lunes, 30 de noviembre de 2015

EL EFECTO MARIPOSA

“El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo”… Con esta simple frase podemos resumir en qué consiste el “efecto mariposa”. Pequeñas acciones pueden ayudar a crear grandes cambios. Esta idea sacada de la Física y de la “idea del caos” puede aplicarse a la psicología.  Las cosas que hagamos hoy influirán en nuestro futuro, que con pequeñas acciones podemos cambiar muchas cosas que no nos gustan de nuestra vida o simplemente que en lugar de culpabilizarnos por los errores que todos cometemos, podemos darle una solución introduciendo pequeños cambios.

Una famosa canción reza “La vida es como una barca, un remo lo mueve mi mano y otro remo lo mueve el azar”. ¿Por qué no cogemos nuestro remo con fuerzas y desafiamos al azar?

¿Pero qué podemos hacer por nuestro “efecto mariposa”? Te damos algunas ideas.

1. Habla directamente con las personas en lugar de hacer elucubraciones sobre ese o aquel malentendido.

2. Hazte escuchar. Poco a poco demostrarás a los demás que tienes una personalidad fuerte y no te sentirás ninguneado o maltratado etc.

3. Con tan sólo una sonrisa o unos buenos días crearás un ambiente agradable en torno a ti.

4 .Disfruta de pequeños placeres. Una taza de café o chocolate mientras observas como llueve a través de los cristales, observar como duerme un bebé, jugar con los niños o cerrar los ojos y oler y percibir el sonido del mar te proporcionarán una fuente de placer inmediata y que prolongarás en el tiempo. Te irán generando un “pozo de felicidad en tu interior”.

5. Hacer pequeñas cosas por los demás sin esperar nada a cambio. Pequeños gestos como acudir ayudar en campañas contra el hambre, ayudar a tu vecino en un apuro o dejarle el asiento a una abuelita en el autobús, crean efectos mariposa a corto, mediano y largo plazo. Para empezar está comprobado que el altruismo genera felicidad en las personas, por otro lado si unimos los pequeños gestos de cada uno generaremos un gran huracán. ¿Te imaginas que cada persona lleva un paquetito de arroz para los más desfavorecidos en la campaña navideña contra la pobreza; se acumularán kilos y kilos de arroz…y todo con un simple gesto; y si todos cedemos nuestro asiento a las abuelas, contribuiremos con el tiempo a generar una sociedad mejor, más humana y más feliz.

6. Detenernos un minuto cuando estamos enfadados, respirar hondo y pensar que somos afortunados por todo lo que tenemos…otro huracán…nuestros niveles de ansiedad bajarán, saldremos de la espiral del enfado y prevenimos sentimientos nada saludables. Gestos como estos previenen dolores de jaqueca, de estómago, resfriados etc. Las enfermedades están muy relacionadas con las emociones y sino que se lo digan a los romanos y su “Mens  Sana in Corpore Sano”.

7. Piensa en el hoy y no en el mañana. Si ahora puedes disfrutar de dar un paseo con tu pareja, hacer un pequeño viaje o reírte en la playa con un amigo y un bocadillo como compañía, hazlo. Volverás a generar un huracán felicidad con estos pequeños gestos… si te vienen malos momentos pensarás lo mucho que te has reído y has disfrutado de la vida en tiempos pasados y te ayudarán a sobrellevar mejor los malos momentos.

Ya sabes pequeños gestos pueden mejorar tu vida.




domingo, 29 de noviembre de 2015

LA IMPORTANCIA DE LOS SUEÑOS EN MI VIDA

¿Qué seríamos sin sueños? Todos tenemos diferentes sueños que nos ayudan a que nuestra vida tenga un sentido… llegar a tener y ejercer la profesión que siempre hemos soñado, formar nuestra propia familia, ver crecer a nuestros hijos… ¿Qué seríamos sin sueños? Pues posiblemente barcos a la deriva sin un rumbo fijo ni definido.

¿Qué seríamos sin sueños? Pues posiblemente no seríamos los mismos. No tendríamos ilusiones por las que vivir, todo nos daría igual. Nuestra vida sería gris y triste porque no tendríamos nada por lo que luchar. Sin sueños no tendríamos ganas de levantarnos por la mañana y empezar un nuevo día porque diríamos… ¿Y para qué? ¿Y por qué?

“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante.”
-Paulo Coelho-

Siempre tuve sueños en mi vida…

“Siempre tuve sueños desde pequeña… en cierto modo se podría decir que era y sigo siendo todo una soñadora. Eran mi motor y mis ganas de vivir. Hoy que han pasado muchos años y muchas cosas en mi vida, sigo protegiendo mis sueños con sumo esmero. Si no fuera por ellos, muchas veces cuando las cosas pintan feas hubiera tirado la toalla.

Porque los sueños son la luz que ilumina mi vida, el motor que me hace seguir adelante, el ingrediente principal que hace que consiga o intente conseguir mis objetivos. ¿Qué sería yo sin sueños?… Un árbol mustio, un día sin sol, un caminante solitario que camina sin rumbo…”

“Si no puedes volar entonces corre, si no puedes correr entonces camina, si no puedes caminar, entonces arrástrate, pero sea lo que hagas, sigue moviéndote hacia adelante.”
-Martin Luther King-

¿Qué debemos hacer para intentar cumplir nuestros sueños? No dejarnos rendir

De acuerdo… vale un ratito de caras tristes, unas lágrimas… pero pasado el momento, agarra tu sueño con más fuerza y sigue insistiendo… ¡el que la sigue, la consigue! No dejes las cosas pasar y luego te digas ¡podría haber sido, pero no lo intenté!.

“No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.”
-Mario Benedetti-

Ten presente tus sueños cada día

Ten tus sueños cada día en tu cabeza, como si de un amigo fiel se tratara que te acompaña a todos sitios. No es cuestión de obsesionarse pero tampoco de ¡dormirse en los laureles! Los que insisten, como si trabajaran ¡a pico y pala, a pico y pala! consiguen las cosas.

Haz algo cada día para perseguir tus sueños

¿Qué quieres conseguir un trabajo? No dejes ni un solo día de mandar curriculums, o pensar por ejemplo que podrías hacer tú para autoemplearte… ¿Qué estás sintiendo la necesidad de tener un amor? propicia situaciones, no te rindas por fracasos del pasado, ¿Qué quieres ser médico? Estudia sin rendirte; ¿Que siempre has querido escribir un libro? ¡Escríbelo!

No olvides que tus sueños y tus objetivos se van consiguiendo poco a poco, con esfuerzo diario y mucha paciencia. Tienes que ser consecuente, reflexivo y persistente para poder alcanzarlos. ¡A por ellos…!

No te olvides de tu autoestima

Muchas veces dejamos que nuestros sueños no se hagan realidad porque decimos “Yo no voy a ser capaz”, “yo no valgo para esto”, “más hace el que quiere que el que puede”… Ten autoestima, cree, confía en ti y aplícalo para que los sueños que quieres que se hagan realidad.

No dejes las cosas en manos de la suerte

Los sueños se consiguen trabajando, no esperando a que la suerte llegue a nuestra puerta. Su sueñas y trabajas por tus sueños, tarde o temprano te llegarán, piensa que te llegarán… El optimismo sin duda es un gran aliado de los sueños.

No lo quieras todo de golpe

Las cosas no se consiguen de la noche a la mañana, sé paciente y perseverante. Son un buen comienzo para que tus sueños se cumplan. ¿Cuál es tu sueño? ¿Qué estás haciendo tú para que se cumpla?




sábado, 28 de noviembre de 2015

LAS PERSONAS COMPASIVAS TIENEN UNA COSA EN COMÚN: HAN PASADO POR COSAS DIFÍCILES

Jordan Grey nos cuenta la siguiente anécdota:
Estaba en un retiro en Colorado con treinta personas más.
Cada una de esas personas había sido escogida bajo el importante criterio de que fueran emprendedores que estuvieran cambiando el mundo desde su área de trabajo.
Había una mujer en particular hacia la cual sentía una atracción, no del tipo física, sino por su presencia.

Siendo yo, siempre el observador… rara vez el que entabla la conversación, la miré en la distancia durante los primeros dos días del evento.

La vi interactuando con todo el mundo con un trato amable, profundo y genuino. Después de observarla lo suficiente sin haberle dicho más que un puñado de palabras en todo el fin de semana, me sentí preparado para preguntarle lo que había querido preguntarle desde que la vi interactuando por primera vez con las personas a su alrededor.

Me acerqué a ella y haciendo un gesto que apuntaba a su “todo” le pregunté: ¿cómo llegaste a ser de esta manera?
‘De esta manera’ significaba amable, compasiva y con una gran fuerza de amor que fluía naturalmente.
Ella intuitivamente sabía a lo que me refería con mi pregunta, se tomó un tiempo para responder… un largo tiempo. Luego rompió el silencio diciendo algo que me da vueltas en la cabeza hasta el día de hoy.

Después de un largo respiro, me miró a los ojos penetrantemente y me dijo: “Fue ganado duramente”.
Eso era. Eso era todo lo que tenía que decir. Fue ganado duramente.

La profundidad de su forma de ser compasiva vino del todo del dolor sufrido y sanado a través de largas décadas de trabajo sobre sí misma. Y está lejos de ser alguien poco común.

Todas las grandes personas que he conocido en mi vida han experimentado grandes dolores y penas. Todos han pasado por cosas que serían difíciles para cualquiera.

Todas las personas que he conocido que tienen esta gran aura de amor, compasión y amabilidad han vivido cosas realmente difíciles de vivir.

Quizás esto sea algo común entre los seres humanos. Todos hemos pasado por cosas difíciles y dolorosas… y eventualmente hemos crecido con la experiencia y hemos podido compartir nuestros aprendizajes con los demás.

Todos alguna vez hemos sentido pena, ansiedad o hemos perdido a alguien muy cercano a nuestro corazón (ya sea por la muerte o por el término de una relación importante.)

En cierta medida, el ser humano tiene que pasar por estas experiencias dolorosas para poder ir encontrándose con él mismo, para descubrir el amor esencial que guarda en su corazón y para lograr ver y empatizar con el dolor que viven otros. 

El dolor no es único. No es una experiencia completamente atípica. Es parte de la condición humana. Esto no quiere decir que sea la emoción a la base de la experiencia del ser humano… sólo es una de ellas.

Hay mucho dolor en el mundo… pero también hay mucho amor. Lo importante es saber siempre encontrar el amor hasta en las experiencias más dolorosas.

Es por esto que es importante no juzgar a otros por sus acciones (las buenas y las malas), ya que nunca sabemos por qué están pasando…

Quizás alguien acaba de encontrar al amor de su vida y por eso ando con una sonrisa de oreja a oreja por el mundo.

O quizás alguien tiene a un familiar enfermo y está cansado, y por eso toca la bocina a otros conductores.

No es que nuestras emociones justifiquen nuestras acciones, sólo debemos aprender a ser compasivos con otros, ya que no sabemos por lo que pueden estar pasando.

Y cuando te encuentres con alguien que tiene un poquito de espacio extra en su corazón para todos los demás, reconoce que quizás llegaron a ser de esa manera debido a todo el dolor sufrido y sanado a lo largo de su vida.

Todos somos humanos, y estamos todos juntos en este camino.





viernes, 27 de noviembre de 2015

LAS PALABRAS TIENEN MAGIA: QUIEN PRONUNCIA LO QUE QUIERE, CONSIGUE LO QUE NECESITA

La “Magia de las Palabras”

Uno de los grandes descubrimientos de mi vida,  fue cuando conocí la “magia de las palabras”. Está demostrado que nuestras palabras están estrechamente relacionadas con nuestra actitud, y esta a su vez con nuestras creencias. La pregunta sería, ¿qué fue primero el huevo o la gallina? ¿Es mi actitud la que da lugar a mis palabras o son mis palabras las que condicionan mi actitud?

Sinceramente, creo que la influencia se da en las dos direcciones. La manera en que nos expresamos y como nos comunicamos está afectando a nuestra actitud, de igual forma la actitud que tenemos ante algo origina nuestra manera particular de comunicarnos.

El cuidado en el uso de nuestro lenguaje es una herramienta poderosísima para condicionar nuestros resultados en la vida, de la misma manera que observar como habla una persona, nos está dando muchas pistas sobre su sistema de creencias, muchas veces asentado a nivel subconsciente.

El uso que hacemos de nuestro lenguaje es una herramienta poderosísima para crear nuestros resultados en la vida.

Aquí y ahora, no voy a hablarte del poder de la comunicación, que es algo mucho más amplio. Saber comunicarse correctamente implica aspectos como, hacerse entender, entender a otros, comprender mejor lo que sucede, saber influenciar, crear conexión con tu interlocutor, fomentar el respeto, ganarse la confianza de los demás, etc.

Básicamente, el arte de la comunicación implica dominar tres aspectos: lo que decimos (palabras), como lo decimos (tono, etc.) y como actuamos (expresión corporal y facial). Hoy solo quiero centrarme en lo que decimos, en nuestras palabras, en como hablamos, en definitiva, en el uso que hacemos de nuestro lenguaje.

Si quieres algo, debes pedirlo
Lo primero que aprendí es que si quieres algo, debes pedirlo. ¿A que suena de evidente? Pues aunque te parezca extraño, muchas veces sucede todo lo contrario. Nos dedicamos a quejarnos y a decir lo que no queremos, y es entonces cuando nuestro cerebro se enfoca, precisamente en eso (en lo que no queremos) y abandona cualquier opción de centrarse en lo que realmente deseamos, perdiendo así muchos de los recursos que tenemos y podríamos utilizar para alcanzar nuestros deseos. Así de simple.

Neurológicamente, nuestro cerebro tiene unos mecanismos de funcionamiento muy claros, por ejemplo, no entiende los mensajes en negativo.

¿Qué quiero decirte con esto?

Si yo te digo que pienses en una galleta de chocolate, inmediatamente tu cerebro acudirá a los archivos donde tiene guardada su representación de lo que es una galleta de chocolate y la visualizarás. Pero si te digo que no pienses en un pastel de nata, tu cerebro prescinde del no, y busca es su archivo la representación que tú tienes de lo que es un pastel de nata y eso es precisamente lo que visualizarás. Ha omitido el no completamente. Se hizo un estudio con niños en un colegio y se vio que sustituir los carteles que indicaban no grites, por otros que decían habla en voz baja, era mucho más efectivo.

Cuando nos expresamos tenemos que poner especial cuidado en hablar en positivo, manifestando lo que realmente queremos y salir de la “actitud de la queja”, si lo que deseamos es que nuestra vida empiece a manifestar unos resultados positivos. Y tú, ¿cómo te expresas habitualmente?




miércoles, 25 de noviembre de 2015

NO ES LO QUE DICES, SINO CÓMO LO DICES

En “El principito” se dice que “el lenguaje es fuente de mal entendimiento”. La frase es muy sabia, si tomamos en cuenta que no es nada fácil convertir nuestros pensamientos en palabras y expresarlas de tal modo que nuestro interlocutor las comprenda completamente.

De hecho, nuestros mensajes nunca son comprendidos en un 100%. Si alguien dice, por ejemplo, “estoy enamorado”, se refiere a una realidad que difícilmente va a ser entendida por el otro totalmente.

“Estoy enamorado” puede ser sinónimo de estar ilusionado, haber logrado un vínculo muy estrecho con la pareja, o sentirse simplemente muy atraído por otra persona. Tendríamos que conocer mucho a alguien para saber qué dice cuando dice “estoy enamorado”.

                                   “Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.”
- William Shakespeare -

Así mismo, las palabras no son la única fuente de comunicación, pues son acompañadas por las actitudes, los gestos, las posturas. Se puede decir algo con la lengua y otra cosa totalmente opuesta con el tono, la mirada o la actitud en general. De ahí que aprender a comunicarnos sea un verdadero arte.

Lo que dices…

El mayor desafío de la comunicación se produce cuando hablamos de nuestro mundo interior. Especialmente de nuestros sentimientos, emociones o percepciones. Además de que no es fácil poner todo eso en palabras, resulta imposible desligarnos de los sentimientos, emociones y percepciones que podemos generar al decir algo. Para comunicar algo, siempre tomamos en cuenta la reacción que desatamos en quien nos escucha.

No nos comunicamos solamente para transmitir una información, sino que principalmente buscamos incidir de alguna manera en nuestros interlocutores. Queremos que nos crean, que nos admiren, que nos validen, que nos comprendan.

Pero a veces también buscamos que nos teman, nos obedezcan, nos permitan imponernos o que se sientan lastimados, heridos. A veces somos conscientes de esto y a veces no. Por extraño que parezca, en ocasiones nuestro propósito al comunicarnos es crear confusiones. No que nos entiendan, sino que dejen de entendernos.

Es precisamente la intención lo que define la esencia de cada mensaje. Se puede halagar a alguien para reconocer sus virtudes, pero también para adular a esa persona y hacerla más vulnerable a algún tipo de manipulación que queremos poner en marcha.

Esa intención, sin embargo, muchas veces no es clara ni siquiera para nosotros mismos. Pensamos que nuestro objetivo es “sacar a otro de su error”, pero no hemos considerado la posibilidad de que sea el otro quien tenga la razón.

Creemos que el propósito es desnudar nuestros sentimientos, pero ignoramos el hecho de que muy en el fondo lo que en realidad estamos buscando es compasión o reafirmación. Y si no las obtenernos, aseguramos que no comprendieron ni una letra de lo que dijimos.

Más allá de las palabras

La comunicación humana es un proceso complejo, que siempre tiene algún grado de equívoco. No depende solamente de las palabras que empleamos para decir las cosas (aunque estas son muy importantes), sino de un sinnúmero de circunstancias.

Hay que tomar en cuenta el momento, el lugar, el interlocutor. Pero principalmente tiene que haber un gran esfuerzo para asegurarnos, hasta donde sea posible, de que decimos realmente lo que queremos decir. Los seres humanos estamos comunicando todo el tiempo. Con la expresión de nuestro rostro, la forma en que nos vestimos, en que caminamos, nuestra mirada y un largo etcétera.

De este modo, buena parte de nuestros mensajes se libran en el plano del inconsciente. Cuando decimos que alguien nos “da mala espina”, es porque nos ha comunicado con sus gestos y actitudes que aparentemente no es confiable. Igual al contrario. Eso que comunicamos en todo momento de nosotros mismos genera el precedente para vínculos constructivos, destructivos o neutrales.

Los vínculos cotidianos, con el señor que nos vende la leche por ejemplo, estarán impregnados de sensaciones y emociones a las que probablemente no les demos mucha importancia. Pero cuando se trata de los grandes vínculos en nuestra vida, el tema de la comunicación se vuelve relevante.

Los vínculos estrechos están llenos de elementos comunicativos. Las palabras, los silencios, las miradas, todo en realidad tiene algún significado.

Es entonces cuando resulta más importante que nunca generar mecanismos para que los mensajes fluyan de una manera sana. Para lograrlo es importante erradicar ciertas fórmulas de comunicación y alimentar otras.

Básicamente es necesario aprender a comunicarnos desde el afecto. Aludir a lo que sentimos, de la manera más clara posible y evitar la desastrosa costumbre de referirnos a lo que siente el otro. ¿Cómo es que tú sabes que siente otra persona, si, seguramente, no conoces del todo lo que sientes tú mismo?

La comunicación agresiva siempre deja huellas profundas. Los únicos acompañantes de la ira deben ser el silencio y la pausa. Si no es así, es muy probable que deformemos lo que realmente queríamos decir.

La buena comunicación exige serenidad y pertinencia. Buscar el momento, el lugar y el estado de ánimo adecuado para tratar temas difíciles. Dejar fluir espontáneamente nuestros afectos cuando estamos tranquilos y abiertos a los demás.

En realidad, lo que entorpece la comunicación no es lo que dices, sino la forma como lo dices. Y lo que enriquece un vínculo importante es tener la delicadeza de escoger las mejores formas para decirnos y decirles a otros lo que sentimos y pensamos.




martes, 24 de noviembre de 2015

AMANDO A LA SOMBRA

Todos los seres humanos llevamos dentro dos fuerzas que se contraponen y que nosotros divorciamos porque mientras nos esforzamos por exaltar nuestro lado luminoso, escondemos las sombras y algunos hasta la niegan.

Para poder ser seres integrales debemos primero aprender a amar a nuestras sombras. Tenemos que desprogramarnos y borrar todo aquello que nuestra mente nos dice que somos. Nuestro programa está compuesto por la educación, la sociedad, la religión, la tradición familiar, etc. Al quitarnos todo aquello que NO somos quedamos desnudos frente a la realidad, a solas con nuestro yo.

Amamos nuestras luces y nos encanta ser alegres, piadosos, simpáticos, amistosos, generosos, exitosos y valorados… Pero odiamos ser egoístas, celosos, envidiosos, manipuladores, rencorosos, discriminadores... y por eso lo ocultamos… Pero la sombra sigue ahí, esperando el mínimo descuido para dejarnos en vergüenza.

Somos como una moneda que muestra solo una cara… Y oculta la otra. De esa forma siempre hay un lado oscuro para los demás… y lo que es peor… para nosotros mismos, porque nos negamos a aceptar ese espacio sombrío. Es así como la sombra se vuelve nuestra enemiga y vivimos en una constante lucha por derrocarla sin saber que así solo la estamos haciendo más fuerte…

Muchos viven la ilusión de ser personas totalmente buenas y ponen todo su esfuerzo en no salirse de ese molde y jamás se enojan (al menos en público), siempre están dispuestos para lo que se les solicite y les encanta que los demás recalquen lo buenas que ellas son. Otros viven la fantasía de ser malvados (a veces porque sus padres o sus profesores se han esforzado en hacérselos creer) y también ponen su máximo esfuerzo en mantener ese papel de villanos o descarriados…  Pero no existen las personas totalmente buenas ni completamente malas. Somos dueños de mucha luz, pero también de oscuridad. Todo en la vida tiene dos polaridades: bien y mal, luz y oscuridad, día y noche, yin y yang, calor y frío, etc. Integrar estas polaridades es siempre una tarea pendiente en nuestras vidas.

De nada sirve leer libros, hacer muchos cursos, meditar o volvernos  vegetarianos si no aprendemos a aceptar nuestra sombra y a amarnos en lo que somos. Ese el primer paso hacia la evolución de la conciencia. Si no somos capaces de abrazar a la sombra tampoco estaremos aptos para conocer y abrazar nuestra luz… por eso hoy atrévete a dar el primer paso y reconocer tu lado B... así muy pronto estarás en disposición de abrazar esa parte tuya y aprender a amarte como un ser humano integral.