viernes, 27 de noviembre de 2015

LAS PALABRAS TIENEN MAGIA: QUIEN PRONUNCIA LO QUE QUIERE, CONSIGUE LO QUE NECESITA

La “Magia de las Palabras”

Uno de los grandes descubrimientos de mi vida,  fue cuando conocí la “magia de las palabras”. Está demostrado que nuestras palabras están estrechamente relacionadas con nuestra actitud, y esta a su vez con nuestras creencias. La pregunta sería, ¿qué fue primero el huevo o la gallina? ¿Es mi actitud la que da lugar a mis palabras o son mis palabras las que condicionan mi actitud?

Sinceramente, creo que la influencia se da en las dos direcciones. La manera en que nos expresamos y como nos comunicamos está afectando a nuestra actitud, de igual forma la actitud que tenemos ante algo origina nuestra manera particular de comunicarnos.

El cuidado en el uso de nuestro lenguaje es una herramienta poderosísima para condicionar nuestros resultados en la vida, de la misma manera que observar como habla una persona, nos está dando muchas pistas sobre su sistema de creencias, muchas veces asentado a nivel subconsciente.

El uso que hacemos de nuestro lenguaje es una herramienta poderosísima para crear nuestros resultados en la vida.

Aquí y ahora, no voy a hablarte del poder de la comunicación, que es algo mucho más amplio. Saber comunicarse correctamente implica aspectos como, hacerse entender, entender a otros, comprender mejor lo que sucede, saber influenciar, crear conexión con tu interlocutor, fomentar el respeto, ganarse la confianza de los demás, etc.

Básicamente, el arte de la comunicación implica dominar tres aspectos: lo que decimos (palabras), como lo decimos (tono, etc.) y como actuamos (expresión corporal y facial). Hoy solo quiero centrarme en lo que decimos, en nuestras palabras, en como hablamos, en definitiva, en el uso que hacemos de nuestro lenguaje.

Si quieres algo, debes pedirlo
Lo primero que aprendí es que si quieres algo, debes pedirlo. ¿A que suena de evidente? Pues aunque te parezca extraño, muchas veces sucede todo lo contrario. Nos dedicamos a quejarnos y a decir lo que no queremos, y es entonces cuando nuestro cerebro se enfoca, precisamente en eso (en lo que no queremos) y abandona cualquier opción de centrarse en lo que realmente deseamos, perdiendo así muchos de los recursos que tenemos y podríamos utilizar para alcanzar nuestros deseos. Así de simple.

Neurológicamente, nuestro cerebro tiene unos mecanismos de funcionamiento muy claros, por ejemplo, no entiende los mensajes en negativo.

¿Qué quiero decirte con esto?

Si yo te digo que pienses en una galleta de chocolate, inmediatamente tu cerebro acudirá a los archivos donde tiene guardada su representación de lo que es una galleta de chocolate y la visualizarás. Pero si te digo que no pienses en un pastel de nata, tu cerebro prescinde del no, y busca es su archivo la representación que tú tienes de lo que es un pastel de nata y eso es precisamente lo que visualizarás. Ha omitido el no completamente. Se hizo un estudio con niños en un colegio y se vio que sustituir los carteles que indicaban no grites, por otros que decían habla en voz baja, era mucho más efectivo.

Cuando nos expresamos tenemos que poner especial cuidado en hablar en positivo, manifestando lo que realmente queremos y salir de la “actitud de la queja”, si lo que deseamos es que nuestra vida empiece a manifestar unos resultados positivos. Y tú, ¿cómo te expresas habitualmente?




miércoles, 25 de noviembre de 2015

NO ES LO QUE DICES, SINO CÓMO LO DICES

En “El principito” se dice que “el lenguaje es fuente de mal entendimiento”. La frase es muy sabia, si tomamos en cuenta que no es nada fácil convertir nuestros pensamientos en palabras y expresarlas de tal modo que nuestro interlocutor las comprenda completamente.

De hecho, nuestros mensajes nunca son comprendidos en un 100%. Si alguien dice, por ejemplo, “estoy enamorado”, se refiere a una realidad que difícilmente va a ser entendida por el otro totalmente.

“Estoy enamorado” puede ser sinónimo de estar ilusionado, haber logrado un vínculo muy estrecho con la pareja, o sentirse simplemente muy atraído por otra persona. Tendríamos que conocer mucho a alguien para saber qué dice cuando dice “estoy enamorado”.

                                   “Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.”
- William Shakespeare -

Así mismo, las palabras no son la única fuente de comunicación, pues son acompañadas por las actitudes, los gestos, las posturas. Se puede decir algo con la lengua y otra cosa totalmente opuesta con el tono, la mirada o la actitud en general. De ahí que aprender a comunicarnos sea un verdadero arte.

Lo que dices…

El mayor desafío de la comunicación se produce cuando hablamos de nuestro mundo interior. Especialmente de nuestros sentimientos, emociones o percepciones. Además de que no es fácil poner todo eso en palabras, resulta imposible desligarnos de los sentimientos, emociones y percepciones que podemos generar al decir algo. Para comunicar algo, siempre tomamos en cuenta la reacción que desatamos en quien nos escucha.

No nos comunicamos solamente para transmitir una información, sino que principalmente buscamos incidir de alguna manera en nuestros interlocutores. Queremos que nos crean, que nos admiren, que nos validen, que nos comprendan.

Pero a veces también buscamos que nos teman, nos obedezcan, nos permitan imponernos o que se sientan lastimados, heridos. A veces somos conscientes de esto y a veces no. Por extraño que parezca, en ocasiones nuestro propósito al comunicarnos es crear confusiones. No que nos entiendan, sino que dejen de entendernos.

Es precisamente la intención lo que define la esencia de cada mensaje. Se puede halagar a alguien para reconocer sus virtudes, pero también para adular a esa persona y hacerla más vulnerable a algún tipo de manipulación que queremos poner en marcha.

Esa intención, sin embargo, muchas veces no es clara ni siquiera para nosotros mismos. Pensamos que nuestro objetivo es “sacar a otro de su error”, pero no hemos considerado la posibilidad de que sea el otro quien tenga la razón.

Creemos que el propósito es desnudar nuestros sentimientos, pero ignoramos el hecho de que muy en el fondo lo que en realidad estamos buscando es compasión o reafirmación. Y si no las obtenernos, aseguramos que no comprendieron ni una letra de lo que dijimos.

Más allá de las palabras

La comunicación humana es un proceso complejo, que siempre tiene algún grado de equívoco. No depende solamente de las palabras que empleamos para decir las cosas (aunque estas son muy importantes), sino de un sinnúmero de circunstancias.

Hay que tomar en cuenta el momento, el lugar, el interlocutor. Pero principalmente tiene que haber un gran esfuerzo para asegurarnos, hasta donde sea posible, de que decimos realmente lo que queremos decir. Los seres humanos estamos comunicando todo el tiempo. Con la expresión de nuestro rostro, la forma en que nos vestimos, en que caminamos, nuestra mirada y un largo etcétera.

De este modo, buena parte de nuestros mensajes se libran en el plano del inconsciente. Cuando decimos que alguien nos “da mala espina”, es porque nos ha comunicado con sus gestos y actitudes que aparentemente no es confiable. Igual al contrario. Eso que comunicamos en todo momento de nosotros mismos genera el precedente para vínculos constructivos, destructivos o neutrales.

Los vínculos cotidianos, con el señor que nos vende la leche por ejemplo, estarán impregnados de sensaciones y emociones a las que probablemente no les demos mucha importancia. Pero cuando se trata de los grandes vínculos en nuestra vida, el tema de la comunicación se vuelve relevante.

Los vínculos estrechos están llenos de elementos comunicativos. Las palabras, los silencios, las miradas, todo en realidad tiene algún significado.

Es entonces cuando resulta más importante que nunca generar mecanismos para que los mensajes fluyan de una manera sana. Para lograrlo es importante erradicar ciertas fórmulas de comunicación y alimentar otras.

Básicamente es necesario aprender a comunicarnos desde el afecto. Aludir a lo que sentimos, de la manera más clara posible y evitar la desastrosa costumbre de referirnos a lo que siente el otro. ¿Cómo es que tú sabes que siente otra persona, si, seguramente, no conoces del todo lo que sientes tú mismo?

La comunicación agresiva siempre deja huellas profundas. Los únicos acompañantes de la ira deben ser el silencio y la pausa. Si no es así, es muy probable que deformemos lo que realmente queríamos decir.

La buena comunicación exige serenidad y pertinencia. Buscar el momento, el lugar y el estado de ánimo adecuado para tratar temas difíciles. Dejar fluir espontáneamente nuestros afectos cuando estamos tranquilos y abiertos a los demás.

En realidad, lo que entorpece la comunicación no es lo que dices, sino la forma como lo dices. Y lo que enriquece un vínculo importante es tener la delicadeza de escoger las mejores formas para decirnos y decirles a otros lo que sentimos y pensamos.




martes, 24 de noviembre de 2015

AMANDO A LA SOMBRA

Todos los seres humanos llevamos dentro dos fuerzas que se contraponen y que nosotros divorciamos porque mientras nos esforzamos por exaltar nuestro lado luminoso, escondemos las sombras y algunos hasta la niegan.

Para poder ser seres integrales debemos primero aprender a amar a nuestras sombras. Tenemos que desprogramarnos y borrar todo aquello que nuestra mente nos dice que somos. Nuestro programa está compuesto por la educación, la sociedad, la religión, la tradición familiar, etc. Al quitarnos todo aquello que NO somos quedamos desnudos frente a la realidad, a solas con nuestro yo.

Amamos nuestras luces y nos encanta ser alegres, piadosos, simpáticos, amistosos, generosos, exitosos y valorados… Pero odiamos ser egoístas, celosos, envidiosos, manipuladores, rencorosos, discriminadores... y por eso lo ocultamos… Pero la sombra sigue ahí, esperando el mínimo descuido para dejarnos en vergüenza.

Somos como una moneda que muestra solo una cara… Y oculta la otra. De esa forma siempre hay un lado oscuro para los demás… y lo que es peor… para nosotros mismos, porque nos negamos a aceptar ese espacio sombrío. Es así como la sombra se vuelve nuestra enemiga y vivimos en una constante lucha por derrocarla sin saber que así solo la estamos haciendo más fuerte…

Muchos viven la ilusión de ser personas totalmente buenas y ponen todo su esfuerzo en no salirse de ese molde y jamás se enojan (al menos en público), siempre están dispuestos para lo que se les solicite y les encanta que los demás recalquen lo buenas que ellas son. Otros viven la fantasía de ser malvados (a veces porque sus padres o sus profesores se han esforzado en hacérselos creer) y también ponen su máximo esfuerzo en mantener ese papel de villanos o descarriados…  Pero no existen las personas totalmente buenas ni completamente malas. Somos dueños de mucha luz, pero también de oscuridad. Todo en la vida tiene dos polaridades: bien y mal, luz y oscuridad, día y noche, yin y yang, calor y frío, etc. Integrar estas polaridades es siempre una tarea pendiente en nuestras vidas.

De nada sirve leer libros, hacer muchos cursos, meditar o volvernos  vegetarianos si no aprendemos a aceptar nuestra sombra y a amarnos en lo que somos. Ese el primer paso hacia la evolución de la conciencia. Si no somos capaces de abrazar a la sombra tampoco estaremos aptos para conocer y abrazar nuestra luz… por eso hoy atrévete a dar el primer paso y reconocer tu lado B... así muy pronto estarás en disposición de abrazar esa parte tuya y aprender a amarte como un ser humano integral.




lunes, 23 de noviembre de 2015

ACEPTAR LA SENSIBILIDAD ALTA COMO UN DON EN VEZ DE UN PROBLEMA

Las personas dotadas con una alta sensibilidad, absorben más información a través de sus sentidos, que la mayoría de otras personas. Eso las puede llevar a agotarse rápidamente, si es que no son conscientes de este don.

Estas personas son más abiertas a cada tipo de estímulo, recogen más impresiones a través de sus sentidos que otras personas y es por eso que muchas veces no se ven ni se aceptan como normales, ya que la sociedad no es capaz de comprenderlas. Para ellos, es necesario mantener un equilibrio y tratar de estar relajados.

¿Muy sensible para este mundo?

Las personas de alta sensibilidad parecen sentir y reflexionar de forma más profunda, tienen una vida interior muy compleja y muchas veces son introvertidos. Unos de los atributos más notables son el ser meticulosos, llevado casi a la perfección, su gran sentido de justicia y su conciencia social.

Eso los convierte en miembros muy valiosos dentro de la sociedad, si es que logran encontrar su lugar dentro de ella y si es que logran vivir de acuerdo a sus ideales.




domingo, 22 de noviembre de 2015

NO ABRAS LOS LABIOS SI LO QUE VAS A DECIR NO ES HERMOSO

¿No estáis un poco hartos de esas personas que sólo hablan para dañar? ¿Qué os parecen aquellos seres de cuya boca únicamente salen mentiras? ¿Y quiénes tratan de convencernos de que el blanco es negro, no resultan ya bastante cansinos?

A mí me hastía la cantidad de gente que solo hablar para hacer daño a los demás, o por el simple hecho de figurar, o tal vez porque necesitan que otros sepamos que están ahí. Sin embargo, el hastío que siento hacia esas personas está terminando por causar verdadera indignación en mi mente.

El silencio antes que la estupidez o la mentira

A todos esos seres que sienten la necesidad imperiosa de mentir constantemente, les pido por favor que lean el siguiente proverbio hindú. El silencio puede ser suficientemente bonito, en especial, cuando todo aquello que quieres contar no solo no es cierto, sino que además, no es interesante.

“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”
-Proverbio hindú-

Por tanto, dado que parece que las personas son cada día más habladoras, y sienten la necesidad de hacer uso de la comunicación negativa, les pido por favor que reflexionen antes de decir nada, y estudien bien sus palabras, porque si no son hermosas, constructivas o aportan algo de valor, tal vez no sea interesante escucharlas.

Además, me gustaría añadir el daño que ciertos usuarios hacen con el manejo de las redes sociales. Un mundo novedoso que muchos explotan para lanzar diatribas y barbaridades sin pensar en las consecuencias. Sin tener en cuenta que aquello que dicen y critican con crudeza, tal vez tenga un profundo poso de trabajo exhaustivo, esfuerzo participativo y pensamiento interno. Pero ellos lo avasallan sin piedad ni contemplaciones, pensando que la verdad absoluta está de su parte.

A todas esas personas que tienden a usar la palabra para mentir, dañar y criticar sin contemplaciones y sin aporte de valor alguno, piensen que en esos casos, es mucho mejor y más sabio hacer uso del silencio, o, en su defecto, decir algo hermoso, puesto que todos somos capaces de pronunciar frases bellas y bonitas, aunque no lo creamos.

“Hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores”
-Benjamin Disraeli-

Lo hermoso de la palabra

Por fortuna, los humanos tenemos el lenguaje a nuestra entera disposición. Del uso que hagamos de él dependerá qué queremos conseguir. Pero esta maravillosa herramienta de comunicación posee fantásticas palabras que podemos convertir en instrumentos verdaderamente hermosos:

¿No te parece bonito el uso que se puede hacer de la palabra para decirle a la persona a la que amas cuanto la quieres? ¿No te parece hermoso contarle a ese ser con el que compartes tu corazón cuán enamorado estás de él?
La familia y la amistad son dos elementos vitales de la vida de un gran número de personas. En esos seres queridos nos apoyamos cada vez que tenemos preocupaciones. Ellos nos tapan y protegen del frío. ¿No te parece hermoso usar la palabra para decirles cuán importantes son en tu vida?

Incluso en el terreno laboral, el lenguaje hermoso no ha de estar vetado. Un equipo de trabajo funcionará mucho mejor si el desarrollo personal y humano de cada componente es el adecuado. En este sentido, es mucho mejor motivarles de forma positiva, estar siempre atentos y crear un ambiente envidiable en el que compartir experiencias y responsabilidades.

El lenguaje es hermoso

El lenguaje, un don que los humanos hemos desarrollado durante siglos, es hermoso. Pero muchas personas se empeñan en pervertirlo, y hacer un uso torticero y malintencionado en pro de intereses poco claros y muy dañinos.

Pero, ¿qué necesidad hay de esto? ¿No es mucho más bonito disfrutar de la belleza que pervertirla? ¿No es más interesante una crítica positiva que aporte valor, que un comentario soez y malintencionado?

Dicho esto, les pido a todas esas gentes que parecen gozar haciendo daño con cada palabra que surge de sus labios, que dejen de usar el lenguaje para dañar, y comiencen a ver la parte brillante y benigna de cuánto pueden decir, pues es hermoso hablar buscando siempre el sentido positivo de la vida.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/no-abras-los-labios-lo-vas-decir-no-hermoso/


sábado, 21 de noviembre de 2015

NO ESPERES ENTENDER MI VIAJE SI NO HAS RECORRIDO MI CAMINO

No esperes que nadie entienda tu viaje si no ha tenido que recorrer tu camino y en el trayecto se ha visto obligado a usar tus zapatos y a contemplar la vida desde tu altura. Y que nadie espere comprenderlo al cien por cien, porque eso es imposible.

O sea, que lo que otras personas piensen sobre ti es su realidad, no la tuya. Los demás no conocen tu historia, no pueden vivir en tu piel ni sentir tus recuerdos. Esto es muy importante a la hora de cuidar nuestra salud emocional,  por eso debemos evitar dar crédito a las críticas y a los juicios sin fundamento de los demás…

Es decir, que tanto para evitar darle validez a los juicios ajenos como a la hora de hacernos entender tenemos que ser conscientes de que solo nosotros comprendemos completamente nuestro trayecto. Y, a veces, ni eso es posible…

A quien juzgue mi camino le presto mis zapatos

La consecuencia más directa de dar crédito a lo que los demás piensan y dicen de nosotros es que acabamos convirtiéndonos en alguien que no somos. Esto sucede porque al final acabamos queriendo inconscientemente complacer a otros a costa de sacrificar aquello que nos define.

Teniendo esto en cuenta tenemos que percatarnos de que preocupándonos por aquello que consideran los demás de nosotros perdemos tiempo y energía.

No obstante, en general los demás piensan sobre nosotros mucho menos de lo que creemos. Aunque pensemos que somos el centro de las miradas, lo más probable es que lo que hacemos no sea relevante para los que nos rodean.

Por eso debemos intentar vivir con naturalidad, dándole importancia a lo que sentimos e intentando sintonizar con nosotros mismos, pues al fin y al cabo son nuestros pies los únicos que recorren nuestro sendero.

Vive tu vida de la forma que quieras,
 no de la que los demás quieren que vivas.

Pero, ¿cómo son las personas que critican?

Detrás de una persona que enjuicia a los demás y que critica de manera destructiva hay ciertos problemas o características personales que sentencian su “descontento” con otras personas. Veamos algunas características:

Baja autoestima: es habitual que las personas con baja autoestima usen la crítica para mantener el control sobre su posición social o, incluso, para situarse en un buen lugar.

Daños emocionales: es posible que no reconozca que fue herido, que en un momento dado fue humillado o abandonado. Sin embargo, probablemente crea reconocer sus mismas heridas en los demás, etiquetando así las vivencias ajenas conforme a su realidad.

Ausencia de empatía: hay ocasiones en las que la empatía puede llegar a volatilizarse y las personas se envuelven en una coraza que justifica un tipo de crueldad que pretende ser “inocente”. Así, la persona completa sus propios vacíos criticando sin contemplaciones y haciendo uso del enjuiciamiento.

De todas formas se podría decir que prejuzgar es una característica innata del ser humano en la sociedad actual. Esto se debe a que en ocasiones nos resulta adaptativo hacerlo, pues nos protege de ciertos peligros relacionales que pueden atentar contra nuestro bienestar mental.

Sin embargo, generando ideas o imágenes rápidas de los demás o de nosotros mismos podemos cometer errores nefastos, los cuales en ocasiones se pagan muy caros a nivel emocional.  Por eso debemos procurar contenernos a la hora manejar nuestras impresiones y reflexionar antes de cometer una injusticia.

Cuando tampoco nos comprendemos a nosotros mismos

A veces ni siquiera nosotros mismos nos entendemos pero, sin embargo, no podemos evitar exigir que los demás tengan en cuenta nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestros deseos.

Así, como no tenemos la certeza necesaria para saber lo que otros sienten, no deberíamos juzgar ni dar validez a los juicios de los demás. Del mismo modo esto nos debería ayudar a tener en cuenta que no es posible que los demás se metan en nuestra piel porque las vivencias son solo nuestras.

Por eso, cuando no nos comprendemos ni a nosotros mismos es bueno y enriquecedor pararnos a pensar, repasar nuestro recorrido y ralentizar el paso hasta que reencontremos nuestro camino.

Lo bueno de esto es que ningún perdido se pierde. O sea, que cuanto más desconcertados nos sintamos, mayor probabilidad tendremos de ir recomponiendo el rompecabezas de nuestra vida. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que nosotros somos los únicos que podemos poner en valor la comodidad de nuestros zapatos en nuestros pies.