sábado, 18 de octubre de 2014



LA MEDICINA DE LA VELOCIDAD



Los occidentales tienen el reloj, los orientales poseen el tiempo (proverbio árabe).
Una de las características principales de nuestro mundo actual es la aceleración, la rapidez, el cambio brusco, la inmediatez. Nos invade la prisa. Se tiene la experiencia de que las actividades nos superan y desbordan.
En nuestra cultura ser lento es sinónimo de ser torpe, o inútil. Se impone la rapidez y la impaciencia, todo tiene que estar disponible “al instante”. Hoy en día una espera de quince segundos ante el ascensor se hace insoportable o por mucha banda ancha de la que se disponga, nos enerva que no aparezca rápidamente una página en internet.
Los médicos señalan que los nuevos ritmos de vida están fomentando distintas patologías: desequilibrios metabólicos, trastornos digestivos, obesidad,  insomnio, trastornos del sueño, déficit de atención etc. Hay un aumento de la agresividad, la competitividad y la sensación de vivir en un estado de alerta permanente; una tendencia a potenciar las “multitareas”, conducimos comiendo o comemos viendo la TV, una locura para cualquier sistema nervioso.
Además los mismos avances tecnológicos que posibilitan las bases para potenciar la sociedad de la comunicación y del conocimiento, se están usando para producir una “sociedad de la fragmentación”, en las que las personas se alejan más unas de otras y se perciben cada vez más como extrañas. La homegeneización global de las masas a través de los medios de comunicación nunca había llegado tan lejos como hasta ahora.
Todos nos estamos acelerando, y lo que realmente va demasiado rápido es la irrupción de la tecnología, la cantidad de información inútil, el flujo de datos sin precedentes a la que hay que someterse para estar al día.
Parece como si una inmensa red fuera envolviendo al planeta, entrelazando tecnologías de última generación, satélites, líneas de telefonía móvil, Internet, ordenadores, televisión en una matrix que parece tuvieran vida propia, casi como si fueran células vivas; una red que se está convirtiendo en un entramado técnico económico,  provocando la necesidad imperiosa de estar alerta 24 horas al día, siete días a la semana, los 365 días del año; despertándonos con los e-mails o durmiendo con los móviles en la mesilla de noche.
Está tejiéndose a alta velocidad el tiempo de un mundo que impide pararse y, como decía Milan Kundera: “Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada. De nada en absoluto, ni siquiera de sí mismo”.
La primavera ya está aquí, saca los ojos de la pantalla, desacelérate, frena el corazón y la mirada ante la madre naturaleza que está penetrada de misterios y niveles de significado, “ver un mundo en un grano de arena, y el Cielo en una flor silvestre…”, William Blake.
Atiende al alma que se mueve despacio, déjala que observe, que contemple quizá, que cuando crece una brizna de hierba el universo entero se revela en ella, como decía Suzuki.
Quizá hoy, frente a la belleza de ese atardecer ante el que levantaste los ojos, descubras lo que Rumi dijo en su Diwan “He hecho el velo de la creación. Como una pantalla para la Verdad, y en la creación hay Secretos que, de pronto, como fuentes brotan”.
“Abre los ojos y ven,
 Vuelve a la raíz de las raíces
 que es tu propia alma”
Decía de nuevo el poeta

Recupera el único tiempo que te corresponde, aquí y ahora, más allá de la velocidad tecnológica tu propia naturaleza tiene un espejo en el que reencontrar su auténtico “tempo”, no olvides “que la función cósmica, y más particularmente terrestre, de la belleza es actualizar en la criatura inteligente el recuerdo de las esencias, y abrir así la vía hacia la noche luminosa de la Esencia una e infinita.

“Ven,
 vuelve a la raíz de las raíces
 que es tu propia alma””

Beatriz Cienfuegos
www.ecocentro.es


viernes, 17 de octubre de 2014



LA CONCIENCIA Y LA CURACIÓN

Durante las cuatro últimas décadas se ha escrito mucho sobre el papel de la mente en la salud. Nuestras actitudes tienen un papel importantísimo en la creación y la destrucción de la salud corporal.

La depresión, por ejemplo, no sólo afecta a la capacidad para sanar, sino que deteriora directamente el sistema inmunitario. El enfado, la amargura, la rabia y el resentimiento obstaculizan el proceso de curación, cuando no lo impiden totalmente. 

La voluntad de sanar tiene un enorme poder, y sin ese poder interior una enfermedad suele salirse con la suya. Gracias a esta nueva forma de entender, el poder de la conciencia está recibiendo un lugar oficial en el modelo médico de la salud y la enfermedad.

Es sorprendente cuántas personas reconocen que la experiencia de una enfermedad las motivó a dirigir su atención hacia el interior y a examinar atentamente sus actitudes y estilo de vida. Todas describen esencialmente el mismo proceso de recuperación: el viaje desde la mente personal hacia la mente impersonal.

Al principio, al enterarse del diagnóstico, el miedo les invade la mente. Pero, como dice la mayoría, una vez que se enfrentan consigo mismas, comprenden que ya presentían que algo iba mal, aunque descartaban ese presentimiento por miedo. Eso es importante, porque nuestra orientación intuitiva nos avisa cuando hay una fuga de poder en el cuerpo. 

Cuando el miedo va disminuyendo poco a poco, se vuelven hacia dentro para revisar el contenido de su mente y su información emocional. Así es como estas personas comienzan el proceso de adquirir una coherencia mental y emocional, o de tomar conciencia de la distancia que existe entre lo que piensan y lo que sienten. La curación exige la unión de la mente y el corazón, y por lo general es la mente la que debe ajustarse a los sentimientos, que con mucha frecuencia no hemos respetado en nuestras decisiones cotidianas.

Así, las personas exponen las medidas que han tomado para reorganizar su vida, dando voz creadora a sus sentimientos en sus actividades diarias.

La historia de Sylvia ilustra este viaje a la conciencia de corazón y mente. Le diagnosticaron cáncer de mama y le extirparon los dos pechos. El cáncer se le había extendido también a algunos ganglios linfáticos. Habría sido natural que pensara constantemente en el cáncer, pero ella se separó de la idea del cáncer y se concentró en el estrés que había contaminado su energía. Revisó sus miedos y el dominio que ejercían en su psique, y reconoció que le aterraba estar sola. El cáncer se le había desarrollado poco después de divorciarse. 

Habría sido natural que se centrara en su sentimiento de soledad y en su amargura por el divorcio, pero se comprometió a encontrar algo de valor cada día de su vida. Resolvió no pensar en el ayer, sino apreciar todas las cosas buenas que le habían ocurrido y dejar que se marcharan las experiencias dolorosas, entre ellas el divorcio. Con frecuencia sentía tristeza por su situación, pero, en lugar de vivir en esa tristeza, lloraba y después pasaba a otra cosa. Luego comenzó a ayudar a otras personas a recuperarse del cáncer, lo cual dio a su vida un nuevo sentido y finalidad. 

Desde la perspectiva simbólica, se convirtió en «ordenada», es decir, que el poder que transmitía a otras personas le era devuelto mediante el reconocimiento y la gratitud de aquellos a quienes ayudaba. Jamás había experimentado ese grado de valía personal. A los seis meses su organismo estaba libre de cáncer.

Un aspecto de tomar conciencia es vivir en el momento presente y apreciar cada día. Sylvia fue capaz de separarse de su pasado y crearse una nueva vida que tenía sentido y finalidad: ésta es la definición de hacerse impersonal respecto a una crisis de la vida personal. Aunque había enfermado de cáncer, se apoyó en la verdad de que un espíritu poderoso es capaz de sanar un cuerpo enfermo, de que la mente impersonal ejerce autoridad sobre la experiencia personal. Una y otra vez he sido testigo de que la curación es cuestión de tomar conciencia, no de la enfermedad, sino de la fuerza vital que antes nunca se ha abrazado.

ANATOMÍA DEL ESPÍRITU
CAROLINE MYSS
http://saikuhayotravidaposible.blogspot.com.ar/2014/10/la-conciencia-y-la-curacion.html


jueves, 16 de octubre de 2014



LOS RIESGOS DEL BYPASS ESPIRITUAL

¿Alguna vez recurriste a tu espiritualidad para evitar enfrentar un aspecto doloroso de tu vida? ¿Dejaste pasar abusos en nombre de la compasión? ¿Te escudaste en tus aspiraciones más elevadas para evitar sentir celos o enojo, por considerarlas emociones “poco espirituales”?Si la respuesta a alguna de estas preguntas es sí, no estás solo. La mayoría de las personas que transitan el camino espiritual caen en algún momento, sin darse cuenta, en esta distorsión que el psicólogo estadounidense John Welwood bautizó “bypass espiritual” allá por 1984. De hecho, es una ocurrencia tan común en la cultura espiritual reinante, que muy pocos la perciben su existencia y los peligros que trae aparejados.

Autores como Ken Wilber y Robert Augustus Masters incluso advierten que muchos consejeros religiosos y psicólogos transpersonales hoy promueven este error, con las mejores de las intenciones, al proponerle a quienes buscan su ayuda soluciones espirituales a problemas de otro origen (cognitivos, psicológicos, hasta corporales).

El psicoterapeuta Robert Masters dice en su libro Bypass espiritual: cuando la espiritualidad nos desconecta de lo que verdaderamente importa que nuestra dificultad para tolerar y hacer frente a nuestra sombra personal y colectiva es el motor que nos lleva a buscar la espiritualidad como refugio o solución fácil a nuestros problemas. En estos casos, las prácticas o creencias no ayudan a elevarnos sino a evitar el costoso tránsito por el auto-examen y la auto-observación, a acallar la voz interior que nos dice que algo no está bien, a barrer bajo la alfombra conflictos y dificultades que piden a gritos ver la luz del día.

Así lo describe John Welwood, quien acuñó el término a partir de lo que observaba en su comunidad de practicantes budistas, y en él mismo: “Cuando caemos en el ‘bypass spiritual’, usamos la meta de la iluminación o la liberación para racionalizar lo que yo llamo trascendencia prematura: intentar elevarnos por encima del costado crudo y desprolijo de nuestra humanidad antes de haberlo enfrentado verdaderamente y haber hecho las paces con él. Y entonces procuramos usar la verdad absoluta para descalificar nuestras necesidades humanas relativas, nuestros problemas psicológicos, nuestras dificultades vinculares o déficits de desarrollo. Creo que este es una especie de ‘peligro ocupacional’ del camino espiritual, dado que la espiritualidad conlleva la visión de ir más allá de nuestra situación kármica actual”.

¿De qué formas se manifiesta esta tendencia en las personas? En una actitud de desapego excesivo, la represión de ciertas emociones (la tendencia a “anestesiar” la tristeza o el enojo), o a través una compasión ciega, una inclinación exacerbada hacia lo positivo, ignorando o denostando la propia sombra (los aspectos mal vistos de uno mismo). En casos más extremos, puede presentarse, incluso, como delirios de iluminación.

También se denomina a esta tendencia “inflación espiritual”, en referencia la noción de que todo puede trascenderse a pura fuerza de luz y voluntad. Pero ya lo decía C.G. Jung: “Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad”.
Un ejemplo de Welwood, en relación a la práctica del budismo en Occidente: “Si uno intenta practicar el desapego renegando de la propia necesidad de recibir amor, lo único que logra es desterrar esa necesidad al inconsciente, donde posiblemente actúe y se manifieste de maneras potencialmente peligrosas”.

Explica el terapeuta: “Es fácil usar conceptos como ‘la verdad del vacío’ de una manera distorsionada. La enseñanza es que los pensamientos y las emociones no tienen existencia verdadera, que son apenas ilusiones del Samsara (el mundo de las formas), y por lo tanto, no debemos prestarles atención. ‘Debes reconocerlos como formas vacías y, atravesarlos sin más’, es el consejo que reciben los discípulos. Esto puede ser útil en el ámbito de la práctica, pero en situaciones de la vida, esas mismas palabras pueden ser usadas para reprimir o negar sentimientos que requieren nuestra atención. Lo he visto ocurrir en numerosas ocasiones”.

“Temo que lo que muchos budistas occidentales están practicando no es desapego, sino evitación del apego. Esto no es lo mismo que liberación del apego: es otra forma de apego: se apegan a la negación de sus necesidades humanas, por desconfianza en el amor” , subraya.

Este fenómeno se asocia en parte con la explosión de interés en la espiritualidad que acontece en los años 60 y la adopción por parte de Occidente de prácticas y saberes del Oriente; y también con la deformación de estas prácticas y creencias en lo que ha dado en llamarse “espiritualidad de consumo rápido”.

Pero no es privativo de las tradiciones orientales ni de sus prácticas; la oración también puede ser usada como una manera de evitar contactar con las heridas psicológicas y los dolores del corazón.
Lo cierto es que no hay nada instantáneo en el proceso de crecimiento espiritual. Quienes conquistan la madurez en este terreno lo hacen a fuerza de años de trabajo interior y transparencia, sabiéndose pequeños y falibles en cada paso del camino. En términos de Welwood, en ellos la fruta cae del árbol por su propio peso, en lugar de ser arrancada prematuramente de la rama.

Hay en estos seres añejados espiritualmente -sean monjes, maestros o barrenderos- una cualidad de integridad y de arraigo. No son almas descarnadas, ni aparentan serlo. No están, ni se pretenden, más allá de nada. Por esto mismo, son capaces de abrazar la complejidad de quienes los rodean con infinito amor, y mostrar el camino hacia una transcendencia real, sin trampas ni atajos, sin ilusiones de santidad, con simple vocación humana.
No podría desearnos un destino mejor.

Fabiana Fondevila


miércoles, 15 de octubre de 2014


TUS CÉLULAS ESCUCHAN LO QUE PIENSAS

La Salud es nuestro estado Natural: No solo es un concepto abstracto, es un hecho fisiológico. Nuestro organismo cuenta con un mecanismo de AUTOCURACIÓN, mediante el cual produce en la dosis y en el momento adecuado el “antibiótico, el inmunomodulador, el antidepresivo, el analgésico” o cualquier sustancia o tejido que se requiera para contrarrestar una enfermedad o daño que haya sufrido el organismo.

Nacemos con este mecanismo de Autocuración, sin embargo las creencias, las ideas, la educación que presenta la sociedad, provoca que estemos inmersos en una “Hipnosis colectiva” en la cual creemos que la Enfermedad es un estado “normal” de la historia vital del Ser Humano.

Ahora quisiera proponerles otro modelo para entender la dualidad Salud-Enfermedad.

Y para esto podemos hablar sobre ejemplos comunes de cómo nos enfermamos.

Nos han vendido… Y reitero “vendido” que es normal estar enfermos, por ejemplo si comenzamos a sentir dolor de cabeza, nos lagrimean los ojos y tenemos flujo nasal, es porque ya tenemos gripe y tenemos que asistir al médico o peor aún comprar el Antigripal de moda que anuncian tan vistosamente en la televisión… Cuando el cuerpo puede estar reaccionando a nuestro favor para expulsar algún agente físico que está irritando la mucosa nasal… Más aún quien de ustedes no ha experimentado lo siguiente: “en la oficina estornuda un compañero de trabajo y en seguida comienzan todos también a estornudar y peor aún hay quien dice “YA ME PEGO LA GRIPE”, cuando el Periodo de Incubación de la gripe es de 2 a 4 días… ¿TE DAS CUENTA DE QUE MENSAJES LE ESTAS MANDANDO A LAS CELULAS DE TU CUERPO?… y recuerda que ellas están en constante atención de las imágenes, pensamientos, palabras y sentimientos… Les estas diciendo “YA ESTOY ENFERMO”… y de manera increíble, automáticamente cada célula de tu cuerpo vibra ante tal afirmación y comienza a correr un torrente de sustancias toxicas por todo el organismo… ¿Cuál crees que sea la consecuencia de tal afirmación? Así es, llegas a tu casa del trabajo y en verdad ya la gripe comenzó a desarrollarse en tu organismo. Cuando tu cuerpo de forma automatizada pudo combatir esa infección sin ningún problema, ya que tiene las células y sustancias especializadas para ello.

Ahora imagínate por un momento que sucede cuando en lugar de una gripe, a una persona de manera imprevista le dicen “TIENES CANCER”, casi es posible ver como la vida se escapa literalmente del cuerpo de esa persona. Torrentes de toxinas recorren su cuerpo en ese preciso instante, más aún todo su Sistema Inmunológico se estremece y deja de producir lo necesario para su Autocuración.

 Y las células neoplásicas (cancerígenas) tienen el campo abierto para su proliferación.

Estos son algunos ejemplos de cómo nuestro cuerpo reacciona ante nuestros pensamientos, palabras, imágenes mentales y sobre todo ante nuestras emociones…

Ahora se estarán preguntando ¿Qué hago para que mi cuerpo no se vea afectado de esta forma?

En las siguientes publicaciones estaremos hablando sobre algunas formas de evitar que nuestro Organismo enferme a causa de nuestros pensamientos y emociones. Además trataremos un tema que es fundamental, en que consiste la dualidad:

SALUD-ENFERMEDAD.

Recuerden… “La Salud es nuestro estado Natural”

Por Leo Heart

 
 
 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 
 
 
 
 

 
 
 

 

martes, 14 de octubre de 2014


QUIEN TE ENFADA TE DOMINA

Un día un visitante fue a ver a Buda, y empezó a propinarle insultos.

 A Buda parecían dejarle impasible los insultos que le lanzaba aquel visitante. Cuando, más tarde, sus discípulos quisieron saber cuál era el secreto de su imperturbabilidad, él dijo:

“Imaginad lo que ocurriría si alguien os ofreciera algo y no lo tomarais; o si alguien os enviara una carta y os negarais a abrirla: su contenido no os afectaría en lo más mínimo, ¿no es así? Pues haced lo mismo cuando os injurien, y no perderéis la calma.”

La única clase de auténtica dignidad es la que no sufre menoscabo con la falta de respeto de los demás. Por mucho que escupas a las cataratas del Niágara, no lograrás reducir su grandeza.

Ángeles Castell