viernes, 21 de marzo de 2014


NO LLEVARSE TRABAJO A CASA

Saber dar por acabada la jornada laboral no sólo mejora nuestra vida privada; también incremente la productividad y la satisfacción laboral

Llevarse tareas a casa agudiza la sensación de estrés y dinamita el ambiente familiar. Algunos consejos para hallar el equilibrio entre la vida laboral y la privada son:

Establecer límites horarios. Es importante fijar y respetar el horario de trabajo, no alargarlo. Si nos vemos obligados a dedicar más tiempo del que dicta la jornada laboral, conviene establecer también el límite de trabajo extra que estamos dispuestos a realizar.

Separar espacios. Acostúmbrate a realizar las tareas sólo en el puesto de trabajo. Si trabajas en casa, restringe el espacio profesional a un despacho y no permitas que los asuntos pendientes salgan de él para aterrizar en el salón o el dormitorio.

Cambiar de ropa. Es importante tener un atuendo formal para las horas de trabajo y otro más cómodo para el tiempo libre, ya que el cuerpo identifica el cambio de ropa con las fases de obligación y las de descanso.

ADICTOS AL TRABAJO

Se han descrito las personas adictas al trabajo que extienden su labor profesional  a todas las fases y espacios de la jornada. En la mayoría de los casos, esta actitud esconde un temor al tiempo libre, a la responsabilidad sobre la propia vida privada. La solución, en estos casos, pasa por enfrentarse a ese miedo recuperando el gozo del ocio y del descanso.

Francesc Miralles
Coautor de “El Zen en la Empresa”


 
"Pasamos mucho tiempo ganándonos la vida, pero no el suficiente viviéndola"
-María Teresa de Calcuta-
 

 

jueves, 20 de marzo de 2014

miércoles, 19 de marzo de 2014

martes, 18 de marzo de 2014


BUSCAR NUEVOS RETOS

Romper con la rutina del trabajo habitual provoca sentimientos relacionados con la pérdida de la seguridad que nos aporta lo desconocido: miedo a no poder adaptarnos, a fracasar…
Se trata de emociones lógicas y normales que, al menos en un primer momento, nos suceden a todos. No obstante, tienen un claro y grave inconveniente: no son una reacción adaptativa, no obran a nuestro favor. Ni nos hacen sentirnos bien ni nos conducen adonde queremos llegar, el camino que nos haga sentirnos cómodos de nuevo.

En los casos en que perdemos el trabajo, podemos aprovechar lo aprendido y afrontar el cambio como un desafío, como una nueva oportunidad que nos ofrece la vida para enriquecernos, crecer y desarrollarnos, como personas y como profesionales.

Posiblemente no será fácil, requerirá un esfuerzo de adaptación, tendremos que afrontar obstáculos sin miedo y positivamente. Así, conseguiremos encontrar un nuevo camino, reubicarnos en una nueva situación. En el peor de los casos, si no triunfamos, tendremos la satisfacción de haberlo intentado, aprenderemos algo más y, por lo tanto, afrontaremos el futuro con mayor fortaleza.
Recuerda que en lugar de contemplar con añoranza la comodidad de lo conocido, lo que más te conviene en este momento es mirar hacia el futuro con esperanza y pasar a la acción.

Marisa Bosqued
Psicóloga del Hospital Provincial de Zaragoza

domingo, 16 de marzo de 2014


EL INSTINTO DE EXPLORAR

La historia de la evolución de la vida es una larga historia ininterrumpida de seres vivos en  movimiento: aventurándose en medios nuevos, explorándolos, adaptándose a ellos, abandonándolos de nuevo. El oso sube a la montaña a ver lo que puede ver; la semilla recorre quinientos kilómetros antes de caer en la tierra y echar raíces. Colón zarpó hacia el Nuevo Mundo, pese a que muchos pensaban que se despeñaría cuando llegase al límite de la Tierra.

Si le dice usted a un niño que le gustaría llevarlo a la selva para que viera lo que hay allí seguro que se sentiría entusiasmado de inmediato. Fíjese en que los niños cuando van de acampada, antes de que la tienda esté instalada ya están deseando lanzarse a recorrer el lugar, examinarlo, seguir ese sendero y bajar por la orilla del río y subir las laderas, llenos de entusiasmo y de ansias de  moverse y de ver.

No he conocido a nadie que no se sintiese, al menos en secreto, emocionado ante la perspectiva de vagar, vagar y explorar. Pero, por desgracia, he conocido a muchos que ahogan sus instintos de vagabundo, aferrándose a la rutina de su vida, casa y trabajo o veraneando en el mismo lugar año tras año.

Si descubre que ha estado reprimiendo sus instintos nómadas, quizá porque tenga miedos irracionales a lo desconocido, o porque equipare cualquier entrega a esos instintos a irresponsabilidad, quizá está usted eliminando esa serie de instintos para los que puede que se hayan forjado todos los demás: su posibilidad de salir al mundo y de moverse en él y de descubrirlo en toda su gloria.

Puede usted viajar y explorar de diversos modos. Puede hacerlo a pie o con un equipo de bucear, con un microscopio o con un telescopio, con un libro de historia o una revista de ciencias naturales. Puede hacerlo en su propio pueblo o ciudad, en las selvas de África o en la superficie de la Luna. Pero, sea como sea, ¡hágalo! Y recuerde que explorar no significa sólo viajar: significa abrirse a todo tipo de variedades en el conjunto de la vida.

Dr. Wayne W. Dyer