miércoles, 21 de octubre de 2015

LA VIDA NO TIENE POR QUÉ SER PERFECTA PARA SER MARAVILLOSA

Las personas acostumbramos a ser muy exigentes con la vida e incluso con nosotros mismos. Nos marcamos pautas, objetivos y múltiples sueños por cumplir. Y desde luego, todo esto no solo está bien, sino que es necesario. Todos necesitamos proyectos a corto y largo plazo que poder cumplir para enorgullecernos de nosotros mismos, para adquirir capacidades y habilidades personales.

Ahora bien, en ocasiones, quien se marca altas expectativas corre el riesgo de no deleitarse de los triunfos cotidianos, los más humildes y que solo las personas sencillas pueden apreciar: como el cariño, la amistad, la tranquilidad…

La vida no tiene por qué ser perfecta para ser maravillosa. Sabemos que es algo fácil de decir, pero… ¿Eres de esos que ya lo saben? ¿O aún estás enfundado en tu empeño por conseguir esa ansiada perfección? No te preocupes, desde nuestro espacio te invitamos a reflexionar sobre ello.

Los buscadores de la perfección cotidiana

Ser exigente y buscar la perfección en cada cosa que hacemos es en muchas ocasiones el reverso de una moneda. La exigencia nos hace desarrollar múltiples capacidades, pero a su vez, quien se aplica una alta autoexigencia raras veces se siente satisfecho.

En realidad, la perfección no es más que una quimera, una aspiración intangible. No existen las vidas perfectas y sin altibajos. La existencia es un carrusel de emociones intensas donde el billete sólo tiene un objetivo: aprender cada día de nuestra vida.

En ocasiones, escuchamos a muchos de quienes nos rodean quejarse en un triste lamento con aquello de “es que todo lo malo me sucede a mí, “es que a los demás todo les va bien y yo siempre voy por el camino equivocado”… Este tipo de verbalizaciones y pensamientos siempre han existido y siempre existirán. Ahora bien, antes de caer en este tipo de comportamientos debemos tener en cuenta lo siguiente:

La felicidad no está en la perfección. Nadie tiene garantizada su felicidad absoluta sólo por ser rico, por ser atractivo o por disponer de buena salud.

La vida se mide en instantes, y sobre todo, en nuestra capacidad para estar abierto a la realidad, a la oportunidad, a la magia de los detalles más simples que nos rodean y al optimismo.

Me han rechazado en ese trabajo con el que tanto soñaba. ¿He de martirizarme pensando que no valgo para nada, que la vida está empeñada en darme la espalda? En absoluto, soy consciente de que cuando una puerta se cierra, se abren 6, y lucharé por todas ellas.

Quien aspira a una vida perfecta se sube a una cima para intentar alcanzar el universo, mientras cada día se pierde las maravillas que acontecen a sus pies.

Hay otro aspecto que debemos tener en cuenta: quien vive en la autoexigencia luchando por tener una vida perfecta, arrastra también a los demás a cumplir dicho objetivo.
La persona que aspira a conseguir una vida perfecta, suele colocar un listón tan alto a todos a los que le rodean, que lo que acaba generando en realidad es una gran infelicidad.

La vida es maravillosa para quien se deja llevar, para quien sabe apreciar

Y tú… ¿sabes apreciar todas las maravillas que te rodean en el día a día? En ocasiones, nos es difícil debido a las prisas, a las preocupaciones, a ese rumor interior que nos impide ver la magia de la vida.

La vida no es perfecta, es cierto, y no siempre nos trae lo que deseamos, pero en ocasiones es capaz de ofrecernos lo que de verdad merecemos: un amor auténtico, el calor de los tuyos, la admiración de quienes te quieren de verdad.

No todo el mundo es capaz de descubrir o apreciar la esencia más auténtica del día a día:

Esa luz que acontece cada mañana para todos por igual.
El rumor de una familia, la tuya, levantándose para desayunar contigo en armonía y tranquilidad.
Una mano cómplice que te acaricia
La sonrisa traviesa de tus hijos
Un metro que se retrasa y que te permite leer unas cuantas hojas más de ese libro
Esa salud que te permite ir y venir, correr, dormir, nadar, amar…
Esa siesta de fin de semana en el sofá con tu mascota
El olor de la tierra mojada después de la tormenta
El ocaso lánguido en una playa tranquila

La vida son instantes que se inscriben en el día a día con sutil serenidad. Es un lenguaje propio que lleva su ritmo y que no todos saben apreciar, porque hay quien va a contracorriente, con demasiadas prisas, con el corazón desafinado y la mente alborotada.

La vida es maravillosa sin necesidad de ser perfecta, porque lo que es perfecto carece de error o de equívoco, y entonces no hay aprendizaje.

La existencia es a veces un duro maestro, y ahí está su grandeza, y también su locura, ahí su caos y sus placeres, esos que debemos vivir a contrapelo sin buscar la perfección, sólo los instantes que disfrutar con el máximo de nuestras fuerzas.




martes, 20 de octubre de 2015

LA GRATITUD, EL INGREDIENTE SECRETO

Existen días mejor y peores, todos lo sabemos. Existen momentos o etapas en las que no encontramos un rumbo claro, tenemos demasiadas dudas o estamos emocionalmente inactivos o decepcionados. Ante eso, puede que busquemos grandes soluciones en busca de la felicidad o el equilibrio personal.

Parece demostrado que para llegar a ella, la clave es reunir un conjunto de elementos en nuestro mundo interior y entorno. No es un camino fácil. La felicidad, hay que trabajarla.

Una manera de comenzar o continuar por el sendero que tal vez hayamos iniciado ya puede ser a través de un ingrediente muy útil y muy gratificante del que a veces nos olvidamos: la gratitud.

¿Cuándo hemos dejado de dar las gracias? ¿Cuántas veces hemos dejado de agradecer por pudor, por el qué dirán o simplemente por no saber?

Seamos conscientes del poder de las palabras. Importante es saber darles su momento, el tono, el énfasis, el lugar y la sinceridad. No siempre elegimos bien, y no siempre acertamos aunque tengamos la mejor de las intenciones.

“Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido, que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato.”
- Séneca -

¿Alguna vez hemos pensado en agradecer de forma especial? ¿Por qué no lo hicimos? ¿Es lo mismo dar las gracias que agradecer?

Siete letras

“Gracias”. Siete letras muy conjuntadas que tienen el don de estar en los dos extremos de la emotividad. A un lado el formalismo automático, y al otro lado, el más sentido de los significados.

Repartimos “gracias” a diestro y siniestro. Casi los regalamos, a diario y a desconocidos. Somos educados en el agradecimiento formal de la norma social. “Gracias por venir”, “gracias por participar”, “gracias por la cena”, “gracias por la invitación”, etc. Todo ello más o menos formal y más o menos sentido.

Damos las gracias generalmente para comunicarnos socialmente. Nos abre puertas, nos acerca a los demás y favorece nuestra integración en el grupo. Sin embargo, hay otro tipo de “gracias”. Aquel que practicamos menos. Aquel que late entre padres, amigos, familiares o conocidos especiales en nuestras vidas.

Ahí podemos hablar de agradecimiento.

Lo que agradecer esconde

Y es que no estamos hablando de formalismos y automatismos. No hablamos de decir ”gracias” a gente que busca nuestro reconocimiento a su labor.

Hablamos de echar un vistazo alrededor o al pasado, e identificar a aquella persona que sin necesidad de obtener respuesta nos ayudó. Muchas veces, sin saberlo o sin intención, pero lo hizo.

Aquel entrenador deportivo que nos hizo ver más allá de balones, vallas o clasificaciones. Aquella profesora con la que descubrimos el amor a los libros, a la historia o a las matemáticas. Aquel familiar que nos dio los mejores veranos de nuestra vida, de la forma más natural, pero que recordamos con tanto cariño.

“La gratitud en silencio no sirve a nadie.”
- G.B. Stern -

Agradecer es conectar con una emoción propia y compartirla con aquel o aquella que ha sido declarado culpable voluntario o involuntario de nuestro estado (presente o pasado).

Agradecer nos ayuda a:

Liberar sentimientos retraídos y proporcionar paz interior
Eliminar la idea resolver asuntos pendientes (“me hubiera gustado agradecerle…”)
Aumentar la autoestima
Fortalecer vínculos sociales
Combatir los malos momentos y las emociones negativas

¿Ingrediente secreto? Sí ¿Científico? También

Martin Seligman es uno de los más reconocidos psicólogos en la actualidad. Ha sido el impulsor de la psicología positiva, aquella que se encarga del estudio científico de las emociones y cualidades positivas del ser humano.

Junto con Peterson, desarrollaron un cuestionario que se encargaba de recoger y clasificar las fortalezas y virtudes para alcanzar mejor calidad de vida.

No sólo se basaron en investigaciones actuales, sino que estudiaron antiguas filosofías, textos de todas las culturas y religiones de todos los continentes.

De todo ello, sacaron varios elementos comunes. Una de las categorías generales llamada “Trascendencia” – donde se agrupan las fortalezas que otorgan significado a la vida y conectan con nuestro entorno y emociones universales – incluye la gratitud.

La trascendencia quedó definida como “el ser consciente y agradecer las cosas buenas que a uno le pasan, así como saber dar las gracias”.

Activa tu gratitud

Existen todo tipo de frenos para llevar a cabo esta tarea. Desde el miedo al qué dirán, la sensación de que ya es demasiado tarde, un punto de soberbia u orgullo que en ciertos momentos nos haga dudar, el pensar que no seremos correspondidos o la timidez.

El efecto es tan positivo, que si tenemos algo en mente, no dudemos en intentarlo. Antes de ello podemos practicar identificando aquellas que cosas por las que realmente podamos sentirnos agradecidos.

¿Recomendaciones?

Todos los días o una vez por semana, dedica unos minutos a identificar aquello por lo que puedes sentir gratitud. Esto ayudará también a valorar y reflexionar sobre aquellas acciones, situaciones o personas que aportan tranquilidad y positividad en el día a día.

Y sobre todo:

Escribe una carta a alguien de tu pasado a quien quieras agradecer algo. No hace falta reconocerle algo que fuera heroico a los ojos de los demás. Se pueden agradecer rutinas, atenciones, gestos, eventos, descubrimientos…
Piensa en alguien, y tomate tu tiempo, ordena aquello que quieras expresar y redacta. A tu elección queda cómo hacérselo llegar. Entregándolo en mano o leyéndolo en persona ¿Recomendación? La mejor experiencia es leerlo en voz alta y hablar de ello.

Más allá de siete letras existe la experiencia y la emoción. Descubre la mejor forma para ti, y recibe y disfruta del agradecimiento. Es una de las formas más seguras de encontrar gratificación y volver a recuperar nuestro sitio y nuestra identidad.

Compartir algo así contribuye silenciosamente a conectar con tus emociones positivas y añadir una piedra más al camino que construimos momento a momento dirección felicidad.

“La gratitud es el único secreto que no puede revelarse por sí mismo”.
- Emily Dickinson -




lunes, 19 de octubre de 2015

LAS PERSONAS NO CAMBIAN, EN REALIDAD NUNCA FUERON COMO CREÍAS

No sabes muy bien cómo ocurre, pero un buen día, en el acto más sencillo y mundano, acabas abriendo los ojos. Puede que lleves 5 meses o 5 años con una persona, pero de pronto, te das cuenta de cómo es en realidad. Con toda su crudeza.

Y es ahí donde se rompen muchos de tus sueños, ahí donde se escapan en finas hebras la mayoría de tus ilusiones y esperanzas. Porque has vivido con la máscara de la fascinación o de un amor ciego que te impedía apreciar la auténtica verdad.

Nadie puede conocer en profundidad a las personas. Requiere tiempo, complicidad e instantes clave que nos abren los ojos. Hasta que eso ocurre, muchas veces tendemos a idealizarlas o atribuirles dimensiones extraordinarias; pero poco a poco, van cayendo los velos…

Está claro que en ocasiones, sí que es cierto que las personas pueden cambiar. Nos cambian las circunstancias, las experiencias vividas… No obstante, todos nosotros disponemos de una esencia inconfundible, de un tipo de personalidad, integridad y valores que suelen ser constantes en el tiempo.

En nuestra mano está saber darnos cuenta a tiempo, saber leer en los gestos, saber intuir en las palabras, saber deducir en los actos.

En ocasiones el amor es un mal filtro a la hora de ser objetivos, pero ello no quita que como siempre, debamos mantener el corazón abierto y los pies en el suelo. Amarrados a las raíces del equilibrio y la autoprotección.

Las personas no cambian, pero se enmascaran

Al principio todos nos esforzamos por encajar. Son muchas las personas que por ejemplo, intentan cuadrar sus aristas y vacíos particulares con los de sus parejas para que todo sea armónico, perfecto casi…

Ahora bien, muchas de esas uniones se consiguen enmascarando o simulando carencias propias.  O más aún, mostrando virtudes que no son ciertas. Nosotros, por nuestra parte, vemos a la paraje “como un todo” casi idílico sin apreciar  máscara alguna.

Tarde o temprano aparece la primera decepción. No sabemos cómo, ni entendemos cómo la otra persona ha sido capaz de hacer o decir tal cosa, sin embargo, ha ocurrido y no podemos hacer nada por cambiarlo.

Poco a poco van surgiendo esas situaciones tan reveladoras donde se pone a prueba a las personas. Ahí donde se demuestra su verdadera esencia, su auténtica personalidad.

¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Cómo pueden ser tan diferentes de cómo eran al principio a lo que estamos experimentando ahora? Debemos aceptarlo: no es que hayan cambiado de la noche a la mañana. En realidad, hay personas que no son como creíamos en un principio.

Y el descubrimiento suele ser desolador.

Nuestra resistencia a ver la verdad sobre las personas queridas

¿Cómo aceptar que la persona a quien queremos no es como pensábamos en un principio?  Lo creas o no este tipo de situaciones son realidades muy comunes en el día a día, y de hecho no surgen solo a nivel de pareja. Ocurre también entre amistades e incluso entre muchos vínculos familiares.

Las personas no cambian de la noche a la mañana, ni tampoco suelen cambiar con el tiempo. En realidad, es el propio tiempo el que te permite ver la verdad.
No existe una fórmula mágica que nos permita ver al segundo cómo son en realidad las personas. De hecho, muchas veces ni siquiera ellas lo saben. Se necesita compartir momentos, experimentar vivencias para que sea la propia vida quien saque a la luz las propias oscuridades y bellezas interiores.

Ahora bien, a pesar de ser complicado, hay una serie de aspectos que deberíamos tener en cuenta:

Evita ser tú quien lleve una venda en los ojos

Si ya es común que muchas personas vayan por los salones de la vida cubiertos por sus propias máscaras de seducción virginal, no vale la pena que nosotros, vayamos también con una venda en los ojos.

Evita idealizar

Saca conclusiones a través de las palabras, de los actos, de los gestos y también de los silencios. A una persona se la conoce no por las pancartas que ella misma se corona, sino por los detalles que tú mismo puedes intuir.

No esperes que cambien por ti

Este es un error en el que muchos solemos caer. En ocasiones, puede ocurrir que sepamos de antemano cómo es una persona. Conocemos sus defectos, sabemos que puede hacernos daño… Sin embargo, nos decimos aquello de  “con nosotros va a ser diferente: cambiarán”.

Y sin embargo no ocurre, no es frecuente que las personas lleguen a cambiar su forma de ser, sus costumbres, sus necesidades, sus matices. Seguiremos aguardando una espera inútil en la que se mina nuestra autoestima y nuestras esperanzas. Es algo peligroso.

El problema de las personas sinceras es que piensan que los demás también lo son. Por eso nos cuesta tanto ver que esconden los demás bajo sus máscaras.




domingo, 18 de octubre de 2015

DEJA DE PENSAR QUE TE MERECES ALGO MEJOR


Merecer algo se dice hoy en día con tanta facilidad que ha perdido su significado. ¿Hasta qué punto puedes decir que te mereces tener más de lo que tienes? ¿Por qué te mereces algo mejor? Gracias a los reclamos publicitarios y a influencias de todo tipo resulta que todos nos merecemos algo mejor, simplemente “porque tú lo vales”.

Es fácil quedarse atrapado en el ciclo del “merecer”, casi tan fácil como alcanzar un estado de frustración provocado por no tener eso que uno se cree que se merece, pero que no sabe por qué. Si todos lo tienen, ¿por qué yo no? Si ellos lo consiguen, ¿por qué yo no? Si yo valgo más porque soy “esto” o porque tengo “aquello”.

Esto se ve alentado muy a menudo por los demás que, con la intención de dar ánimos, sacan a relucir los merecimientos. Y es peor aún cuando se establece una comparación cuando es otro el que se lleva lo que tú querías.

¿Por qué te lo mereces?

Cuando reclamas algo como un merecimiento propio debes saber primero por qué. ¿Te lo has ganado? ¿Has sido realmente el mejor? ¿Realmente tienes derecho a ello?

¿Por qué crees que tienes que ser más que los demás? ¿Quién te da derecho a pensar que otros valen menos que tú?

Podríamos darle mil vueltas a estas reflexiones, plantear decenas de preguntas. Y todas llegarían a un mismo destino: merecerse o no merecerse algo no es un derecho con lo que nacemos.

Comparar con los demás no sirve de nada

Te puede parecer que hay quien tiene más que tú, que ha conseguido más aún mereciéndolo menos. Puede ser verdad o no; eso es algo subjetivo, como ya hemos visto. ¿De qué te sirve castigarte a ti mismo con esa idea? El hecho es que tú no lo tienes, no lo has conseguido.

¿Quejarte te acerca más tu logro? Definitivamente, no.

La comparación con aquellos que tienen lo que tú buscas es una excelente forma de perder el tiempo, la motivación y la energía. Puede que no sea justo, que sea un asco, pero es lo que hay.

Haz méritos, luego ya veremos

Los méritos son los que te pueden dar derecho a reclamar eso que te mereces. Pero, no son una moneda de cambio. En realidad, se parece más a una subasta cuya moneda no vale siempre lo mismo y es algo que valora el comprador. Y ni siquiera la comparación es completa.

Castigarte constantemente pensando que te mereces algo mejor solo te arrastrará por el camino del pesimismo y no te permitirá tomar acción en tu vida para conseguir lo que buscas.

¿Qué buscas?

Muchas personas se encuentran con que no tienen lo que piensan que se merecen porque, simplemente, no supieron plantearse bien lo que buscaban. Unos son demasiado orgullosos para reconocer que se equivocaron, otros simplemente siguen sin saber siquiera que deben responder a esa pregunta.

¿Crees que te mereces algo mejor? Plantéate primero por qué no lo tienes y luego qué es lo que vas a hacer para merecer eso que quieres. Aunque antes tendrás que saber qué buscas  o qué tipo de vida quieres.

Por tu propio bien, actúa más y quéjate menos. Sal de esa irrealidad en la que te encierras para justificarte y decide lo que vas a hacer a partir de ahora.

Sé honesto contigo mismo y pon los pies en el suelo. Acepta el hecho de la realidad poco tiene que ver con la fantasía, de que el mundo real es así, imperfecto. Gracias a eso todos tenemos una oportunidad. Y no culpes a los demás de tus problemas, de tus frustraciones, ni de tu “mala suerte”. Hay cosas que no puedes cambiar. Lo único que puedes hacer es cambiarte a ti mismo.




sábado, 17 de octubre de 2015

ES MEJOR ESTAR SOLO QUE MAL ENAMORADO

“En realidad, nadie sabe si está bien o mal enamorado. El amor se siente con toda su expansión y su ciega certeza, hasta que el sufrimiento se vuelve de pronto en ese compañero cotidiano al que jamás deberíamos acostumbrarnos…”

Se pueden escribir muchas cosas sobre el amor. Todos conocemos esos famosos manuales, hemos leído más de un libro de autoayuda firmado por eminentes especialistas, por grandes gurús que parecen tener el mejor de los consejos ante cualquier problema emocional.

Ahora bien ¿Entonces, por qué razón seguimos equivocándonos en muchas de nuestras relaciones? La verdad es que nadie es inmune al sufrimiento. Ni siquiera el cerebro, con todos sus conocimientos, lecturas y experiencias tiene sujetas por completo las riendas del corazón.

“Nos repiten a menudo aquello de “si te das por entero a esa persona, luego solo podrás volver a amar en pedazos”. No obstante… ¿cómo hemos de ofrecernos a quien amamos si no es con todo nuestro ser, con toda nuestra plenitud, inmensidad y particularidad?”

El amor que se siente como verdadero no se ofrece en pedazos, con el esto es mío esto es tuyo. Se ofrece de forma íntegra, plena, porque amamos de modo completo, con sinceridad… y quizá sea ahí, donde aparezca el auténtico riesgo.

En esta vida nada es seguro, andamos sobre un mundo que nunca deja de fluir y de cambiar. Ahí donde las personas, como los sentimientos, también son falibles. Nadie puede acertar de pleno en esto del amor, no obstante, hay algo que siempre deberemos tener claro…

No hay que tenerle miedo a la soledad, no hay que verla como una mala opción. En ocasiones es la mejor forma de estar en unión con nosotros mismos, es la catarsis a esos malos amores de los que hemos de saber liberarnos, porque a veces, es mejor estar solo que mal enamorado.

Esos malos amores, esos amores ilógicos que nos hacen prisioneros

Hay amores sabios, amores plenos que nos enriquecen y que hacen nuestra vida más completa y edificante. Son esas relaciones donde ambos miembros respetan sus espacios, donde es posible el crecimiento individual y a su vez, el de la propia pareja.

Puede que más de uno se pregunte… ¿pero existen de verdad este tipo de relaciones? Desde luego. Puede que esa búsqueda te lleve media vida, o puede que tengas a la persona indicada cerca de ti pero aún no la hayas visto. No obstante, todos tenemos nuestro momento, ese que hay que saber ver con el corazón abierto y la mente despierta.

Luego, por qué no decirlo, también están esas personas que a lo largo de su vida han vivido un fracaso tras otro. Es como si en lugar de ir apartando piedras del camino las hubieran almacenado en su mochila, ahí donde también es imposible avanzar, crecer…

¿Qué hace que en ocasiones hayamos de vivir esos amores tan dañinos e ilógicos? La verdad es que hay muchas, muchísimas explicaciones al respecto y aunque todas nos pueden ser conocidas, ello no evita que en más de una ocasión caigamos en ellas.

Porque así es, el amor en ocasiones nos ciega y nos arrastra. No importa lo que nos digan las personas de nuestro alrededor. Nuestra realidad es nuestra y nos dejamos llevar, hasta que llega un momento en que, efectivamente, abrimos los ojos…

Veamos ahora a qué se deben estos hechos, el que caigamos en relaciones tan dañinas.

Necesidad de ser reconocidos

De pronto, aparece alguien que reconoce nuestras palabras, que es amable y que se interesa por lo que hacemos, por lo que decimos. Somos de la noche a la mañana ese centro en la vida de otra persona que no somos nosotros, y ello, nos hace sentir bien.

Son generalmente las personas con una baja autoestima las que más suelen dejarse llevar por este tipo de relaciones, a veces, tan destructivas.

Todos tenemos alguna carencia, y el simple hecho de tener a alguien que en un primer momento nos llena esos vacíos y lima nuestras esquinas aliviando nuestros miedos, es algo que reconforta. No obstante, la mayoría de las veces no es más que una falsa ilusión.

A largo plazo, estos amores dañinos crean más espacios, más vacíos y más astillas.

Miedo a la soledad

Puede que te sorprenda, pero el enunciado de este artículo no sería aplicable para una gran cantidad de personas. Hay quien no “concibe” eso de estar solo. La soledad es un fracaso vital y a su vez, una vergüenza de cara a la propia sociedad.

Y para ello aguantarán y tragarán lo que sea. La relaciones, aunque sean destructivas y vulneren sus derechos como persona, se alzan a su vez como una “zona de confort” mucho más manejable que lo que hay detrás de esa linea de “seguridad” (o destrucción).

Esos viejos estereotipos

Este aspecto también puede sorprender a más de uno, pero a día de hoy aún hay quien asume esas discutibles ideas de que: “en el amor, si no se sufre no se ama de verdad”, “el amor es ceder para hacer feliz a la otra persona”, “en esta vida es más fuerte el que más aguanta, el que más sufre…”

Deberíamos desterrar muchas de esas ideas etiquetadas por el amor romántico, ahí donde están implícitos esos roles tradicionales de sumisión y dominación, donde quien más ama es quién más celos presenta… Debemos tener cuidado con estos conceptos que siguen aún muy presentes en nuestra sociedad.

Suele decirse que siempre aparece un amor tan fuerte en la vida, que nos destrozará y hará que luego amemos en pedazos. No hay que ser tan dramáticos, une tus trozos de nuevo, uno a uno y sin perder ninguno para amar de nuevo con optimismo empezando siempre por ti mismo.


Fuente: http://rincondeltibet.com/blog/p-es-mejor-estar-solo-que-mal-enamorado-1348


viernes, 16 de octubre de 2015

DEJAR TODO PARA MÁS TARDE ES DEMASIADO TARDE

En muchas ocasiones de nuestra vida dejamos aquello que tenemos pendiente para más adelante. Puede ser una pequeña tarea, pequeños pasos hacia un objetivo o nuestra toma de decisiones. Podemos estar viviendo acumulando tareas, obligaciones o deseos.

Así, pasa el tiempo, y lo que un día dijimos que haríamos queda pendiente y sin fecha por determinar, convirtiéndose en un “tengo que…” sin fin. En ocasiones puede que no genere demasiadas dificultades, sin embargo en otras puede que más tarde sea demasiado tarde.

Lo haré más tarde

Cierto es que nuestro día a día puede estar cargado de cosas que hacer, que nos impiden llevar todo hacia adelante, no somos ningún superhéroe ni superheroína.  Es normal que a veces no podemos con todo, por lo que es mejor hacer menos cosas y bien, que muchas y mal.

Pero cuando dejamos muchas cosas para más tarde y se nos acumulan, podemos experimentar altos niveles de ansiedad y de malestar con respecto al concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Tenemos ansiedad cuando dejamos muchas puertas sin cerrar y cabos sin atar.

También podemos estar cayendo en el error de sobreestimar el tiempo y esfuerzo que pensamos que nos llevará hacer algo. Podemos pensar que tardaremos más tiempo del que realmente invertiríamos. A veces tardamos más en pensarlo que en hacerlo, tenlo en cuenta.

Demasiado tarde es un concepto que sólo se aplica a las cosas que ya son definitivas.

Casi nunca es tarde, pero no lo dejes para más tarde

Todas, o casi todas las decisiones pasan por un proceso lógico de toma de decisiones. Con la influencia de nuestras emociones, claro está. Lo cierto es que a veces, pensarlo demasiado significa imaginarnos los posibles finales y, casi siempre, todos malos.

Y así dejamos pasar los días. Pensando y pensando que llegará el día en que algo cambiará sin movernos del sofá. Y claro, ese día nunca llega. Sabiendo que todo lo que está en nuestra mano es posible cambiarlo si somos nosotros mismos los que empezamos.

Tampoco el tiempo es un valor importante. Es cierto que hay cosas irrecuperables y que ya pasaron, de eso tan sólo nos queda aprender con la convicción de que todos cometemos errores. Pero nunca es tarde para cambiar cosas que aún podemos solucionar, tan solo hay que intentarlo.

Hablar con alguien con el que llevamos mucho tiempo sin hablar, solucionar conflictos del pasado, retomar esa pasión que nos hacía felices o cumplir los sueños realizables que tenemos apuntados tan sólo son posibles si nos ponemos en movimiento. 

A veces nos paramos tanto tiempo a contemplar una puerta que se cierra que vemos demasiado tarde otra que se abre.

Una conducta repetida se convierte en un hábito.

Un hábito es  una costumbre o práctica adquirida por la frecuencia de repetición de un acto. Podemos adquirir hábitos saludables y beneficiosos o sin embargo hábitos que no nos favorecen nada. La clave está en en el inicio y, sobre todo, en la persistencia.

Los hábitos surgen porque el cerebro siempre busca el modo de ahorrar energía, por lo que su tendencia natural es convertir casi cualquier situación ya vivida en una rutina. El problema es que el cerebro no diferencia entre los buenos y los malos hábitos.

Estos son algunos consejos para empezar un hábito:

- Piensa en desarrollar un hábito que sea saludable y escribe una lista con los motivos para llevarlo a cabo.
Marca el día en un calendario que sea visible en un lugar de tu casa.
- Prepara con antelación todo lo necesario que necesitas para empezar.
- Tener en cuenta que implementar un hábito en tu vida requiere de tiempo y persistencia.
- Introduce pequeños cambios y no intentes cambiarlo todo a la vez.
- Saber que “recaer” en dejar de hacer un hábito no es un fracaso, es sólo una “recaída”

“Una vez que la respuesta se convierte en un hábito, ya no se aprende”

- John Seymour -

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/dejar-mas-tarde-demasiado-tarde/


jueves, 15 de octubre de 2015

LOS CUATRO PRELIMINARES ORDINARIOS

“Los cuatro modos de modificar la actitud mental”. Se trata de llegar a una comprensión plena de lo que significan estas reflexiones y sirven como base para una actitud de renuncia y una práctica constante y diligente. Estos temas de reflexión son:

1. La preciosa existencia humana. Nuestra existencia es difícil de conseguir y fácil de perder. Deberíamos utilizarla de la mejor manera posible, desarrollando al máximo nuestro potencial para despertar nuestra naturaleza de Buda.

2. La impermanencia y la muerte. Todo cambia, nada permanece, nuestra vida es frágil como una burbuja y el momento de la muerte es incierto, no debemos perder el tiempo apegándonos a lo que sin duda perderemos, ya que nuestro tiempo de vida es incierto.

3. El Karma y sus consecuencias. Una acción virtuosa es causa de felicidad, una acción no virtuosa es causa de sufrimiento, debemos actuar de la forma mas beneficiosa posible para nosotros y los demás, y abandonar totalmente las acciones negativas por pequeñas que nos parezcan.

4. El sufrimiento de la existencia. La esencia de nuestra existencia es el sufrimiento, sufrimos al nacer, al envejecer, al enfermar y al morir. Los que carecen de algo sufren por conseguirlo, los que tienen un poco sufren porque quieren más, los que tienen suficiente sufren para conservarlo, y al final todos perdemos lo que tenemos. Es por eso que debemos intentar trascender esta existencia.