HAY COSAS QUE YA LAS
DOY POR PERDIDAS, AUNQUE SEPA DÓNDE ENCONTRARLAS
Hay cosas que he dejado atrás y aunque sepa dónde
encontrarlas sé que la vida es a veces un viaje sin retorno. Pero, no tengo
miedo ni me arrepiento de nada, porque sé por lo que vale la pena luchar y
reconozco también qué batallas son inútiles… Esas por las que no merece la pena
salir herido.
¿Cuántas cosas has dado por perdidas en tu vida? En
ocasiones cuesta verlas, cuesta darse cuenta de que cada esfuerzo que
invertimos, cada aspecto al que renunciamos por determinadas personas o por
algunos proyectos, son como las hebras del humo escapando por una ventana
abierta.
La razón por la cual nos cuesta percibir que todo lo que
hacemos en ocasiones no va a servir de mucho, es por el propio coste emocional.
Por la ilusión, por los sueños, por las esperanzas. Son estas emociones
positivas las que nos dan aliento cada día, y ellas las que más de una vez, nos
ponen vendas en los ojos.
Hasta que llega la decepción, hasta que llega ese instante
en que nos damos cuenta que la balanza de la vida está algo desequilibrada, que
ya no nos queda nada, que no hemos recibido nada y que ese sueño, era un mal
sueño.
¿Hemos obrado mal? ¿Hemos quizá de arrepentirnos por todo lo
hecho? Nunca. Quién no lucha por sus sueños no es valiente, quien no batalla
por sus ilusiones no alcanza la luna. Siéntete orgulloso por tu coraje, pero
recuerda que una retirada a tiempo, también es de prudentes y de sabios…
Esas batallas
inútiles en nuestra vida…
Empezaremos señalando algo importante: nadie sabe que una
batalla o un sueño ha sido inútil hasta que la realidad, nos impacta con toda
su crudeza. Hasta entonces, toda ilusión va a nutrir cada paso y cada
pensamiento, cada esfuerzo y cada acto invertido.
No importa si estamos hablando de un trabajo, de una amistad
o de una relación de pareja. La vida es una larga sucesión de momentos en los
que ponernos a prueba, de capítulos de los que disfrutar, por los que luchar y
de los que aprender. Porque aprender es esa clave vital que debe vertebrar cada
día de nuestra existencia.
Es posible que hayas cometido errores y que a estas alturas,
hayas dejado ya muchas cosas por perdidas. ¿Debes lamentarte por ello? En
absoluto. Lamentar un error es alimentar la amargura por una elección hecha en
un momento de nuestra vida.
Los errores se asumen, se entienden, se procesan y se
integran en eso que llamamos “baúl de las experiencias”. Y si esos momentos
vividos te traen malos recuerdos, no los alimentes cada día, no les lleves
flores. Los recuerdos desagradables deben sustituirse por el aquí y ahora, por la
felicidad de hoy.
Ninguna batalla es inútil porque es vida vivida y
experiencia adquirida. No obstante, no olvides que lo más importante de todo
esto es saber darnos cuenta lo antes posible de que ese proyecto, no merece
nuestros esfuerzos. De que esa relación, no merece nuestras renuncias ni
nuestro sufrimiento.
¿Cuándo es el momento
de “dar algo por perdido”?
Puede resultar una pregunta obvia, pero en realidad no lo es
y por ello vamos a ahondar en este aspecto. De hecho, es muy posible que ahora
mismo muchos de nosotros estemos alimentando esperanzas y proyectos en una
dimensión que no lo merece o “que no nos merece”.
Veámoslo a modo de reflexión en los siguientes puntos:
1. El poder de las
falsas expectativas
Hay veces que caemos en el error de culpabilizar a los demás
de alimentar en nosotros falsas ilusiones, cuando en realidad, es posible que
la responsabilidad recaiga en nuestra parte. Hay quien pone sus miras en ese
trabajo soñado, cuando es posible que ni tenga la formación ni las aptitudes.
También hay quien fija todas sus emociones y ansiedades en
una persona que en realidad, nunca le ha dado pista alguna de que sienta algo
por él o por ella. Es decir, nunca debemos perder de vista la objetividad, el
equilibrio y las perspectivas.
2. El coste emocional
Esa fuerza interior que tenemos los seres humanos llamada
emoción, es en realidad un motor tan poderoso como peligroso. En ocasiones nos
hace darlo todo, hasta nuestro último aliento por esa persona amada, por ese
sueño ansiado.
No vemos los límites y abrimos nuestro corazón sin leer el
manual de instrucciones, ese que como primera regla debería decirnos “sé
prudente, mira por ti, protege tu autoestima”. No obstante, no siempre lo
hacemos.
Debemos aprender a ser más receptivos, a decirnos a nosotros
mismos que también merecemos RECIBIR. ¿Te ofrece esa amistad apoyo,
complicidad, respeto y reconocimiento? Entonces sigue adelante.
¿Te da esa relación afectiva felicidad, alimenta tus
ilusiones? ¿Invierte en ti tanto como tú lo haces, ha renunciado a algo tal y
como has tenido que hacer tú en alguna ocasión? Si no es así, reflexiona y toma
una decisión.
Daremos por perdido toda cosa o toda persona que se nutre de
los egoísmos, que no nos reconoce, que nos quita las fuerzas e ilusiones en
lugar de enriquecernos. Avanza y cierra puertas, sabes muy bien dónde están
pero también tienes muy claro dónde DESEAS ESTAR TÚ.
Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/hay-cosas-que-ya-las-doy-por-perdidas-aunque-sepa-donde-encontrarlas/