martes, 1 de septiembre de 2015

ESTOY EN UNA ETAPA DE LA VIDA EN LA QUE NO NECESITO IMPRESIONAR A NADIE

Estoy en un punto de mi vida en el que ya no necesito impresionar a nadie. Soy como soy, sin que me importe lo que los demás piensen de mí.
No necesito disfraces, no necesito engañar ni fingir. Porque puedo ser quien soy en realidad.
No necesito hacer reír o hacer creer que nunca lloro. No necesito ser siempre fuerte, ni ser siempre agradable.
No necesito ser igual que nadie, y sobre todo me acepto tal y como soy. Con mis virtudes, pero también con mis defectos.
Porque puedo no ser perfecta, pero soy siempre yo.
Acepto y amo quien soy, y quien puedo llegar a ser.

Anónimo

No existimos para impresionar al mundo, sino para ser felices y realizarnos. Ahora, hay etapas en nuestras vidas en las que necesitamos priorizar, pensar que vamos a sorprender a este o a aquel y que nos van a envidiar o admirar.

Hay momentos en los que deseamos captar la atención y ser los reyes de la fiesta. Sin embargo, pasadas ciertas edades, lo que de verdad cobra importancia para nosotros es vivir nuestra vida sin destacar para los demás, solo para nosotros mismos y nuestro entorno.

Alguien dijo una vez que es bonito tener dinero para comprar cosas que deseemos, pero es más bonito tener cosas que el dinero no puede comprar.

Lo que te va enseñando la vida…

Hay gente que se pasa la vida haciendo cosas que detesta, para conseguir dinero que no necesita para comprar cosas que no quiere, para impresionar a gente que no le gusta.

Dicen que la vida te va enseñando “quién no, quién sí y quién nunca”. No hacen falta malas experiencias ni resentimientos, solo que vamos aprendiendo que quien espera, se decepciona.

Ya nos hemos decepcionado muchas veces, hemos depositado nuestra confianza en cientos de ocasiones y, bueno, la verdad es que no siempre hemos obtenido es resultado que esperábamos.

Así, de la misma manera en que dejas de esperar algo de los demás, comienzas a darte cuenta de que debes dejar de preocuparte sobre lo que los demás esperan de ti.

Este es el momento en el que tomas las riendas de tus deseos, guías tu vida, tienes iniciativas propias, no elogias en exceso a los demás y compartes tus pensamientos libremente. Digamos que no solo es el comienzo de tu libertad emocional, sino también de tu identidad.

¿Por qué no necesitamos impresionar a nadie más que a nosotros mismos?
Las personas más infelices en este mundo son las personas que se preocupan demasiado por lo que piensen los demás.

No necesitamos complacer a nadie, solo a nosotros mismos. Y esto obedece a una sencilla regla que todos podemos entender: si intentamos impresionar a toda costa, nos disfrazamos. Y si nos disfrazamos, muere nuestra esencia.

Cada uno es único y excepcional. Nada ni nadie merece que escondamos nuestra verdadera forma de ser, nuestras emociones o nuestros pensamientos. Ahora, también es verdad que todo tiene un límite, no puedes decir o hacer lo primero que te venga a la cabeza, tienes que poner cuidado en no herir a los demás.

A casi todos nos llega ese momento vital en el que lo que opinen los demás ya deja de importarnos, pues nos damos cuenta de que lo verdaderamente importante somos nosotros.

Ahora bien, resulta paradójico que una persona segura de sí misma y despreocupada “por el que dirán” es la que deja huella de verdad. Digamos que quien se atiende a sí mismo se convierte en alguien más puro, más real, más pleno.

En definitiva, la única manera de ser una persona de acero inolvidable es no pretendiéndolo. Ser naturales y trabajar nuestros verdaderos deseos es la clave para ser más felices.

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/estoy-en-una-etapa-de-la-vida-en-la-que-no-necesito-impresionar-a-nadie/



lunes, 31 de agosto de 2015

EN LA VIDA TODO LLEGA, TODO PASA Y TODO CAMBIA


Al principio somos como niños ansiosos. Queremos que todo llegue lo antes posible, soñamos con devorar experiencias, con exprimir la vida. Más tarde llegan los triunfos, las desilusiones, las piedras en el camino… No obstante, de eso trata la vida, de avanzar, de asumir cambios y ser humildes en todo ese maravilloso trayecto vital.

¿Quién no ha querido alguna vez que algo llegue lo más pronto posible? ¿Y quién no ha deseado en alguna ocasión que un momento fuera eterno, que el tiempo se detuviera ahí mismo como esas rocas que se alzan firmes en medio del océano?

No importa, porque los buenos momentos siempre se quedarán impresos en nuestra memoria. El hombre, por así decirlo, está hecho de recuerdos y nos pasamos gran parte del día evocando buenos y malos instantes.

Admitir que nuestra vida discurre un poco más cada día y que avanza con un tic-tac que nadie puede detener, es sin duda algo que nos asusta y que nos obliga a reflexionar. No obstante, no hay que tener miedo a ese camino, a ese avanzar.

Todos somos breves inquilinos es este mundo imperfecto lleno de cosas maravillosas. No hay que tenerle miedo a los años, sino a la vida no vivida, a los años vacíos huecos de emociones, de triunfos y por qué no, también de fracasos nunca experimentados. Esos de los que tanto aprendemos.

Reflexionemos hoy brevemente sobre este avanzar de nuestra existencia, hablemos de esos aspectos permanentes que debemos cuidar cada día para llevar una vida más plena.

En la vida todo cambia, excepto las esencias

En efecto, podríamos decir que en esta vida todo llega, todo pasa y todo cambia. No obstante, hay algunos elementos que deben ser puntos fijos en nuestro microuniverso particular:

Tu autoestima, tu necesidad por aprender e ilusionarte
El amor, el respeto, la dignidad y nuestra necesidad por cultivar el crecimiento personal, deben ser pilares esenciales en tu día a día. Veletas que guiar con fuerza y entereza tu camino, sea cual sea.

Hay veces en que en esta extensa aventura vital, declinamos muchos de estos aspectos en favor de otras personas. Hay quien prioriza en algún momento de su vida a sus parejas hasta tal punto, que se olvida de uno mismo.

Y si bien todo es justificable si los sentimientos son intensos, hay que saber mantener el equilibrio. Ofrecernos a los demás hasta el punto de olvidar nuestras necesidades, nos hará caer tarde o temprano en la frustración, y por tanto dejaremos de avanzar.

Cuando pierdes tu capacidad por ilusionarte, cuando tus días están aferrados a la preocupación o la insatisfacción, tu vida ha dejado de avanzar. El peso que acumulas te arraiga ya al sufrimiento. Respira, relativiza todo lo que te aferra y rompe las cadenas que creas necesarias.

Puede que pienses también que otro aspecto que no debe cambiar a lo largo de nuestra vida, son sin duda los valores. Bien, sin lugar a dudas existirán esos esquemas básicos que nunca romperemos, como es el respeto a uno mismo y a los demás, la honestidad, la valentía.

Ahora bien, dentro de este avanzar vital, todos podemos llegar a hacer pequeños cambios en nuestra personalidad e incluso en nuestra escala de valores de acuerdo a las experiencias vividas. Y todo será sin duda para bien porque forma parte del proceso de aprendizaje y de crecimiento.

El amor que nos trasciende

El amor que sentimos por los nuestros, por nuestra familia, por nuestra pareja o nuestros hijos, son también puntos fijos en nuestra esencia vital.

Ahora bien, el amor no es una entidad estable en el tiempo. También el amor se trasforma y se adapta. Un ejemplo de ello es nuestra propia relación de pareja.

Los dos miembros deberán ir adaptando a los cambios vitales que van surgiendo a lo largo del tiempo: los cambios de trabajo, la llegada de los hijos, el equilibrar el crecimiento individual con el crecimiento de la propia pareja.

Todo ello son momentos que van a exigir nuestra dedicación, nuestra sabiduría y la capacidad de ir avanzando siendo dos personas en una misma unidad existencial. Compartimos esas mismas raíces nutridas por el amor, pero alzamos nuestras ramas personales para seguir creciendo personalmente.

Claves para asumir los cambios con sabiduría

– Tú eres la prioridad, el protagonista de tu vida y eres importante dentro de tu mundo. No te aferres a los miedos o a la indecisión porque a largo plazo, llegará la frustración, el lamento por una vida no vivida.

– Nunca dejes de cuidar a ese “niño interior“. Debes ilusionarte por ti y por la vida, ser espontáneo dentro de toda la sabiduría que has adquirido. Disfruta de las cosas sencillas, ama, experimenta, atrévete.

No te ancles a los errores del pasado ni te alimentes de nostalgias, la vida no espera a quien se detiene en sus propias oscuridades. La vida busca luz y su propia libertad, permítete crecer con ella, con optimismo, con ilusión y sencillez.





sábado, 29 de agosto de 2015

CRECER ES APRENDER A DECIR ADIÓS

Él le puso puntos suspensivos a su historia.
Ella le quitó dos.

Crecer es aprender a decir adiós. Pero un adiós contundente. Un punto y final. Un “me despido porque me sobran los motivos y no volveré más”. No un hasta luego, o hasta que la vida nos separe de manera irremediable. No. Eso nos obliga a hurgar en la herida, a hacernos sangrar, a perder fuerzas.

Cuando creces, sin embargo, es inevitable decir adiós a muchas cosas. A personas, a situaciones, a lugares… Mejor dicho, empiezas a crecer cuando dices adiós.

Eso sí, en cuanto que eres capaz de desligarte de algo que te ha aprisionado durante mucho tiempo, consigues una claridad mental que nunca antes habías tenido.

Y es entonces cuando comprendes que en esta vida y en este mundo no hay nada permanente, que tú mismo cambias cada instante y que el agua de cada río es diferente a cada segundo.

Cerrar círculos, decir adiós a una etapa

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo.

Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Paulo Coelho

Cuando maduras te das cuenta de que la misma razón por la que te obligas a poner “toda la carne en el asador”, deberías de obligarte a dejar algo en el congelador. Es decir, que deberías reservarte algo siempre; un 5%, no hace falta más.

Guárdate un rincón para ti, para reflexionar sobre el mundo, sobre tus relaciones y sobre ti mismo. Porque si dedicas el 100% de tu existencia a los demás, acabarás sintiéndote vacío, insensible y desconcertado.

Cuando consigas decir adiós a alguien o a algo, no te permitas retroceder y pon en práctica esa capacidad que has adquirido para analizar la vida. Lo útil de lo inútil, lo que enriquece de lo que desgasta.

Aferrarnos y no soltar nos desnuda y nos maltrata el alma. Los “hasta luego” nos llenan de frío intenso o de calor abrasador, nos obligan a vivir prolongando una agonía que nos deteriora hasta límites insospechados y que nos impide ser nosotros mismos.

No atreverse a decir adiós es dejarle la puerta abierta al dolor, permitir que nuestro corazón agonice y dejar que nos suplique y se arrastre ante alguien que no quiere ver, ni oír ni sentir.

Aprender a decir adiós a quien no hizo nada para quedarse la única manera de alcanzar la libertad emocional. Sin embargo, debemos tener muy claro que este es un primer paso hacia un sendero que nunca más debemos de volver a recorrer.

Cultiva relaciones que te hagan crecer, que te alimenten, que no te castiguen y que te acompañen; en definitiva, cultiva aquello que te haga ser feliz y suelta lo que no te enriquece y que te hace daño.

“Aléjate del ruido y escucha a tu interior. La vida es demasiado corta como para compartirla con las personas equivocadas.”




viernes, 28 de agosto de 2015

5 CONSEJOS PARA AUMENTAR LA INTIMIDAD EMOCIONAL EN TUS RELACIONES

La intimidad emocional es un sentimiento de cercanía a otra persona, un sentido real de dos vías basado en la empatía. Cuando mantenemos una relación emocionalmente íntima podemos compartir sentimientos personales sin sentirnos juzgados, no aceptados o incómodos por no hacer o pensar lo que se supone correcto.

Este tipo de intimidad es propio de la verdadera amistad, y debería estar presente en toda relación personal que aspire a ser auténtica, combinada con el resto de características de cada relación en concreto. 

La intimidad emocional puede existir entre amigos, en las relaciones familiares y las relaciones románticas. Algunas personas incluso sienten intimidad emocional con su mascota.

La sensación de intimidad compartida es importante tanto para la salud física como mental.

La intimidad emocional nos da seguridad,
refuerza nuestra autoestima y
nos ayuda a confiar en los demás.

Aumentar la intimidad emocional en 5 pasos

La intimidad emocional es  importante en las relaciones, pero a veces resulta difícil sentirse cercano o intimar con aquellos con los que se supone que deberíamos tener esta intimidad. Los siguientes consejos te ayudarán a conectar más profundamente con las personas importantes que hay en tu vida.

1 – Descubre por qué mantienes alejada a la gente de ti

¿Sabes por qué mantienes a la gente alejada de ti en el plano emocional? Hay alguna razón por la cual mantienes a la gente alejada y por la que no tienes intimidad. Puede ser algo que haya provocado que desconfíes de la gente o una decepción del pasado. Tal vez sea que creciste en un ambiente donde la intimidad brillaba por su ausencia o que hayas desarrollado una personalidad cínica hacia los demás.

Sea cual sea el motivo, tendrás que descubrirlo para poder continuar. Pueden existir razones reales para no querer tener intimidad emocional con alguien. En ese caso, no continúes. Pero puede haber otros motivos ocultos que nada tienen que ver y que pueden estar obstaculizando tus relaciones personales.

2 – Poco a poco, aumenta el contacto físico

La intimidad emocional tiene un importante componente físico en cualquier tipo de relación. Observa tus relaciones y las relaciones de la gente a tu alrededor. Las personas con una fuerte intimidad emocional se tocan. Sin embargo, cuando este tipo de intimidad no existe, apenas hay contacto físico.

Para ir aumentando poco a poco la intimidad emocional es necesario empezar a tocarse, a recuperar la confianza. Y ese contacto tiene que ser sincero, no obligado. Hay que hacerlo poco a poco, porque cuando la intimidad se ha perdido o se le ha puesto un muro cuesta mucho superarlo.

3 – Entender la diferencia entre la intimidad física y emocional

La prolífica escritora de novela romántica Barbara Cartland escribió una vez: “Entre los hombres, el sexo a veces resulta en la intimidad, en las mujeres, la intimidad a veces se traduce en el sexo”. ¿Qué hay de verdad en esto?

Tal vez, sea el hecho de que, por lo general, los hombres pueden desconectar sus sentimientos y sentir que el sexo es solo sexo, mientras que las mujeres pueden sentir que el sexo es un puente hacia una mayor intimidad.

Por supuesto esto no es una regla general absoluta, pero nos sirve para ver de qué manera la intimidad física y sexual puede entenderse desde dos puntos de vista. En cualquier caso, es un error suponer que la intimidad física conducirá inevitablemente a la intimidad emocional, especialmente si no va acompañada de la construcción de relaciones fuera el aspecto físico.

En las relaciones no románticas, podemos aplicar lo mismo. Que haya contacto entre las personas no implica nada, si este contacto se realiza por pura obligación o costumbre. En cualquier caso, en la intimidad emocional no se trata de estar físicamente cerca.

La forma en que te relacionas con los demás también determina los niveles de intimidad.

4 – Compartir con los demás, poco a poco

Otro aspecto que es necesario trabajar poco a poco con los demás, se refiere a compartir con ellos nuestros sentimientos, ideas, deseos ilusiones o frustraciones. Es así como las personas empiezan a conocerse de verdad, abriéndose poco a poco.

Por el contrario, si lanzas de golpe todo tu discursos personal, es fácil que la otra persona se cierre y se aparte, especialmente si te centras en lo negativo.

Una buena manera de empezar es compartir lo que se piensa sobre algo en concreto en el momento oportuno.

Adquiere el hábito de decirle a la gente cómo te sientes sobre las cosas, lo que piensas, lo que esperas… poco a poco y en el momento justo.

5 – No fuerces las cosas

Dijimos al principio que la intimidad emocional es un camino de doble vía. Si tratas de forzar la situación, puedes encontrarte con una situación complicada. La intimidad emocional hay que dejarla que evolucione de manera natural.

También hay que saber retirarse a tiempo o disminuir la velocidad cuando haga falta. No le exijas demasiado al otro si no quieres echar todo a perder.



jueves, 27 de agosto de 2015

¿DE DÓNDE VIENE EL MAL HUMOR?

Mal humor. ¿Quién no lo ha vivido alguna vez? Es un estado muy común no solo entre nosotros, esta humanidad está cuajada de complejas emociones y sentimientos contrapuestos. También los animales tienen sus momentos, esos instantes en que pueden sorprendernos con un comportamiento fuera de lugar e incluso algo agresivo.

Hay que saber comprenderlos. Y es que lo creamos o no, también nuestros queridos amigos de la fauna animal sienten esas dimensiones como la rabia, los celos, la tristeza, o el desconcierto, pulsiones que pueden generar perfectamente un momento de sentido mal humor.

Es por tanto una emoción universal y conocida por todos nosotros. Pero ahora bien, seguro que ahora mismo te estará viniendo a la mente esas personas que sin saber por qué, parece que siempre estén de mal humor. Personalidades con la que no es fácil interactuar, comunicar o incluso relacionarse, ya que a la mínima,  pueden tener una reacción negativa.

Es algo muy característico. Aunque también hemos de hacer algo de introspección y pensar en nosotros mismos. ¿Qué es lo que habitualmente genera en ti el mal humor? ¿Cómo lo gestionas, cómo lo afrontas? Analicemos un poco el tema.

¿QUÉ DESENCADENA EL MAL HUMOR?

El mal humor puede nublar momentáneamente nuestro ánimo. Es una molesta losa que nos bloquea y nos inflama. Las circunstancias que lo desencadenan pueden ser varias, veamos algunas:

-Expectativas no cumplidas: en ocasiones esperamos que las cosas se sucedan según los parámetros que tenemos marcados. Sobre ideas que nosotros mismos juzgamos como esperables y correctas, esas que marcan el equilibrio de nuestra vida.

Hay personas que son muy estrictas en esta dimensión y que no toleran cualquier cambio o diferencia de acuerdo a su esquema personal, de ahí que muestren más habitualmente esas explosiones de mal humor. Otros en cambio, tienen un nivel de resistencia más alto, un limite más flexible donde esas expectativas no son tan férreas, y por tanto, sus enfados no son tan intensos.

-Negación de la realidad: seguro que conoces a ese tipo de personas que no terminan de asumir determinadas cosas. Cambios, variaciones… caracteres que en cierto modo no acaban de entender el ahora o el presente, y quedan anclados en un momento del pasado donde se sentían más capaces o seguros. Se sienten frustradas y continuamente molestas.

-Exceso de egocentrismo: muy característico, sin duda. Esas personalidades que están solo centradas en sí mismas y que no aceptan opiniones, o puntos de vista diferentes al suyo, están irremediablemente condenados a un mal humor continuo. No existe altruismo, nunca ceden, el yo ejerce una fuerza centrípeta donde todo va hacia ese interior en continuo enfrentamiento con el mundo que le rodea. ¿Te suena este rasgo de personalidad? seguro que sí.

LOS EFECTOS POSITIVOS DEL MAL HUMOR

¿Cómo, que el mal humor tiene su parte positiva? Desde luego, bien manejado y gestionado para que dure lo menos posible, siempre nos proporcionará beneficios aceptables. Según Ben Shahar, un profesor de Psicología Positiva en la Universidad de Harvard, el mal humor actúa como una especie de válvula con la cual aliviar la presión a la que en ocasiones, estamos sometidos.

Es algo habitual. Un problema en el trabajo, una diferencia con un amigo, con un familiar, todo ello nos pone en una situación determinada donde la finalidad, es obligarnos a tener que enfrentarnos a algo. A aceptar una circunstancia.

Si yo me bloqueo y me enfundo en este mal humor de modo permanente, jamás lograré avanzar o asumir el problema. Pero si me enfado, asumo mi rabia, mi mal humor para luego buscar algo de alivio en un paseo para aclarar las ideas y descansar la mente, seguramente acabaré gestionando hábilmente dicha situación.

Lo creamos o no el mal humor puede mejorar nuestras capacidades para afrontar problemas, una  irritabilidad moderada nos pone alerta sobre un mundo que no siempre debe ser como nosotros esperamos. Es una lección que debemos aprender y saber afrontar. Si reaccionamos ante algo es porque somos humanos y emotivos, las emociones son esas pulsiones que nos modelan y nos enseñan. Si te enfadas, si sufres una explosión de mal humor, indaga en ti mismo y pregúntate qué la motiva y cómo puedes resolverlo.

En ocasiones no son más que insignificancias que olvidamos en unos minutos, pero en otras ocasiones, nos dan un toque de atención de ese mundo externo del que debemos aprender continuamente, ahí donde no vale el victimismo ni el egocentrismo. Defiéndete o acepta, mitiga el mal humor buscando un instante de soledad o un rato de compañía. No te obsesiones con las cosas, la vida, a veces, es más fácil de lo que piensas.




miércoles, 26 de agosto de 2015

9 HÁBITOS DE LAS PERSONAS QUE CAEN EXCEPCIONALMENTE BIEN

1. Guardan sus teléfonos cuando están con otros

No hay nada que desentusiasme más que una persona que mira constantemente su celular durante una comida, o que una buena conversación se vea interrumpida justo en la mitad porque el teléfono suena. Las personas que tienden a “caer bien” entienden que los momentos de conexión tienen un debido tiempo y lugar, y las situaciones sociales no son parte de esos momentos.

2. Hacen preguntas

Las personas que suelen caer bien generalmente escuchan activamente a quien sea con que estén conversando. La escucha activa significa hacer preguntas al otro, en vez de simplemente ofrecer opiniones y de esperar que el otro deje de hablar para que él empezar a hacerlo.

Es sorprendente cómo las personas responden cuando se encuentran con un escuchador activo, las conversaciones suelen ser mucho más productivas, abiertas y sinceras.

3. Son genuinos

Si quieres caer bien, tienes que ser genuino. La transparencia es clave para desarrollar la confianza y para mostrar que tenemos buenas intenciones. Si las personas ven que pueden confiar en ti, naturalmente se te acercarán. Las personas que tienden a caer bien son seguros de sí mismos y no fingen ser otra persona, están cómodos con quienes son y se enfocan en sus propias vidas.

4. No emiten juicios

Las personas que caen bien en general tienen una mente abierta y miran (también ven) a las personas que los rodean con un corazón amable y abierto. Entre más abierta es su mente, más ganas de cercanía producen en los demás, especialmente en lugares poco familiares. Estas personas saben que siempre existe más de una versión sobre los hechos y, por lo mismo, no pierden el tiempo en juzgar ni en hablar acerca de los demás.

5. Son consistentes

El comportamiento errático y desordenado muchas veces confunde a los demás, por lo que la consistencia es importante, así las personas sabrán que esperar de ti cuando se te acerquen. Son personas que, a pesar de que su humor sí cambia, se proponen no cambiar su actitud hacia los demás.

6. No buscan atención

Si estás buscando atención, las personas a tu alrededor en general se dan cuenta de ello. Los que suelen caer bien reciben atención sólo por ser quien son, por ser amistosos y tener confianza en sí mismos. Hay que saber que uno vale mucho más que la atención que recibe, pero las personas que caen bien llegan a recibir atención por algo que dicen o hacen en general reaccionan humildemente, las personas siempre aprecian la humildad.

7. Usan un lenguaje corporal positivo

El tono de voz, la forma de pararse, los gestos cuando cuentan historias, en general son positivos. Descruzar los brazos, mantener el contacto visual y hablar con un tono entusiasta pero adecuado puede significar una gran diferencia en una conversación. Las personas recuerdan cómo se sintieron cuando conversaron con alguien, y si se sintieron bien, volverán por más.

8. Dejan un buena primera impresión

Como se dijo anteriormente, el lenguaje corporal es muy importante al momento de establecer contacto con alguien, y va a influir significativamente en la primera impresión que se deje. Pararse alto, con los hombros hacia atrás, dar un buen apretón de manos y sonreír con los ojos son cosas que hace la gente que cae bien de buenas y primeras. Las personas, aparentemente, se hacen una idea general sobre los demás en los primeros 7 segundos que los conocen – haz que esos siete segundos valgan.

9. Saludan a las personas por su nombre

A las personas les agrada escuchar su nombre. Nuestros nombres son una parte importante de nuestra identidad, por lo que generamos cercanía con las personas que lo pronuncian. Las personas que caen bien suelen decir el nombre del otro en una conversación, con lo que atrapan la atención de su interlocutor y les ayuda a transmitir su idea o mensaje más fácilmente. Además, el otro se siente reconocido por cuando escucha su nombre, por lo que recordará al que lo dijo con más facilidad.

Ser de esos que “caen bien” no pareciera ser tan difícil ¿o no? Básicamente hay que ser genuino, tener autoconfianza e interés en quienes te rodean y así las personas se querrán rodear de tu buena energía.