domingo, 2 de noviembre de 2014


PENSAMIENTOS MODIFICABLES             

Manuel Nieto Sampedro: El cerebro es plástico y se pueden cambiar los pensamientos.

 Todos los cambios en la vida cuestan. Incluso los más, a priori, digeribles (cambio de trabajo, de residencia…) casi siempre comportan algún tipo de contrariedad. Por no hablar de los más profundos (de pareja, de hábitos) que requieren de una dosis de tesón, esfuerzo y, por qué no decirlo, sufrimiento. Pero a la postre, es factible hacerlos, no es una utopía. A unos les llevará más tiempo, a otros menos, pero no son un imposible.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando hablamos de cambios más abstractos? ¿De algo tan intangible como pueden ser los pensamientos? Quizás, muchos defenderán que ese tipo de modificaciones son una quimera, algo inviable. Sobre todo si hablamos de esos pensamientos recurrentes que nos acompañan constantemente y que, en algunos casos, incluso pueden llegar a ser muchas veces paralizantes. Pues bien, la ciencia nos dice que incluso este aspecto es posible modificarlo.

¿Y dónde está la clave?, se preguntarán. La respuesta es clara: en la plasticidad de nuestro cerebro. “La plasticidad es la capacidad de modificar, y la conducta es muy modificable”, explica Manuel Nieto Sampedro, neurocientífico responsable del grupo de Plasticidad Neuronal del Instituto Ramón y Cajal del CSIC. “Lo único que hay que hacer es persistir en una modificación. El sistema nervioso se modifica por repetición”, añade. Es como aquel deportista que mejora sus prestaciones a base de entrenamiento continuo, repitiendo una acción hasta la saciedad.

El uso repetido de una conexión sináptica, entre dos células nerviosas, produce lo que se denomina potenciación de larga duración, que se asocia con el aprendizaje y la memoria. “Es un fenómeno electrofisiológico que conduce a cambios morfológicos. Una cosa que es fisiología, actividad eléctrica, produce una modificación anatómica”, esgrime Nieto.

Gracias a la constancia, a la repetición, “un contacto pequeño entre dos células nerviosas se puede hacer más grande, más eficaz”. “Si para comunicar una célula con otra hace falta 1 picovoltio [una billonésima de voltio], cuando la comunicación está ‘potenciada’ con 0,1 ya sería suficiente. Eso quiere decir que con una señal mucho más pequeña se producen resultados incluso más grandes que antes de potenciarse”, agrega este investigador del CSIC.

De la teoría a la práctica

La ciencia nos dice que nuestro cerebro es moldeable, que nuestro sistema nervioso se puede modificar a través de la repetición y que, en consecuencia, tenemos la capacidad de modificar algo tan intangible como son nuestros pensamientos recurrentes. La teoría está clara. Pero, todo esto, llevado a la práctica, ¿cómo se hace? Una vía posible es, sin duda, la meditación.

“Con la meditación, y eso se ha demostrado científicamente, disminuye la ansiedad y la depresión (mejora el estado de ánimo). Además, da más ecuanimidad, nos permite relacionarnos mejor con los otros y en general nos tranquiliza”, relata el médico y profesor de Psicobiología de la Universidad de Valencia, Vicente Simón.

Las técnicas meditativas que se utilizan son, básicamente, de concentración. Se trata de focalizar la atención en una cosa y mantenerla. Esa es la idea a grandes rasgos: concentrarnos en cosas que nos aporten bienestar y llegar a tolerar o desechar poco a poco las que nos incomoden. “Es inicialmente difícil, porque simplemente no estamos entrenados para ello”, arguye Simón. “Normalmente, la mente va de aquí para allá. Los orientales la llaman la ‘mente mono’, porque salta de un lado a otro”, agrega. El secreto, como no se cansa de repetir Manuel Nieto Sampedro, radica en la persistencia. Una persistencia que comportará con el tiempo cambios en nuestro sistema neuronal.

Una gran cantidad de estudios científicos avalan la meditación como fuente de beneficio para el cerebro. En 2011, por ejemplo, investigadores de la Universidad de Yale comprobaron, a partir de imágenes cerebrales, que las personas que practican con frecuencia son capaces de apagar las áreas del cerebro relacionadas con soñar despierto y las divagaciones.

En el mismo año, psiquiatras del Hospital General de Massachussets comprobaron, en un estudio publicado en la revista Psychiatry Research, que ocho semanas de meditación podían comportar cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Detectaron, a través de las imágenes obtenidas por resonancia magnética, un incremento de la densidad de materia gris en el hipocampo, una zona muy importante para el aprendizaje y la memoria, y en estructuras asociadas a la autoconciencia, la compasión y la introspección.

En la actualidad, la meditación “se utiliza, de forma clínica, para prevenir la recaída en la depresión”, apunta el doctor Simón. “También se están desarrollando muchos programas clínicos para tratar otras patologías: ansiedad, drogodependencias, trastorno límite de personalidad, trastornos de alimentación, etc.”. En todos los casos, la meditación supone una herramienta más de las que conforman el protocolo de actuación.

Todo el mundo puede practicarla

La práctica de la meditación no sólo comporta beneficios a las personas con algún tipo de problema, sino que “aporta bienestar a todo aquel que la practique”. “Es cuestión de motivación y fuerza de voluntad para empezar. Lo que cuesta más es encontrar 15 ó 20 minutos al día y reservarlos para llevar a cabo la práctica”, reflexiona Simón.

Cabe tener en cuenta que de la misma manera que nuestro cerebro tiene capacidad para aprender, también cuenta con la posibilidad de desaprender. “La potenciación de una conexión puede perderse. Somos animales reversibles. Una ‘potenciación de larga duración’ se puede adquirir a base de repetir algo, pero se puede perder a base de repetir lo mismo a frecuencia e intensidad distintas”, sentencia el neurobiólogo Manuel Nieto.

 Por: JOSEP FITA
 Fuente: lavanguardia.com

sábado, 1 de noviembre de 2014



CÓDIGO DE CONDUCTA INTERIOR

- Nada de lamentaciones.


- Nada de autocompadecerse.


- Superar la autoimportancia.


- Cambiar el "no puedo" por "no quiero".


- Cambiar "me hacen" por "me hago".


- No mentir o falsear (ajustarnos a la realidad tal como es).


- Nada de pretextos o justificaciones.


- Ser responsables de nuestros actos.


- Nunca culpabilizarse ni nunca arrepentirse.


- No arrogarnos cualidades de las que carecemos.


- Aceptación, amor por nosotros mismos y por las demás personas.


- Ecuanimidad más allá de la avidez o la aversión.


- Ser consciente sin prejuicios ni condicionamientos; vigilante a la mente, la palabra y la acción.


- Tomar la vida como un maestro, un reto, sin demandar excesiva seguridad. Fluir, estar en armonía, libre de necios y ñoños estados de ánimo.


- Ser de todos, pero de nadie demasiado.


- Ser el propio refugio, la propia lámpara, la propia autoridad, dependiendo psicológicamente sólo de uno mismo.


- Desarrollar el sentimiento de que cada segundo puede muy bien ser el último, para procurarle un significado pleno y creativo, en inafectación y libertad.


Ramiro Calle.

http://nodejardeleer.blogspot.com.ar/2014/10/codigo-de-conducta-interior.html


viernes, 31 de octubre de 2014


SI AMAS LA VIDA

Si amas la vida, la charlatanería se irá, porque cada momento está tan lleno de vida que no hay manera, no hay espacio para charlar. A cada momento la vida te está inundando tan vitalmente que no hay tiempo para chismorrear y charlatanear.

Si vives totalmente cada momento, la mente se vuelve silenciosa. Comes, y comes tan totalmente porque la vida está entrando en ti por la comida que la mente se vuelve silenciosa. Bebes, y bebes totalmente: la vida está entrando con el agua; saciará tu sed, muévete con ella mientras toca tu sed, y la sed desaparece. Estate en silencio y observa. ¿Cómo puedes charlatanear mientras bebes una taza de té? Vida cálida fluye a tu interior. ¡Llénate de ella!

Osho
 
 

miércoles, 29 de octubre de 2014



ELIJO PAZ

Empezar a practicar el auténtico perdón

Paz es aceptación, amor en el sentido más sencillo que podemos entender. Paz es un profundo respeto por el ahora. Paz es confianza en este momento.
La mentalidad de la paz se va asentando gracias a la práctica del perdón, pero a la vez, el perdón solo comienza a suceder cuando uno reconoce como primer objetivo a la paz. El medio y el fin son coherentes en la paz.
Eligiendo en este momento la paz interna, la hago mi objetivo presente. Entonces abro la puerta al perdón en mi mente. Todo comienza así.

Elijo paz ahora

Esta es la clave de la sanación de la mente. La paz es un objetivo que no se puede disolver proyectándolo al futuro, sino que solo puede ser sinceramente elegido ahora.
No puedes elegir paz mañana o antes de ayer. Solo tienes acceso a este poderoso gesto mental justo ahora mismo. En el eterno presente tienes constantemente abierta la puerta a tu liberación.
Esta elección implica darte cuenta de que la verdad y la liberación solo pueden llegar a tu mente de mano de la paz. Es un enfoque mental en algo mucho más importante que el conflicto que te mantenía atado al sufrimiento; es una profunda y firme decisión de ser feliz expresada ahora misma. Y esta es una buena definición de espiritualidad.

La espiritualidad es la firme decisión de ser feliz.

La elección interna de paz ahora mismo no te obliga a un comportamiento específico en lo externo, sino que te lleva a desplazar tu atención hacia adentro y abandonar decididamente los mecanismos habituales del programa: orgullo, control, desconfianza, rabia. Se trata de un soltar interno. Es un gesto mental al puedes decidir acostumbrarte.
En esta práctica ya puedes comenzar a experimentar el poder del perdón. La elección interna de paz en mitad del conflicto interno es una interrupción del pensamiento problemático, un giro instantáneo de tu voluntad y una apertura a las soluciones que hay más allá de lo que ahora puedes ver. La comprensión entonces te brindará sencillas experiencias espontaneas de sanación mental, como los primeros y sutiles atisbos de reconocimiento de que estás enfocándote en la verdadera solución. No te demores. Desde hoy mismo, usa nuestra práctica inicial y acostúmbrate a decir, en mitad de cualquier emoción de conflicto, “elijo paz ahora”. Suelta todos los asuntos del mundo. Encuentra la paz dentro respirando y centrándote en tu elección de paz. Permítete estar con tu decisión de paz un breve espacio de tiempo, hasta que toques con una verdadera desconexión de los pensamientos problemáticos y el aire fresco interno que supone elegir paz. Luego regresa al mundo y sus cosas, sin olvidarte de constatar que tu mente está más limpia, abierta y consciente.

Así de sencillamente comienza nuestro proceso del perdón. Lo que comienza siendo una sencilla decisión se irá convirtiendo en un proceso que, si lo permites, transformará profundamente tu experiencia vital. El perdón te llevará a una mentalidad de paz que está más allá de lo que puedas imaginar, pues se trata de una paz que no es de este mundo: ausencia de miedo y culpa, la paz auténtica que define a la mente sanada.

La paz es un atributo que se encuentra en ti. No puedes hallarla fuera de ti mismo.

Este es el objetivo del proceso: un modo de vida basado en la paz, la inocencia y la confianza. Así es la verdadera felicidad. Como ves, un objetivo de paz a largo plazo es coherente con el medio inmediato de alcanzarlo: elegir paz ahora. Entre el medio y el fin hay un proceso, pero solo en él ahora se expresa tu voluntad de participar en este proceso.

El comienzo del proceso

Si bien el perdón se suele entender como algo que puntualmente “hacemos” con respecto a una situación o relación, se trata en realidad de un proceso constante que nos va cambiando la mentalidad, ampliando la conciencia y liberándonos de creencias limitantes. Vamos a entender el significado del perdón como proceso que comienza en la decisión y nunca termina, convirtiéndose así en un modo de vida.
El perdón es un aprendizaje mental que te enseña a desplazar el enfoque de tus decisiones hacia el interior. Si bien el programa sitúa todo el ámbito de tus decisiones en el cuerpo y lo externo, la comprensión sin embargo te enseña a tomar decisiones mucho más profundas, cambiando totalmente el ámbito de tu poder a lo mental.
La vida te está preguntando constantemente ¿Vas conmigo o vas por tu cuenta? Cuando contestas que vas con la vida, te unes a ella, eres aceptación y por tanto eliges paz. Cuando eliges ir por tu cuenta, eres ego y por tanto, estás eligiendo conflicto con la vida. Todo el entrenamiento de la paz comienza con esta sencilla decisión interna:
¿Elijo paz o conflicto?
Esta es la decisión que en cada instante estamos tomando, nos demos cuenta o no.

El perdón como decisión

Desde esta decisión –paz o conflicto-, de la cual nos iremos haciendo conscientes poco a poco por muy sencilla que parezca, accederemos a capas más profundas e internas de la decisión de perdonar y todo lo que significa.
Me doy cuenta de que si estoy sufriendo significa que en algo me estoy equivocando en mi manera de comprender. La decisión ahora significa: estoy dispuesto a cambiar mi manera de ver, estoy dispuesto a aprender, estoy dispuesto a renunciar a mis creencias, a mi pasado, al programa mental de conflicto. Es la disposición a cambiar la percepción que tengo de mi mismo, de los demás y de la vida. Solo así podré sentirme de otra manera.
Al cambiar mi modo de ver, cambio mi modo de sentir.

El perdón como actitud

La mente que perdona se caracteriza por una actitud de responsabilidad y humildad. La responsabilidad se manifiesta como una atención interior enfocada al sentir y a la toma de conciencia del conflicto en mi mente. La humildad es el reconocimiento de que mi percepción de la situación es incorrecta y la consecuente disposición a soltar. Si siento conflicto, acepto la responsabilidad de las creencias internas que lo producen y conecto con la humildad de no aferrarme a mi postura mental.
La responsabilidad es el poder de elegir ver de otra manera en lugar de conformarme con la estricta programación perceptiva personalizada y repetitiva a la que estoy habituado, que es justo la que me hace sufrir. Al cambiar las percepciones, cambian las respuestas emocionales. Esto resulta evidente al observar que cada persona reacciona de un modo distinto ante situaciones similares.
La actitud de responsabilidad y humildad se desarrolla paulatinamente, cada día, con cada vez más percepciones, sensaciones, pensamientos y sentimientos de conflicto. El perdón opera sobre lo que necesita ser sanado.

El perdón como proceso

Nuestra percepción está llena de juicios y sentencias del pasado así como hipótesis de futuro que nos engañan con facilidad. Estas capas de pensamiento que tapan nuestra verdadera identidad es lo que llamamos ego, un programa o memoria con la que te identificas.
Cuando la actitud de perdón ya se ha establecido comienza un dulce proceso por el cual se empieza a desmontar nuestro ego, la paz comienza a dejarse sentir en el fondo de tu sentir y el miedo comienza a tener menos peso en tu vida.
En cada decisión de perdón es como si estuvieras retirando una fina capa de la piel de una cebolla, siendo el ego la cebolla. Si la miras no parece que hayas quitado gran cosa, da la impresión de que sigue exactamente igual. Sin embargo con el tiempo va pesando menos. Cada vez que experimentamos un cambio de percepción, debilitamos el monopolio emocional del ego-miedo sobre nosotros. En este proceso, por cada capa de piel o acto interno de perdón se experimenta liberación, paz, alegría, un poder más allá de lo personal y una sensación de hacer lo correcto.

Después de habituarse a la atención interna y a la decisión de soltar, se desencadena un proceso lento y paulatino que nos libera de ataduras y culpas, de conceptos del pasado y del peso del victimismo.
El proceso del perdón hace todo esto sirviéndose de cada relación, momento a momento, utilizando el escenario particular de tu vida para que trabajes directamente y sin escusas en la observación del ego del modo más amable posible.
El proceso está desmontando tu personaje, que es tu falsa identidad egoica, la personalidad que crees ser, el falso yo, y así te enseña a reconocer lo que verdaderamente eres, amor puro, al retirar las capas de culpa que lo ocultaban. Perdonar te permite expresar amor incondicional, que es el auténtico amor. ¡Esta es la experiencia que todos buscamos!

El perdón como forma de vida

Una forma de vida basada en la voluntad de experimentar cada momento libre del pasado, disfrutando de la pureza, frescura e inocencia del presente. Ver cada momento tal como es. Una forma de relacionarnos basada en la comprensión, en ver más allá de lo que perciben mis sentidos. Vivir sin miedo, en una confianza presente que es el fundamento de la presencia.
El perdón nos convierte en la expresión del verdadero y profundo poder del universo: el amor. A través de este poder nos va transformando desde víctimas de las circunstancias a amorosos sanadores de la mente. Este es el motivo por el que el perdón es verdaderamente el tema. Es de lo que va esto. El verdadero sentido de la vida es la sanación de la mente.
Mi función y mi felicidad son una.

El perdón como camino de autorrealización

El perdón te permite sentir el amor profundo que eres, tu esencia, gracias a la vivencia espiritual entrelazada con la sencillez de lo cotidiano. Por tanto es un puro recordar, un ejercicio continuado y vital de autorrealización, que no es otra cosa que hacer real en tu conciencia al Ser.

Jorge Lomar
 Extraído de su libro “Vivir el perdón”, actualmente en preparación.
 Presidente de la Asociacion Conciencia. Facilitador, conferenciante y autor.
www.asociacionconciencia.org


lunes, 27 de octubre de 2014

LA HIERBA CRECE SOLA

El problema es como una semilla, y la solución es como la flor que esconde la semilla. Si eres capaz de comprender la semilla correctamente, totalmente, la solución ya está ahí. Resolver un problema, en realidad, no es resolverlo, sino comprenderlo. La solución no es externa a él, es intrínseca. Está oculta en él. 

Así que no busques soluciones, simplemente observa el problema con atención. Encuentra las raíces. De hecho, ni siquiera hace falta cortar. Una vez que lo has comprendido, la propia comprensión se convierte en el corte de las raíces.


Osho / Zen. La hierba crece sola