"A veces esperamos demasiado de otras personas, sólo porque nosotros estaríamos dispuestos a hacer mucho más por ellos"
Bienvenido Welcome Herzlich willkommen
sábado, 7 de febrero de 2015
viernes, 6 de febrero de 2015
DEJAR IR
“Dejar ir” no significa dejar de cuidar, significa que no
puedo hacerlo por otra persona.
“Dejar ir” no es aislarme, es darse cuenta que no puedo
controlar a otro.
“Dejar ir” no es permitir, sino reconocer el aprendizaje de
las consecuencias naturales.
“Dejar ir” es admitir la impotencia, que significa que el
resultado no está en mis manos.
“Dejar ir” no es tratar de cambiar o culpar a otro, es sacar
lo máximo de mí mismo.
“Dejar ir” no es cuidar, sino atender.
“Dejar ir” no es reparar, sino ser de apoyo.
“Dejar ir” no es juzgar, sino permitirle a otro que sea un
ser humano.
“Dejar ir” no es estar en el medio arreglando todos los
resultados, sino permitir a otros que influyan en sus propios destinos.
“Dejar ir” no es ser protector, es permitir a otro que
enfrente la realidad.
“Dejar ir” no es negar, sino aceptar.
“Dejar ir” no es regañar, reprender o discutir, sino buscar
mis propios defectos y corregirlos.
“Dejar ir” no es ajustar todo a mis deseos, sino tomar cada
día como viene y apreciarme a mi mismo en él.
“Dejar ir” no es lamentar el pasado, sino crecer y vivir
para el futuro.
“Dejar ir” es temer menos y amar más.
LOIUSE L.HAY
miércoles, 4 de febrero de 2015
"EL OPTIMISMO ES
UN FACTOR DE PROTECCIÓN CEREBRAL"
Impecable cerebro
En el país del
psicoanálisis llena auditorios hablando del cerebro (a su última conferencia
acudieron 9.000 personas, 6.000 se quedaron fuera). Creó y dirige el Instituto
de Neurología Cognitiva (Ineco) y el Instituto de Neurociencias de la Fundación
Favaloro, ambos en Buenos Aires y líderes en publicaciones científicas
originales en neurociencia cognitiva. Triunfó en la tele argentina con Los
enigmas del cerebro. Es tan razonable, encantador y perfecto que no puedo
evitar preguntarme cuál será su lado oscuro. Acaba de publicar un libro
divulgativo, Usar el cerebro (Paidós). "La sociedad argentina tiene ganas
de conocimiento", dice con humildad para justificar sus éxitos.
Le ha visto usted el
cerebro a Cristina Fernández.
Tuve el honor de ser seleccionado para dirigir el equipo que
le hizo el diagnóstico y la operó.
¿Un carácter oscuro?
Conmigo fue una paciente fácil. Cuando ingresó en nuestro
instituto yo estaba en un pueblito de las Pampas.
¿Y qué hacía allí?
Dar una conferencia: para mí es muy importante que la
sociedad debata los hallazgos del cerebro, ya que todo lo hacemos con él; pero
en este caso tuve que salir pitando y dejarlos a todos plantados.
¿Viene usted de buena
familia?
Soy hijo de un cirujano de un pueblito rural. Nunca faltó ni
sobró nada, pero siempre sentí nostalgia del mundo. Sin embargo, el cambio a
Buenos Aires, cuando fui a estudiar la carrera de Medicina, fue más duro que el
cambio a Boston.
Pero triunfó en
Estados Unidos.
Llegué como neurólogo investigador sabiendo muy poco inglés,
pero al cabo de dos años, gracias a un descubrimiento, me dieron el premio al
joven investigador de la Asociación de Neuropsiquiatría norteamericana, y eso
me llevó a Cambridge.
Entonces, ¿qué ha
sido lo difícil?
Volver a Argentina. Quería investigar la mente humana; me
bastaban cuatro paredes con gente brillante dentro, pero la sociedad y el
ambiente médico me miraban con recelo. Aunque yo estaba tan entusiasmado que no
lo viví como una dificultad, y ya sabe que el cerebro crea la realidad.
¿Esa afirmación es
científica?
Por supuesto. La manera en que pensamos es la manera en que
sentimos. Si yo pienso que usted está defraudada conmigo, me voy a sentir mal;
si pienso que está gratamente sorprendida, me voy a sentir bien; pero en
realidad yo no sé lo que usted piensa, lo va a fabricar mi cerebro.
Entiendo.
Saber esto me ha cambiado. Los pensamientos tóxicos pueden
ser eliminables, y eso me parece muy interesante.
¿Ha conseguido usted
corregir actitudes?
Parte del día lo destino a cuidar mi cerebro: descanso, hago
meditación (no por una cuestión de creencias, sino de salud mental) y hago
ejercicio físico a diario, y no para tener un buen cuerpo, sino una buena
mente.
¿El ejercicio físico
alimenta el cerebro?
El ejercicio genera miles de conexiones neuronales nuevas y
refuerza el pensamiento creativo. El hipocampo es clave para la memoria, y a
partir de los 65 años se desgasta un uno por ciento anual, pero lo podemos
ralentizar con ejercicio, está comprobado.
¿De qué otra manera
cuida su cerebro?
Cuando estoy en baja forma psicológica contacto con la gente
porque sé que el contacto social libera endorfinas. También trato de dormir
bien porque sé que el sueño ayuda a modular el sistema inmune, el sistema
hormonal y consolida la memoria. Aunque la memoria no es tan importante.
¿...?
El olvido es parte esencial de la memoria. Somos seres
emocionales, la emoción guía la conducta: recordamos lo que nos emociona. Y me
interesa mucho el estudio de la creatividad.
¿Qué sabemos?
Hay un estadio de incubación en el que uno piensa
obsesivamente en un tema. De hecho, la creatividad se asocia más con
pensamientos obsesivos que con la inteligencia. Luego aparece el eureka cuando
estamos relajados, cuando no pensamos en ello, pero siempre tras haber pensado
obsesivamente.
Implica, entonces,
cierto desequilibrio.
Estar un poco loco, arriesgar y no temer el error favorece
la creatividad, pero la sociedad y la educación estigmatizan el error. Saberlo
me permite liderar grupos creativos.
Deme más consejos
para tener un cerebro saludable.
Todo lo que es bueno para el corazón es bueno para el
cerebro: cuide la tensión arterial, ojo con el azúcar, evite el sobrepeso, coma
fruta, verdura y pescado rico en omega 3. Y empiece cuanto antes, porque los
síntomas de alzheimer se manifiestan décadas después de los cambios cerebrales.
Veo que hay que
empezar a aburrirse.
El optimismo es un factor de protección cerebral importante,
y también los desafíos intelectuales: no hacer más de lo mismo. Cuando nos
jubilamos de lo que nos gusta, de lo que nos apasiona, aumenta el deterioro
cerebral. Hasta el último día de nuestra vida el cerebro es plástico y se
reorganiza.
¿Y dónde sitúa a Dios
en medio de este cableado cerebral?
La pregunta fundamental es si el cerebro crea a Dios o si tiene
antenas para captar a Dios. En el centro de Religión y Neurociencia de Oxford
se están invirtiendo millones de libras para dar respuesta a esta pregunta.
¿Qué investigaciones
le impactan?
La posibilidad de detectar los pensamientos poniendo
electrodos en el cerebro humano ya no es ciencia ficción. Conectaron el cerebro
de varios pilotos a un ordenador y estos, pensando qué pasos tenían que seguir,
hicieron aterrizar un avión en un simulador.
Leer más: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20150127/54425164432/la-contra-facundo-manes-optimismo-proteccion-cerebral.html#ixzz3QmfPZrFX
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QUIERO (de Tyler Knott Gregson)
“Quiero esto. Quiero eso. Quiero fotos de nosotros. Quiero
estar orgulloso de nosotros bien alto. Quiero besarte. Quiero sonreír y reír.
Quiero provocarte una risa tonta y quiero hacerte suspirar y quiero quitarte el
aliento, y quiero bailar contigo en las bodas y quiero cogerte y llevarte
cuando tus pies estén cansados, y quiero esperar hasta que estés casi dormida y
después besar tu nariz, y hacerte reír mucho con alguna broma secreta hasta que
la barriga te duela, y que me golpees por despertarte para salir de la cama y
ver las luces de la ciudad mientras nos comemos un bol de cereales a las 1:38
de madrugada. Quiero oler tu aroma después de la ducha y pintarte las uñas de
los pies, y llevarte a partidos de beisbol y enseñarte cosas escondidas que
están pasando y que la mayoría de la gente no sabe. Nos quiero a nosotros.
Quiero el olor de las tortitas cuando soy yo el que las cocina y el sol todavía
no ha salido. Quiero el olor de la cena cuando se quema porque nos hemos tirado
al suelo y en vez de cocinar, hemos hecho el amor. Quiero las huellas de las
manos en las ventanas del coche, empañadas desde dentro. Quiero largos baños
seguidos de duchas cortas y el aroma de tu champú tiñendo mis manos para todo
el día que sigue. Quiero orejas que oigan las palabras que suelto en vez de
ojos que las lean. Quiero cuadernos negros con tinta de todos los detalles en
que me he dado cuenta de todas las veces que me senté y me quedé maravillado de la manera en la que
das vueltas alrededor durante una hora.
Quiero fuegos artificiales desde las cimas de las montañas y
los rayos desde las ventanas. Quiero juegos de mesa perezosos donde las reglas
parecen no importar y quiero que los gritos resalten cosas importantes. Quiero
una pasión que queme entre nosotros e incendie las sábanas. Quiero despertarme
cubierto en cenizas de la noche anterior. Quiero una mano que coja mi cabeza
cuando mis ojos se llenen de agua, y quiero unos dedos que encuentren mis
hombros cuando el peso de la vida sea muy pesado de vez en cuando. Quiero ser
las palmas incansables que acarician los dolores de tu cuerpo y el beso en la
frente después de haberte quedado dormida por ello. Quiero el volante frío en
mis manos al principio de un viaje mañanero lejos de aquí y quiero ser el
sonido de tus piernas estirándose cuando nos paramos a poner gasolina. Quiero
las fotos de cada signo en el borde de cada estado y quiero mis dedos
ligeramente teñidos con el sello de cada visado en nuestros pasaportes. Quiero
el olor de la comida extraña que serpentea a lo lardo de las grandes callos y
el sonido de las botas sobre adoquines y arcilla.
Quiero que llueva y quiero que tu pelo se empape en ella.
Quiero hierba verde y luz tenue a través de tres ramas y pasos lentos y firmes
hacia mí. Quiero el sonido de la nada cuando es compartido contigo, y quiero
anhelar como la nada se convierte en algo cuando tu mano está en mi mano y la
noche se despliega. Quiero películas que
se reproducen como si a nosotros no nos molestara verlas y quiero besos en la
parte de atrás del teatro cuando nos olvidamos de que la gente nos puede ver.
Quiero derrames de palomitas de maíz y manos dulces y que la tranquilidad que
juramos viva alrededor de nosotros. Quiero el sonido crujiente que hacen las
bolsas de la compra cuando intentas apretarlas todas para llevarlas en un solo
viaje. Quiero la plenitud de los estantes de la despensa y quiero verte de pie
con las manos en las caderas mirando entre ellos para desvelar el secreto de lo
que la cena consistirá. Quiero la caída del cabello a cámara lenta que se acaba
de cortar y quiero esa risa cuando cortas un trozo demasiado corto. Quiero ver
como barres la escoba de ida y vuelta y vuelta e ida y quiero sujetar el
recogedor mientras recoges los pedazos
de mí que pensabas que ya no necesitaba más. Quiero tus pies en mis manos y mis
pulgares doloridos de presionar todas las horas que has pasado sobre ellos.
Quiero esa risa que viene tan de repente que todo el mundo a nuestro alrededor
cree que nuestras lágrimas son de dolor y que nuestra respiración nos abandone
como si fuéramos barcos hundiéndose y el mar estuviese lleno de botes
salvavidas. Quiero ser el espejo que mira desaprobarte y quiero ser la voz que
sale en el momento perfecto para decir lo precioso que es el punto exacto el
cual tú no sabías que yo sabía que estabas mirando.
Quiero ser tus zapatos más elegantes y quiero ser el modo en
que realmente duelen para que no puedas esperar a quitárselos. Quiero domingos
perezosos y sábados ocupados y la libertad que el viernes trae y la aprehensión de un jueves a
las 2:45 de la tarde y los momentos tranquilos leyendo un miércoles cuando
nieva y un martes donde alquilamos las mejores películas nuevas y un lunes
llenos de letargo . Quiero tus semanas y tus meses pero quiero las horas y los
segundos más. Quiero que los diminutos ‘tics’ entre un segundo y quiero todo lo
vive entre ellos. Quiero ser todos los cuentos de hadas que hemos contado a
todos los niños que hemos conocido y la forma en que realmente estamos hablando
de nosotros mismos. Quiero que las luces de Navidad y el brillo en tus ojos y
el sonido de arrugar el papel y las pequeñas partículas de purpurina que se han
caído después de atar todos los arcos. Quiero el baile. Todo el baile en todos
los lugares de todas las canciones y el roce de dos pares de pies que han
esperado toda la vida para estar en órbita entre sí. Quiero la carretera y el
cielo y el avión y el coche y el agotamiento y el júbilo y el mar y las
montañas altas. Quiero la fiebre que te enfría
y el frío que alivia y el camino al hospital cuando la habitación debe
ser de una variedad de emergencia. Quiero el zumbido y quiero el ronquido suave
de tu dormir a mi lado. Quiero ser el único que te recuerdan a la fuerza que
siempre ha hecho de y yo quiero ser el que te abraza cuando la adrenalina es lo
que queda cuando esa fuerza se acabe. Quiero ser el único que te recuerde la
fuerza de la que estás hecha y quiero ser el único en sujetarte cuando la
adrenalina es todo lo que queda cuando la fuerza se ha acabado. Quiero ser el recordatorio
de que no necesitas un recordatorio de que estás hecha de las cosas salvajes y
que retozan dentro de ti sin pensar quien puede estar mirando o qué
pensamientos podrían estar llenando sus cabezas. Quiero ser los ojos que se
ensanchan en tu rostro cuando te des cuenta de lo que vales. Quiero ser tus
raíces y el sabor de la suelo del cual les encanta el sabor.
Quiero ser la noche sin estrellas y la luna reflejada en la
superficie de las aguas. Quiero ser una larga historia contada con detalles fantásticos
y personajes milagrosos y lejos de lugares exóticos y aventura salvaje. Quiero
ser una única frase, simple y perfecta, que parece un puñetazo en nuestras
tripas. Una frase con un par de palabras que resumen más de diez mil páginas
agarradas con cuero y pegamento. Quiero que los planetas se alineen y que
signifique algo especial y quiero ver las estrellas caer y quiero contar
meteoritos hasta darme cuenta que te has quedado dormida y que las estaba
contando solo todo este tiempo. Quiero ser el sol y calentar tu cara hacia mí,
quiero ser la luna y guiarte a casa. Quiero ser las galaxias que llenan las
partes que creíamos negras y quiero ser la luz que cuesta tanto alcanzar de
allí hasta aquí. Quiero que el universo des-evolucione y quiero que retrocedamos
a la gente de las cuevas y desde allí de vuelta a los monos y de los monos de
nuevo a criaturas que gatean y de su torpe forma de arrastrar los pies de nuevo
a los nadadores sin patas y de allí de nuevo a las medusas sin espinas y mucho
más lejos hasta que seamos dos organismos con dos células y finalmente de
vuelta a donde seamos una cosa, una célula, luego un átomo rotando en la
oscuridad, esperando la explosión que comenzaría nuestra historia.”
martes, 3 de febrero de 2015
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