecho de decirle a alguien que deje de fumar. Si esa persona no quiere dejar el tabaco, por mucho que le digas que lo deje y acepte, no lo va a hacer. Solo debes mirarte a ti mismo y preguntarte: ¿haría algo que realmente no quiero hacer?

“Nadie puede cambiar a una persona, pero una persona puede ser la razón por la que alguien cambie”

No vivimos en un mundo virtual en el que puedes cambiar a los que están a tu alrededor, pues en este mundo real las opciones son solo dos: aceptar o alejarse; pero en ningún momento estará presente la opción de cambiar a los demás.

No trates de cambiar a los demás

Para entender un poco el hecho de que no se puede cambiar a los demás, por mucho que nos empecinemos en ello, compartimos con vosotros esta enseñanza que nos viene en forma de cuento:

“Un rey caminaba por un pueblo rocoso, se enfadó y dijo: ‘quiero que maten todas las vacas y que alfombren todo el pueblo’. Se juntaron los sabios del lugar y le dijeron: ‘muy bien, rey, tenemos que matar diez mil vacas, curtir todo el cuero y en diez años tendremos alfombrado todo el reino para que nuestro rey no se lastime’. Y vino un bufón que le pidió permiso para decir algo y el rey accedió: ‘¿por qué no matan una vaca, le sacan el cuero y le hacen unos zapatos?’. Y el rey aprendió que era mejor cambiar uno mismo que tratar de cambiar a todo el pueblo.”

Pensemos bien en lo que nos ha querido decir este breve relato. El rey pensaba que cambiar a todo el pueblo iba a ser fácil, por eso nunca pensó en la otra posibilidad. Eso mismo nos pasa a nosotros. Creemos que cambiar a los demás siempre va a ser más sencillo que, por ejemplo, cambiarnos a nosotros mismos.

Esto es algo que aprendemos y que debemos empezar a ver con otros ojos para no cometer los muchos errores que cometemos en muchas ocasiones. Cambiar a los demás nos parece la opción más fácil, mucho más que cambiar nosotros mismos. Porque ahí sí podemos cambiar. El cambio propio es posible, el ajeno ¡no existe!

“Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”
-León Tolstói-

Acepta, pero no cambies

¿Por qué para aceptar es necesario cambiar? En ocasiones queremos tanto a la persona que está a nuestro lado que por no perderla queremos que cambie. Pero, ¿sabes lo que implica eso? Cambiar a alguien provoca que esa persona ya no sea ella misma. Le robarás su esencia. Si realmente no te sientes cómoda con ella, si no aceptas cómo es, cómo actúa, ¡aléjate!

Es fácil decirlo, pero difícil hacerlo. Eso sí, perderás fuerzas y energías buscando un cambio que nunca se sucederá, pero en el que te esforzarás. Aceptar a las personas tal y como son nos cuesta, muchas más veces de las que pensamos. Inconscientemente intentamos cambiarlas.

¿Cuántas veces te has enfadado con alguien porque no actúa como tú quisieras? Pensemos en las parejas que es donde más se sucede este estado de querer cambiar al otro. ¿Que no actúa cómo tú quieres? Cada uno es libre. Si no te gusta su forma de reaccionar ni de actuar ¿por qué sigues a su lado?

“Para que las cosas cambien tú tienes que cambiar… Para que las cosas mejoren tú tienes que mejorar”
-Jim Rohn-

Tú puedes cambiar, pero solo si tú quieres. Imagínate que otra persona te dice que cambies, te insta que así no te soporta y tú intentas cambiar. Eso va a ser imposible. Tú solo podrás cambiar si te lo propones tú mismo.

Acepta a las personas como son y jamás pienses que cambiar a alguien es la solución. Realmente es una solución fácil e infructuosa que quizás traiga muchas más consecuencias de las que piensas. No te arriesgues. Cambia tú, acepta a los demás.




lunes, 7 de diciembre de 2015

CIENTÍFICOS DEMUESTRAN QUE EL ALMA EXISTE Y DICEN: “EL ALMA NO MUERE, SINO QUE VUELVE AL UNIVERSO”

Dos científicos de renombre internacional dicen que pueden probar la existencia del alma.

El médico estadounidense, el Dr. Stuart Hamerroff y el físico británico Sir Roger Penrose desarrolló una teoría cuántica de la conciencia, que establece que nuestras almas están contenidas dentro de estructuras llamadas microtúbulos, que viven dentro de nuestras células cerebrales.

La idea nace de que el cerebro es una computadora biológica, con 100 billones de neuronas cuyas y conexiones sinápticas actúan como redes de información .

El Dr. Hameroff, quien es profesor emérito en el Departamento de Anestesiología y Psicología y Director del Centro de los estudios de conciencia de la Universidad de Arizona, y Sir Roger, que han estado trabajando en la teoría desde 1996.

Argumentan que nuestras experiencias de conciencia son el resultado de los efectos de la gravedad cuántica en los microtúbulos, un proceso que llaman reducción objetiva orquestada (Orch-­OR).

En una experiencia cercana a la muerte, los microtúbulos pierden su estado cuántico, pero la información dentro de ellos no se destruye. O en términos comprensibles, el alma no muere, sino que vuelve al universo.

El Dr. Hameroff explicó la teoría ampliamente en un documental narrado por Morgan Freeman, llamado “Through the wormhole” (A través del agujero de gusano), que fue emitido recientemente por el canal Science en los Estados Unidos. “Digamos que el corazón deja de latir, la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su estado cuántico. La información cuántica en los microtúbulos no se destruye; no puede ser destruida; simplemente se distribuye y se disipa por el universo“, dijo el Dr. Hameroff.

“Si el paciente es resucitado, esta información cuántica puede volver a los microtúbulos y el paciente dice “Tuve una experiencia cercana a la muerte”, continuó el Dr. . Hameroff

Si el paciente muere, “sería posible que esta información cuántica exista fuera del cuerpo indefinidamente, como un alma”

El Dr. Hamerof cree que las nuevas ideas sobre el papel de la física cuántica en los procesos biológicos como la navegación en pájaros, ayudan a confirmar la teoría.




viernes, 4 de diciembre de 2015

CLAVES PARA ALEJAR LA BASURA EMOCIONAL

Las personas, para ser felices, necesitamos de un equilibrio emocional. Obviamente todos comprendemos que nuestra vida diaria no va a estar exenta por completo de ciertas dificultades, de ciertos problemas. Pero cuando la balanza se descompensa, cuando pesa más la incerteza y el miedo que la tranquilidad, aparece el problema.

Un día, sin saber muy bien cómo, nos levantamos con la sensación de que no podemos más. Que hay un peso que nos oprime y que no nos deja respirar. Problemas con nuestra pareja, el trabajo, un asunto que no sabemos cómo afrontar y que nos pone a prueba… de pronto, la vida, se vuelve compleja y nos vemos encerrados en un laberinto sin salida rodeados de esta “basura emocional”. Pero… ¿cómo librarnos entonces de ella?

1. Cuidado con las expectativas

No podemos negarlo. En ocasiones las personas nos fijamos unas expectativas muy altas a corto plazo. Esperamos mucho de nosotros mismos e incluso de las personas que nos rodean. Queremos ascender en el trabajo, cumplir ese objetivo, que ciertas personas estén con nosotros en cada proyecto… en cada momento.

Este suele ser el error que cometen muchas personas y que, sin que nos demos cuenta, acaba ocasionando una elevada frustración, e incluso ciertas depresiones. ¿Lo ideal? Gestionar tus objetivos día a día, prestando atención al ahora, a lo que somos, a lo que tenemos, a lo que hoy nos puede hacer feliz.

Valora las pequeñas cosas. Con pasos discretos pero firmes, construiremos el camino del mañana

2. ¿Qué tal si pensamos en positivo?

Ya. Te lo han dicho muchas veces. E incluso diariamente ves esas imágenes en Facebook que te hablan de la necesidad de ser positivos a través de caras sonrientes. ¿Pero lo aplicas realmente a tu vida? Puede sonar a eslogan, pero te aseguramos que nadie gana dinero animándote a que dejes tus pensamientos negativos a un lado. A que cambies el chip.

Ser positivo supone vestirse con una nueva actitud, supone hacer un esfuerzo diario e incluso una reestructuración cognitiva. No veas limitaciones, fíjate en las posibilidades. No veas crisis, intuye oportunidades de mejora y esfuerzos personales. Ser positivo no es solo dibujar una sonrisa en tu rostro, supone interiorizar energías y esperanzas.

3. Voluntad con acción

¿Quieres? ¡Puedes! De nada nos vale desear algo, querer iniciar una mejora o un cambio si no ponemos parte de nuestra voluntad. Cabe decir en primer lugar que antes de la voluntad y la acción, está el reconocimiento. ¿Sabes ya qué es lo que hace daño a tu vida? ¿Sabes de dónde procede esa “basura” emocional, sabes qué la causa? Entonces, no lo dudes… actúa.

4. Aceptamos, pero no olvidamos

Aceptamos lo sucedido. Aceptamos la pérdida, el error, el cambio o la responsabilidad… y después, lo superamos. Aceptar y superar lo ocurrido, es esencial y necesario, pero ojo… aquellos que esperan “olvidar” sin más lo sucedido están en un error.

Las personas no tenemos la misma facultad de los ordenadores de enviar a “la papelera de reciclaje” aquello que nos hizo daño o que ya no deseamos. Es decir, la basura emocional no se olvida, sino que se supera. Y más aún, el no olvidar nos permite a su vez poder aprender de y adquirir experiencia vital. Es la mejor facultad del ser humano, sin duda.

5. Sal de tu zona de confort

La zona de confort es ese ámbito en que nos sentimos seguros, ahí donde disponemos de cierto control de todo aquello que nos rodea. Pero en ocasiones, para lograr mejorar en nuestra vida nos es necesario dar el paso fuera de esa zona, para iniciar nuevos proyectos con los que salir más fortalecidos.

No lo dudes, cuando empieces a explorar que hay más allá de este límite en el que te encuentras ahora… entrarás en una parte indispensable para el ser humano conocida como “zona de aprendizaje”.




jueves, 3 de diciembre de 2015

CUANDO LAS EMOCIONES DEJAN HUELLAS EN TU CUERPO

¿Somos seres racionales o somos criaturas emocionales? Tal vez deberíamos empezar preguntándonos esta sencilla cuestión. La mayoría de nosotros, en un ligero afán de sensación de control diremos con cierta tibieza que sí, que cómo no… por supuesto que somos seres racionales. Años y años de evolución nos lo han ido demostrando.

Pero vayamos un poco más allá. Son muchos los estudios realizados que nos demuestran el enorme peso que las emociones tienen en nosotros a la hora de tomar decisiones. La mayoría de actos que diariamente iniciamos no lo hacemos tras un sesudo análisis lógico-racional…

Son decisiones que se toman a los pocos segundos por un acto puramente emotivo. ¿Es instinto tal vez? ¿Son intuiciones, sensaciones? Tal vez un poco de todo ello, tal vez sea un mucho de experiencia almacenada en una sola pulsión, en una sola emoción.

Y es que, no podemos negarlo. Las personas somos todo un tejido de complejas emociones, ellas quienes nos definen, quienes nos motivan día tras día haciéndonos crecer y también, como no haciéndonos sufrir. Y cada emoción tiene una huella en nuestro organismo.

Aprender a gestionarlas, y encauzarlas tal y como nos enseña por ejemplo la inteligencia emocional, es esencial sin duda para mantener un estilo de vida saludable, una vida emocional equilibrada y satisfactoria.

Las emociones y sus efectos en nuestra salud

Hablemos por ejemplo de esas tres dimensiones que, médicamente, pueden llegar a ser más devastadoras. El miedo, la ansiedad y el estrés. Resulta casi asombroso comprobar cómo efectos que se suceden a nuestro alrededor y que acaban afectándonos de un modo negativo, y ante los cuales, no sabemos cómo reaccionar, pueden acabar hiriéndonos de tal forma… Veámoslo:

Problemas de garganta ¿Has sentido alguna vez la voz ligeramente ronca cuando estabas muy nervioso, por ejemplo? Ante situaciones de estrés los músculos de la garganta sufren espasmos, cuesta tragar y, además, determinados fluidos actúan ante las cuerdas vocales, afectándolas. Es muy impactante, sin duda.

Reacciones del hígado. Ante etapas de ansiedad, el sistema suprarrenal produce cortisol. Se trata de una hormona que nos hace producir más glucosa, un nivel de azúcar en sangre que, en caso de ser diabético nos puede generar muchos más problemas. Puede llegar a ser realmente serio.

Reacciones cutáneas. El estrés, el miedo, la ansiedad, además de producirnos sudor frío, y cambios en el flujo sanguíneo, puede no solo hacernos sudar más de lo normal e incluso producirnos eccemas, sino que además, puede acabar envejeciendo tempranamente nuestra piel. Algo habitualmente muy característico que suele agravarse en caso de que padezcamos estrés crónico. Hay que tenerlo en cuenta.

Tensión en los músculos. Cuando empezamos a a sentir la tensión de la ansiedad, nuestro cuerpo se vuelve más rígido de lo normal, creando presión en los grupos musculares más amplios. Son esos días en que sufrimos esos tremendos dolores de cabeza, dolor en los hombros, cuello e incluso migrañas… dolencias que pueden volverse crónicas si no aprendemos a afrontar correctamente el estrés y la ansiedad.

El estómago. Las emociones como el miedo o la ansiedad, pueden ocasionarnos serios problemas de digestión. Sufriremos aradores, diarreas, hinchazón…. y lo que es peor, en caso de padecer estrés crónico, dejaremos de absorber adecuadamente los nutrientes.

El corazón. Las personas que padecen ansiedad y estrés crónico,  tienen un serio riesgo de padecer problemas cardiovasculares debido a la elevada presión sanguínea y a la sobreproducción de cortisol. Son muchos los problemas graves de salud que nos pueden ocasionar el mal afrontamiento de determinadas emociones.

El Sistema inmunitario. Ansiedad, depresión… los efectos en el sistema inmunitario a realidades emocionales como esta, derivan de inmediato en mayor facilidad para contraer enfermedades, infecciones o inflamaciones. Nos bajan las defensas, y es sin duda el signo más claro de que algo va mal…

Tal y como puedes ver, el impacto de las emociones tiene una huella muy significativa en nuestro cuerpo y en nuestra salud. No solo llenan nuestra mente con esa preocupación, ese sufrimiento, sino que además, enferma muchos de nuestros órganos. Las personas somos más frágiles de lo que pensamos. En ocasiones somos como hojas de papel mecidas por un viento que nos hace impactar aquí y allá a voluntad.

Aprende a gestionar tus preocupaciones, tus miedos, tus ansiedades. Piensa que la principal prioridad eres tú mismo… encuentra tiempo para ti, mejora tus hábitos de vida. Encuentra instantes de ocio e intimidad, busca tu felicidad en las pequeñas cosas o promueve grandes cambios en los cuales, seas tú el protagonista de tu propia vida.




miércoles, 2 de diciembre de 2015

SIEMBRA GRATITUD Y OBTENDRÁS SUS FRUTOS

La gratitud se puede expresar de muchas formas, a través de nuestra conducta, con un gesto, una mirada, un abrazo, una sonrisa. No solo con palabras agradecemos, contamos con multitud de recursos. Cuando existe un agradecimiento de corazón resulta conmovedor.

La actitud de la gratitud va más allá de las personas, se extiende a la vida y la naturaleza, las circunstancias y las lecciones que aprendemos en cada situación

Este sentimiento tan poderoso tiene cabida en las personas que se sienten satisfechas con sus vidas; y no tienen la necesidad de hacer reproches, guardar rencores y acumular resentimiento por hechos ya pasados.

Todas las personas pasamos por malas experiencias, nos contaminamos y asfixiamos con hechos que nos han resultado desagradables. Luego los trasladamos a otros contextos, con otras personas, y vamos intoxicando las relaciones que mantenemos.

“Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.”
-Antoine de Saint-Exupéry-  El Principito

Curando nuestras heridas

Al sentirnos dañados por asuntos dolorosos con los que hemos tenido que convivir, tendemos a crearnos una capa de protección, cubriendo nuestras heridas con todas las capas que creemos convenientes. Estas capas nos sirven para determinadas situaciones, sin embargo, no nos permiten mostrar nuestra intimidad, incluso nos cerramos al amor.

Nuestra belleza, y esencia de cómo somos realmente está bajo todas esas capas, y permitimos a muy pocas personas, y durante cortos periodos de tiempo acceder a nuestro ser más puro e inocente, donde más vulnerables nos encontramos, y a la vez más auténticos somos.

Cualquier experiencia que nos lleve al contexto de nuestras heridas hace que nos pongamos a la defensiva; ya que emerge un propio sentimiento de culpabilidad del que pretendemos escapar

Cerrar nuestras heridas requiere de paciencia, de conciencia sobre lo que nos ocurre; de aceptación, y de un gran valor para exponernos al mundo que nos rodea; sin temor al daño con el que nos podamos encontrar; abriéndonos poco a poco a las experiencias que nos brinda la vida.

“Por supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por supuesto que nos haremos daño el uno al otro. Pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a ser presencia, significa aceptar el riesgo de la ausencia.”
-Antoine de Saint-Exupéry-  El Principito

Experimentar la gratitud

Al hacernos conscientes de nuestras heridas, y lo que suponen en nuestras vidas, estamos a su vez en una mayor apertura para experimentar la gratitud. Puesto que permitimos una mayor conexión con las demás personas; a través de la confianza y la comprensión, dejando a un lado el temor a que nos puedan traicionar.

El miedo y la desconfianza impiden que experimentemos el sentimiento de agradecimiento, manteniéndonos alerta ante la posibilidad de que haya un interés oculto

Cuando recibimos un halago, nos reconocen nuestra labor en algún ámbito, y nos ofrecen unas palabras bonitas acerca de lo que suponemos para alguien; de inmediato se enciende la alarma, interpretamos que existen unos intereses ocultos, y que, lo que nos están diciendo no es real.

En esas ocasiones estamos dejando de ser agradecidos, al desviar la atención y centrarnos en nuestros miedos, que son los que permanecen constantes e impiden que encajemos cualquier muestra de afecto y aprecio. Boicoteamos así nuestras vidas aumentando nuestras capas de protección, que nos vuelven impermeables incluso ante la experiencia del amor.

Dando sentido a nuestras vidas

Agradecer es sinónimo de amarse a uno mismo, ya que supone dar sin expectativas y sin temores. Estar abierto a todo lo que sucede a nuestro alrededor, observando las consecuencias sin culpabilidad; sin juzgarlas como buenas o malas, simplemente aprendiendo de ellas a través de la humildad.

“Amarnos a nosotros mismos es recibir el amor que siempre está a nuestro alrededor. Amarnos a nosotros mismos es eliminar todas las barreras. Es difícil ver las barreras que levantamos en torno a nosotros, pero están ahí, e interfieren en todas nuestras relaciones.”

-David Kessler y Elisabeth Kübler Ross- Lecciones de vida

La vida cobra un mayor sentido cuando estamos dispuestos a vivirla, despojándonos de las capas que hemos ido construyendo alrededor de nuestras heridas. Agradecer supone arriesgarse, escucharse, sentir, emocionarse; conectándonos con nuestro entorno y con las relaciones que mantenemos. En definitiva, abrirse a la experiencia de amarse y de que nos amen.