Risco del Moro, Fuerteventura
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lunes, 26 de octubre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
HONESTAMENTE FRIDA KHALO
Con la maestría de su fina pincelada, Frida dejó plasmado en
docenas de autorretratos sus unidas cejas negras y su escaso bigote. Esta misma
Frida fue la que se quitó de un tirón tres años de edad, sosteniendo que había
nacido en 1910 en Coyoacán, México, en vez de su fecha original 1907. ¿Capricho
vanidoso? Probablemente, no. Aunque Frida fue casi siempre su única modelo, su
intención iba más allá de querer preservar la belleza de su juventud, ello
estuvo más relacionado con su necesidad de identificarse con México, su tierra
amada. El hecho en el cambio de su fecha de nacimiento tiene relación con el
año del comienzo de la Revolución mexicana (1910) y el retiro del poder del
presidente Porfirio Díaz.
Si esta mentira tan obvia nos resulta necia e incongruente,
incomprensible en contraste a su desenvuelto candor, ello sólo proyecta, por un
momento, la yuxtaposición de imágenes que encontramos en sus pinturas. Frida
nunca se detuvo ante los hechos tangibles para llegar y expresar su propia
verdad; en el caso de su fecha de nacimiento, la gran verdad en este caso es
que, el destino de ella y el de México moderno, estarían inexplicablemente conectados en un proceso de revolución y renacimiento.
Para comprender la naturaleza de esta artista y sus pinturas
es necesario poner a un lado todo tipo de convencionalismos, incluso las
fechas, como pudiera ser el caso. Asimismo, y mucho más paradójico aún, esta
comprensión requiere de que nos ubiquemos en el contexto de la Historia en que
sucede la vida de la artista. Frida misma, siendo una artista revolucionaria,
le toca nacer en el medio del caos político que vivía su país el cual, pasaba
por un proceso de sangriento renacer. Esa imagen, de acuerdo con Frida, es
mucho más verdadera que el hecho en sí mismo, sería trivial no estar de acuerdo.
Ya sea que estuviera en París, New York o Coyoacán, Frida
siempre vistió con el elaborado traje típico tehuano de las indias doncellas.
Así como la realidad de su país la fueron modelando y definiendo, igualmente lo
hizo su esposo, el muy conocido muralista, Diego Rivera. Si México era para
Frida su verdadero progenitor, Rivera, 20 años mayor que ella representaba su
“hijo grande”; ella solía llamarlo su pequeño bebé. Frida conoció a Rivera
cuando todavía era una estudiante en el colegio.
Un tiempo después, 1929, se convirtió en la tercera esposa
de Rivera, un hombre que, abiertamente fue diagnosticado por su médico incapaz
para la monogamia. No falta el mencionar que, esta relación fue una unión poco
convencional, problemática, sin embargo, apasionada que sobrevivió numerosas
infidelidades por ambas partes, separaciones e incluso, un divorcio en 1939 y
la consecuente reconciliación, celebrando un segundo matrimonio en 1940.
El amor de esta pareja se sometió a duras pruebas pero, como
se demuestra en las raíces de la pintura “El abrazo de amor”, el amor de Frida
por Diego fue tenaz. No obstante, el matrimonio no protegió a Frida de los
sufrimientos y padecimientos que caracterizaron su juventud, cuando un horrible
accidente en autobús dejó su cuerpo fracturado y debilitado por prácticamente el resto de su adultez. La incorregible actitud mujeriega de Diego, al colmo de
relacionarse con la propia hermana menor de Frida, Cristina, sólo contribuían a
aumentar su dolor. “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida”, dijo una vez
Frida, “uno en el que un autobús me tumbó al suelo… el otro accidente es
Diego”.
Fue un matrimonio que permaneció sin hijos y esto fue la
fuente de muchas de las angustias de Frida, tanto como las infidelidades de
Diego. Para Frida Diego era todo: “mi niño, mi amor, mi universo”.
Como artistas, la pareja era muy productiva. Cada uno
consideraba al otro como el mejor pintor y pintora de México. Frida se refería
a Diego como el “arquitecto de la vida”. Cada uno asumía con un profundo orgullo
la creación del otro, a pesar de haber sido drásticamente diferentes en estilo
y forma.
Montado en un andamio y a la intemperie, Diego pasaba horas
trabajando en un mural día tras día, él amaba obsesivamente pintar, tanto como
Frida lo amaba a él, entregando inmensos murales públicos sobre temas
políticos. Frida, en cambio, estaba la mayor parte de su tiempo inmovilizada
con un corsé y acostada en la cama o confinada a un cuarto de hospital, ya sea
porque se estuviera sometiendo a una cirugía o recuperándose de alguna. Frida
se alternaba intensamente entre la languidez y pintando obra personal. Cerca de
una tercera parte de su obra, 55 pinturas, está compuesta de autorretratos. En
algunos, su rostro, como una máscara, refleja una mirada fija e impasible. En
otros en cambio, una gráfica y detallada representación de sus órganos internos
nos revelan en correspondencia el estado de su mente. Ella era capaz de, en una
sola imagen, revelarnos y revelarse lo más indigno de una traición, así como
también el dolor de un aborto
Diego, un artista del realismo socialista, se fue una vez en
lágrimas de orgullo cuando Picasso expresó su admiración en los ojos de un
autorretrato de Frida. Diego llegó a escribir una entusiasta carta de
recomendación a un amigo para una exposición de la obra de Frida: “Yo la
recomiendo, no como esposo sino, como un entusiasta admirador de su trabajo,
ácido y tierno, duro como el hierro y delicado y fino como el ala de una
mariposa, adorable como una hermosa sonrisa, profundo y cruel como lo más
implacable de la vida”.
El trabajo de Frida, algunas veces fantástico otras
sangriento, ha sido definido como surrealista, al respecto una vez ella comentó
que nunca había pensado en que ella era una surrealista “hasta que Andre Bretón
vino a México y me lo dijo”. (“El trabajo de Frida Kahlo es la mecha de una
bomba” escribió de admiración Bretón). Sin embargo, Frida evadía todo tipo de
etiquetas, Diego por su parte, la definía como realista. Su principal biógrafa,
Hayden Herrera, parece coincidir con él cuando escribe que, incluso en sus más
complejas y enigmáticas pinturas, “Lo que el agua me dio” por ejemplo, “Frida
está “con los pies muy sobre la tierra” al representar imágenes reales de la
forma más literal y directa”. Como es el caso del arte típico mexicano, las
pinturas de Frida “hechos y fantasías se entremezclan como si fueran
inseparables e igualmente reales”, agrega Herrera.
"No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero, lo que sí
estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser", Frida escribió una
vez. "Como mis temas han sido siempre mis sensaciones, mis estados de ánimo y
las reacciones profundas que la vida ha producido en mí, yo lo he llevado
objetivamente y plasmado en las figuras que hago de mi misma, que es lo más
sincero y real que he podido hacer para expresar lo que yo he sentido dentro y
fuera de mí misma".
La figura de Frida y su obra son un desafío a cualquier
definición absoluta porque, se prestan más a una descripción en la cual
ambigüedad la caracteriza. Frida se alternaba entre la esperanza y la
desesperación. Le encantaba bailar y las multitudes, coquetear y seducir sin
embargo, a veces se sentía miserablemente sola y rogaba a sus amigos y amantes
que la visitaran o que no la “olvidaran”. Poseía un agudo sentido del humor,
usualmente un marcado humor negro al igual que, una disposición muy aguda a la
inventiva y la metáfora. Frida siempre se esmeró por mantener un hogar para
Diego y amaba preocuparse por él, prepararle comida y bañarlo. Le encantaba
rodearse de mascotas exóticas como monos araña y perros, y adoraba a los niños
los que siempre trataba como iguales. Frida gustaba de los chismes, chistes
subidos de tono y los sin sentidos en cambio, aborrecía la pretensión. Trataba
a los sirvientes como a su propia familia y a los estudiantes como colegas muy
estimados. Frida Kahlo era la personificación de la alegría, un anhelo por la
vida. Valoraba la honestidad, especialmente la propia. Una vez le escribió a un
antiguo amante, quien abiertamente la había dejado por su debilidad física, “tú
mereces lo mejor de lo mejor porque, tú eres una de esas pocas personas que, en
este mísero mundo siguen siendo honestas consigo mismas y esa es la única cosa
que realmente cuenta”.
Cuando Frida Kahlo muere a los 47 años de edad, el 13 de
Julio de 1954, dejó una serie de pinturas que corresponden a la representación
de su evolución como persona, al igual que, una serie de emotivas cartas a
amantes y amigos junto a un colorido y cándido diario. Todo esto es una
irrefutable evidencia de que su vida no fue nada menos que una búsqueda por ser
honesta consigo misma, incluyendo fecha de nacimiento (1910) y todo lo demás.
Algunas de sus mejores frases:
Pies, ¿para qué los
quiero si tengo alas para volar ?
¿Se pueden inventar
verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo.
Me pinto a mí misma,
porque soy a quien mejor conozco.
En realidad no sé si
mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más
franca de mí misma.
Todo puede tener
belleza, aun lo más horrible.
Yo quiero construir.
Pero no soy sino una parte insignificante pero importante de un todo del que
todavía no tengo conciencia.
Siento que te quise
siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y a veces siento
que me naciste a mí.
La tristeza se retrata
en todita mi pintura, pero así es mi condición, ya no tengo compostura.
Cada tic-tac es un
segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta
intensidad, tanto interés, que el problema es solo saberla vivir. Que cada uno
lo resuelva como pueda.
Quisiera darte todo lo
que nunca hubieras tenido, y ni así sabrías la maravilla que es poder quererte.
Ahí les dejo mi
retrato, pa´ que me tengan presente, todos los días y las noches, que de
ustedes yo me ausente.
Amurallar el propio
sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.
Árbol de la esperanza,
mantente firme.
Yo solía pensar que era
la persona más extraña en el mundo, pero luego pensé, hay mucha gente así en el
mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra y dañada de la
misma forma en que yo me siento. Me la imagino, e imagino que ella también debe
estar por ahí pensando, en mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees
esto sepas que, sí, es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú.
jueves, 22 de octubre de 2015
TODO LLEGA EN EL
MOMENTO PRECISO
Nuestra vida es mucho más de lo que podemos ver, tiene una
trascendencia y todo tiene una razón de ser. Cuando decimos que todo llega a su
preciso momento, hablamos de que las cosas no suceden justo cuando queremos que
ocurran, las cosas llegan cuando estamos preparados para recibirlas, nunca
antes, ni después.
Esto no quiere decir que nos quedemos sentados esperando a
que todo mágicamente llegue porque así está escrito o predestinado, más bien
quiere decir que nos preparemos energéticamente para que las cosas ocurran,
para propiciar ese momento perfecto.
Es muy distinto trabajar por algo que uno desea conseguir
que aferrarse y lamentarse por la idea de no tenerlo, en ese momento las
energías nos juegan en contra y comenzamos a materializar más cosas asociadas a
la frustración, el apego y el sufrimiento. Cuando deseamos que algo ocurra,
tenemos que preparar nuestro terreno para recibirlo.
Qué podemos hacer
para alinearnos con lo que queremos:
Relajarnos:
Si nos relajamos vibramos en la misma frecuencia de lo que
queremos, cuando nos sentimos ansiosos, fatigados, estresados por no conseguir
algo, nos desconectamos de nuestro poder de manifestar.
No busques, no revises,
no preguntes o demandes, relájate. Si te relajas viene, si te relajas estará
allí disponible para ti. Si te relajas empiezas a vibrar acorde a tu deseo.
- Osho -
Ver el lado amable de
la situación:
Cuando vemos el lado positivo de lo que tenemos justo ahora,
podremos crecer con la situación y esto nos permitirá continuar.
Tener paciencia:
Tener paciencia nos permitirá esperar sin desesperar,
alimentaremos nuestras capacidades mientras vivimos nuestro presente sin añorar
nada más.
La paciencia es la más
grande de las oraciones
- Buda -
Agradecer:
Cuando agradecemos el universo nos ofrece más y más cosas
que agradecer. La gratitud nos permite automáticamente generar pensamientos
positivos, dando paso a un bienestar físico y mental que nos facilitará recibir
cosas positivas.
Aceptar:
Podemos observar como un espectador lo que nos ocurre y
sencillamente aceptarlo, concientizar que todo tiene un por qué. Aceptar, nos
abre espacios para vivir nuevas experiencias, quizás entre ellas está la que
anhelamos
Acepta. No es
resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear
contra una situación que no puedes cambiar.
- Dalai Lama -
Abre las puertas de tu corazón a lo mejor de la vida, a las
bendiciones más grandes, piensa en positivo, cuando manifestamos algo en
nuestra vida, es porque justamente es lo que nos conviene vivir en ese momento
para nuestro crecimiento. Lo que no ocurre o lo que no hemos podido conseguir
es porque no estamos listos o porque podemos vivir situaciones que superen nuestras
expectativas, que no llegan a nosotros justamente por aferrarnos a algo que por
algún motivo no nos conviene vivir. Confía, nada es casualidad, todo ocurre por
algo.
Los puntos solo se unen
hacia atrás.
- Steve Jobs -
miércoles, 21 de octubre de 2015
LA VIDA NO TIENE POR
QUÉ SER PERFECTA PARA SER MARAVILLOSA
Las personas acostumbramos a ser muy exigentes con la vida e
incluso con nosotros mismos. Nos marcamos pautas, objetivos y múltiples sueños
por cumplir. Y desde luego, todo esto no solo está bien, sino que es necesario.
Todos necesitamos proyectos a corto y largo plazo que poder cumplir para
enorgullecernos de nosotros mismos, para adquirir capacidades y habilidades
personales.
Ahora bien, en
ocasiones, quien se marca altas expectativas corre el riesgo de no deleitarse
de los triunfos cotidianos, los más humildes y que solo las personas sencillas
pueden apreciar: como el cariño, la amistad, la tranquilidad…
La vida no tiene por qué ser perfecta para ser maravillosa.
Sabemos que es algo fácil de decir, pero… ¿Eres de esos que ya lo saben? ¿O aún
estás enfundado en tu empeño por conseguir esa ansiada perfección? No te
preocupes, desde nuestro espacio te invitamos a reflexionar sobre ello.
Los buscadores de la
perfección cotidiana
Ser exigente y buscar la perfección en cada cosa que hacemos
es en muchas ocasiones el reverso de una moneda. La exigencia nos hace
desarrollar múltiples capacidades, pero a su vez, quien se aplica una alta
autoexigencia raras veces se siente satisfecho.
En realidad, la perfección
no es más que una quimera, una aspiración intangible. No existen las vidas
perfectas y sin altibajos. La existencia es un carrusel de emociones intensas
donde el billete sólo tiene un objetivo: aprender cada día de nuestra vida.
En ocasiones, escuchamos a muchos de quienes nos rodean
quejarse en un triste lamento con aquello de “es que todo lo malo me sucede a
mí, “es que a los demás todo les va bien y yo siempre voy por el camino
equivocado”… Este tipo de verbalizaciones y pensamientos siempre han existido
y siempre existirán. Ahora bien, antes de caer en este tipo de comportamientos
debemos tener en cuenta lo siguiente:
La felicidad no está
en la perfección. Nadie tiene garantizada su felicidad absoluta sólo por
ser rico, por ser atractivo o por disponer de buena salud.
La vida se mide en
instantes, y sobre todo, en nuestra capacidad para estar abierto a la realidad,
a la oportunidad, a la magia de los detalles más simples que nos rodean y al
optimismo.
Me han rechazado en
ese trabajo con el que tanto soñaba. ¿He de martirizarme pensando que no valgo
para nada, que la vida está empeñada en darme la espalda? En absoluto, soy
consciente de que cuando una puerta se cierra, se abren 6, y lucharé por todas
ellas.
Quien aspira a una vida perfecta se sube a una cima para
intentar alcanzar el universo, mientras cada día se pierde las maravillas que
acontecen a sus pies.
Hay otro aspecto que debemos tener en cuenta: quien vive en
la autoexigencia luchando por tener una vida perfecta, arrastra también a los
demás a cumplir dicho objetivo.
La persona que aspira a conseguir una vida perfecta, suele
colocar un listón tan alto a todos a los que le rodean, que lo que acaba
generando en realidad es una gran infelicidad.
La vida es
maravillosa para quien se deja llevar, para quien sabe apreciar
Y tú… ¿sabes apreciar todas las maravillas que te rodean en
el día a día? En ocasiones, nos es difícil debido a las prisas, a las
preocupaciones, a ese rumor interior que nos impide ver la magia de la vida.
La vida no es perfecta, es cierto, y no siempre nos trae lo que
deseamos, pero en ocasiones es capaz de ofrecernos lo que de verdad merecemos:
un amor auténtico, el calor de los tuyos, la admiración de quienes te quieren
de verdad.
No todo el mundo es
capaz de descubrir o apreciar la esencia más auténtica del día a día:
Esa luz que acontece cada mañana para todos por igual.
El rumor de una familia, la tuya, levantándose para
desayunar contigo en armonía y tranquilidad.
Una mano cómplice que te acaricia
La sonrisa traviesa de tus hijos
Un metro que se retrasa y que te permite leer unas cuantas
hojas más de ese libro
Esa salud que te permite ir y venir, correr, dormir, nadar,
amar…
Esa siesta de fin de semana en el sofá con tu mascota
El olor de la tierra mojada después de la tormenta
El ocaso lánguido en una playa tranquila
La vida son instantes que se inscriben en el día a día con
sutil serenidad. Es un lenguaje propio que lleva su ritmo y que no todos saben
apreciar, porque hay quien va a contracorriente, con demasiadas prisas, con el
corazón desafinado y la mente alborotada.
La vida es maravillosa sin necesidad de ser perfecta, porque
lo que es perfecto carece de error o de equívoco, y entonces no hay
aprendizaje.
La existencia es a veces
un duro maestro, y ahí está su grandeza, y también su locura, ahí su caos y sus
placeres, esos que debemos vivir a contrapelo sin buscar la perfección, sólo
los instantes que disfrutar con el máximo de nuestras fuerzas.
martes, 20 de octubre de 2015
LA GRATITUD, EL
INGREDIENTE SECRETO
Existen días mejor y peores, todos lo sabemos. Existen
momentos o etapas en las que no encontramos un rumbo claro, tenemos demasiadas
dudas o estamos emocionalmente inactivos o decepcionados. Ante eso, puede que
busquemos grandes soluciones en busca de la felicidad o el equilibrio personal.
Parece demostrado que para llegar a ella, la clave es reunir
un conjunto de elementos en nuestro mundo interior y entorno. No es un camino
fácil. La felicidad, hay que trabajarla.
Una manera de comenzar o continuar por el sendero que tal
vez hayamos iniciado ya puede ser a través de un ingrediente muy útil y muy
gratificante del que a veces nos olvidamos: la gratitud.
¿Cuándo hemos dejado de dar las gracias? ¿Cuántas veces
hemos dejado de agradecer por pudor, por el qué dirán o simplemente por no
saber?
Seamos conscientes del poder de las palabras. Importante es
saber darles su momento, el tono, el énfasis, el lugar y la sinceridad. No
siempre elegimos bien, y no siempre acertamos aunque tengamos la mejor de las
intenciones.
“Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre
agradecido, que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato.”
- Séneca -
¿Alguna vez hemos pensado en agradecer de forma especial?
¿Por qué no lo hicimos? ¿Es lo mismo dar las gracias que agradecer?
Siete letras
“Gracias”. Siete letras muy conjuntadas que tienen el don de
estar en los dos extremos de la emotividad. A un lado el formalismo automático,
y al otro lado, el más sentido de los significados.
Repartimos “gracias” a diestro y siniestro. Casi los
regalamos, a diario y a desconocidos. Somos educados en el agradecimiento
formal de la norma social. “Gracias por venir”, “gracias por participar”,
“gracias por la cena”, “gracias por la invitación”, etc. Todo ello más o menos
formal y más o menos sentido.
Damos las gracias generalmente para comunicarnos
socialmente. Nos abre puertas, nos acerca a los demás y favorece nuestra
integración en el grupo. Sin embargo, hay otro tipo de “gracias”. Aquel que
practicamos menos. Aquel que late entre padres, amigos, familiares o conocidos
especiales en nuestras vidas.
Ahí podemos hablar de agradecimiento.
Lo que agradecer
esconde
Y es que no estamos hablando de formalismos y automatismos.
No hablamos de decir ”gracias” a gente que busca nuestro reconocimiento a su
labor.
Hablamos de echar un vistazo alrededor o al pasado, e
identificar a aquella persona que sin necesidad de obtener respuesta nos ayudó.
Muchas veces, sin saberlo o sin intención, pero lo hizo.
Aquel entrenador deportivo que nos hizo ver más allá de
balones, vallas o clasificaciones. Aquella profesora con la que descubrimos el
amor a los libros, a la historia o a las matemáticas. Aquel familiar que nos
dio los mejores veranos de nuestra vida, de la forma más natural, pero que
recordamos con tanto cariño.
“La gratitud en silencio no sirve a nadie.”
- G.B. Stern -
Agradecer es conectar con una emoción propia y compartirla
con aquel o aquella que ha sido declarado culpable voluntario o involuntario de
nuestro estado (presente o pasado).
Agradecer nos ayuda a:
Liberar sentimientos retraídos y proporcionar paz interior
Eliminar la idea resolver asuntos pendientes (“me hubiera
gustado agradecerle…”)
Aumentar la autoestima
Fortalecer vínculos sociales
Combatir los malos momentos y las emociones negativas
¿Ingrediente secreto?
Sí ¿Científico? También
Martin Seligman es uno de los más reconocidos psicólogos en
la actualidad. Ha sido el impulsor de la psicología positiva, aquella que se
encarga del estudio científico de las emociones y cualidades positivas del ser
humano.
Junto con Peterson, desarrollaron un cuestionario que se
encargaba de recoger y clasificar las fortalezas y virtudes para alcanzar mejor
calidad de vida.
No sólo se basaron en investigaciones actuales, sino que
estudiaron antiguas filosofías, textos de todas las culturas y religiones de
todos los continentes.
De todo ello, sacaron varios elementos comunes. Una de las
categorías generales llamada “Trascendencia” – donde se agrupan las fortalezas
que otorgan significado a la vida y conectan con nuestro entorno y emociones
universales – incluye la gratitud.
La trascendencia quedó definida como “el ser consciente y
agradecer las cosas buenas que a uno le pasan, así como saber dar las gracias”.
Activa tu gratitud
Existen todo tipo de frenos para llevar a cabo esta tarea.
Desde el miedo al qué dirán, la sensación de que ya es demasiado tarde, un
punto de soberbia u orgullo que en ciertos momentos nos haga dudar, el pensar
que no seremos correspondidos o la timidez.
El efecto es tan positivo, que si tenemos algo en mente, no
dudemos en intentarlo. Antes de ello podemos practicar identificando aquellas
que cosas por las que realmente podamos sentirnos agradecidos.
¿Recomendaciones?
Todos los días o una vez por semana, dedica unos minutos a
identificar aquello por lo que puedes sentir gratitud. Esto ayudará también a
valorar y reflexionar sobre aquellas acciones, situaciones o personas que
aportan tranquilidad y positividad en el día a día.
Y sobre todo:
Escribe una carta a alguien de tu pasado a quien quieras
agradecer algo. No hace falta reconocerle algo que fuera heroico a los ojos de
los demás. Se pueden agradecer rutinas, atenciones, gestos, eventos,
descubrimientos…
Piensa en alguien, y tomate tu tiempo, ordena aquello que
quieras expresar y redacta. A tu elección queda cómo hacérselo llegar.
Entregándolo en mano o leyéndolo en persona ¿Recomendación? La mejor
experiencia es leerlo en voz alta y hablar de ello.
Más allá de siete letras existe la experiencia y la emoción.
Descubre la mejor forma para ti, y recibe y disfruta del agradecimiento. Es una
de las formas más seguras de encontrar gratificación y volver a recuperar
nuestro sitio y nuestra identidad.
Compartir algo así contribuye silenciosamente a conectar con
tus emociones positivas y añadir una piedra más al camino que construimos
momento a momento dirección felicidad.
“La gratitud es el único secreto que no puede revelarse por sí mismo”.
- Emily Dickinson -
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