viernes, 13 de marzo de 2015




CUATRO GRANDES REFLEXIONES


1. No te preocupes por las personas de tu pasado, hay una razón por la que no están en tu presente y por la que no llegarán a tu futuro.

2. Una persona real no es perfecta, una persona perfecta no es real.

3. Una persona cambia por dos razones: aprendió demasiado o sufrió lo suficiente.


4. No dependas de nadie en este mundo, porque hasta tu sombra te abandona cuando estás en la oscuridad. No te preocupes por las personas de tu pasado, hay una razón por la que no están en tu presente y por la que no llegarán a tu futuro.





ENFADARSE NO SIEMPRE ES MALO


La ira es en sí misma ni buena ni mala. Es lo que hacemos cuando nos enfadamos lo que importa.  La ira es una herramienta que nos ayuda a leer y responder a las situaciones sociales perturbadoras. Pero ¿cómo se puede evitar que se vaya de las manos?

Es habitual pensar que enfadarse es algo negativo. Y muchas veces intentamos reprimirnos. Pero en contra de esta creencia popular, las investigaciones indican que la ira o enfado aumenta el optimismo, la creatividad y la eficacia del rendimiento. Además, esta investigación sugiere que la manifestación de la ira puede conducir a negociaciones más exitosas, tanto en la vida personal como  en el trabajo.

De hecho,   reprimir la ira puede ser realmente malo para la salud. En este sentido, el doctor Ernest Harburg y su equipo de la Universidad de la Escuela de Salud Pública de Michigan hicieron durante varias décadas el seguimiento de un grupo de adultos en un estudio sobre la ira.

Estos investigadores encontraron que los hombres y mujeres que reprimían la ira que sentían como respuesta a un ataque injusto tenían más probabilidades de contraer bronquitis y sufrir ataques cardíacos, y que eran más propensos a morir antes que sus compañeros que dejaban que su ira aflorara cuando se sentían molestos.

Cuando surge la ira, nos sentimos llamados a prevenir o poner fin a las amenazas inmediatas para nuestro bienestar, o para el bienestar de nuestros seres queridos. Pero es un error suponer que este acto de bondad, compasión, amor o justicia es beneficioso. Una sociedad sana no es una sociedad libre de la ira.

Sin embargo, sí que es bueno tener precaución en lo que a la forma de manifestar la ira se refiere. La expresión de la ira puede ser  apropiada con ciertas personas en ciertas situaciones. La cuestión es cómo haces eso sin que se nos vaya de la mano.

¿Cómo controlar la ira?

Cuando se quiere expresar la ira, o cualquier emoción negativa, una forma de hacerlo es comenzar con lo que se denomina “advertencia malestar”, es decir, dejar que otras personas sepan de manera explícita que se están experimentando emociones intensas debido a algo concreto que ha sucedido. Es fácil si se dice con claridad.

Ante la posibilidad de que no quede claro, conviene pedir disculpas por adelantado, no por las emociones o las acciones, sino por la posible falta de claridad en la forma de transmitir lo que se va a decir. El objetivo de la advertencia de malestar es desarmar a la otra persona, para evitar que se ponga a la defensiva. Cuando alguien se entera de que el otro no se siente cómodo y que la conversación es difícil  aumenta la probabilidad de que surja empatía.

Después de esto, hay que profundizar en lo que molesta, lo que se piensa y se siente a causa de lo que pasó. ¿Por qué surge ira en vez de otra emoción? Es difícil manejar la ira, pero es necesario saber por qué aparece y evitar ignorarla.   En su lugar, hay que reconocer la diferencia entre lo que se puede cambiar y los que están más allá de la propia capacidad de control. Si lo que ha ocurrido está fuera de control no hay beneficio alguno en la manifestación de la ira, pero si todavía se puede hacer algo, comunicarlo de forma eficaz puede dar buenos resultados.

La clave para comunicar la ira es encontrar el tono adecuado para comunicar lo que nos desagrada.

En un segundo momento, es importante frenar la situación. La tendencia general es actuar de inmediato, sobre todo si la situación es muy tensa. Para evitar gritos o golpes innecesarios, u otras reacciones violentas, conviene darse un momento para pensar, aunque estemos en plena conversación o discusión con alguien.

Incluso es bueno hacerle saber al otro que se necesita un momento, retrasando así el avance de la situación. Las buenas decisiones deben primar respecto a las decisiones rápidas. Respira profundamente y despacio. Hay una amplia gama de opciones para elegir en una situación cargada de emociones.






jueves, 12 de marzo de 2015


"Lo que te preocupa te somete"





SER AGRADECIDOS NOS HACE MÁS FELICES


El secreto está en ser capaces de dar las gracias sin que ocurran hechos extraordinarios.

Así se consigue estar más contentos sean cuales sean las circunstancias de nuestras vidas.


Hay dos clases de gratitud: la condicional y la incondicional. La primera consiste en sentirse bien cuando las cosas salen como uno espera. Como no siempre es así, acaba siendo una emoción esquiva y poco duradera. La segunda consiste en una actitud y un hábito de vida, sentirse bien sin que haya ocurrido nada especial; es decir: estar agradecido por todo y por nada a la vez. Y al no estar condicionada por ningún otro acontecimiento, esta actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal en la vida.

¿Tenemos en cuenta cuántas personas han contribuido a que este día sea posible? Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos recibiendo las bendiciones de innumerables personas, la mayoría desconocidas, que hacen de nuestras vidas una experiencia mejor. Por ejemplo, ¿cuántas personas han intervenido en la elaboración del desayuno? El agricultor, el granjero, el molinero, el transportista, el tendero… el sol, la lluvia, el viento, el agua… las manos que lo prepararon y sirvieron. Si contásemos cuánta gente nos sirve directa e indirectamente en un solo día de nuestra vida, no podríamos más que sentir puro agradecimiento.

“Cuanta más gratitud sientas, más feliz serás
y tu vida cambiará más rápido”
Rhonda Byrne

Por no mencionar a nuestros padres, nuestros médicos, nuestros maestros, nuestros amigos, nuestros compañeros o empleados… todas las personas que han contribuido a que consiguiéramos algo significativo, o simplemente que nos han ayudado a sobrevivir hasta el día de hoy.

Es innegable que debemos un inmenso reconocimiento a infinidad de personas que hacen posible que sigamos con vida o que disfrutemos de nuestro momento actual tal como es. Y para poder expresarlo es necesario estar muy presente de manera que seamos conscientes de las cosas buenas y positivas que nos rodean.

Si además miramos hacia atrás en el tiempo y repasamos todos los descubrimientos y avances tecnológicos que hacen nuestra vida más cómoda y segura, sin olvidar los pensadores y sabios que la han enriquecido, entonces este sentimiento debería extenderse casi a los orígenes de la humanidad.

Cuando reflexionamos sobre todo ello, cada día se convierte en una sucesión de oportunidades para acordarnos con una sonrisa de personas que han contribuido con mucho o poco a nuestra vida y para sentir el deseo de devolver el favor a las generaciones futuras.

Los psicólogos Emmons y McCollough estudiaron las consecuencias de la gratitud y acabaron concluyendo que tiene profundos efectos en el bienestar físico y también emocional de las personas. En su estudio analizaron las muchas formas de expresarla, como, por ejemplo:

 Con una nota personal.
 Comparándose con gente que tiene problemas graves.
 Dando simplemente las gracias.
 Controlando mentalmente los pensamientos negativos.

Y descubrieron que las personas que hacían de esta actitud un hábito de vida se sentían más saludables, más optimistas y más felices con sus vidas. Otros investigadores llegaron a la conclusión de que este hábito mejora las relaciones con las personas y propicia el altruismo. Además de ayudar a superar el estrés y las actitudes negativas. Pero uno de los frutos más importantes de la gratitud es que contribuye a generar felicidad.

En otros estudios, con mayores y con niños, se ha profundizado en la relación entre la felicidad, inducida por buenos recuerdos y sentimientos de gratitud, y el éxito general en la vida. Y se ha concluido que las personas que se sienten más contentas consiguen una existencia más longeva, mejores ingresos, mejores relaciones, y también ser más eficaces ante los problemas profesionales y personales. Es decir, ahora sabemos que “la felicidad da éxito” (y no al revés, como se creía antes: “El éxito da la felicidad”, lo cual ya intuíamos que no era cierto).



Estados Unidos y Canadá tienen una celebración muy particular: Thanksgiving Day, el día de acción de gracias, una de sus fiestas más importantes. Es una fiesta en cuyo origen, tal vez europeo, se celebraba el final de las buenas cosechas. Hoy día es una reunión familiar en la que se honra expresar lo que se siente por los incontables dones que disfrutamos como civilización.

Habrá quien piense que para apreciar o poder verbalizar esa sensación primero debe ocurrir algo que lo motive; es decir, que la emoción debe ser la consecuencia de un acontecimiento favorable. Pero necesariamente no ha de ser así. En realidad, es posible abrigar gratitud sin que haya ocurrido nada especial antes. Ser capaces de dar gracias por algo que aún no ha sucedido. Aunque esta posibilidad pueda ser incomprensible para la mayoría, tiene muchas ventajas. La más obvia es que podemos empezar a estar agradecidos en este mismo momento, sea cual sea la situación personal de cada uno.

Las personas más felices sienten gratitud por todo y por nada en especial. No necesitan razones concretas (aunque si se ponen a buscarlas, la lista de motivos es inacabable). Viven instaladas en reconocer lo bueno que tienen por el simple hecho de estar vivas, al margen de lo que les sucede. No necesitan razones de peso para estar agradecidas porque haber recibido la vida ya les es suficiente. Incluso hay personas, tan habituadas a vivir en esta actitud, que agradecen cosas tan intangibles como una sonrisa, un amanecer, una inspiración, la brisa suave, la calidez del sol o un instante de paz… O incluso son capaces de agradecer al futuro: algo valioso que se aprenderá mañana, el próximo libro que se leerá y que quizá aún no está ni escrito, o incluso la música que sonará en el propio funeral. Es lo que se podría llamar “agradecimiento gratuito”: no se debe a nada tangible, pero conmueve por igual.

Uno de los hábitos comunes de las personas felices es el de empezar el día dando gracias por pequeñas cosas para generar una actitud dichosa para el resto de la jornada.

Basta con celebrar pequeños detalles de la vida, pero no por ello menos valiosos. Hacer una lista mental de razones que merecen ser aplaudidas ayuda a sentirse reconciliado con las que nos hacen más difícil la existencia. En realidad, no importa el objeto, sino la emoción que provoca en nosotros.

“Demos gracias a las personas que nos hacen felices; son los adorables jardineros que hacen florecer nuestras almas”
Marcel Proust

La maestría en este arte se alcanza cuando uno es capaz de agradecer incluso las dificultades extremas que a cada uno le toca vivir, porque somos capaces de pensar que detrás de cada lágrima, de cada instante de sufrimiento, hay un aprendizaje, una enseñanza que nos convierte en personas más humanas, más suaves, y más comprensivas con el abatimiento de los demás. Es lo que se llama “ver lo bueno de lo malo” que siempre existe, aunque cueste reconocerlo en una primera mirada.

Para finalizar, hay una palabra que siempre es bien recibida por todos, y es: “Gracias”. Todas nuestras comunicaciones con otras personas deberían terminar con ella. Tampoco estaría de más escribir cada día una breve nota de agradecimiento por cualquier vía (e-mail, sms, WhatsApp…) a las personas que hayan aparecido en nuestra vida por el motivo que sea. Un simple y corto mensaje de gratitud a quien haya influido en nuestro pasado o en el presente. Nada más que dos líneas, sin que tenga especial relevancia el papel que haya desempeñado. Con toda certeza, esta actitud hará que las cosas empiecen a cambiar.


miércoles, 11 de marzo de 2015


"Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior"

- Frida Kahlo -



7 FRASES BUDISTAS QUE CAMBIARÁN TU VIDA

Muchas personas preferimos referirnos al budismo más como una filosofía de vida que como una religión. El budismo es una de las religiones más antiguas que aún se practica por unos 200 millones de personas en todo el mundo.

¿Cuál es el secreto de esta filosofía?

Lo que ha facilitado que esta filosofía o religión perdure a lo largo del tiempo y continúe ganando seguidores es la sencillez en como trasmiten mensajes llenos de sabiduría que permiten mejorar realmente nuestra calidad de vida.

Para su entendimiento e integración de significado no tenemos por qué hacernos seguidores de esta religión. Tan solo es necesario abrir nuestro corazón y llevar a cabo una apertura mental con ilusión.

Hoy os presento las mejores 10 frases budistas que te cambiarán la vida:

-El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Teniendo en cuenta que a las personas solo nos puede dañar aquello a lo que le damos importancia, evitar el sufrimiento inútil puede consistir simplemente en dar un paso atrás, desligarse emocionalmente y ver las cosas con otra perspectiva.

Lleva práctica y tiempo, pero merece la pena llevar a cabo este gran aprendizaje. Como guía para ello, otra frase budista nos da una pista de como comenzar: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”.

-Alégrate porque todo lugar es aquí y todo momento es ahora. Solemos pensar solamente en el pasado o estar excesivamente preocupados por el futuro. Esto nos lleva a no vivir el momento y que nuestras vidas pasen de largo sin ser conscientes. El budismo nos enseña el aquí y ahora. Por tanto, debemos aprender a estar plenamente presentes, a disfrutar de cada momento como si fuera el único.

-Cuida el exterior tanto como el interior, porque todo es uno. Para encontrar un verdadero estado de bienestar es imprescindible que mente y cuerpo estén en un equilibrio. No centrarnos demasiado en el aspecto físico o, por el contrario, en el aspecto interior nos ayudará a sentirnos más plenos y conscientes del aquí y ahora, facilitándonos una plenitud emocional más rica.

-Más vale usar pantuflas que alfombrar el mundo. Para encontrar nuestra paz interior, tenemos que ser conscientes de nuestros potenciales personales y aprender a saber dosificarlos, así como nuestros recursos. De esta forma viviremos un auténtico crecimiento y evolución.

-No lastimes a los demás con lo que te causa dolor a ti mismo. Se trata de una de las máximas del budismo que nos permite eliminar casi todas las leyes y mandamientos morales actuales en nuestra sociedad. Teniendo parecido significado con la frase “no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti” , esta quinta reflexión va mucho más allá ya que consiste en un profundo conocimiento de nosotros mismos y una gran empatía para/con los demás.

-No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Nuestro deseo de tener más, tanto en el plano material como el emocional, es la principal fuente de todas nuestras preocupaciones y desesperanzas. Su máxima se basa en aprender a vivir con poco y aceptar todo aquello que nos brinda la vida en su momento. Ello nos llevará a una vida más equilibrada, reduciendo el estrés y muchísimas tensiones internas.

El hecho de desear más cosas a menudo solo indica falta de seguridad, que nos sentimos solos y necesitamos llenar esos vacíos. Sentirnos a gusto con nosotros mismos permite dejar atrás la necesidad de no tener que demostrar nada.

-Para entender todo, es necesario olvidarlo todo. De pequeños estamos en continuo aprendizaje. Nuestro mapa mental aún no está diseñado lo cual nos hace abiertos a “todo” y a la capacidad de entender cualquier cosa. No sabemos juzgar.

Pero a medida que crecemos nuestra mente se llena de condicionamientos y normas sociales que nos indican cómo debemos ser nosotros mismos, como deben ser las cosas, cómo debemos comportarnos e incluso qué debemos pensar interiormente. Nos volvemos inconscientes con nosotros mismos y nos perdemos.

Para cambiar y ver las cosas desde una perspectiva más sana para nosotros, tenemos que aprender a desligarnos de las creencias, hábitos e ideas que no provienen de nuestro corazón. Para ello, esta frase budista nos servirá para comenzar el proceso: “En el cielo no hay distinciones entre este y oeste, son las personas quienes crean esas distinciones en su mente y luego piensan que son verdad”.