Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
jueves, 11 de junio de 2015
EFECTOS DE LAS EMOCIONES Y PENSAMIENTOS NEGATIVOS EN NUESTRO
CUERPO
¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo influyen los
pensamientos en tu salud y en tu cuerpo?
Son pocas las veces que la mayoría de personas nos ponemos a
pensar cuán impactantes pueden ser los pensamientos para nuestro cuerpo y
nuestra salud.
En ocasiones nos dejamos llevar por el estrés, la tensión,
la angustia, el desespero, la prisa y muchos otros sentimientos negativos que,
sin pensarlo, nos pueden afectar tanto emocional como físicamente, desmejorando
nuestra calidad de vida.
Todos deberíamos tener claro que la conexión cuerpo-mente es
mucho más fuerte de lo que pensamos, pues nuestros pensamientos y emociones
pueden ser determinantes a la hora de estimular la producción de ciertas
sustancias que pueden influir en nuestra salud física y emocional. Por ejemplo,
la serotonina y la dopamina son dos sustancias que nuestro cerebro libera
cuando tenemos un estado de felicidad o euforia. Algo así ocurre con las
emociones negativas, pero en lugar de hacerle bien a nuestro cuerpo, le puede
generar dolor y muchas otras molestias que impiden sentirse saludable.
Nuestro cerebro tiene la capacidad de almacenar información
importante y determinante para el comportamiento y su relación con nuestro
cuerpo. Varios expertos coinciden al pensar que todos tenemos la capacidad de
definir lo bueno y lo malo de cada situación, siendo nosotros mismos los
responsables de otorgarle una connotación negativa o positiva a cada uno de los
momentos por los que tenemos que atravesar día a día.
El efecto sobre
nuestro cuerpo
Nuestro ser emocional puede derivar en algunas molestias
físicas que nos pueden indicar que estamos atravesando por un momento difícil en
el que las emociones y pensamientos negativos nos tienen invadidos. Por
ejemplo, sentir dolor en el cuello constantemente nos podría estar indicando
que tenemos la incapacidad para ver desde diferentes perspectivas.
Una sensación de dolor inexplicable en las caderas nos puede
estar indicando que el miedo nos tiene invadidos, posiblemente por no sentirnos
con capacidad de tomar decisiones importantes.
El dolor en la espalda alta está relacionado con el dolor
del desamor; el dolor de la espalda media se relaciona con la incapacidad para
soltar el pasado; y el dolor en la espalda baja está relacionado con el estrés
financiero.
Una sensación de dolor en las rodillas puede indicarnos
miedo, orgullo y falta de dominio sobre el ego.
Cuando estamos atravesando un momento o situación que nos
produce ira,en nuestro cuerpo ocurre un efecto bioquímico que nos hace aumentar
los niveles de adrenalina y reviviremos las sensaciones una y muchas veces.
Las sensaciones de tristeza influyen mucho en nuestras
energías y motivación para enfrentarnos a nuestro día a día. La tristeza nos
puede producir fatiga, exceso de cansancio y una bajada importante de energías.
¿Cómo combatir los
pensamientos y emociones negativas día a día?
Así como tenemos momentos buenos y llenos de felicidad,
parte de vivir también es pasar por momentos difíciles, que ponen a prueba
nuestra fortaleza y nuestra capacidad para controlar nuestras emociones. Para
hacer frente a los pensamientos y emociones negativas que nos pueden invadir en
cualquier momento de nuestra vida, es muy importante aprender a tener un
pensamiento positivo de cada experiencia, por difícil o insuperable que
parezca.
Todos los días al levantarnos es muy importante programar
cuerpo y mente para asumir el reto de ese nuevo día y esa oportunidad que
tenemos para estar bien y vivir felices. Nuestra mente tiene un poder
impresionante y puede llevar a cabo todas aquellas cosas que le indiquemos con
mucha seguridad. Teniendo en cuenta esto, es importante aplicarnos buenas dosis
de positivismo y tratar de verle el lado bueno a las cosas, aunque sea una
experiencia relativamente difícil de superar.
Cuando los pensamientos y emociones negativas traten de
apoderarse de nuestra vida y de nuestra salud, es muy importante tomarse unos
minutos para reflexionar y meditar si en verdad vale la pena gastar nuestras
energías en ese pensamiento. Lo más probable es que después de hacer este ejercicio,
en lugar de lamentarte y dejarte dominar por esas emociones, quieras darle un
cambio a tu vida y buscar soluciones para que esa negatividad no te afecte y te
robe tu calidad de vida.
Está comprobado científicamente que el positivismo y las
buenas emociones, como la alegría, la felicidad y la risa, liberan hormonas
responsables del fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico. Así mismo, se
determinó que las emociones negativas pueden actuar de forma contraria y causar
un debilitamiento del sistema inmune, haciendo nuestro cuerpo más propenso a
contraer diferentes enfermedades.
Ser una persona positiva es cuestión de decisión, buenos
pensamientos y buenas emociones. Vale la pena aplicarnos buenas dosis de
positivismo, pues esto mejorará nuestra salud emocional y física en muchas
maneras.
Fuente: Vive Sana
miércoles, 10 de junio de 2015
LA ESPIRAL DE LA QUEJA
Si tu mal
tiene remedio, ¿por qué te quejas?
Si no lo
tiene ¿por qué te quejas?
Proverbio
oriental
¿Cuánto te quejas a lo largo del día? Detente un momento y
piénsalo…
Cada uno de nosotros suele tener una colección de quejas
esperando a salir. Nos quejamos del trabajo, de nuestra pareja, de aquel amigo,
de cómo nos trataron en el último restaurante al que fuimos… La lista podría
ser infinita.
Quejarse se está volviendo una adicción en la sociedad. Sin
embargo, tras haber lanzado todo aquello que no nos parecía bien, volvemos a
nuestra rutina normal, mientras que la queja poco a poco se va sepultando en el
olvido.
Pero, hay personas que convierten la queja en su estilo de
vida. No hay ni un solo día en el que no ocurra algo sobre qué lamentarse.
Así, la queja podemos utilizarla en ocasiones, como modo de
descarga o válvula de escape, el problema viene cuando nos aferramos a ella y
la convertimos en algo indispensable en nuestras vidas. De esta manera,
focalizamos nuestra atención sobre lo negativo.
Si lo pensamos, la espiral continúa de quejas, no nos lleva
a ninguna parte, al contrario nos paraliza. El psicólogo Joan Garriga afirma
que “Quejarse baja la vitalidad de las personas”.
Quejarse no cambia las situaciones, tampoco a las personas
ni a las cosas, tan solo informa de que la realidad no nos agrada.
La queja no resuelve nada, a no ser que la emitamos tan solo
para desahogarnos, pero esto resulta eficaz cuando no es repetitivo en el
tiempo, de lo contrario, resulta inoperante, pues no aporta soluciones.
¿O crees que porque te quejes mucho las situaciones van a
parecer distintas? ¿O que todo se resolverá por arte de magia?
En ocasiones, la queja también nos indica una falta de
responsabilidad ante las personas y las situaciones, o la recreación en la
posición de víctimas.
Seguro que a vuestro alrededor identificáis alguna persona
que se queja de su situación, pero no hace nada por resolverla, al contrario,
solo sabe hablar de ella, centrándose en lo negativo, sin buscar soluciones ni
alternativas. Se ha acomodado.
Hay que tener en cuenta que cuando nos quejamos, acusamos a
los demás o a las circunstancias de nuestra infelicidad, quedamos exentos de
toda responsabilidad, como si nuestro bienestar dependiera del exterior. Y nos
convertimos en víctimas de nuestra realidad.
La queja niega el poder que tenemos, resistiéndose a aceptar
y asumir la realidad, paralizando la acción y bloqueando el futuro.
De hecho, cuando alguien ha establecido como hábito la queja
continua, es porque detrás de ella, se esconde algún beneficio, por lo que
conviene observar qué hay detrás de esa queja, la necesidad escondida.
Al quejarnos manifestamos que las cosas no han salido como
pensábamos o que el otro no ha actuado como queríamos, solicitando que sean
resueltas. Pero la queja, no se resuelve desde fuera, sino desde uno mismo, en
nuestro interior.
De nada vale quejarse, si después no te pones en marcha a
buscar soluciones o alternativas. Incluso, en ocasiones tan solo con pararnos,
observar y comprender lo sucedido será suficiente. Es nuestra decisión orientar
nuestra energía a vivir o hacia ir muriendo poco a poco.
Preguntarnos de manera sincera para qué nos sirve la queja
que estamos emitiendo, nos permitirá descubrir aquello que necesitamos.
En la actualidad, existe una iniciativa a través de
Internet, que propone dejar de lamentarse por cosas cotidianas. Los autores de
este movimiento, Blancpain y Pelgrims, expresan la importancia de los
beneficios que se obtienen si dejamos de quejarnos durante un mes. Por un lado,
obtendremos un mayor nivel de felicidad y por otro, la adquisición de
conocimientos sobre cómo nos comunicamos con nuestro alrededor, afirman.
Y tú, ¿podrías pasar un mes entero sin quejarte? Si somos
capaces de descubrir nuestra libertad dentro de nuestra esclavitud, también
podremos hallar nuestra alegría o nuestro bienestar, bajo la cubierta de la
victimización.
martes, 9 de junio de 2015
¿ES NECESARIO PERDONAR?
Esa persona que te ha hecho tanto daño, ¿merece ser
perdonada? Seguro que te has preguntado esto más de una vez. Quizás si se trata
de alguien muy cercano a tu círculo íntimo, pienses un poco más detenidamente
si vale la pena el perdón o no.
Sin embargo, queda otra duda rondando en el aire: ¿perdonar
quiere decir reconciliarnos con esa persona? Tal vez hemos decidido perdonarla
para no seguir guardando rencor, un veneno que no nos hace para nada bien; pero
eso no significa que tengamos que volver a ser amigos como antes, seguir
estando casados, ir a cenar a su casa, etc.
Cuando somos traicionados de alguna forma u otra, es
bastante difícil que la relación continúe como si nada hubiese pasado.
Imaginemos que nuestra confianza es como una copa de cristal que se cae al piso
y se hace añicos, ¿podrá volver a ser como antes, aunque pegásemos los pedazos?
Claro que no.
Es preciso tener en cuenta que cuando perdonamos a alguien
por sus errores, también nos estamos perdonando a nosotros mismos. ¿Qué quiere
decir esto? que al perdonar, nos liberamos del dolor, las emociones tóxicas y
los sentimientos negativos que habitan nuestro interior. Y eso, ya es bastante.
Pero no vale decir “te perdono” sin realmente sentirlo,
debemos ser conscientes y auténticos al expresar estas dos palabras que tanto
significado y valor guardan consigo.
El perdón puede o no forjar una reconciliación. No se trata
de una condición sine qua non, es decir, que podemos perdonar y cada una de las
personas seguir su propio camino. Ambas sendas se bifurcan a partir del momento
en que decidimos perdonar y al mismo tiempo, soltar.
Esto no ocurre de la noche a la mañana, sino que el perdón
es un proceso que debemos atravesar en el tiempo. Quizás pensemos que ya hemos
perdonado a alguien por lo que nos hizo, sin embargo, cada vez que recordamos
el hecho que ocasionó la pelea experimentamos tristeza, lloramos, nos
enfadamos, etc. Eso quiere decir que aún no lo hemos perdonado al 100%.
Como indica Miguel Ruiz en su libro “Los cuatro acuerdos”,
el perdón es la única manera que tenemos de sanarnos. Te darás cuenta de que
has perdonado a alguien cuando lo veas (o lo recuerdes) y no tengas ninguna
reacción emocional negativa.
Podríamos comparar el perdón con la cicatrización de una
herida que nos hemos hecho en la mano cortando una manzana. Mientras la herida
se esté curando, nos dolerá si la tocamos o apenas rozamos con la ropa o algún
objeto. Una vez que la piel se haya regenerado, puede que quede una cicatriz o
la piel más clara, sin embargo, al pasar un dedo por ella, no sentiremos dolor.
En el caso del perdón, nos daremos cuenta de que hemos realmente perdonado
cuando no nos haga mal el recuerdo de la situación, que en un primer momento
nos ofendió.
Recuerda esta frase tan bonita sobre las consecuencias de no
saber perdonar: “No perdonar es como tomar una brasa candente con la intensión
de arrojársela a otra persona: eres tú el que se quema primero”.
Otra razón, sin dudas, para perdonar es recordar que el
perdón es como una forma de curarnos a nosotros mismos y eliminar más dolor del
ya producido.
¿Cómo, cuándo y por qué perdonar? Todo dependerá de cada uno
de nosotros, de la experiencia individual. No existe una regla o una receta
mágica que indique: “ante un engaño en la pareja, esperar dos semanas para
perdonar”, por ejemplo.
Tú mismo te darás cuenta en qué momento has perdonado o
cuando todavía debes trabajar para lograr este objetivo. Y hasta en algunos
casos, el tiempo es el que se encargará de sanar las heridas. No hay dudas, el
paso de los años es el mejor cicatrizante para las lastimaduras del corazón, en
ocasiones.
Si debemos o no perdonar es una decisión personal. Sólo que
esta decisión repercutirá en nuestra vida, ya sea en el presente o en el
futuro.
Es cierto que algunos engaños son más difícil de perdonar
que otros, pero también debemos recordar que no somos seres perfectos y todos
nos equivocamos. No estamos justificando al que nos ha engañado, sólo estamos
siendo un poco menos estrictos o duros con esa persona, que seguramente se
sentirá mal por lo que ha hecho.
Entonces, debemos recordar que el perdón no es algo que
beneficia a la otra parte sino a nosotros mismos, los que perdonamos, ya que
nos deshacemos de una carga pesada y peligrosa que daña nuestro corazón.
¡Practica más a menudo el perdón y te sentirás mucho más
liviano!
lunes, 8 de junio de 2015
NUESTRA CAPACIDAD DE OÍR LO QUE NO SE
ESTÁ DICIENDO (EL CONTAGIO EMOCIONAL)
ESTÁ DICIENDO (EL CONTAGIO EMOCIONAL)
“Eran los comienzos de la Guerra de Vietnam cuando los
soldados de un pelotón estadounidense estaban en cuclillas en medio de un
arrozal, en pleno tiroteo con el Vietcong.
De pronto, una fila de seis monjes empezó a caminar a lo
largo de las pequeñas elevaciones que separaban un arrozal de otro. Con
serenidad y porte perfecto, se dirigían directamente hacia la línea de fuego.
No miraban a la derecha ni a la izquierda. Caminaban en
línea recta, recuerda uno de los soldados
estadounidense. Fue realmente extraño, porque nadie les disparó.
Y después de que terminaron de caminar por los montículos,
de pronto el deseo de lucha me abandonó. Ya no tenía ganas de seguir haciendo eso,
al menos ese día. Debió de ser así para todos, porque todos abandonaron.
Simplemente dejamos de combatir.
El poder del sereno coraje de los monjes para apaciguar a
los soldados en el fragor de la batalla ilustra un principio básico de la vida
social. Las emociones son contagiosas.”
Imaginemos que estamos tomando un café con unos amigos y
que, de repente, uno de ellos comienza a reír de tal forma que no puede parar.
Su risa va en aumento y cada uno de los presentes comenzamos a reírnos sin
saber exactamente por qué. Esta es la risa contagiosa.
Podemos indicar otro ejemplo curioso: en una guardería
repleta de niños hay uno que se pone a llorar de forma desconsolada… De manera
casi inmediata el resto de niños lo mirarán y comenzarán a llorar en escalada,
como si de una invitación a un festival de llanto se tratase.
Transmitimos y captamos nuestros estados de ánimo de forma
verdaderamente mágica. Las emociones son contagiosas, de hecho nuestro estado
emocional puede virar de manera asombrosamente rápida. Siempre llevamos a cabo
estos intercambios emocionales, comúnmente de manera sutil, con mayor o menor
intensidad y de forma consciente o inconsciente.
Además, las personas que tienen la habilidad de modular sus
emociones son las que más agradan, las que nos hacen sentir cómodas y bien,
aunque solamente nos hayan dado los buenos días acompañados de una sonrisa.
Existe constancia de que cuando nos relacionamos, a la vez
que percibimos el estado emocional de nuestro acompañante, nuestra musculatura
tiende a situarse de forma similar a la de nuestro interlocutor. Es decir, que
en una conversación normal si la otra persona sonríe sutilmente, nosotros
también tenderemos a sonreír.
Esto no solo significa la imitación de un gesto, supone
mucho más, ya que se trata de un acercamiento emocional que nos sucederá en
mayor o menor medida según nuestra sensibilidad.
Según el psicólogo John Cacioppo, independientemente de si
entendemos o no la mímica de nuestro compañero, evocaremos su estado de ánimo
buscando de forma inconsciente un acercamiento y procurando sincronizar o poner
a la par nuestros estados de ánimo.
En definitiva, se trata de la composición conjunta de una
melodía que conforma sus armonías en función de cómo adaptemos nuestros
movimientos, de cómo nos acerquemos o alejemos y de cómo amoldemos nuestra
postura.
Es decir, cuanta mayor sintonización haya, mayor unión habrá
tanto para expresar como para recibir estados de ánimo positivos o negativos.
Si por ejemplo nuestra pareja lleva unas semanas triste o irritable,
independientemente de nuestro estado de ánimo base, seguramente acabaremos
sintiendo una tristeza o irritabilidad que se asemejará a la de nuestro
compañero sentimental.
Además, cuanto mayor compromiso haya entre dos personas,
mayor sincronía habrá, pues tiene mucho que ver con la relación existente entre
dos personas. Investigadores como Cacioppo mantienen la convicción de que uno
de los factores que más determinan la eficacia y el éxito de nuestras
relaciones es la destreza que mostramos a la hora de compenetrarnos.
De hecho, las personas que percibimos como fuertes son las
que son capaces de identificar los estados de ánimo de los demás o imponer los
suyos. Si una persona es capaz de motivar a otra será porque ha conseguido
adecuar el tono con el que comunicarse.
Lo cierto es que el hecho de que estemos invisiblemente tan
conectados no deja de sorprendernos. Parece que la ciencia va obteniendo
respuestas y, desde hace unos años, las
explicaciones a este tipo de fenómenos se centran en las neuronas espejo. Estas
neuronas son células cerebrales cuya misión es reflejar la actividad que
estamos observando y son las culpables de que, por ejemplo, bostecemos cuando
alguien lo hace ante nosotros.
En definitiva, en
palabras de Peter F. Druncker, “los verdaderos oyentes empáticos hasta pueden
oír lo que se dice en el silencio. Lo más importante en la comunicación es oír
lo que no se está diciendo”
domingo, 7 de junio de 2015
TÉCNICAS DE DESAHOGO EMOCIONAL
No podemos negarlo, a veces es más fácil callarse y volver
el rostro. O sencillamente, intentar pasar página aferrándonos con fuerza a la
cotidianidad para intentar olvidar. Para intentar no pensar. Pero las emociones
no se disuelven sin más como el humo escapando por una ventana abierta, se
acumulan y nos hieren en silencio.
Se convierten en espectros internos capaces de dañar nuestro
cuerpo y nuestra mente, espectros sin forma definidos a través de nuestras
experiencias, nuestros fracasos, desilusiones o pérdidas. Nadie queda libre de
su influencia.
Reconocerlos y hacerles frente, es un modo de adecuado de
asumir nuestra propia realidad interior para cuidar de nuestra salud emocional,
imprescindible sin duda para nuestro equilibrio e integridad personal. Te
explicamos cómo.
1. SER CONSCIENTE DE TUS EMOCIONES
No es fácil. En ocasiones la tristeza se camufla con la
rabia o la ira. Podemos tener ante nosotros personas que muestran un marcado
desprecio, o comportamientos desafiantes.
Es posible que bajo esta coraza ligeramente agresiva no esté
otra cosa más que la tristeza, el pesar por haber perdido algo o alguien, la
frustración por el fracaso o la soledad. Deberemos ir capa a capa, ahondando en
nosotros mismos para llegar al centro de nuestras propias emociones. ¿Cómo me
siento? ¿Es odio, es amargura? ¿Qué hay tras estos sentimientos?
2. VACIADO DE MENTE
El vaciado de mente no es más que ir descendiendo en la
escalera de nuestro mundo interior, de nuestras emociones, para ello podemos
seguir los siguientes pasos:
-¿Qué me da rabia? ¿Qué es lo que me enfurece? ¿Qué es lo
que me entristece? ¿Qué es lo que me impide encontrarme bien en estos momentos?
-Intenta razonar en primera persona: Me siento, a mi me
duele que, yo no quiero que…
-Seguidamente, piensa en cómo desearías estar el día de
mañana. Haz un esfuerzo pensando en tu futuro. ¿Qué podrías hacer hoy para
alcanzar esa tranquilidad que ansías? ¿Cómo podrías conseguirlo? ¿Qué puedes
hacer en mismo este mismo instante para conseguirlo?
3. EXPRESA TUS EMOCIONES
Las emociones pueden canalizarse de muchos modos. Llorar
siempre es adecuado. También buscar un instante de necesitada soledad donde
estar con uno mismo y reorganizar nuestros pensamientos, pensar en nuestras
necesidades.
No evites tampoco buscar apoyo personal en un familiar o un
amigo. Busca siempre personas que sepas que te van a escuchar y a comprender;
poner tus palabras en voz alta siempre es terapéutico y puedes encontrar
opciones que no pensabas o que no te planteabas.
4. VALOR PERSONAL
Para enfrentarse a los propios miedos se necesita coraje. No
todo el mundo puede –o sabe- asumir sus obligaciones emocionales y personales
para avanzar, para llegar alcanzar su propia felicidad y también la de las personas
que lo rodean. A veces es más fácil acogerse a la salida de emergencia, esa
donde uno sale corriendo sin mirar atrás para huir de aquello que lo
inmoviliza. Prefieren no admitir, no pensar, no hablar de aquello que les
duele, les molesta o que les impide ser feliz y vivir en armonía.
El valor personal implica una necesidad por enfrentarse a
uno mismo con el fin de alcanzar las metas propias, que no son otras más que
las de encontrar el equilibrio. La integridad emocional requiere que vayamos
liberándonos de todos esos pesos que enferman nuestro carácter y nuestro
cuerpo.
Basta con buscar un instante para nosotros mismos y ahondar
en el mapa interior que todos tenemos, buscar recovecos, baúles donde se
esconde la rabia, la frustración… enfrentarse a ellos y alcanzar la orilla de
la tranquilidad, y el desahogo personal.
Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/tecnicas-para-el-desahogo-emocional/
Suscribirse a:
Entradas (Atom)