¿DE DÓNDE VIENE EL MAL HUMOR?
Mal humor. ¿Quién no lo ha vivido alguna vez? Es un estado
muy común no solo entre nosotros, esta humanidad está cuajada de complejas
emociones y sentimientos contrapuestos. También los animales tienen sus
momentos, esos instantes en que pueden sorprendernos con un comportamiento
fuera de lugar e incluso algo agresivo.
Hay que saber comprenderlos. Y es que lo creamos o no,
también nuestros queridos amigos de la fauna animal sienten esas dimensiones
como la rabia, los celos, la tristeza, o el desconcierto, pulsiones que pueden
generar perfectamente un momento de sentido mal humor.
Es por tanto una emoción universal y conocida por todos
nosotros. Pero ahora bien, seguro que ahora mismo te estará viniendo a la mente
esas personas que sin saber por qué, parece que siempre estén de mal humor.
Personalidades con la que no es fácil interactuar, comunicar o incluso
relacionarse, ya que a la mínima, pueden
tener una reacción negativa.
Es algo muy característico. Aunque también hemos de hacer
algo de introspección y pensar en nosotros mismos. ¿Qué es lo que habitualmente
genera en ti el mal humor? ¿Cómo lo gestionas, cómo lo afrontas? Analicemos un
poco el tema.
¿QUÉ DESENCADENA EL MAL HUMOR?
El mal humor puede nublar momentáneamente nuestro ánimo. Es
una molesta losa que nos bloquea y nos inflama. Las circunstancias que lo
desencadenan pueden ser varias, veamos algunas:
-Expectativas no cumplidas: en ocasiones esperamos que las
cosas se sucedan según los parámetros que tenemos marcados. Sobre ideas que
nosotros mismos juzgamos como esperables y correctas, esas que marcan el
equilibrio de nuestra vida.
Hay personas que son muy estrictas en esta dimensión y que
no toleran cualquier cambio o diferencia de acuerdo a su esquema personal, de
ahí que muestren más habitualmente esas explosiones de mal humor. Otros en
cambio, tienen un nivel de resistencia más alto, un limite más flexible donde
esas expectativas no son tan férreas, y por tanto, sus enfados no son tan
intensos.
-Negación de la realidad: seguro que conoces a ese tipo de
personas que no terminan de asumir determinadas cosas. Cambios, variaciones…
caracteres que en cierto modo no acaban de entender el ahora o el presente, y
quedan anclados en un momento del pasado donde se sentían más capaces o
seguros. Se sienten frustradas y continuamente molestas.
-Exceso de egocentrismo: muy característico, sin duda. Esas
personalidades que están solo centradas en sí mismas y que no aceptan
opiniones, o puntos de vista diferentes al suyo, están irremediablemente
condenados a un mal humor continuo. No existe altruismo, nunca ceden, el yo
ejerce una fuerza centrípeta donde todo va hacia ese interior en continuo
enfrentamiento con el mundo que le rodea. ¿Te suena este rasgo de personalidad?
seguro que sí.
LOS EFECTOS POSITIVOS DEL MAL HUMOR
¿Cómo, que el mal humor tiene su parte positiva? Desde
luego, bien manejado y gestionado para que dure lo menos posible, siempre nos
proporcionará beneficios aceptables. Según Ben Shahar, un profesor de Psicología
Positiva en la Universidad de Harvard, el mal humor actúa como una especie de
válvula con la cual aliviar la presión a la que en ocasiones, estamos
sometidos.
Es algo habitual. Un problema en el trabajo, una diferencia
con un amigo, con un familiar, todo ello nos pone en una situación determinada
donde la finalidad, es obligarnos a tener que enfrentarnos a algo. A aceptar
una circunstancia.
Si yo me bloqueo y me enfundo en este mal humor de modo
permanente, jamás lograré avanzar o asumir el problema. Pero si me enfado,
asumo mi rabia, mi mal humor para luego buscar algo de alivio en un paseo para
aclarar las ideas y descansar la mente, seguramente acabaré gestionando
hábilmente dicha situación.
Lo creamos o no el mal humor puede mejorar nuestras
capacidades para afrontar problemas, una
irritabilidad moderada nos pone alerta sobre un mundo que no siempre
debe ser como nosotros esperamos. Es una lección que debemos aprender y saber
afrontar. Si reaccionamos ante algo es porque somos humanos y emotivos, las
emociones son esas pulsiones que nos modelan y nos enseñan. Si te enfadas, si
sufres una explosión de mal humor, indaga en ti mismo y pregúntate qué la
motiva y cómo puedes resolverlo.
En ocasiones no son más que insignificancias que olvidamos
en unos minutos, pero en otras ocasiones, nos dan un toque de atención de ese
mundo externo del que debemos aprender continuamente, ahí donde no vale el
victimismo ni el egocentrismo. Defiéndete o acepta, mitiga el mal humor
buscando un instante de soledad o un rato de compañía. No te obsesiones con las
cosas, la vida, a veces, es más fácil de lo que piensas.