EL PODER CURATIVO DE
LAS PALABRAS AFECTIVAS
El lenguaje emocional es una forma de expresar sentimientos
y emociones, a la misma vez que es un canal de conexión con la otra persona.
En muchas ocasiones, para entendernos en la relaciones
interpersonales es suficiente con una expresión afectiva, emocional, con
sentimiento, o dicho de otra forma, mostrarnos desde dentro.
El mundo de los
afectos
Los afectos son sentimientos expresados con palabras y
también de forma no verbal. Mediante palabras y gestos, los afectos van siempre
acompañados de emoción, la emoción que permite darle validez a las palabras
afectivas.
Podemos definir “afecto”, como toda aquella expresión que
muestra a la otra persona cómo nos sentimos con ella, hacia ella, o cuando
estamos cerca o lejos de ella; o bien los deseos que tenemos hacia ella.
Y es precisamente la expresión afectiva lo que marcará el
carácter de la relación, la profundidad de la misma y la importancia de ésta
para ambas personas.
Las relaciones
afectivas
Sin duda, no nos han enseñado a comunicarnos de ésta forma,
y en muchas ocasiones, no hacemos uso de ésta comunicación afectiva, porque no
consideramos que sea importante, sin embargo, es esencial para las relaciones
humanas.
Utilizar palabras afectivas en las relaciones, dotará a las
mismas de sentimiento, de alma, de deseos, de contenido y sentido; ya que
cualquier otra comunicación, aunque puede resultar interesante, no nos marcará
emocionalmente.
La dificultad de
expresar afectos
Cuando sentimos algo hacia otra persona, y se lo expresamos,
hacemos que la relación sea diferente y especial.
Sin embargo, nos resulta difícil, extraño, ridículo e
incluso inusual hacerlo, ya que, con mucha frecuencia, nos han enseñado a no
mostrarnos “por dentro” y a ocultar nuestros sentimientos; nos han contado que
es síntoma de debilidad y sufrimiento.
Se trata entonces, de una dificultad basada en una idea
errónea de “dureza emocional” y también a la falta de “educación emocional”, a
través de la cual nos hubiesen enseñado a expresar afectos y a gestionar
nuestras emociones.
El dolor de no
expresarnos
Debido a que no nos han enseñado y a las creencias erróneas,
solemos mostrarnos fuertes, insensibles e ignorando nuestros sentimientos,
porque creemos que nos expone menos al dolor y al sufrimiento de que nos hagan
daño.
Sin embargo, la realidad humana es otra, ya que el dolor, es precisamente lo que
sentiremos cuando no expresamos lo que sentimos o cuando no nos lo expresan.
El poder de las
palabras afectivas
Si nos enseñasen a utilizar las palabras afectivas, desde la
infancia descubriríamos su fuerza, tanto por escucharlas, como por expresarlas.
Tienen el poder de mostrar nuestro interior y conectar con el interior de la
otra persona.
Si cerramos los ojos, y escuchamos un:
“Te quiero”
“Te amo”
“Me siento especial contigo”
“Me siento feliz a tu lado”
“Eres la persona más especial que conozco”
“Me siento bien cuando me escuchas”
“Me siento importante al escucharte”
“Me alegro de haberte conocido”
“Me siento en paz a tu lado”
”Quiero seguir a tu lado”
“Deseo seguir contando contigo”
“Deseo lo mejor para ti”
“Quiero abrazarte”
“Me apetece conocerte más”
“Me siento amado por ti”
“Me siento cuidado”…
Nos sentiremos mucho mejor…
Quizás algunas palabras afectivas te resuenen más que otras,
aunque es seguro que te han hecho sentirte diferente hacia esa persona que te
lo expresaba o hacia quien se lo expresabas.
El poder curativo
El poder de las palabras afectivas reside en su alto
contenido emocional, que se transmite y emociona a quien lo recibe, a la misma
vez, que la persona que lo emite, siente la emoción de lo que está expresando.
Y de ahí, procede el poder curativo.
Al expresar afectos, liberamos emociones que en ocasiones,
por no ser expresadas oprimían o bloqueaban a quien las guardaba.
Tras la escucha o expresión de afectos sentiremos el alivio
y la liberación del dolor o del sufrimiento que encerraban las emociones relacionadas.
Las palabras afectivas curan y unen a las personas que las
utilizan, liberando aquellas emociones y
sentimientos dolorosos, que causaban sufrimiento silencioso.