domingo, 16 de agosto de 2015

4 CUALIDADES DE UNA AMISTAD VERDADERA

“La amistad es un alma que habita entre dos cuerpos”
Aristóteles

Los amigos constituyen un fuerte y eterno pilar en la vida de los seres humanos. Podríamos decir que son nuestros compañeros de vida. Es bien sabido que las relaciones de amistad hacen mucho más que ayudarnos cuando lo necesitamos. Esta hipótesis no solamente forma parte de la sabiduría popular, sino que hay investigaciones que afirman que un amplio y sólido apoyo social alarga nuestra esperanza de vida.

Pero en una amistad muchas veces nos surgen las dudas sobre, ¿qué es lo que diferencia una verdadera amistad de un simple compañero?, ¿qué requisitos emocionales tiene ese amigo que le hacen ser único y entrar en la categoría de “mejor amigo o amigo del alma” en nuestro corazón?

Según Robert Rowney, psiquiatra y director de la unidad de trastornos del humor en la Clínica Cleveland, hay ciertos hábitos que distinguen a los verdaderos amigos de aquellos que no los son.

Las 4 cualidades de las que os vamos a hablar hoy para saber diferenciar una amistad verdadera de un compañero o conocido. Por supuesto, a estos cuatro indicadores debemos de sumarle la capacidad y confianza de decir la verdad o de confrontarnos con la realidad aunque esto en principio nos duela o nos resulte desagradable.

¿Cuáles son las 4 cualidades que distinguen una amistad de verdad de otras relaciones en nuestra vida?

1. Nos motivan a aceptar más cosas de nuestra persona. Los seres humanos tenemos tendencia a ser muy autocríticos y eso puede llevarnos a no tener con nosotros mismos pensamientos constructivos. El psiquiatra Rowney señala que un verdadero amigo nos anima cuando estamos siendo demasiado negativos y declara que “las personas se sienten mejor cuando están rodeados de personas cercanas, que les brinden apoyo y ánimo cuando lo necesiten”.

Aquellos amigos más cercanos serán los que expresen un desacuerdo cuando perciben que nos estamos tratando duramente con nosotros mismos. “Los amigos de verdad aumentan nuestra autoestima de forma natural, y a su vez, el animar a un amigo, nos hace sentir mejor con nosotros mismos”.

2. Nos dicen cuando no tenemos razón. Tienen la confianza suficiente de tener claro que quieren lo mejor para nosotros y por tanto de hacernos saber cuándo realmente estamos cometiendo un error. Ninguno de nosotros somos perfectos y nuestros amigos son capaces de ser conscientes de nuestras equivocaciones, y compartirlas con nosotros para aprender. “Son capaces de indicar tanto lo que hacemos bien como lo que hacemos más, y son capaces de darnos el apoyo que necesitamos en ambos casos”.

La sutileza también delata a una persona que de verdad es especial en tu vida y tiene un papel importante en tu día a día. “Si es un amigo reciente o no tan cercano, no se va a atrever a decir algo que pueda molestarte; en cambio un amigo verdadero, alguien en quien realmente confías, sabrá cómo decirte lo que necesitas escuchar. Es muy importante tener amigos que sean claros y directos”.

3. Puedes contar con su ayuda y apoyo. Una de las increíbles características que tu mejor amigo estará encantado de compartir contigo es su eterna preocupación y atención hacia tu persona. “Un verdadero amigo está presente al considerar tus necesidades como propias” afirma Rowney.

Si quieres comprobar si uno de tus amigos comparte el regalo de la atención hacia tu persona tan especial fíjate si él/ella usa o pone en silencio su teléfono móvil cuando estáis juntos. Un estudio realizado en Reino Unido en el 2012 sostiene que la presencia de un teléfono móvil puede distraernos cuando estamos con alguien. Tu mejor amigo no permitirá eso ante tu persona.

4. Te escucha con el corazón. Es un clásico hábito hablar con las personas y que la mayoría no pueda evitar cambiar el tema para hablar de ellos mismos. Estaréis de acuerdo conmigo en que las conversaciones con nuestros verdaderos amigos no son monólogos ni soliloquios.

Cuando somos capaces de mantener un diálogo abierto con una persona tenemos más posibilidades de fortalecer la relación. Paul Sacco, PhD y profesor ayudante de la escuela de trabajo social de la Universidad de Maryland afirma que la clave de una conversación equilibrada entre ambas personas es prestar atención activamente a lo que está diciendo la otra persona.

Con ello, afirmó en el HuffPost Healthy Living lo siguiente: “Las personas que son buenas para escuchar validan los sentimientos de las otras personas. Les demuestran que lo que están diciendo tiene sentido y vale la pena”.



sábado, 15 de agosto de 2015

MI VERSIÓN MÁS PERFECTA

“La perfección es una pulida confección de errores”
Mario Bennedetti

Esa que llega siempre a tiempo, que coloca todos los acentos en los lugares adecuados, perdón tildes. Esa versión de mí que cede lo justo para sembrar la felicidad, protegiéndome para que no me hagan daño.

La que mantiene un orden que es capaz de entender la humanidad y es un torrente de ideas cada vez que tiene un problema. Esa a la que el miedo solamente le da conciencia del valor que puede tener actuar y no esconder la cabeza bajo la arena.

Esa forma paralela de mi ser que tiene paciencia para entretener a toda una sala de espera de urgencias en vez de dar botecitos con el pie que puedan resultar molestos.

A esa versión perfecta de mí le aparecerían los problemas justamente en el momento en el que los demás tienen un hueco para poder escuchar o compartir. Pero no hablo de una conversación con los dedos, sino con los labios, los ojos y las manos; es decir, con todos nuestros cuerpos y sin tecnología de por medio.

Mi comunicación nunca acoge consejos baratos ni regala palabras por el simple hecho de que alguien las quiera escuchar; o bueno, si hay que decir, que sean verdades dolorosas y contundentes que resuelvan el problema.

Además, a esa versión le encantaría manejar los silencios como lo hace con su batuta el mejor maestro de orquesta. Cuidando el tono, por supuesto, para que nadie se ofenda.

No escondo que soy la hija que cuida a sus padres y la madre que tiene todo el tiempo para sus hijos y aún así saca tiempo para ella. Esto es así porque, por supuesto, tengo muy claras mis prioridades.

No te lo he dicho, igual no te importa, pero hago regularmente ejercicio, desayuno mis siete nueces, zumo de naranja, como pan integral y bebo dos litros de agua al día, de la que no es de los floreros.

Además, voy al médico exactamente lo justo. Me hacen pruebas y aunque tengo alguna alteración que otra no me preocupo porque sé cuidarme y recomponerme. Nada me preocupa en exceso y he aprendido a relativizar lo necesario. Tampoco sufro sin motivo y he desterrado a la tristeza de mi vida. Con alegría y optimismo, como ya imaginabas.

En ese sentido, también lo tengo claro: no quiero dormir mal. Como todo el mundo, tengo mis problemillas pero jamás entran en casa. Los dejo a la puerta y a veces se van solos. Cuando esto no sucede, vuelvo a salir y tomo una decisión. Ahí sí que suelen salir corriendo. Pero lo que es seguro es que, de una forma u otra, ya no están cuando descanso.

Domino perfectamente el inglés y estoy aprendiendo chino. Cada vez venden más cosas y nosotros cada vez les compramos más. Soy de los que piensa que hablando se entiende la gente y más si es en asuntos comerciales.

Seguro que ya lo sabes. Enfadarse es una pérdida de tiempo y el resentimiento una bola que algunos se atan con grilletes y a la que se aferran más que a su propia vida. A mí, cuando alguna se me acerca, la mando a paseo y si alguna se le acerca a alguien que está conmigo hago lo mismo. Digan lo que digan los expertos, eso no puede ser bueno.

Tengo mis valores, aunque a veces me cuesten dinero o vayan en contra de mi interés particular. Son propios y solamente los cambio cuando alguien me da buenas razones. Así, por muy atractiva que me pueda resultar la persona que hace propaganda de algo contrario a mis principios, me mantengo en mis trece; eso sí, sin ser cabezota.

Vale, también digo mentiras, pero solo piadosas. Es algo que me ha costado refinar y con lo que he tenido un serio dilema. Por supuesto, que resolví rápidamente cuando noté que a mi madre no le gustaba demasiado que le dijera que las lentejas que hacía eran malísimas. Diciendo esto se ponía triste y, al menos yo, no elicito sentimientos negativos ni causo depresiones.

Aparezco siempre en el momento oportuno y aunque no lo creáis también tengo defectos. Pero mis defectos son de esos perfectamente asumibles y que comprendemos todos, los que dice la psicología que nos pueden hacer más atractivos en vez de repelentes. Porque no hay nadie que aguante a nadie perfecto. ¿Entonces, por qué nos empeñamos en serlo?




viernes, 14 de agosto de 2015

EL CUERPO GRITA QUE HAY QUE CAMBIAR ALGO

Hace ya 8 años que publiqué el primer libro “Hablemos de fibromialgia“. Desde entonces mi labor ha sido divulgar un mensaje de esperanza a través de mi experiencia personal. Todo este viaje empezó con La Contra de La Vanguardia.

Podéis leer La Contra original desde aquí.

M. ÀNGELS MESTRE · EX FIBROMIÁLGICA
“El cuerpo grita que hay que cambiar algo”
VÍCTOR-M. AMELA – 20/09/2007

Tengo 59 años: ¡estoy muy contenta con mi edad! Nací y vivo en Barcelona. Fui arquitecta, pero ahora imparto talleres de filosofía práctica. Estoy casada y tengo dos hijos, Anna (33) y Ferran (31), y una nieta, Maria (3). Soy apolítica. ¿Dios? Somos todos nosotros: con autoconocimiento, lo descubres. He sido fibromiálgica y he sanado

¿Qué es la fibromialgia?

– Una enfermedad con síntomas como dolores musculares, articulares y vertebrales, cefaleas, colon irritable, insomnio, angustia, taquicardia.

– Horroroso.

– ¡Yo los tuve todos! Y fatiga crónica, que suele ser la primera fase en muchas mujeres.

– ¿No se da en hombres?

– El 92% de pacientes son mujeres. Y no encuentran alivio en ningún lado, y encima las llaman neurasténicas, histéricas, exageradas… Desesperadas, muchas caen en depresión. Y se dan muchos suicidios…

– ¿Qué hace la medicina ante este infierno?

– Diagnostica la fibromialgia como dolencia crónica.

– O sea, que no se cura.

– Eso me dijeron a mí varios médicos. Y te recetan pastillas para aliviarte cada síntoma. Yo llegué a tomarme veinte pastillas al día…

– ¿Y qué tal?

– Tantas sustancias químicas sintéticas me empeoraban, con sus efectos secundarios.

– ¿Y qué hizo usted?

– Ya llevaba un año con dolores cuando me diagnosticaron fibromialgia, a finales del año 2000. Y comenzó un historial de tratamientos médicos y farmacológicos…

– ¿Con qué resultados?

– Un año y medio después seguía tan mal que dejé de ir a trabajar al despacho. Desde casa seguí trabajando, y llevando la casa.

– ¿Eso le alivió?

– No. Una mañana no pude levantarme: ¡una parálisis me atenazaba ambas piernas! Durante tres días no pude moverme. Fue tan espantoso… que eso me salvó.

– ¿Qué quiere decir?

– Que decidí que no quería seguir así.

– Ya, pero ¿qué podía hacer usted?

– Tomar yo las riendas. Dejar de esperar remedio de los demás. Dejar de ser una paciente: empecé a dirigir yo mi curación. Y hoy le digo que me considero curada.

– ¿No le duele nada?

– Nada. Y no tomo fármaco alguno. Los médicos dicen que ahora soy una fibromiálgica “asintomática”, sin síntomas. Se resisten a aceptar que esté curada… Otros médicos me hablan de “remisión espontánea”, como sinónimo de “milagro”. ¿Milagro? ¡Ja!

– ¿Ja?

– No hay milagro: he trabajado mucho para aprender sobre mi mal, comprenderlo…, y cambiarme a mí misma, corregir mi vieja estructura psíquica, que era dañina para mí.

– Debería explicarse…

– Sí, quiero ayudar a otras enfermas.

– Los médicos se enfadarán con usted…

– ¡Soy hija de médico, sobrina de médico y hermana de médico! Y ellos me han visto sufrir tanto, tanto… Se han sentido tan impotentes, que al verme y escucharme hoy no sólo no se enfadan: ¡están contentos por mí!

– ¿Qué es lo primero que debería saber una fibromiálgica?

– Que su cuerpo está gritándole que hay aspectos de su vida que le conviene cambiar.

– ¿Qué aspectos?

– Toda mi vida yo había hecho cosas (y dejado de hacer otras) por agradar, por encajar, por ser reconocida… Y actuar en espera de aprobación externa es despreciar tu esencia.

– ¿Qué tiene que ver con la fibromialgia?

– Esta enfermedad deriva de una retención de la acción, de no hacer lo que sientes, de reprimir emociones. No estás queriéndote: el cuerpo somatiza el conflicto, y se queja.

– Si así fuera, ¿qué habría que hacer?

– Alinear pensamientos, emociones y acciones. Cuesta, y hay que ponerse a ello. Primer consejo: si piensas algo, ¡hazlo! Y si ves que no vas a hacerlo, ¡deja de pensarlo! Otro: esfuérzate en decir “no” sin sentir culpa.

– ¿Esto es algo que le cuesta más a la mujer que al hombre?

– Sí, porque las mujeres hoy se autoexigen más, por ganar reconocimiento de un mundo masculino… Y por eso yo era una perfeccionista, autoexigente, rígida, orgullosa.

– ¿Y ahora?

– Lo entendí y empecé a liberarme, y hoy soy condescendiente con los demás y consecuente conmigo (pienso, siento, actúo).

– ¿En qué se apoyó para este camino?

– En tratamientos psicoemocionales, homeopatía, acupuntura, flores de Bach… En la digitopuntura (shiatsu).En la respiración y la meditación guiada. En la visualización. Y en una cuidada alimentación.

– ¿Qué tipo de alimentación?

– Suprimí alimentos con conservantes, colorantes, espesantes y, sobre todo, con glutamato monosódico, un potenciador del sabor muy tóxico para mí. Deberíamos leer siempre las etiquetas…

– ¿Dejó de comer algo más?

– Reduje gradualmente lácteos, grasas saturadas, harinas refinadas, azúcar, café…

– ¿Y qué come usted?

– Alimentos biológicos y cocina macrobiótica. Harinas y cereales integrales. Legumbres. Semillas de sésamo, girasol y calabaza. Leche de arroz. Pescado blanco. Sal marina. Verduras frescas, pero las de raíz, y las blancas, y las redondas… Curé mi colon con sopas de miso, arroz integral y sésamo, ¡que te aporta el doble de calcio que la leche!

– ¿Qué alimentos ayudan más contra la fibromialgia?

– El miso y el tofu, con proteínas muy digeribles. La ciruela umeboshi, antioxidante y antiséptica. La seta shiitake, un depósito de energía. El kuzu, almidón blanco que alivia la fatiga. Las algas kombu, wakame, arame e hiziki, que aportan más minerales que las verduras y tonifican los nervios…

– ¿Y recomienda algún ejercicio?

– Caminar y respirar.



jueves, 13 de agosto de 2015

EL VENENO

La hija llega y le dice a su padre:

- ¡Papá, ya no aguanto más a la vecina! Quiero matarla, pero tengo miedo que me descubran. ¿Puedes ayudarme con eso? El padre le responde:

- Claro que sí mi amor, pero hay una condición... Tendrás que hacer las paces con ella para que después nadie desconfíe que fuiste vos cuando ella muera. Tendrás que cuidarla muy bien, ser gentil, agradecida, paciente, cariñosa, menos egoísta, retribuir siempre, escucharla más... ¿Ves este polvito? Todos los días pondrás un poco en su comida. Así ella morirá de a poco.

Pasados 30 días, la hija vuelve a decir al padre:
- Ya no quiero que ella muera. La amo. ¿Y ahora? ¿Cómo hago para cortar el efecto del veneno? El padre entonces le responde:
- ¡No te preocupes! Lo que te dí fue polvito de arroz.
Ella no morirá, porque el veneno estaba en ti.

Cuando alimentamos rencores, morimos de a poco.
Aprendamos a hacer las paces con quienes nos ofenden y nos lastiman.
Aprendamos a tratar a los demás como queremos ser tratados. Aprendamos a tener la iniciativa de amar, de dar, de donar, de servir, de regalar, y no solo querer ganar y ser servido.




Playa y campo, Fuerteventura, por Charo Barea.