sábado, 15 de agosto de 2015

MI VERSIÓN MÁS PERFECTA

“La perfección es una pulida confección de errores”
Mario Bennedetti

Esa que llega siempre a tiempo, que coloca todos los acentos en los lugares adecuados, perdón tildes. Esa versión de mí que cede lo justo para sembrar la felicidad, protegiéndome para que no me hagan daño.

La que mantiene un orden que es capaz de entender la humanidad y es un torrente de ideas cada vez que tiene un problema. Esa a la que el miedo solamente le da conciencia del valor que puede tener actuar y no esconder la cabeza bajo la arena.

Esa forma paralela de mi ser que tiene paciencia para entretener a toda una sala de espera de urgencias en vez de dar botecitos con el pie que puedan resultar molestos.

A esa versión perfecta de mí le aparecerían los problemas justamente en el momento en el que los demás tienen un hueco para poder escuchar o compartir. Pero no hablo de una conversación con los dedos, sino con los labios, los ojos y las manos; es decir, con todos nuestros cuerpos y sin tecnología de por medio.

Mi comunicación nunca acoge consejos baratos ni regala palabras por el simple hecho de que alguien las quiera escuchar; o bueno, si hay que decir, que sean verdades dolorosas y contundentes que resuelvan el problema.

Además, a esa versión le encantaría manejar los silencios como lo hace con su batuta el mejor maestro de orquesta. Cuidando el tono, por supuesto, para que nadie se ofenda.

No escondo que soy la hija que cuida a sus padres y la madre que tiene todo el tiempo para sus hijos y aún así saca tiempo para ella. Esto es así porque, por supuesto, tengo muy claras mis prioridades.

No te lo he dicho, igual no te importa, pero hago regularmente ejercicio, desayuno mis siete nueces, zumo de naranja, como pan integral y bebo dos litros de agua al día, de la que no es de los floreros.

Además, voy al médico exactamente lo justo. Me hacen pruebas y aunque tengo alguna alteración que otra no me preocupo porque sé cuidarme y recomponerme. Nada me preocupa en exceso y he aprendido a relativizar lo necesario. Tampoco sufro sin motivo y he desterrado a la tristeza de mi vida. Con alegría y optimismo, como ya imaginabas.

En ese sentido, también lo tengo claro: no quiero dormir mal. Como todo el mundo, tengo mis problemillas pero jamás entran en casa. Los dejo a la puerta y a veces se van solos. Cuando esto no sucede, vuelvo a salir y tomo una decisión. Ahí sí que suelen salir corriendo. Pero lo que es seguro es que, de una forma u otra, ya no están cuando descanso.

Domino perfectamente el inglés y estoy aprendiendo chino. Cada vez venden más cosas y nosotros cada vez les compramos más. Soy de los que piensa que hablando se entiende la gente y más si es en asuntos comerciales.

Seguro que ya lo sabes. Enfadarse es una pérdida de tiempo y el resentimiento una bola que algunos se atan con grilletes y a la que se aferran más que a su propia vida. A mí, cuando alguna se me acerca, la mando a paseo y si alguna se le acerca a alguien que está conmigo hago lo mismo. Digan lo que digan los expertos, eso no puede ser bueno.

Tengo mis valores, aunque a veces me cuesten dinero o vayan en contra de mi interés particular. Son propios y solamente los cambio cuando alguien me da buenas razones. Así, por muy atractiva que me pueda resultar la persona que hace propaganda de algo contrario a mis principios, me mantengo en mis trece; eso sí, sin ser cabezota.

Vale, también digo mentiras, pero solo piadosas. Es algo que me ha costado refinar y con lo que he tenido un serio dilema. Por supuesto, que resolví rápidamente cuando noté que a mi madre no le gustaba demasiado que le dijera que las lentejas que hacía eran malísimas. Diciendo esto se ponía triste y, al menos yo, no elicito sentimientos negativos ni causo depresiones.

Aparezco siempre en el momento oportuno y aunque no lo creáis también tengo defectos. Pero mis defectos son de esos perfectamente asumibles y que comprendemos todos, los que dice la psicología que nos pueden hacer más atractivos en vez de repelentes. Porque no hay nadie que aguante a nadie perfecto. ¿Entonces, por qué nos empeñamos en serlo?




viernes, 14 de agosto de 2015

EL CUERPO GRITA QUE HAY QUE CAMBIAR ALGO

Hace ya 8 años que publiqué el primer libro “Hablemos de fibromialgia“. Desde entonces mi labor ha sido divulgar un mensaje de esperanza a través de mi experiencia personal. Todo este viaje empezó con La Contra de La Vanguardia.

Podéis leer La Contra original desde aquí.

M. ÀNGELS MESTRE · EX FIBROMIÁLGICA
“El cuerpo grita que hay que cambiar algo”
VÍCTOR-M. AMELA – 20/09/2007

Tengo 59 años: ¡estoy muy contenta con mi edad! Nací y vivo en Barcelona. Fui arquitecta, pero ahora imparto talleres de filosofía práctica. Estoy casada y tengo dos hijos, Anna (33) y Ferran (31), y una nieta, Maria (3). Soy apolítica. ¿Dios? Somos todos nosotros: con autoconocimiento, lo descubres. He sido fibromiálgica y he sanado

¿Qué es la fibromialgia?

– Una enfermedad con síntomas como dolores musculares, articulares y vertebrales, cefaleas, colon irritable, insomnio, angustia, taquicardia.

– Horroroso.

– ¡Yo los tuve todos! Y fatiga crónica, que suele ser la primera fase en muchas mujeres.

– ¿No se da en hombres?

– El 92% de pacientes son mujeres. Y no encuentran alivio en ningún lado, y encima las llaman neurasténicas, histéricas, exageradas… Desesperadas, muchas caen en depresión. Y se dan muchos suicidios…

– ¿Qué hace la medicina ante este infierno?

– Diagnostica la fibromialgia como dolencia crónica.

– O sea, que no se cura.

– Eso me dijeron a mí varios médicos. Y te recetan pastillas para aliviarte cada síntoma. Yo llegué a tomarme veinte pastillas al día…

– ¿Y qué tal?

– Tantas sustancias químicas sintéticas me empeoraban, con sus efectos secundarios.

– ¿Y qué hizo usted?

– Ya llevaba un año con dolores cuando me diagnosticaron fibromialgia, a finales del año 2000. Y comenzó un historial de tratamientos médicos y farmacológicos…

– ¿Con qué resultados?

– Un año y medio después seguía tan mal que dejé de ir a trabajar al despacho. Desde casa seguí trabajando, y llevando la casa.

– ¿Eso le alivió?

– No. Una mañana no pude levantarme: ¡una parálisis me atenazaba ambas piernas! Durante tres días no pude moverme. Fue tan espantoso… que eso me salvó.

– ¿Qué quiere decir?

– Que decidí que no quería seguir así.

– Ya, pero ¿qué podía hacer usted?

– Tomar yo las riendas. Dejar de esperar remedio de los demás. Dejar de ser una paciente: empecé a dirigir yo mi curación. Y hoy le digo que me considero curada.

– ¿No le duele nada?

– Nada. Y no tomo fármaco alguno. Los médicos dicen que ahora soy una fibromiálgica “asintomática”, sin síntomas. Se resisten a aceptar que esté curada… Otros médicos me hablan de “remisión espontánea”, como sinónimo de “milagro”. ¿Milagro? ¡Ja!

– ¿Ja?

– No hay milagro: he trabajado mucho para aprender sobre mi mal, comprenderlo…, y cambiarme a mí misma, corregir mi vieja estructura psíquica, que era dañina para mí.

– Debería explicarse…

– Sí, quiero ayudar a otras enfermas.

– Los médicos se enfadarán con usted…

– ¡Soy hija de médico, sobrina de médico y hermana de médico! Y ellos me han visto sufrir tanto, tanto… Se han sentido tan impotentes, que al verme y escucharme hoy no sólo no se enfadan: ¡están contentos por mí!

– ¿Qué es lo primero que debería saber una fibromiálgica?

– Que su cuerpo está gritándole que hay aspectos de su vida que le conviene cambiar.

– ¿Qué aspectos?

– Toda mi vida yo había hecho cosas (y dejado de hacer otras) por agradar, por encajar, por ser reconocida… Y actuar en espera de aprobación externa es despreciar tu esencia.

– ¿Qué tiene que ver con la fibromialgia?

– Esta enfermedad deriva de una retención de la acción, de no hacer lo que sientes, de reprimir emociones. No estás queriéndote: el cuerpo somatiza el conflicto, y se queja.

– Si así fuera, ¿qué habría que hacer?

– Alinear pensamientos, emociones y acciones. Cuesta, y hay que ponerse a ello. Primer consejo: si piensas algo, ¡hazlo! Y si ves que no vas a hacerlo, ¡deja de pensarlo! Otro: esfuérzate en decir “no” sin sentir culpa.

– ¿Esto es algo que le cuesta más a la mujer que al hombre?

– Sí, porque las mujeres hoy se autoexigen más, por ganar reconocimiento de un mundo masculino… Y por eso yo era una perfeccionista, autoexigente, rígida, orgullosa.

– ¿Y ahora?

– Lo entendí y empecé a liberarme, y hoy soy condescendiente con los demás y consecuente conmigo (pienso, siento, actúo).

– ¿En qué se apoyó para este camino?

– En tratamientos psicoemocionales, homeopatía, acupuntura, flores de Bach… En la digitopuntura (shiatsu).En la respiración y la meditación guiada. En la visualización. Y en una cuidada alimentación.

– ¿Qué tipo de alimentación?

– Suprimí alimentos con conservantes, colorantes, espesantes y, sobre todo, con glutamato monosódico, un potenciador del sabor muy tóxico para mí. Deberíamos leer siempre las etiquetas…

– ¿Dejó de comer algo más?

– Reduje gradualmente lácteos, grasas saturadas, harinas refinadas, azúcar, café…

– ¿Y qué come usted?

– Alimentos biológicos y cocina macrobiótica. Harinas y cereales integrales. Legumbres. Semillas de sésamo, girasol y calabaza. Leche de arroz. Pescado blanco. Sal marina. Verduras frescas, pero las de raíz, y las blancas, y las redondas… Curé mi colon con sopas de miso, arroz integral y sésamo, ¡que te aporta el doble de calcio que la leche!

– ¿Qué alimentos ayudan más contra la fibromialgia?

– El miso y el tofu, con proteínas muy digeribles. La ciruela umeboshi, antioxidante y antiséptica. La seta shiitake, un depósito de energía. El kuzu, almidón blanco que alivia la fatiga. Las algas kombu, wakame, arame e hiziki, que aportan más minerales que las verduras y tonifican los nervios…

– ¿Y recomienda algún ejercicio?

– Caminar y respirar.



jueves, 13 de agosto de 2015

EL VENENO

La hija llega y le dice a su padre:

- ¡Papá, ya no aguanto más a la vecina! Quiero matarla, pero tengo miedo que me descubran. ¿Puedes ayudarme con eso? El padre le responde:

- Claro que sí mi amor, pero hay una condición... Tendrás que hacer las paces con ella para que después nadie desconfíe que fuiste vos cuando ella muera. Tendrás que cuidarla muy bien, ser gentil, agradecida, paciente, cariñosa, menos egoísta, retribuir siempre, escucharla más... ¿Ves este polvito? Todos los días pondrás un poco en su comida. Así ella morirá de a poco.

Pasados 30 días, la hija vuelve a decir al padre:
- Ya no quiero que ella muera. La amo. ¿Y ahora? ¿Cómo hago para cortar el efecto del veneno? El padre entonces le responde:
- ¡No te preocupes! Lo que te dí fue polvito de arroz.
Ella no morirá, porque el veneno estaba en ti.

Cuando alimentamos rencores, morimos de a poco.
Aprendamos a hacer las paces con quienes nos ofenden y nos lastiman.
Aprendamos a tratar a los demás como queremos ser tratados. Aprendamos a tener la iniciativa de amar, de dar, de donar, de servir, de regalar, y no solo querer ganar y ser servido.




Playa y campo, Fuerteventura, por Charo Barea.




miércoles, 12 de agosto de 2015


Eco Isla Fuerteventura, algo más que sol y playa.

https://youtu.be/EEo0a7OsH1U






Una reflexión:




ABRE EL LIBRO DE LOS SECRETOS

Lo que más anhelamos en la vida no es comida, dinero, éxito, posición, seguridad o sexo; ni siquiera el amor del sexo opuesto. Una y otra vez conseguimos estas cosas y terminamos sintiéndonos insatisfechos, en ocasiones más de lo que estábamos al principio. Lo que más anhelamos es un secreto que se revela sólo cuando estamos dispuestos a descubrir una parte oculta de nuestro ser. En las antiguas tradiciones sapienciales, este empeño se comparó con la recolección de la más hermosa perla, una manera poética de expresar que debemos "nadar bajo las aguas superficiales" sumergirnos en nuestro ser y buscar pacientemente esa perla invaluable. La perla también recibe el nombre de esencia, hálito de Dios, agua de vida o néctar sagrado, lo que con la trivialidad propia de la era científica llamamos “transformación”. Transformación significa cambio radical de forma, como cuando la oruga se transmuta en mariposa.


En el ámbito humano significa convertir temor, agresión, duda, inseguridad, odio y vacío en sus opuestos. ¿Es esto posible? Lo indudable es que el anhelo secreto que carcome nuestra alma es totalmente ajeno a cuestiones externas como dinero, posición o seguridad; nuestro ser interior reclama un significado, el final del sufrimiento y respuestas a enigmas como amor, muerte, Dios, alma, bien y mal. Una vida superficial jamás responderá a estas preguntas ni satisfará las necesidades que las suscitan. La única manera de satisfacer el anhelo más profundo es encontrando nuestras dimensiones ocultas. Cabría esperar que este anhelo de conocimiento hubiera desaparecido con el nacimiento de la ciencia, pero en realidad se ha fortalecido. No hay más “hechos” por descubrir sobre las dimensiones ocultas de la vida. Es ocioso analizar más tomografías de pacientes durante “experiencias cercanas a la muerte” o resonancias magnéticas de yoguis en meditación profunda. Esa fase de experimentación ha cumplido su cometido: sabemos que adonde vaya la conciencia, allá irá el cerebro.


Las neuronas son capaces de registrar las experiencias espirituales más elevadas. Pero de alguna manera, sabemos menos que nuestros antepasados sobre el misterio de la vida. Vivimos en la Era del Cerebro Superior, esa corteza que creció desmedidamente en los milenios recientes y eclipsó al cerebro inferior instintivo. También se le llama “cerebro nuevo”, en contraposición al que imperó sobre los seres humanos durante millones de años y sigue haciéndolo en la mayoría de los seres vivos. El cerebro antiguo no puede concebir ideas ni leer, pero tiene el poder de sentir y, sobre todo, de ser. Fue gracias a él que nuestros antepasados percibieron la cercanía de una presencia misteriosa en la naturaleza. Esa presencia, que habita cada partícula de la creación, inunda también tu vida. Eres un libro de secretos que espera ser abierto, aunque probablemente te concibas de manera muy distinta: en la vida cotidiana eres trabajador, padre o madre, esposo o esposa, un cliente que “peina” el centro comercial en busca de algo nuevo, o un miembro del público que espera con impaciencia el siguiente espectáculo. Cuando vives la verdad de la realidad única, todos los secretos se revelan sin esfuerzo ni lucha. Todo se reduce a la proverbial elección entre separación o unidad. ¿Deseas sentirte fragmentado, en conflicto o desgarrado entre las fuerzas eternas de la luz y la oscuridad, o prefieres escapar de esto para acceder a la totalidad? Eres una criatura que actúa, piensa y siente; la espiritualidad funde estos tres elementos en una realidad única.


El pensamiento no subyuga al sentimiento, y el sentimiento no se resiste tozudamente al cerebro superior; la acción ocurre cuando pensamiento y sentimiento dicen: “Esto es correcto”. En la realidad única experimentamos el flujo de la vida sin obstáculos ni resistencia; en ella, inspiración, amor, verdad, belleza y sabiduría son aspectos 5 naturales de la existencia. La realidad única es espíritu, y la superficie de la vida es sólo un disfraz de mil máscaras que oculta la realidad. Hace mil años, esta afirmación no hubiera encontrado oposición; todos aceptaban que el espíritu era la auténtica fuente de la vida. Ahora debemos ver el misterio de la existencia con nuevos ojos, pues como hijos orgullosos de la ciencia y la razón, hemos quedado huérfanos de sabiduría. Este libro tiene dos objetivos: primero, persuadirte de que hay un misterio en las dimensiones ocultas de la vida; segundo, inspirarte la pasión y dedicación necesarias para descubrirlas. No pospongas este proyecto hasta que te sientas listo; estuviste listo desde el día que dejaste de preguntar quién eres y por qué estás aquí. Por desgracia, la mayoría rechazamos miles de experiencias que podrían hacer de la transformación una realidad. Sí no fuera por el empeño que ponemos en la negación, la represión y la duda, nuestra vida sería una revelación constante. En última instancia, debes convencerte de que tu vida es digna de analizarse con pasión y compromiso totales.


Fueron muchas las decisiones que mantuvieron cerrado el libro de los secretos, pero basta un segundo para abrirlo de nuevo. Yo entiendo de manera literal las palabras del Nuevo Testamento: “Pide y recibirás, toca y la puerta se abrirá”. Es así de simple. Conocerás todos los secretos de la vida cuando digas sinceramente: “Debo saber, no puedo esperar un minuto más”. Buda bajo el árbol Bodhi y Jesús luchando con los demonios en el desierto simbolizan el mismo drama del alma que revivimos al nacer. Ten esto por seguro: eres el ser más importante del mundo pues en el plano del alma, tú eres el mundo. El derecho de saber ya es tuyo. Tu siguiente pensamiento, sentimiento o acción puede revelar la sabiduría espiritual más profunda, que fluye tan pura y libre como los ríos primaverales en las montañas. No basta lo que hemos aprendido, pero es imposible que los secretos se mantengan ocultos por siempre.

Deepak Chopra