martes, 18 de febrero de 2014


PISAR AGUA FRÍA ES SANO

FORTALECE EL ORGANISMO Y AYUDA A RELAJARSE

Muchas veces me he preguntado dónde se inspiró Sebastian Kneipp, para darse cuenta de los beneficios de pisar el agua fría. Es de admirar que un hecho tan sencillo genere reacciones tan positivas y sea un pilar fundamental para el fortalecimiento general del organismo.

En Alemania la técnica no sólo es recomendada por los médicos, sino que también tiene una gran aceptación social y muchas ciudades construyen incluso “andadores de agua” en los parques públicos.

Pisar el agua fría produce una estimulación general que varía en intensidad según el frío del agua y el tiempo que estemos en ella. En general, por el día refresca y estimula todo el organismo, y por la noche puede ayudar a conciliar el sueño, siempre que haya una buena reacción de los pies y estos estén calientes. También ayuda a tranquilizarse en momentos de estrés.

Pisar agua fría estimula la circulación venosa de retorno y fortalece las venas, ayuda a la descongestión de órganos internos, provoca calentamiento, favorece la circulación arterial, previene infecciones en tratamientos continuados y activa el metabolismo. También ayuda a mejorar el apetito y produce una sensación de euforia.

Lo podemos aconsejar como indicación terapéutica en los siguientes procesos: insomnio, problemas leves de circulación arterial, alteraciones de la regulación térmica, propensión a infecciones, neurosis cardiaca, sopor, sudoración excesiva de los pies…

Está contraindicado en caso de menstruación e infecciones de bajo vientre en las mujeres, infecciones urinarias y enfermedades renales, alteraciones graves de la circulación arterial, tiritar, sensación de frío en piernas o pies. Aunque sería muy recomendable que estas personas hicieran un entrenamiento progresivo.

Cuando se adopta esta costumbre la persona puede volverse más campechana, con facilidad para descalzarse y tomar contacto con el agua o la tierra. También facilita la convivencia con quienes andan subidos en zapatos, botas, tacones o tronos. Pisar el agua es recuperar parte de esa alegría y seguridad que da el contacto con la tierra.

Recomendaciones:

● Andar de 3 a 5 minutos en orillas poco profundas de un río, arrollo o mar. Debe cubrir hasta la anchura de una mano por debajo de la rodilla.

● Caminar por el agua, entre ½ y 1 minuto con paso se cigüeña o de caballos andaluces, elevando a cada paso una pierna por encima del agua. Dejarlo si se siente dolor.

● Salir del agua y ponerse calcetines y zapatos para evitar el enfriamiento.

Dr. Pablo Saz
 
 
Preciosa playa al sur de Fuerteventura.
 

 

domingo, 16 de febrero de 2014


Fuerteventura, un paraíso por descubrir, por Luis Ramos.

https://www.youtube.com/watch?v=BObLxC6MWLg




UN ENCUENTRO CON EL SILENCIO

Aquieta tu mente, deja que el silencio se apodere de ti, ríndete a lo divino, contempla tu miedo y ámalo, permite que suceda todo aquello que está sucediendo, descubre simplemente cuál es el sabor de tu alma.

Teresa de Jesús decía algo así como…

“Contemplar es abandonar a la Loca de la casa”. ¿Quién es esa Loca? ¡La mente!.

¿A quién no le gustaría en algún momento de su vida que le pudieran desconectar? Cuando hablamos de desconectar, es poder dejar de pensar en aquellas historias que nos producen preocupación, dolor, nerviosismo y que nos hacen involucrarnos de una forma absolutamente negativa en lo que está aconteciendo.

Pero, ¿sabemos cómo hemos llegado a esa situación? Realmente no lo sabemos hasta que comenzamos a observar.

Cuando la vida nos presenta situaciones complicadas es porque sin darnos cuenta llevamos mucho tiempo dejando que nuestros pensamientos sean de una determinada calidad, y como no hemos caído en la cuenta en el momento que se producen, les dejamos vía libre para que campen a sus anchas en nosotros. Esos pensamientos negativos van dejando un poso y generando una serie de emociones negativas a su vez y todo ello lo somatiza nuestro cuerpo en último término.

No prestamos nunca atención a lo que ocurre en el aquí y en el ahora, qué le está sucediendo a nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo nos habla constantemente y no le escuchamos. Tampoco prestamos atención a lo que nos están diciendo nuestras emociones, ni qué tipo de pensamientos aparecen en nuestra mente. Y sin darnos cuenta vamos creando nuestro propio enemigo.

Contemplar es ser sin ningún objetivo que conseguir. Podemos sentarnos en silencio y soledad y eso, qué duda cabe, al principio nos puede ayudar a encontrar ese “hueco” que desconocemos, pero profundamente “contemplar” es convertirse en un testigo de todo lo que está aconteciendo en nuestro interior.

Cuando comenzamos a hacer silencio, a meditar, a contemplar, comenzamos a ver por primera vez que existe algo más que lo que nosotros pensábamos que era lo real. Llega a nosotros un estado de conciencia superior, donde somos más nosotros mismos que en ningún otro “lugar”.

Hablar de silencio sinceramente es un sinsentido, el silencio es eso, no sólo no hablar externamente, sino tampoco hacerlo de forma interna, es un espacio por denominarlo de alguna forma, donde somos sin condicionantes, donde la conciencia que somos se manifiesta, aunque en realidad nunca se fue, siempre estuvo ahí. El silencio es un abandono de la hipnosis divina.

Es absurdo pensar que ese silencio moldeará nuestras vidas de una forma y otra, que hará que seamos mejores personas o nos hará conseguir la felicidad. El tema no va de eso, la experiencia de Dios es algo absolutamente interno, privado, intransferible y lógicamente, tendrá efectos en nuestra personalidad, pero eso no nos tiene que importar, porque en esos momentos en que estamos en ese “espacio” donde no se necesita nada, ni a nadie, ni tan siquiera necesitamos a nuestra persona, es decir, a lo que siempre hemos creído que somos… de ese espacio no se puede hablar, sólo lo podemos experimentar, y cada uno de nosotros tendrá una experiencia diferente que cuando se materialice en palabras lógicamente adquirirá las características concretas de la personalidad que lo está enunciando, pero eso ya no es silencio, ya hemos caído en la vida, en las formas.

No existe nada más valioso que poder descubrir qué somos en realidad, ningún objetivo vital a conseguir puede alcanzar ni por asomo lo que se “siente” cuando se hace un espacio de silencio en nuestro interior. Ahí ya no hay necesidades, no hay ningún deseo, es la nada y es el todo.

Pero ¡no nos preocupemos! Porque seguiremos “yendo y viniendo”, identificándonos con nuestros personajes y actuando en base a nuestros pensamientos y emociones. Tenemos un guion que cumplir en este plano de existencia y sin lugar a dudas lo cumpliremos, lo que ocurre es que no es igual hacerlo de una forma absolutamente inconscientemente, y siendo arrastrados una y otra vez por esa inconsciencia, que hacerlo con la certeza de fondo de que no somos ese personaje que está interpretando ese guion.

Realmente desconocemos qué estamos haciendo aquí, supongo que hasta que salgamos de este sueño no podremos saberlo, pero todo parece indicar que hay aprendizajes que llevar a cabo, y podemos hacerlos con plena conciencia o completamente dormidos.

De lo que sí que nos damos cuente a poco que observemos, es que todos estamos buscando el amor incondicional, la paz absoluta, la belleza, la verdad en todo lo que hacemos, la felicidad, y este anhelo que es común a todos los seres humanos, creemos que lo vamos alcanzando cuando intentamos conseguir nuestros objetivos externos: un trabajo creativo, una pareja ideal, amigos de verdad, poder, dinero, prestigio… Aunque para alcanzarlos utilicemos cualquier tipo de artimaña, de estrategia, es decir, empleamos el egoísmo, primero yo, siempre yo y después ya tendré en cuenta al otro, y eso siempre que se acomode a mis objetivos.

Pero pese a ese egoísmo todos estamos buscando exactamente lo mismo y si algo se busca es que existe, no tendríamos sed, si el agua no fuese alcanzable.

Reclamemos a Dios, meditemos, busquemos cada vez más momentos de silencio y de soledad, observemos. Hagamos lo que hagamos en cada momento, no dejemos correr más tiempo sin perseguir nuestro anhelo. Este sueño se terminará antes o después y sólo nuestras almas quedarán. La Verdad nos está llamando, no nos permitamos más hacer oídos sordos a esa llamada de nuestro Ser profundo.

Dejemos los problemas a un lado, dejemos de jugar a ciegas con querer y no querer, no hay nada que perder, ya está todo ganado. Somos distraídos corazones que quiere pintar de azul su cielo, pero desde esa inconciencia no podemos conseguirlo. Dejémonos de intereses de conveniencia que no podrán jamás darnos la paz anhelada, seamos de una vez por todas lo que SOMOS.

¡CANTEMOS EN TODO MOMENTO A LO DIVINO SIN MIEDO A PERDER. SI LO HACEMOS NO PODREMOS NUNCA PERDER NADA, AHÍ LO ENCONTRAREMOS TODO! ¡APRENDAMOS A CALLAR PARA ESCUCHARLE!

Lola Bermejo
Directora de la “Escuela de Crecimiento Personal”

 

viernes, 14 de febrero de 2014


TERMINOLOGÍA DE LAS ALTERACIONES DEL APARATO LOCOMOTOR (PARTE 4)

 4. LESIONES DE LOS LIGAMENTOS

Esguince de primer grado: elongación forzada del ligamento por encima de su capacidad elástica, que produce una lesión dolorosa sin lesión anatómica grave. El masaje sólo estará indicado durante su fase de recuperación, evitando el período agudo.

Esguince de segundo grado: rotura parcial del ligamento que afecta a parte de las fibras del tejido. Existe derrame evidente y dolor que impide la funcionalidad de la articulación. Sólo estarán indicados los masajes para drenar el derrame y reducir el dolor cuando el tejido se está cicatrizando.

Esguince de tercer grado: Rotura total del ligamento con gran derrame interno y dolor intenso. El masaje no estará indicado en la zona lesionada hasta su completa recuperación.

ABC de los Masajes Terapéuticos
José M. Sanz Mengíbar

 

miércoles, 12 de febrero de 2014


Fuente: Revista Universo Holístico nº 62

NUESTRO ORGANISMO NO ENFERMA, SE DEPURA
    (parte 2)

ENFERMEDAD CRÓNICA
Imitando los mecanismos de la naturaleza, es lógico estimular las crisis depurativas. Como decía Hipócrates: “Todas las enfermedades se curan mediante alguna evacuación”.

Los drenajes siempre impulsan la tendencia al equilibrio y resultan útiles en cualquier circunstancia, por grave que sea. Además, solo basta mirar que hacen los animales.
Cuando un animal está enfermo, ayuna. De este modo favorece la degradación de los desechos y facilita su evacuación. Perros y gatos recurren a las hierbas cuando sufren una intoxicación. Según las dosis, tienen un efecto eliminador en los pulmones (expectorante), en los riñones (diurético) o en los intestinos (laxante). Los elefantes se purgan con arcilla. Otros animales se revuelcan en barro arcilloso, improvisando purificadoras cataplasmas.

También el hombre ha hecho uso de estos recursos desde la más remota antigüedad. Las virtudes desintoxicantes de la sudación se usaba en los pueblos nórdicos europeos (sauna), en Medio Oriente (baños turcos) o en las tribus indígenas americanas (inipis, temascales). Las distintas religiones y filosofías siempre han prescrito períodos de purificación mediante prácticas de ayuno. En todo el mundo se han practicado las benéficas “curas de primavera”.
En la enfermedad crónica, dado que el organismo tiene una sobrecarga tóxica importante y el Estado Óptimo Salud (E.O.S.) disminuido, las crisis no podrán restablecer el equilibrio de una sola vez, como ocurría en los trastornos agudos. Es por eso que las bronquitis, los eccemas o las crisis hepáticas se repiten periódicamente. Los esfuerzos depurativos se reiteran continuamente, pues logran la desintoxicación necesaria del Terreno.

Es por ello que le organismo necesita apoyo externo, pues su Fuerza Vital es incapaz de acabar con la toxemia mediante herramientas y técnicas sencillas para colaborar con el organismo a superar los padecimientos crónicos, mediante el alivio de la carga tóxica que agobia a la estructura corporal.

ENFERMEDAD DEGENERATIVA
Hoy día resulta normal observar a grandes sectores de la población con graves trastornos inmunológicos. Incluso los niños vienen al mundo con fuerzas inmunológicas tan disminuidas y tal sobrecarga de desechos (recordar los cientos de tóxicos presentes en el cordón umbilical), que no hay crisis depurativa que pueda revertir dicho estado. Por eso vemos niños de 3 y 4 años con cáncer y recibiendo tratamiento de quimioterapia.

Haciendo una analogía técnica, el sistema inmunológico funciona como un ordenador con naturales limitaciones físicas. Si ejecutamos un par de programas al mismo tiempo, no habrá mayores problemas. Pero si queremos ejecutar una decena de programas simultáneamente, entonces aparecerán los inconvenientes. La máquina de “ralentiza”, no responde rápidamente a las órdenes y comete errores.
Desgraciadamente, este es el estado habitual de la inmunología en nuestra población, ala ser exigida en forma desmedida y por gran cantidad de factores al mismo tiempo. Estos “ralentizamientos” son las alergias, las enfermedades autoinmunes, las afecciones virales crónicas, etc. La merma inmunológica afecta a la salud y al bienestar en todos los ámbitos, incluso el emocional. Recientemente científicos han concluido tras un estudio que “debería entenderse la depresión como una enfermedad de tipo casi autoinmune”.

En esta fase de la enfermedad, las células, en lugar de moverse en líquidos nutritivos y limpios, deben vivir en fluidos cloacales inmundos. El trabajo celular no es normal y los tejidos se desorganizan cada vez más, llegándose a la destrucción: esclerosis, cáncer, úlceras varicosas, etc. Las células ya no siguen el comando inteligente de la Fuerza Vital y el cuerpo pierde su capacidad  de defenderse como un todo organizado ante agresiones externas.
En este contexto, resulta de tal magnitud el caos orgánico que se ha generado, que ningún remedio será capaz de poner orden. De allí las dificultades que encuentran los investigadores en la lucha contra las enfermedades graves. La terapia con atajos no funciona. Mientras hay tiempo, no queda más que desandar el camino equivocado, rectificando los errores y estimulando la inmunología, a fin de recuperar la Fuerza Vital y la limpieza del Terreno. Es el único medio genuino que nos permitirá obtener una completa y total remisión.

Marcos Vélez
Naturólogo 

 

EL MUNDO ES COMO TÚ LO VES

“La meditación es necesaria únicamente porque tú un día elegiste no ser feliz. Una vez que tú has decidido ser feliz ya no necesitas ninguna meditación. Entonces la meditación empieza a suceder por sí misma, ésta acompaña a la persona feliz como una sombra, donde quiera que vaya, cualquier cosa que haga ella está en meditación”. OSHO

Todo lo que vemos y percibimos como el mundo no son más que un producto de nuestras propias proyecciones. Todas las experiencias que sentimos y que vamos atravesando a lo largo de nuestra vida: perder o ganar, atracción o rechazo, placer o sufrimiento, alegría o tristeza, optimismo o negatividad, no son más que un producto de nuestra propia creación… Nadie más es responsable de ello aunque pensemos lo contrario.

Somos nosotros los que creamos nuestra alegría o tristeza, nuestra propia felicidad, nuestro propio sufrimiento y por tanto, nuestro propio destino. Creamos nuestro propio cielo y nuestro propio infierno, pero sin embargo hacemos responsables a otros como a nuestra nación, al gobierno, a la mala suerte, a los padres, a la pareja… de todo lo negativo que nos ocurre en la vida.

Nos hacemos amigos de una persona y disfrutamos la alegría de esa amistad. En cambio nos volvemos hostiles a otro y le rechazamos continuamente en nuestro interior. Y si aparece  un tercero ante el cual nos sentimos indecisos y desconcertados, entonces le ponemos la etiqueta de “sospechoso”. Pero somos nosotros quienes hemos creado ese amigo, ese enemigo y ese sospechoso.

Por lo tanto, sólo hay una forma de salir de este círculo vicioso, y es cambiando nuestra forma de ver las cosas. Esta es la razón por la cual debemos meditar: para poder ver el mundo como realmente es.

Cuando la mente está en calma, todo está en calma. Si por el contrario, la mente se encuentra llena de inquietud, el exterior también tomará el aspecto de un lugar caótico. El mundo es percibido de manera distinta por cada persona, de acuerdo a su condición mental; por eso, no existe un mundo ni dos, sino tantos como mentes existen.

Poner orden en el interior es pacificar el mundo. Y aunque la mayoría se afane en hacerlo al revés, sus esfuerzos están condenados al fracaso y a la frustración. Mientras la mente no se encuentre apaciguada, se seguirá viendo y produciendo caos en el interior. ¡Y es por eso que nos creamos tantos falsos problemas! Lo que hay que hacer es poner orden y tranquilidad en el interior. Y eso es lo que se consigue a través de la Meditación.

¿Qué es lo que nos impide ser lo que somos? El místico Osho, creador de las meditaciones activas decía: “cierra los ojos unos momentos y comprueba cuanto tiempo puedes estar sentado disfrutando de las sensaciones de tu cuerpo y de los sonidos a tu alrededor.

Observa como tu mente después de algunos minutos empieza a parlotear y tu cuerpo empieza a sentirse incómodo, tus pensamientos van y vienen, realizando diferentes e incoherentes conversaciones internamente contigo mismo, del pasado o del futuro pero nunca del momento, por lo que resulta que nunca estás en el presente, en el aquí y ahora”.

En cambio, con la meditación, la mente se convierte en un instrumento útil, en vez de esclavizarnos con su constante charla. Cuando estás en un estado de meditación, te conviertes en un espectador, un observador de ti mismo mirando todo el tráfico de la mente con sus pensamientos que van y vienen: recuerdos, deseos, fantasías, temores, sueños… simplemente manteniéndose distanciado, sereno, presenciándolo sin ninguna identificación, ningún juicio o condena, de si esto es bueno, de si esto es malo.

En meditación, nos hacemos conscientes de la Conciencia Absoluta, de nuestra naturaleza divina. Cuando a través de la práctica de la meditación empezamos a ver la luz que brilla en nuestro interior, el velo que oscurecía nuestra visión se rompe, y es entonces cuando podemos ver las cosas como realmente son. A medida que seguimos meditando, esa luz interior, la luz de la conciencia comienza a llenar nuestros ojos. Entonces empezamos a ver esa misma luz fuera, y es cuando nos damos cuenta de que todo el Universo no es más que esa luz, esa conciencia.

El propósito de la práctica de la meditación es que vuelvas a ser feliz, celebrativo, amoroso, que te permitas reír, bailar, besar, abrazar, expresar tu ternura y poder recibir caricias sin miedo. A eso se le denomina también felicidad, que no es otra cosa que ser total, estar conectado profundamente con la energía vital que fluye dentro de ti, sin ningún control de la mente. Y esa es la clave para la superación del sufrimiento, para la autorrealización personal… Mucha gente olvida que el color es inevitable, pero que el sufrimiento es opcional.

Todas las técnicas de meditación milenarias desarrolladas por los grandes maestros así como las modernas meditaciones activas de Osho, han sido diseñadas de manera científica (incluso están registradas como marca internacional para evitar plagios y utilización indebida), y por lo tanto hay una forma correcta y otra incorrecta de hacerlas y utilizarlas.

De ahí la importancia de que la persona que las dirija haya hecho un curso de formación reconocido y conozca las diferentes meditaciones con sus instrucciones y etapas correspondientes, pues de ello dependerá de que los practicantes tengan una experiencia que merezca la pena o se la pierdan.

Y como decía Osho: “La meditación es necesaria únicamente porque tú elegiste no ser feliz. Una vez que tú has decidido ser feliz, ya no necesitas ninguna meditación. La meditación sigue a la persona feliz como una sombra, donde quiera que vaya, cualquier cosa que haga, ella está me meditación”.

Jairo Kalpa
www.jairokalpa.comwww.bioperson.es

 

martes, 11 de febrero de 2014

Fuente: Revista Universo Holístico nº 62

 NUESTRO ORGANISMO NO ENFERMA, SE DEPURA       (Parte 1)

A esta altura resulta sencillo comprender que, más allá de nombres y diagnósticos, la enfermedad no es otra cosa que un esfuerzo del organismo por evacuar el exceso de sustancias tóxicas y volver a la normalidad. Siendo de vital importancia la limpieza de los fluidos internos, el organismo apunta toda su energía (energía vital) hacia dicho objetivo.

Un cuerpo sano pone en marcha una gran cantidad de mecanismos depurativos cuando cualquier cuerpo extraño o perjudicial logra introducirse en los tejidos internos: vómitos, estornudos, tos, diarreas, inflamaciones, etc. Pero la purificación interna es tan compleja, que su tarea debe distribuirse en varios órganos con funciones especializadas y complementarias: los abnegados emuntorios.

Mientras el nivel de tóxicos permanece dentro de la capacidad depurativa de intestinos, hígado, riñones, pulmones y piel, todo funciona dentro de la normalidad que conocemos como estado de salud.

Cuando alguno de estos órganos recibe caudales que exceden su capacidad, existe un natural mecanismo de derivación (lo que no se puede procesar, se deriva a otro órgano complementario) destinado a superar la crisis tóxica. Y aun así seguimos en presencia de un organismo sano y vital.

Pero cuando también superamos el umbral de la capacidad complementaria de los emuntorios –cosa que hoy resulta una norma, dada la continua exposición a volúmenes cada vez mayores de toxinas- comenzaremos a advertir síntomas y molestias.

Ejemplo: hipersecreción salival, vómitos y diarreas a nivel digestivo; hipersecreción biliar a nivel hepático; orina espesa, ácida y ardiente a nivel renal; sudoración, supuración, granos, acné y eccemas a nivel cutáneo; expulsión de flema por bronquios y fosas nasales a nivel respiratorio…

Otras vías secundarias se utilizan también para expulsar exceso de toxinas: glándulas salivares, útero, amígdalas, glándulas lacrimales. Si la situación se agrava, el organismo recurre a la “creación” de emuntorios artificiales: hemorroides, fístulas, úlceras, etc.

Por supuesto que cada persona reaccionará en forma diferente a estas crisis depurativas, localizando los trastornos superficiales de acuerdo a sus debilidades orgánicas. Los primeros órganos en ceder son, generalmente, los más frágiles por herencia o por excesiva utilización: por ejemplo, la garganta en aquellos que utilizan mucho la voz, los nervios de las personas tensas, o las vías respiratorias en aquellos expuestos a contaminantes volátiles.

Como vemos, las llamadas “enfermedades” no son otra cosa que el resultado de las tentativas de imprescindible limpieza que encara el organismo, frente a la carga de agresión tóxica a la que se ve expuesto. Estas crisis depurativas pueden ser agudas o crónicas. Siempre se comienza con manifestaciones agudas, donde el trabajo de eliminación es brusco, violento y extenso. Si la causa de intoxicación no se remueve, entonces estos esfuerzos se hacen crónicos.

Dado que esta publicación está destinada a incrementar el nivel de percepción de estos fenómenos por parte del lector, veamos con detenimiento y ejemplos cada una de las fases por las cuales evoluciona la enfermedad, hasta llegar a los grados más graves y terminales.

Estos estadios degenerativos –cáncer, sida, esclerosis múltiple, Alzheimer, Parkinson- no aparecen de improviso en una persona saludable y vital; requieren de un largo proceso previo.

 ENFERMEDAD AGUDA

Todo se inicia con las primeras señales de alarma. La persona –hasta entonces saludable- ve aparecer distintos trastornos leves que le señalan la pérdida de este equilibrio dinámico que es el Estado Óptimo de Salud (E.O.S.). Falta de ánimo, indisposiciones pasajeras, tensión nerviosa anormal, dificultad para recuperarse tras un esfuerzo, problemas digestivos, cutis y cabellos opacados, erupciones… son todos signos de la degradación del Terreno.

Si la persona está atenta y suprime las causas que provocaron la sobrecarga tóxica –excesos nutricionales, consumo de productos insanos, agotamiento excesivo, demasiado sedentarismo- los trastornos desaparecerán rápidamente.

Pero si el individuo no escucha las advertencias que lanza su cuerpo y persiste en sus errores, sin corregir nada, entonces el Terreno continuará degradándose y obligará a que su fuerza vital se exprese desencadenando crisis depurativas más profundad. Estaremos entonces en presencia de las llamadas enfermedades agudas.

El organismo moviliza todos sus esfuerzos para expulsar el exceso de desechos que agobia.

Por lo general son manifestaciones violentas y espectaculares; la fiebre que las acompaña indica la intensa actividad del cuerpo y todos los emuntorios están involucrados en la tarea. Es el caso de una gripe, un sarampión o una bronquitis. La gripe es un ejemplo de interacción de emuntorios: catarro en las vías respiratorias, descarga intestinal, sudoración profusa, orina cargada, etc. Son trastornos de corta duración, ya que la intensidad del esfuerzo depurativo basta para permitir un rápido retorno al Estado Optimo Salud (E.O.S.)

Es bien sabido que una afección gripal se resuelve magníficamente con apenas 48 horas de ayuno, reposo… y nada más. Al cabo de ese período, uno se siente pleno y liviano. Pero si el individuo, conforme con la desaparición de los síntomas, retorna a los hábitos equivocados que generaron la sobrecarga tóxica, la crisis volverá a producirse.

En este estadio, el error más grave –y lamentablemente el más corriente- es tomar estas crisis depurativas como causa de enfermedad y no como efecto de la degradación del Terreno. Entonces la terapéutica no ayudará al organismo en sus esfuerzos desintoxicantes, sino que los reprimirá como algo inoportuno y molesto. De este modo estaremos restringiendo nuestra fuerza e  internalizando las sustancias tóxicas.

Es lo que hacemos habitualmente con los antigripales o peor aún, con las vacunas contra la gripe: ¡vacunas contra un proceso depurativo! En consecuencia, la represión artificial de una afección aguda nos dejará con menos capacidad defensiva y con el Terreno más intoxicado; condiciones que nos llevarán al estadio sucesivo.