lunes, 2 de noviembre de 2015

35 PROVERBIOS JAPONESES QUE TE LLENARÁN DE SABIDURÍA

La cultura japonesa destaca por lo misteriosa y enigmática que es para las personas de occidente. A pesar de que es una de las sociedades con mayor desarrollo tecnológico, siguen teniendo un fuerte vínculo con sus raíces y tradiciones, y su cultura está llena de una sabiduría ancestral.

Esta es una recopilación de algunos proverbios populares japoneses que nos ayudarán, aunque sea un poco, a captar su sabiduría ancestral:

1. Si un problema tiene solución ¿para qué preocuparse? y si no lo tiene, ¿para qué preocuparse?

2. Si lo piensas, decídelo. Si lo decidiste, no lo pienses.

3. No retengas a quien se va, ni rechaces a quien llega.

4. Es mejor ser el enemigo de una buena persona que el amigo de una mala.

5. Rápido significa: lento pero sin pausa…

6. Si no existiera la gente común tampoco existirían las personas extraordinarias.

7. El que quiere subir inventa la escalera.

8. El marido y la mujer deben ser como las manos y los ojos: cuando duele la mano, los ojos lloran, y cuando los ojos lloran las manos secan las lágrimas.

9. El sol no sabe de buenos, el sol no sabe de malos. El sol ilumina y calienta a todos por igual. Quien se encuentra a sí mismo es como el sol.

10. Hasta el viaje más largo comienza con un solo paso.

11. Quien bebe no sabe lo peligroso del vino, quien no lo bebe no sabe de lo bueno que hay en él.

12. Aunque se necesite la espada una sola vez en la vida, es necesario llevarla consigo siempre.

13. Las flores bonitas no dan buenos frutos.

14. La tristeza es como un vestido rasgado: hay que dejarlo en casa.

15. Cuando hay amor hasta las cicatrices de la viruela son iguales a los hoyuelos en las mejillas.

16. Nadie tropieza mientras está acostado en la cama.

17. Una palabra bondadosa puede calentar tres meses de invierno.

18. En el camino deja que los tontos y los locos pasen primero.

19. Verifica siete veces antes de cuestionar a una persona.

20. Haz todo lo que puedas, lo demás déjaselo al destino.

21. Al dibujar una rama es necesario escuchar el soplo del viento.

22. La honestidad excesiva raya en la estupidez.

23. A veces la hoja se hunde pero la piedra flota.

24. La victoria pertenece a aquel que espera media hora más que su oponente.

25. La felicidad viene a la casa donde se ríen.

26. No se disparan flechas a una cara sonriente.

27. Es posible soportar el arroz y el té fríos, pero la mirada y las palabras frías son insoportables.

28. A los diez años es una maravilla, a los veinte es un genio, y a los treinta una persona común..

29. Si preguntas sentirás vergüenza un minuto, si no lo haces sentirás vergüenza toda la vida.

30. La mujer puede atravesar la roca si se lo propone.

31. Un jarrón perfecto nunca ha salido de las manos de un mal artesano.

32. No tengas miedo de una pequeña curva para enderezar una recta.

33. La pobreza hace a los ladrones como el amor a los poetas.

34. Si iniciaste el camino por voluntad propia mil ri parecen uno solo. (El ri es una unidad de medida de longitud japonesa)

35. Los ríos profundos fluyen lentamente.


Fuente: http://elvasomediolleno.guru/inspiracion/35-proverbios-japoneses-que-te-llenaran-de-sabiduria/


domingo, 1 de noviembre de 2015

CUANDO NO ESPERAS NADA… TODO LLEGA

Miro la vida con tranquilidad, desactivando miedos, egoísmos e ideas negativas que pongan alambres a mis pasos. Mi mente está abierta a cualquier ventana. No espero nada y lo espero todo, porque al final, todo llega.

“Cuando no esperas nada todo llega” ¿lo has oído alguna vez? Es curioso analizar las sencillas realidades que suelen esconderse en estas frases o expresiones de la psicología popular.

Es posible que más de uno piense que eso de “no esperar nada” puede encerrar alguna actitud derrotista, de quien se deja llevar por los hilos de otros y por la fuerza de las circunstancias.

Nada más lejos de la realidad. No esperar nada y permitir que las cosas lleguen, es actuar con equilibrio, apertura y permisividad interior.

En el día a día y aunque te parezca lo contrario, solemos acumular muchas actitudes y pensamientos limitantes. Lo hacemos casi sin darnos cuenta…

“Casi que no le propongo esto porque me va a decir que no”. “Mejor lo intento otro día porque seguro que fracaso“, “A mi esas cosas nunca me salen bien, así que para pasarlo mal mejor no lo intento…“

En ocasiones, somos nosotros mismos los artífices de esos muros que impiden que las cosas lleguen. Debemos estar abiertos, abiertos de mente y corazón: te enseñamos cómo conseguirlo.

Desactivando actitudes limitantes

Empezaremos haciéndote una pequeña reflexión: si no somos conscientes de nuestras propias actitudes limitantes, nunca podremos derribar esos muros que nos impiden que las cosas lleguen.

Para ello, para darnos cuenta de muchas de esas cosas que tenemos “alojadas” en nuestro interior, y que nos cortan las alas del crecimiento y parte de nuestra felicidad, debemos entender de dónde vienen las actitudes limitantes:

-Nuestra educación

Una buena parte de lo que somos ahora, hunde sus raíces en esas etapas tempranas en las que construimos el vínculo con nuestros padres, nuestras madres, abuelos, abuelas y hermanos.

Si no nos ofrecieron seguridad, si criticaron nuestros pensamientos e ideas, si nos sobreprotegieron o no nos demostraron cariño alguno, todo ello ha dejado huella en nosotros.

Es muy posible que a medida que maduraras, intentaras cambiar en ti muchas de esas actitudes limitantes. Que te atrevieras a hacer lo que decían que nunca harías, que hayas avanzado con pasos seguros volviendo el rostro a heridas del pasado.

Los ecos de una infancia traumática, suelen limitarnos en muchos aspectos. No lo permitas, nunca dejes de confiar en los demás, y aún menos que todo llega. Que las cosas buenas pueden ocurrir.

-Experiencias negativas no gestionadas de forma adecuada

La vida no siempre es fácil, y dependiendo de la actitud y las estrategias personales con las que afrontemos las cosas, obtendremos un aprendizaje u otro.

Si somos abandonados por nuestra pareja, nunca caigas en el error de pensar que no mereces ser amado. Afronta el duelo con entereza, avanza siendo resiliente y abre tus esperanzas a la vida atreviéndote de nuevo a querer y a dejarte querer.

Si fracasas en un proyecto, no te rindas ni te atribuyas ideas como que no eres apto, que no eres hábil, capaz. Reestructura tus pensamientos, aprende de los errores, obtén un aprendizaje y enfócate de nuevo hacia ese propósito.

En ocasiones, muchas de esas actitudes limitantes parten de nuestra propia personalidad, de indecisiones, de miedos, de cerrarnos puertas casi sin darnos cuenta porque preferimos seguir habitando en nuestro “círculo de seguridad”.

La vida siempre está un paso más allá de tu zona de confort.
Es ahí donde las cosas pasan y donde todo llega.

Permitirnos no esperar nada, soñándolo todo

No se trata de no esperar nada, en absoluto. Sino de reestructurar un poco nuestra actitud hacia la vida, hacia nosotros mismos, permitiéndonos que las cosas pasen.

Te explicamos cómo:

– Evita la “visión de túnel”. Todos lo hemos vivido alguna vez, son esos momentos en que nos focalizamos en algo en concreto, perdiendo a su vez la capacidad de ver lo que sucede a nuestro alrededor.

Puede que tengas esos días en que pienses que nada tiene solución, que las cosas “son como son” y que no hay otro remedio más que lo inevitable.

Desactiva esos pensamientos. Tampoco hace falta ensalzar un “positivismo ciego” que nos cree falsas esperanzas. Coge aire y déjate llevar, no esperes nada pero mantén la mente abierta mirando todo lo que te envuelve, déjate llevar con esperanza y tranquilidad.

-Deja a un lado lo que sientes y piensa en lo que necesitas. En ocasiones, los sentimientos nos ciegan o nos aferran. Hay momentos en que el amor, por ejemplo, aún causándonos infelicidad, nos encadena a esa relación de la que no queremos “despegarnos”.

En lugar de sentir, pregúntate qué necesitas. ¿Necesitas libertad? ¿Necesitas ser tú mismo? Permítete entonces ser feliz de nuevo. Al final, todo llega.

Nuestra actitud hacia la vida siempre debe ser abierta, tranquila y segura. Mientras sepas siempre cuáles son tus prioridades en el día a día, las cosas irán sucediéndose tal y como deben. A tu ritmo.




sábado, 31 de octubre de 2015

AMO MI LIBERTAD, POR ESO DEJO A LAS PERSONAS QUE AMO LIBRES

En muchas ocasiones nos aferramos a alguien a quien amamos con la ilusión de que no nos deje de amar, de que no se vaya de nuestro lado, sin darnos cuenta de que es necesario dar libertad para construir un amor sano y equilibrado.

El hecho de que alguien no nos ame, afecta a nuestro ego, pero es importante aprender a gestionar nuestras emociones y amarnos a nosotros mismos antes de amar a otra persona.

“Si no te aman, no ruegues ni te arrodilles. El amor no se suplica ni se exige, acontece. Y si no ocurre, te retiras dignamente y a otra cosa.”
– Walter Riso –

El apego afectivo

Una de las razones por la que nos resulta complicado dejar marchar a alguien, respetar su libertad, es el apego afectivo.

El apego afectivo es una vinculación mental y emocional normalmente de carácter obsesivo hacia ciertas personas, originada en la creencia irracional de que ese vínculo proveerá placer, seguridad y autorrealización.

Como consecuencia de lo anterior, la persona apegada sentirá que sin la persona a la que está apegada no será feliz, no podrá cumplir sus metas y no tendrá una vida normal.

Lo primero que debemos hacer para vencer el apego afectivo es ver si efectivamente somos dependientes de alguien o si, por el contrario, sentimos alguno de estos síntomas de apego:

Necesidad de estar cerca de la persona amada.
Ansiedad y malestar si no estás con la persona amada.
Alto nivel de obsesión, comportamiento controlador etc. hacia la otra persona.
Dar prioridad a la persona amada sobre las actividades que nos gusta disfrutar o sobre otras personas con las que nos gusta estar.

Si analizas tu situación y ves que existen los síntomas anteriores, puede que te encuentres en una situación de apego afectivo.

¿Cómo puedes vencer el apego afectivo y liberarte?

1.- Sé realista

La herramienta más potente contra el apego es ser realistas. Ver las cosas como son en relación al amor, sin anestesia, sin engaños. El amor es un riesgo siempre, pero es necesario ver la realidad.

Si no te admiran, no te quieren.
Si no te respetan, no te quieren.
Si estás con alguien que no te hace sentir bien, es que no te quiere.
Si estás con una persona que compromete tus valores, no te quiere.

Ama tu libertad, ama tu soledad. Ama ser libre, disfruta de tu libertad. Haz las paces contigo mismo. Quédate con tu soledad, aprende de ella, pruébala, ámala y ámate.

“El amor no reclama la posesión, pero da libertad”.
 – Rabindranath Tagore –

2.- Busca el silencio.

Apaga la televisión, el ordenador, el móvil y disfruta del silencio, de la incomunicación. Tu cerebro se relajará.

Además, a través del silencio es cuando podemos encontrar el momento para contactar con nosotros mismos.

3.- Aprende a diferenciar enamoramiento y amor

En muchas ocasiones confundimos enamoramiento y amor, y no son lo mismo. El enamoramiento dura un tiempo determinado, es atracción, invade tu cuerpo y tu mente, no te deja pensar con claridad, no ves los defectos de la persona amada.

El enamoramiento tiene una serie de características fáciles de identificar:

Idealización de la otra persona. No vemos los defectos del otro y tendemos a pensar en esa persona como alguien perfecto.
Exclusividad y posesión. Quiero que sea sólo mía o mío.
Adicción al otro. Sentimos apego y deseo sexual por el otro.
Idea de permanencia. Nos convencemos de que ese sentimiento es único, irrepetible, eterno, que es una excepción.
Pensamientos obsesivos. Queremos controlar a la otra persona y no dejamos de pensar en ella.

El enamoramiento, es realmente, una obsesión incontrolada.

Pero el amor es algo mucho más complejo, un conjunto de elementos que se tiene que dar siempre conjuntamente: el deseo, el sexo, la atracción (Eros), la amistad, el compartir (Philia) y la ternura y dulzura (Ágape).

Dejar a quien amas

A veces, debemos dejar ir a quien amamos y precisamente por esa razón, porque amamos a esa persona la dejaremos libre.

Debemos aprender a renunciar a una relación en tres casos:

Cuando ya no te aman.
Cuando tu realización como persona se ve afectada.
Cuando tus principios se ven vulnerados.

No te resistas al dolor, llora, habla, grita, no lo tapes, no lo escondas, vívelo. Hay un periodo de duelo por el que tendrás que pasar y aunque parezca que no va a terminar nunca, después de un tiempo, te preguntarás por qué te sentías tan mal por una persona que no merecía la pena.

Hay que dejar salir a determinadas personas de tu vida, para que entren otras. No hay medicamentos contra el dolor de una ruptura, hay que soportarla y resistir.

“Amo mi libertad, por eso dejo las cosas que amo libres. Si vuelven es porque las conquisté. Si no lo hacen es porque nunca las tuve.”
-John Lennon-




viernes, 30 de octubre de 2015

NO RESPONSABILICES A LOS DEMÁS POR LO QUE SIENTES

El lenguaje cotidiano muestra que estamos llenos de fórmulas para echarles la culpa a los demás por lo que sentimos o hacemos.

“¡Me sacas de quicio!” es una de las frases frecuentes o “Esa persona me llena de mala energía”. Ambas frases son muy comunes y las dos encierran grandes sofismas.

“Hay personas que crean sus propias tempestades y después se ponen tristes cuando llueve”
- Velos de faltas -

¿Cómo puede ser que los demás sean los responsables de tu ira? ¿Eres acaso su títere, su esclavo o su instrumento? ¿Cómo es posible que tu mundo emocional quede anulado frente a las posibles influencias de otra persona?

Uno de los rasgos que definen a una persona adulta es precisamente el de ser capaz de tomar la responsabilidad sobre sus emociones y sus actos.

Los demás: un pretexto

Por más limitantes que sean las circunstancias, siempre cuentas con un margen de libertad para actuar. Incluso si te ponen un revólver en la sien y te intimidan para que hagas algo, todavía tienes la posibilidad de elegir ceder o no hacerlo.

Sin llevar las cosas a esos extremos, la vida diaria nos permite elegir entre múltiples posibilidades. Y, por supuesto, en la relación con otras personas también tenemos la opción de actuar de diferentes maneras.

“Para pelear se necesitan dos”, dice el adagio popular. Y es totalmente cierto. Frente a una agresión, te queda la alternativa de engancharte, ignorarla o comprenderla.

Lo mismo ocurre con la tristeza, el miedo y toda la gama de emociones: no dependen de los demás, sino de ti mismo.

Es mentira que si los demás hacen o dejan de hacer algo, nosotros lograremos encontrar el equilibrio. Es mentira que si los demás cambian, nosotros cambiaremos también.

Lo que ocurre es que a veces no queremos asumir la responsabilidad por lo que sentimos. Es entonces cuando los demás se convierten en un pretexto para justificar nuestra falta de autocontrol o la incapacidad para hacernos cargo de lo que somos.

De ahí que construyamos explicaciones equivocadas sobre lo que nos ocurre: si ella no fuera tan pasiva, yo prosperaría más. Si él fuera más afectuoso, yo podría dejar de sentirme triste. Este tipo de quejas, al ser traducidas, significan: el control y manejo de lo que siento está en manos de otros.

Tampoco somos una isla

La influencia de las demás personas sobre nuestras emociones, se reduce a una contribución. Facilitan o inhiben determinados sentimientos, estados de ánimo y actitudes. Pero en ningún caso las determinan.

Lo más obvio sería decir que si te sientes más irritable en presencia de alguien en particular, o más triste cuando conversas con él, debes alejarte de esa persona. Sin embargo, esto no es tan simple.

Los seres humanos estamos llenos de ambivalencias. Así que al tiempo que te sientes más propenso a enojarte en presencia de alguien, esa misma persona le otorga un especial dinamismo a tu vida, o te plantea desafíos que te resultan atractivos.

Tampoco estamos en un mundo dividido entre “buenos” y “malos”, o “sanos” y “enfermos”. Todos tenemos un poco de todo. También pasamos por momentos en donde gozamos atormentando a otra persona, o nos volvemos insoportables de tanto quejarnos por nuestras tristezas.

No existe un mundo ideal en donde tú te comportas imperturbable como el Dalai Lama, o donde logras estar rodeado solamente por personas que mantienen un equilibrio a toda prueba.

Lo que sí puedes hacer es trabajar para eliminar ese dispositivo mental que te lleva a una mentira: pensar que tus sentimientos dependen de los demás. Que no es tu responsabilidad trabajar sobre tus emociones negativas, sino que son los demás quienes deben hacerlo.

Si logras salirte de esa lógica, vas a darte cuenta de que todo se vuelve más sencillo. Y de que más temprano que tarde, las situaciones evolucionan. Llegarás a conocerte mejor y posiblemente vas a descubrir que hasta ahora te han atormentado situaciones que no valen la pena.

Entonces, estarás mejor preparado para jerarquizar los conflictos. Incrementarás tu habilidad para concederle valor a los problemas que realmente lo tienen y dejarás de lado esos pretextos que no te dejan avanzar.




jueves, 29 de octubre de 2015

NO BUSQUES UN AMOR IDEAL, CONSTRUYE UN AMOR REAL

No creo en un amor ideal, pero sí en esos amores inexplicables que atrapan y envuelven con sentimientos intensos y alborotados. Inicios apasionados con los que construir un amor real y cotidiano.

Todos tenemos en mente el que sin lugar a dudas, es nuestro amor ideal. Atribuimos a esa imagen física una gran cantidad de valores, de rasgos perfectos donde se escondería la mayor de las felicidades.

Soñar no es malo, nos inyecta parte de esa ilusión que todos necesitamos para andar por este mundo complejo y a veces difícil.

Ahora bien, a la hora de pensar en ese amor que necesitas, hazlo con los pies en el suelo y la mente abierta.

No te fijes ideales que te alejen al mismo tiempo de esa realidad cercana donde habitan las personas auténticas. Porque no hay amores perfectos, sino personas con virtudes y defectos que pueden armonizar con tus necesidades y vacíos.

No busques un amor ideal, construye un amor real y consciente. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Los pilares que construyen las relaciones conscientes

Puede que ya hayas oído hablar de las relaciones conscientes. Son, por así decirlo, el reverso del amor romántico o inconsciente.

Sabemos que a muchos les puede afectar el hecho de que lancemos una crítica afilada hacia el concepto de amor romántico, pero en esta imagen se encierran en realidad toda una serie de dimensiones muy peligrosas para nuestro equilibrio afectivo:

El amor romántico simboliza la idealización de la persona amada, y la construcción de unos atributos que no se corresponden con la realidad.
El romanticismo o el amor ideal es el reflejo del apego más peligroso, de la necesidad de tener y “poseer” al otro, como única forma de ser feliz.
El amor real no significa que no podamos demostrar afecto, cariño y cuidado, se trata de construir un amor consciente a través de una relación sana donde no hay necesidad de sometimiento, ni apegos obsesivos.

La clave estaría en construir vínculos que funcionen, que sean armónicos con nosotros mismos y donde se respete el crecimiento personal, a la vez que el de la propia pareja.

Veamos ahora cómo podemos encontrar y construir una relación emocionalmente madura y consciente:

1. No busques, conviértete primero en esa clase de persona con la que merece la pena estar

No te obsesiones en marcarte como objetivo vital “encontrar a la persona ideal”, a la persona perfecta:

La vida es un aprendizaje continuo donde todo cuenta, donde toda relación pasada ha dejado esa vivencia y ese recuerdo que al fin y al cabo, forma parte de ti, pero no te determina. Tus posibles fracasos no te definen, te “enseñan” para dar nuevos pasos con más seguridad.

-No se trata de buscar, sino de dejarse llevar, cuidando siempre de nuestra autoestima, sabiendo lo que queremos, y alejándonos de lo que nos puede hacer daño.

– Trabájate a ti mismo cada día, crece interiormente, disfruta de lo que eres, de la persona que se refleja ante tu espejo. Tu felicidad interior, tu equilibrio y tu madurez emocional, es el mejor regalo que le puedas ofrecer a esa pareja, que la casualidad, quiera traerte.

Para construir un amor real y consciente, es necesario convertirse primero en esa persona con la cual, merece la pena compartir una vida entera, recordando siempre que el amor verdadero no viene a ti por “arte de magia”. El amor auténtico debe estar dentro de ti, y se trabaja con tu pareja cada día.

2. Trabaja tu equilibrio personal y emocional

Es muy posible que tu corazón cuente ya con alguna que otra relación fallida, con alguna que otra herida que aún debe cauterizarse.

– Después de un fracaso o de una ruptura, es preciso recuperar el vínculo con nosotros mismos.

Con lo que somos, con nuestras necesidades y nuestra voz interior. Has pasado mucho tiempo con todas tus energías puestas en otra persona y es momento de priorizarte.

– Resuelve tu miedo a la soledad o al ser abandonado. Es preciso aprender a estar solo sin que esto sea para ti algo traumático.

– Con ello, y al recuperar tu autoestima, tu amor propio y esa unión contigo mismo, sintiéndote bien con lo que eres, lo que tienes y lo que has aprendido, dejarás de evidenciar vacíos, faltas y necesidades que, de algún modo, siempre se espera que los demás cubran o atiendan.

No debes darte a esa nueva persona que entra en tu vida “siendo la suma de todas tus exparejas”. Ofrécete como alguien maduro emocionalmente que ha aprendido de sus experiencias y que ahora, se ofrece en libertad y sin cargas para construir un amor real, pleno y sobre todo… valiente.

3. Estar enamorado es fácil, pero construir un amor real requiere esfuerzo

Hay amores que llegan de improviso y que nos atrapan. Son, tal y como te hemos señalado al inicio, amores inexplicables.

Ahora bien, no importa de qué forma ha llegado, lo esencial es que día a día la relación vaya asentándose con los pilares del respeto, del equilibrio de fuerzas, de esa complicidad que sabe ilusionar y comprender.

Construir un amor consciente requiere voluntad por ambas partes, saber encajar “mis esquinas con las tuyas” comprendiendo las diferencias y no valorando solo todo aquello que nos une.

Recuerda, deja de buscar un amor ideal o perfecto. Todos somos seres imperfectos esforzándonos cada día en construir una vida perfecta. Y eso es lo importante.




miércoles, 28 de octubre de 2015

DÍAS GRISES, ¿TÚ TAMBIÉN LOS TIENES?

¿Quién no ha tenido días de esos en los que es mejor no levantarse y quedarse en cama esperando a que el viento decida soplar a nuestro favor? Hay días en los que todo pierde sentido, se pierden las fuerzas y no hay ganas de tirar hacia delante. Son esos momentos en los que lo único que hacemos es retroceder y retroceder, sin más. Cada paso que hemos dado se pierde en esos días en los que te levantas con el pie izquierdo.

“¿Nunca os ha pasado? ¿Levantaros sin ganas? ¿No ser capaces de sentir emoción ante cualquiera de esas actividades que os gusta hacer? Qué complicado se muestra todo cuando no hay ganas, cuando la ilusión se desvanece.”

¿Y qué hacer? ¿Qué se puede hacer para recuperar esas ganas? ¿La alegría en sí?

Recuerdo que una vez alguien me contó una historia sobre un monje que iba a dejar su templo a uno de sus discípulos. El problema es que necesitaba saber a quién debía dejárselo, por ello, necesitaba averiguar quién de todos era el más capaz. Así que el monje propuso un problema y colocó un jarrón con una flor en la sala. Todos se preguntaron que había que hacer, pero nadie fue capaz de hallar la solución. De pronto se acercó uno y tiró el jarrón fuera de la habitación y fue el heredero.

¿Qué quiero decir con esto? Que hay días en los que tenemos que enfrentarnos a ciertas complicaciones, a obstáculos y problemas que nos impiden avanzar como nos gustaría. Y es normal, no siempre vamos a poder estar al cien por cien.

A veces, nos toca sentarnos y desconectar un poco, perder las ganas por todo para volver a encontrarlas con fuerza.

No es nada malo, aunque sintamos que estamos perdiendo tiempo (algo cierto) y que puede que lleguemos a quedarnos en ese estado durante mucho tiempo (algo menos posible) toca ceder y darnos un descanso.

Las cosas pueden mejorar si nos lo proponemos, si dejamos de meternos presión, de agobiarnos y asustarnos pensando en lo negativo de nuestra situación y si decidimos pensar que mañana puede ser un día mejor. Que no siempre ponemos primero el pie izquierdo, llegará un día en que inconsciente, el pie que toque antes el suelo sea el derecho.





martes, 27 de octubre de 2015

NO HAY NADA IMPOSIBLE

No hay nada imposible. Si piensas lo contrario, te encontrarás toda la vida incapaz de moverte, de crear, de evolucionar, de ver cumplidos tus sueños, de ser feliz, de tener cuanto siempre imaginaste. Si crees que algo es imposible, nunca lograrás nada y no verás tus sueños hechos realidad.

Lo imposible como dicen, solo tarda un poco más en llegar, tanto como te empeñes en intentarlo y esforzarte. Tienes que querer hacerlo y conseguirlo. Tienes que poner todo tu empeño y lanzarte, con miedos o sin miedos, pero dirigirte hacia ello. Sino, nunca sabrás los resultados.

Creer en lo imposible

Si somos capaces de creer en lo imposible, conseguiremos que se haga realidad. La única forma que el ser humano conoce de avanzar en su vida, buscar el triunfo y ser uno mismo, es creyendo en todo cuanto parece inalcanzable e irrealizable. De otra forma, nunca lograremos nada, y nos quedaremos a las puertas de todo.

¿Qué crees que te hubieran dicho Bill Gates o Steve Jobs hace unos años, cuando no eran más que dos chicos jóvenes con ilusión? Creyeron en ellos mismos, en sus capacidades para triunfar y su fuerza de voluntad y talento para ver hecho realidad su sueño. Y lo lograron.

“Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes…  La palabra imposible no está en mi vocabulario”
- Napoleón Bonaparte –

No obstante, no hace falta irse tan lejos. En nuestra propia vida diaria tenemos ejemplos de cuanto creemos que es imposible y no nos atrevemos ni a pensar. Hay cientos de personas que viven existencias insustanciales,  anodinas e infelices, que sueñan con superarse y salir del laberinto en el que se encuentran, pero no son capaces porque no creen en lo imposible.

Si en tu vida todo es estrés, pesar, dolor o infelicidad, no pienses que salir de ahí es imposible, porque es el primer paso para no hacer nada. Inventarás excusas para no moverte. Te dirás que así estás más seguro, que de esta forma eres aceptado por la sociedad, que la soledad es mucho peor, que haces lo que tienes que hacer… pero en realidad estás asustado y eres incapaz de reaccionar, creer en ti y hacer realizable lo imposible.

Olvidar el miedo al fracaso

Solo hay un tipo de personas que nunca fracasan, y son los que no se arriesgan. Aquellos seres que creen que lo imposible es irrealizable y se quedan viviendo una existencia de falsa seguridad, nunca meterán la pata, no se equivocarán, pero tampoco beberán las dulces mieles del éxito, la felicidad y el ver los retos y las metas superados.

Los seres que no son capaces de hacer realidad lo imposible, son identificables. Hay en ellos un gran miedo al fracaso. La envidia les corroe porque son incapaces de arriesgarse, y sienten rencor hacia quienes sí se atreven. Les escucharás criticando e insultando, pero, en realidad, son insustanciales, está aterrorizados, han olvidado sus sueños y no saben cómo reaccionar, por lo que se escudan en la seguridad que ofrece la turba.

“Solo hay una cosa que hace que un sueño sea imposible de hacer y es el miedo al fracaso”
- Paulo Coelho –

Si crees en lo imposible, no te dejes llevar por la masa enfurecida que te dice cómo debes actuar, cuáles han de ser tus metas, qué objetivos te tienes que marcar y cuál es tu límite. No debemos pensar en dónde están las fronteras, sino cómo superarlas.

Una persona con sueños, es capaz de hacer realidad lo imposible. No se asusta por un fracaso y el qué dirán, y se levanta una y otra vez hasta ver cumplido su objetivo. Y, una vez alcanzado, busca nuevas metas que pongan sus límites y capacidades a prueba constantemente, porque solo así se siente vivo y feliz.

Las personas que creen en lo imposible mueven el mundo

Si echas la vista atrás, ¿cuántas personas ves que han creído en lo imposible y triunfaron por ello? Antes hablábamos de Steve Jobs o Bill Gates, pero no son los únicos. Hipatia de Alejandría, Galileo Galilei, Marie Curie… han sido tantas las personas que durante miles de años creyeron en sí mismas y en lo irrealizable, que es increíble pensar en algo diferente.

No lo olvides nunca. No dejes de soñar porque crees que es imposible. Tú tienes la fuerza, el talento y los recursos necesarios para hacer realidad cuanto deseas en tu vida. Nunca dejes que nadie te diga que no puedes, porque no es real. Los seres humanos somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos siempre para realizar lo irrealizable.