miércoles, 15 de abril de 2015


APRENDIENDO A VIVIR EN PLENITUD

• Alimentación lo más natural posible: la mayoría de las comidas industrializadas están llenas de químicos o productos dañinos.  En la medida de tus posibilidades, trata de que ellos sean la menor cantidad y retorna a los cereales, verduras y frutas.  Toma al menos un litro de agua por día.

 • Actividad física: si deseas caminar, hacer yoga, taichí, danza, lo que prefieras, hazlo con conciencia; no estés pensando en otra cosa o exigiéndote o haciéndolo porque “debes”; percibe tu cuerpo, escúchalo.

• Salud: el cuerpo estará contigo por el resto de tu vida… ¿es obvio, sí?  Sin embargo, hoy lo tratas como si no  fuera a pagar las consecuencias de tus desatinos el día de mañana.  Llegarán y no serán buenas.  Cuídalo, busca recetas alternativas, que lo respeten y no sean invasivas, agradécele cada día que esté sano, fuerte y sensible.

• Vive también el cuerpo: pareciera una tontería esta afirmación pero tú vives en tu mente.  Realizas todo automáticamente, mientras piensas en lo que hiciste o vas a hacer o te criticas o te atemorizas.  Mientras tanto, te pierdes del presente, que es lo único real que tienes.  Así que… respira, siente tu cuerpo: si está cómodo, si necesita un descanso, si no le gusta una situación o un ambiente, si reclama tu atención a algún tema con un síntoma o una enfermedad, si precisa contacto con la Naturaleza, con el sol…

• Presencia total: Deja de volar inútilmente y vive en el aquí y ahora, aprecia las posibilidades que hay en este momento.  Si crees que el mañana te traerá lo que necesitas, toma nota de que hoy era el mañana de ayer.

•Conexión con tu Alma: tu Alma intenta comunicarse contigo todo el tiempo, a través de lo que vives en lo habitual.  Pregúntate: “¿por qué/para qué sucedió esto?, ¿qué puedo transformar?, ¿cómo responder más sabia, serena, amorosamente?, ¿qué aporta mi conducta a Todo Lo Que Es?”  Cada momento de tu vida es una constante oportunidad de aprendizaje.


• Silencio: la estresante y febril actividad de nuestra sociedad es, en el fondo, un escape superficial del Ego a los reclamos de la Esencia.  Procura hacer silencio y escucharla, porque en la calma está la conexión.  Si necesitas meditar o rezar o caminar o mirar el fuego, hazlo.  En algún momento, este enlace debería ser cotidiano, natural y simple, tan parte de ti como comer.  De hecho, es tu verdadera nutrición

El cuerpo humano es depositario de la inteligencia divina, es parte integral de la conciencia.  Todo está relacionado y negar eso a esta altura del conocimiento es necedad.

El cuerpo sufre los resultados de la falta de conciencia y, a la vez, contiene los recursos que necesitamos para despertarla.  Es más sencillo de lo que pensamos, aunque requiere continuidad y paciencia en el darse cuenta y en la transformación… pero las consecuencias son la plenitud, la paz y el valor de ser uno mismo.



martes, 14 de abril de 2015

Playa de Risco del Paso, Fuerteventura



LA NECESIDAD DE RECONOCIMIENTO, PILAR DE LA AUTOESTIMA

Todos necesitamos ser reconocidos. No es una cuestión de orgullo, egoísmo o inmadurez. En absoluto, el ser humano, desde sus etapas más tempranas, necesita del respeto y el cariño de todos aquellos que le rodean, ahí donde queda implícito ese reconocimiento sincero hacia nuestra persona.

Se reconoce nuestro valor como ser humano que es querido, amado. Se reconocen nuestras virtudes y nuestras capacidades para avanzar y conseguir cosas. Para ser feliz con madurez e integridad. Bajo esta dimensión esencial se halla además la fuerza de esos vínculos de apego que nos dan confianza y que nos ayudan a crecer. Nuestros padres, nuestra familia, son el primer círculo social encargado de ofrecernos reconocimiento, respeto y cariño.

Si disponemos de este primer “sustrato”, tendremos también el privilegio de la autoestima. Ésa con la cual, ir avanzando emocional y personalmente. Más tarde, y a través de nuestras relaciones sociales, obtendremos también reconocimiento de nuestros amigos y nuestras parejas. Pero cuidado, al igual que aceptamos recibirlo, también es esencial saber ofrecer reconocimiento a los demás: “yo te valoro como persona, te aprecio y creo en ti. Sé de lo que eres capaz y te respeto por ello. Eres parte de mi vida”.

Hablemos hoy sobre ello. Ahondemos en el concepto del reconocimiento.

RECONOCIMIENTO Y AUTOESTIMA

Recordemos en primer lugar, todos esos pilares que fundamentan nuestra autoestima:

1. EL respeto hacia uno mismo: Imprescindible. Si uno mismo no se valora y se reconoce a sí mismo como persona capaz e importante, no tenemos nada. El amor siempre empieza por la propia persona. Si yo me valoro y soy capaz de ver todas mis virtudes y mi derecho a ser feliz, seré capaz casi de cualquier cosa. Sobre todo de aportarme integridad a mí mismo.

2. La autoconfianza: Soy consciente de mis capacidades y mis limitaciones. Y confío en mí  para avanzar con equilibrio y seguridad a lo largo de mi camino vital. Si no tengo confianza en mí mismo, pierdo el control de mi vida. O lo que es peor, lo dejo en el bolsillo de los demás. Y algo así no es saludable.

3. La responsabilidad  de tener control sobre nuestra propia vida: Tú eres el capitán de tu navío. No eres un grumete ni aún menos un polizón. Es imprescindible que sepamos esto desde muy temprano para poder tomar nuestras propias decisiones. Para valorarnos más como personas y ser valientes.

4. La creencia de que somos validos: Jamás mires tu vida desde el punto de vista de la carencia, sino de la posibilidad. De la capacidad. Reconoce tus virtudes, tus fuerzas, jamás tus flaquezas. Todos somos válidos para ser felices en esta vida compleja, sólo se requiere seguridad en uno mismo y valentía. Nunca pienses que los demás son más válidos que tú, o será el momento en que empieces a levantar muros alrededor de tu vida. No caigas en ese error.

Tal y como puedes observar, alrededor de todos estos puntos, se integra la necesidad de reconocimiento. Pero ante todo el reconocimiento propio. La certeza de saber que soy una persona merecedora de logros, equilibrio y felicidad. Es posible que en los primeros años de tu vida no gozaras del respeto y el reconocimiento de tu familia. Puede que esos vínculos de apego no fueran los más apropiados en tu caso particular.

Tal vez fuera así, pero jamás te quedes anclado en ese pasado de infelicidad. Escudriña en tu interior, busca las fuerzas que todos tenemos y busca el salvavidas de ese auto-reconocimiento, ése que te dice que eres una persona valiente. Que mereces lo mejor y que el amor, siempre empieza en uno mismo.

 LA NECESIDAD DE UN RECONOCIMIENTO SALUDABLE

Como puedes ver hemos estado hablando de un reconocimiento esencial que vertebra el concepto de la autoestima. Aunque también hemos de hacer un pequeño matiz. Seguro que conoces a una o varias personas que buscan siempre el reconocimiento de los demás.

El que se valore sus acciones, sus palabras, sus comportamientos, sus actitudes e incluso su físico. Cuando estas necesidades se vuelven casi obsesivas, estaríamos hablando de un reconocimiento poco saludable. Ése que busca en el exterior, lo que no encuentra en el interior.

Es decir, tal y como te hemos señalado anteriormente, es primordial que el reconocimiento parta también de la propia fuerza interior. No hace falta que los demás reconozcan que soy una persona íntegra y valiente. No necesito a cada instante y a cada hora que me digan lo bien que hago las cosas. Yo también lo sé.

Bien es cierto que todos necesitamos que amigos, familia y pareja nos ofrezcan reconocimiento. Pero no de modo obsesivo y continuo. Porque entonces, lo que estaré mostrando es una clara inseguridad en mi persona. Y entonces, un pilar de mi autoestima se estará rompiendo.

El reconocimiento es vital para el ser humano. Nos ayuda a crecer con seguridad. Pero también es primordial que lo ejercitemos en nuestro interior, consiguiendo que se alce como una locomotora interna capaz de darnos confianza, fuerza y estabilidad.




lunes, 13 de abril de 2015


5 FÁBULAS BUDISTAS QUE ILUMINARÁN TU VIDA

Los grandes maestros del budismo siempre han recorrido las fábulas y las leyendas para transmitirle a sus discípulos complejos mensajes o lecciones de vida. Se cuenta que en una ocasión algunos discípulos se reunieron y le preguntaron a su maestro por qué les contaba tantas fábulas pero nunca se detenía a explicarlas. Por toda respuesta, este les preguntó: ¿os gustaría que os diese una fruta ya masticada?

Lo mejor de las fábulas es que tienen múltiples interpretaciones y que cada persona puede extraer la enseñanza que le resulte más útil, según el momento de la vida por el que esté pasando. Además, las historias tienen el poder de llegar hasta los resquicios más ocultos de la mente. Milton Erickson, un psiquiatra estadounidense, se había dado cuenta de que en ocasiones nuestra mente rechaza algunos mensajes e inmediatamente pone en marcha sus mecanismos de defensa ya que los percibe como un ataque al "yo". Sin embargo, las fábulas, sortean esa vigilancia y pueden operar cambios más profundos. De esta idea surgió la hipnosis ericksoniana, en la cual no se emplean sugestiones directas sino que se utilizan historias.

Y como el budismo aún tiene mucho que enseñarnos, he aquí algunas de las fábulas más iluminadoras, detrás de las cuales se esconden grandes lecciones de vida, enseñanzas que podrían cambiar definitivamente nuestro rumbo o, al menos, la manera en la que comprendemos las cosas.

1. El campesino que jugó a ser Dios

Un día un campesino encontró a Dios y le dijo:
- Tú has creado el mundo pero no eres un campesino, no conoces la agricultura. Tienes mucho que aprender.
Dios le preguntó:
- ¿Cuál es tu consejo?
- Dame un año y deja que las cosas ocurran tal y como yo quiero. La pobreza no existirá nunca más.
Dios aceptó. Naturalmente, el campesino pidió lo mejor: ni tormentas, ni ningún tipo de peligro para el grano. El trigo crecía y el campesino era feliz. Todo era perfecto.
Al final del año, el campesino encontró a Dios y le dijo, orgulloso:
- ¿Has visto cuánto trigo tenemos? ¡Habrá comida suficiente por 10 años sin tener que trabajar!
Sin embargo, cuando recogió el grano, se dio cuenta de que estaban vacíos. Desconcertado, le preguntó a Dios qué había pasado, a lo que este respondió:
- Has eliminado los conflictos y las fricciones, así que el trigo no terminó de germinar.
Moraleja: Los problemas son parte de la vida, nos hacen fuertes, nos convierten en personas resilientes. Los días de tristeza son tan necesarios como los días de felicidad porque nos permiten crecer. Por tanto, es mejor dejar de quejarse y de sentirse miserable por las dificultades, estas son oportunidades para aprender a ver la vida con otros ojos.

2. La anciana que perdió su aguja

Una tarde la gente vio a una anciana buscando algo frente a su choza. Algunas personas se acercaron para intentar ayudarla.
- ¿Qué has perdido?
- Mi aguja – dijo ella.
Todos se pusieron a buscarla pero pasado un rato, alguien le preguntó:
- La calle es muy larga y la aguja muy pequeña, ¿puedes indicarnos el sitio donde cayó?
- Dentro de mi casa – respondió la anciana.
Las personas la miraron asombrados. Algunos incluso se molestaron.
- ¿Acaso te has vuelto loca? ¿Por qué buscas la aguja en la calle si está dentro de tu casa?
La anciana, sonriente, les respondió:
- Porque dentro de la casa no hay luz.
- Entonces lo más sensato es encontrar una lámpara y buscar adentro.
La anciana rió y les dijo:
- Sois muy inteligentes para las cosas pequeñas, ¿cuándo vais a usar esa inteligencia para vuestra vida interior?
Moraleja: A menudo buscamos las respuestas a los problemas fuera de nosotros, cuando en realidad la solución está en nuestro interior. Culpamos a los demás o a las circunstancias en vez de tomar las riendas, solo porque no queremos reconocer nuestra cuota de responsabilidad. Sin embargo, de esta forma jamás encontraremos una solución realmente satisfactoria que nos permita crecer.

3. El perdón de Buda

Buda tenía un primo perverso, se llamaba Devadatta, siempre estaba celoso y se empeñaba en desacreditarlo.
Un día, mientras Buda paseaba tranquilamente, Devadatta arrojó a su paso una pesada roca con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca cayó al lado de Buda y no le hizo daño.
Buda se dio cuenta de lo sucedido pero permaneció impasible, sin perder la sonrisa. Días después, volvió a cruzarse con Devadatta y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, este le preguntó:
- ¿No estás enfadado?
- No, claro que no.
Sin salir de su asombro, Devadatta le preguntó el por qué.
Buda le dijo:
- Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando fue arrojada.
Moraleja: Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable. No es sano ni inteligente quedarse atados al odio y el rencor porque estos sentimientos solo nos hacen daño. Es importante ser conscientes de que la vida está en continuo cambio y que necesitamos dejar las malas experiencias en el pasado. Solo a través del perdón logramos liberar nuestro resentimiento y continuar adelante.

4. Un criado y un amo con mal genio

Un criado estaba expuesto todos los días al carácter irascible de su amo. Un día, el señor volvió a casa de muy mal humor, se sentó a comer y al hallar la sopa fría, montó en cólera y arrojó el plato por la ventana.
El criado, a su vez, arrojó la carne, el pan, el vino y, por último, el mantel y los cubiertos. El amo montó en cólera:
- ¿Qué haces, insensato?
- Perdone señor - respondió con seriedad el criado. - Creía que hoy deseaba comer en el patio. ¡Todo es tan apacible y el cielo es tan sereno!
El amo reconoció su falta, se disculpó y le agradeció interiormente al criado por la lección que acababa de darle.
Moraleja: A lo largo de la vida, cualquiera nos puede hacer daño. No podemos hacer nada al respecto. Pero podemos decidir por quienes sufrir. No son las acciones en sí las que causan sufrimiento sino el significado y la importancia que les otorgamos. Si respondemos a la violencia con violencia, esta crecerá. Si respondemos a la violencia con tranquilidad, esta se aplacará.

5. El halcón que no podía volar

Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba educado pero que no sabía qué le sucedía al otro. Desde que había llegado al Palacio, no se había movido de la rama, hasta tal punto que había que llevarle el alimento.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores pero nadie pudo hacer volar al ave. Entonces hizo público un edicto entre sus súbditos y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando en sus jardines.
- Traedme al autor de este milagro - pidió.
Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:
- ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres un mago?
- No fue difícil - explicó el hombre. - Tan solo corté la rama. Entonces el pájaro se dio cuenta de que tenía alas y echó a volar.
Moraleja: A veces, es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, jamás sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, en ocasiones necesitamos que alguien nos corte la rama o tener el valor de cortar la rama a los demás. Asegúrate de no ser tú quien dificultes el vuelo a otra persona o de que otra persona no te impida volar.



domingo, 12 de abril de 2015



NO TE DETENGAS – WALT  WHITMAN

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye.

"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta. Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.

Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida La sociedad de hoy somos nosotros: Los "poetas vivos". No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...





sábado, 11 de abril de 2015


PARÁSITOS ENERGÉTICOS

Qué son:

Los parásitos energéticos (PE), también mal llamados entes, son fragmentos etéricos y/o astrales, seres elementales, energías cosmo telúricas, cordones etéricos/astrales, etc., que se nos han adherido por distintos canales, siendo los principales durante el embarazo, durante nuestra niñez y en especial, cuando nos encontramos con bajas energías, o bajo nivel de vibraciones, o por otras condiciones especiales.
Básicamente estos PE aprovechan nuestra energía vital, alimentándose de nuestros miedos y frustraciones, consumiéndonos de a poco. Alguna de las enfermedades que aparecen en nuestro cuerpo físico, incluido el cáncer, han sido generadas por estos PE.

Donde se alojan:

Estos parásitos se pueden alojar en los cuerpos:; Físico, Etérico y Astral. En el cuerpo físico, se suelen alojar en la cabeza, en las zonas: dorsal, lumbar y sacra de la espalda, en la zona ilíaca, en la vagina y/o útero, en el colon, etc., en general en toda cavidad interna. Por lo general los P.E. que se alojan en nuestro cuerpo físico, son atraídos hacia los elementos de carga positiva (+) de nuestro cuerpo, alojándose principalmente en nuestro sistema óseo.

Cómo se detectan:

En primer lugar estos PE producen algunos antojos que nos obligan a consumir en exceso. Entre los antojos encontramos los siguientes: dulces y chocolates, alimentos pesados como carnes y alimentos condimentados, tomates, café, tabaco, comida chatarra, alcohol y mayoritariamente azúcar.

También se manifiesta su presencia por el dolor de espalda, entre los omóplatos y/o la zona lumbar, además del cansancio excesivo, dificultad para dormir, visión borrosa, además de la sensación de tener un peso extra sobre nuestra espalda , similar a como si se cargara una mochila.


Fuente: http://nodejardeleer.blogspot.com.ar/2015/02/parasitos-energeticos-como-transmutarlos.html