viernes, 24 de julio de 2015

EL DUELO: UN SUFRIMIENTO ÚTIL

Por Walter Riso

Ni todo sufrimiento es malo, ni todo sufrimiento es bueno. Ni búsqueda desenfrenada de placer ni fanatismo masoquista. Hay aflicciones que son imprescindibles para el ser humano, y otras que sobran. Hay dolores productivos que nos hacen crecer y avanzar,  y otros que son un especie de via crucis rumbo a nada: el tormento por el tormento.

Viktor Frankl, un psicólogo que sobrevivió a los campos de concentración y exterminio nazi, hablaba de un sufrimiento con sentido y uno sin sentido. Al primero lo catalogaba de “noble” desdicha y al segundo de infelicidad “innoble”. Cuando el dolor está al servicio de fines saludables, es como una inyección de penicilina, duele, pero cura.

Un buen ejemplo de este sufrimiento justificado es el duelo. En situaciones de pérdida, como la muerte de un ser querido o la separación conyugal, la biología nos impone el principio de realidad. El duelo nos enseña que hay que saber perder y que, en determinados momentos, la esperanza puede llegar a ser un verdadero estorbo. Ante lo irremediable, la mejor opción es la humilde aceptación. Si no fuera así, el organismo se desgastaría tratando inútilmente de recuperar un imposible. Moriríamos en el intento. El reconocimiento de que “se acabó” y que “ya no hay nada que hacer”, nos libera de una estéril y dolorosa espera.

El duelo normal posee cuatro etapas. La primera es el embotamiento o entumecimiento de la sensibilidad, en la cual el sujeto se siente aturdido e incapaz de entender lo ocurrido; puede durar horas o semanas.

En una segunda etapa, de anhelo y búsqueda, la persona no acepta que la pérdida sea permanente. Aquí pueden aparecer manifestaciones como llanto, congoja, insomnio, pensamientos obsesivos, sensaciones de presencia del muerto (y obviamente visitas a videntes y brujos), cólera y rabia, en fín, en esta etapa se intenta restablecer inútilmente el vínculo que se ha roto. Es una etapa de ansiedad y desesperación; puede durar de dos a tres meses.

En la tercer fase, pese al dolor, se comienza a aceptar la pérdida y aparece una fase realista y depresiva; el tiempo promedio es de dos a tres meses.

Finalmente, se entra a la fase de reorganización, donde, ya sí, se comienza a renunciar definitivamente a la esperanza y el individuo recupera la iniciativa y las ganas de vivir.

Se calcula que un duelo bien elaborado puede durar de seis meses a un año, dependiendo de la cultura y la historia previa del sujeto. Algunas personas crean un duelo crónico, es decir, se quedan anclados en la tercera etapa (depresión). Otras, pueden permanecer en la primera etapa, y configuran lo que se llama ausencia de aflicción consciente. En ambos casos, el proceso se estanca y las remembranzas se transforman en calvario.

“Elaborar” adecuadamente un duelo afectivo implica que la mente y el organismo puedan procesar, aceptar, absorber, decodificar o asimilar la ausencia definitiva de la persona amada. Quiere decir que al pasar por las etapas mencionadas, el deudo admite y asume, así sea a regañadientes, el hecho de la pérdida. No significa insensibilidad ante la muerte, ni olvido inclemente, sino nostalgia de la buena. Recuerdos modulados por el amor en vez de angustia de separación. No hay ansiedad descontrolada, sino mansedumbre afectiva.

Se fue, pero quedan los años vividos, la dicha de haberlo tenido, la memoria teñida de momentos inolvidables y la añoranza limpia de toda ira. En un buen duelo no hay egoísmos, apropiaciones indebidas, posesiones a destiempo, ni celos retrospectivos. Aunque es recomendable llorar hasta el cansancio, no suele haber mártires, estancamientos suicidas o autolaceraciones.

Tarde que temprano, el vendaval del desconsuelo cede paso a una sosegada calma que surge desde adentro. Y es cuando comprendemos que todo ese sufrimiento, ese desgarrador padecimiento, cumplió su cometido. No fue en vano. Había que sufrir para empezar de nuevo. Así es la sana resignación del que sabe perder.




jueves, 23 de julio de 2015

martes, 21 de julio de 2015

DE TANTO PASARLO MAL, AHORA SOLO DISFRUTO DE LA VIDA

“Hay que tener fe en uno mismo. Ahí reside el secreto. Aún cuando estaba en el orfanato y recorría las calles buscando qué comer para vivir, incluso entonces, me consideraba el actor más grande del mundo. Sin la absoluta confianza en sí mismo, uno está destinado al fracaso.”

“La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”

Charles Chaplin

Llega un momento en nuestra vida en el que estamos cansados de dramas. De los nuestros, de los que nos hemos montado en nuestra cabeza y de los que nos rodean.

Nos sentimos también cansados de evaluarnos, de revolcarnos en errores del pasado y de abrir heridas que nos hacen parecer masoquistas.

Hay gente que siempre sabe equilibrar y no convierte su vida en un valle de lágrimas. Otros, sin embargo, hemos recorrido infinidad de veces ese valle de lágrimas, no sabemos en qué consiste la perfección.

Pero de repente, en algunas personas aparece un hartazgo, una pereza profunda a seguir la misma ruta de emociones demasiado fuertes, puede ser que ya simplemente no podemos más, o que hemos aprendido que no sirve para nada.

Nuestra energía se nos va.

Así que si te encuentras en ese punto, no estés inquieto por esta nueva sensación en ti.

Estás preparado para una nueva etapa, que será esplendorosa:

– Empezarás a actuar no para que los demás lo aprueben, sino porque realmente es lo que te apetece.

Si no te llama, o no te escribe, no pensarás qué hay en ti que marcha mal.Pensarás que esa persona, no era para ti, y seguirás adelante con una nueva y maravillosa indiferencia.

– Pensarás menos y sentirás más.

– Empezarás a apreciar los pequeños placeres de la vida.

– Cerrarás etapas con portazo y llave.

– El pensar en ti ya no te resultará egoísta.

– Dejarás de compararte con los demás, tú misma eres el espejo donde mirarte para corregir y mejorar, serás la referencia para mejorar tu vida.

– Agradecerás las críticas constructivas y aprenderás a hacerlas tú también.

– Serás lo suficientemente asertivo para no ir a fiestas que no te apetecen con gente que no te apetece.

-Darás sin esperar recibir, pero aprenderás a saber donde está el límite de la generosidad y del interés.

–Dejarás de analizar comentarios y desprecios. Ese tiempo lo usarás en planificar cosas importantes.

–Mejorarás en todo lo que te has propuesto, porque sabrás que si no lo haces tú nadie lo hará por ti.

-Hacerte la víctima no sirve.Tomarás las riendas de tu vida y aceptarás estoicamente las derrotas. Son tuyas, no deberás dar explicaciones de ellas.

-Pedirás ayuda solo cuando sepas que existe y a las personas que lo hacen de corazón.

-Sabes ya que pocos amigos dan la cama y la seguridad. Tener demasiados no es sinónimo de estar más acompañada.

-Tus valores se afianzan con cada paso que das.

-Sustituirás la pereza por la voluntad.

– Utilizarás la tecnología para comunicarte, pero no serás una esclava de ella.

– Las críticas destructivas serán leídas y archivadas sin causa.

Quizás pienses como has podido perder tanto tiempo en agradar a gente que en realidad no te importa, cómo te has podido dejar influenciar de una manera tan personal con ciertos comentarios. Pero durará pocos minutos, porque te darás cuenta de lo feliz que estás ahora

– Te vendrán problemas, pero tu experiencia te ayudará a relativizarlos y solventarlos. No te preocuparás, actuarás.

– Puede ser que no hayas merecido tantas decepciones en tu vida, pero cae en la cuenta de que tanto dolor lo has transformado en madurez, calma y serenidad.

“Y ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.”

Ángeles Caso


Ahora, que estás feliz de conocerte y a los demás (aunque ya no te importe tanto) les resulta irresistible esta faceta tuya. Porque no hay nada más magnético que sentirte bien en tu piel y en tu mente.

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/de-tanto-pasarlo-mal-ahora-solo-disfruto-de-la-vida/